martes, 15 de noviembre de 2016

El misterio de la llave de oro

Martíez Taboada, Miriam: “El misterio de la llave de oro”. Editorial Cuarto Centenario. Madrid, 2016.  120 páginas. Ilustraciones a color, de Isidre Monés Pons. Introducción de María Pilar Martínez Taboada. Tamaño 22 x 21 cms. ISBN 978-84-945579-5-8

Como la propia autora dijo en su presentación, en Guadalajara, en octubre de 2016, “este libro es una obra de arte” porque así ella quiso conseguir que fuera su edición, y porque su contenido le avalora en ese mismo sentido. Se trata de una pieza maravillosa de la bibliografía, editado con el esmero que ahora ya muy pocas veces se ve en los libros. Ello incita a su lectura, a acariciarlo, a pasar sin prisa las hojas y disfrutar con los dibujos a color de Monés, ese artista catalán que vence cualquier quimera que se le ponga por delante. La autora del texto, profesora, y seguntina, ejerce de ambas cosas en esta libro. Y el conjunto (que recuerda a Juan Antonio Martínez Gómez-Gordo, el ilustre cronista seguntino, su padre) es un valor seguro que se adentra en la biblioteca de quienes pueden sin duda sentirse orgullosos de poseerlo. Porque nunca se desprenderán de él. Y porque –y esto lo seguro porque ya lo he leído- el libro se mete en el corazón, y lo llena de asombro y gozo.

Se trata de un relato con intenciones infantiles, pero termina siendo un libro de universal utilidad: una narración de un momento y de un lugar. Se desarrolla en la Sigüenza del otoño de 1487. Es el momento en que los Reyes Católicos, acompañados de su canciller don Pedro González de Mendoza, que además es obispo de Sigüenza, llegan a la ciudad, camino de Zaragoza. Fernando sigue, dos días después de su llegada. Isabel permanece bastante más tiempo. Y el Cardenal aprovecha la visita para supervisar y generar nuevos adelantos urbanísticos, nuevos proyectos artísticos en la Catedral de Santa María.

Es también el año siguiente a la muerte, en la vega de Granada, en el mes de julio, de Martín Vázquez de Arce, “el Doncel de Sigüenza”. Cuando todos lloran aún la salida de este mundo de aquel malogrado joven, a quien tanto querían.

En esas aparecen los protagonistas, que son dos muchachos, Crispín y Martín, rodeados de su familia, de sus perros y gatos, de sus vecinos moros, judíos y eclesiásticos, de bachilleres y canteros, de canónigos y escultores, de herreros y físicos… la sociedad entera de esa Sigüenza que despide a la Edad Media, cobra una vida singular, perfecta. El dinamismo de las descripciones y de las frases, la intención moralizadora y vivificante, el deseo de la fraternidad entre razas y religiones, la bondad última de las acciones de todos, conforma un mundo ideal pero posible. La autora hace además muchos retratos. No solo de personajes, sino de la ciudad, de sus murallas, cuestas y portillos. De los acontecimientos históricos y costumbristas. De los hechos reales.

El cuento narra en clave de imaginación desbordante, con un hilo de misterio que se eleva a razones culturales de peso, una fábula que bien pudiera ser verdad y no haber ocurrido. Todo casa al final, y todos sonríen, porque se lo merecen. La carrera literaria de Miriam Martínez Taboada está asegurada sobre el firme pilar de “El misterio de la Llave de Oro”, y ya quedamos sus lectores esperando una continuación, una similtud, o en cualquier caso otro libro tan estupendo, y tan bonito, como este.


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A.H.C.

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