miércoles, 25 de marzo de 2015

Sigüenza al fondo


Aunque concluida el 4 de marzo de 2014, martes de carnestolendasLa República Archipiélago de Ignacio de Sigüenza, editada por J. I. Costero, no habría podido ver la luz, por razones que no vienen al caso, hasta principios de 2015, coincidiendo así con el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de El Ingenioso Hidalgo.

Coincidencias aparte, su editor considera irrelevante el profundizar en más detalles sobre la autoría de dicha obra. Una obra que nace con vocación de ser, como lo fueron la mayoría de las obras en el medioevo, anónima. Por el contrario, sí que considera de interés resaltar la figura de Ignacio de Sigüenza, del “Bachiller” Ignacio de Sigüenza, para ser más precisos, quien, en la ficción,  habría sido expulsado por converso del Colegio de San Antonio de Portaceli de Sigüenza, y que, tal vez por ello, habría recibido también el encargo de Lucronio (verdadero protagonista de esta historia) de escribir un coloquio renacentista, con el que glosar las gloriosas gestas de los dos pícaros que venden su alma al demonio con tal de detentar el poder en una próspera República: La República Archipiélago.

Escrita a contracorriente de las modas literarias actuales, en un español tradicional, aderezado con giros y modismos, seguntinos y alcarreños, pero también con viejos refranes, aforismos y sentencias, La República Archipiélago no es solo el sueño fáustico de dos pícaros, como reza en su cubierta, es también, o al menos pretende serlo, un diálogo “lucianesco” (coloquio renacentista) sobre el poder político y quienes lo detentan, coloquio al que se ha dotado de una estructura dramática para hacer más amena su lectura y más fácilmente identificables, bajo el maquillaje y los trajes, a sus numerosos personajes (coro incluido); coloquio por otra parte en el que se lleva hasta sus últimas consecuencias, en clave de comedia, la metáfora política de la transformación geográfica de la Península en “Archipiélago”, expuesta por vez primera por Juan Goytisolo en sus Nuevas Cartas Marruecas, en el año 1979, recién estrenada la democracia.

Diálogo “lucianesco” o coloquio renacentista, con él se ha querido también rendir homenaje a Miguel de Cervantes -uno de los autores que más cultivó este género literario-, en especial con escenas como:De la Realidad (Acto III - Escena 3) contemplada, como no podía ser de otra forma, desde la perspectiva caballera de Clavileño el Alígero, o con La lección de anatomía (Acto III - Escena 6) del cuerpo de la República.

Por otro lado, sus 422 notas al pie de página, en su mayoría de fuentes primarias (grecolatinos, autores clásicos de la literatura española y universal, humanistas, historiadores, filósofos, políticos, etc.), además de familiarizar al lector con el contexto histórico y político de la imaginaria Península en la que supuestamente transcurre la acción dramática, hacen de La República Archipiélago una obra de teatro bastante insólita y cuando menos singular.


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