Aunque concluida el 4 de marzo de 2014, martes de carnestolendas, La República Archipiélago de Ignacio de
Sigüenza, editada por J. I. Costero, no habría podido ver la luz, por
razones que no vienen al caso, hasta principios de 2015, coincidiendo así con
el cuarto centenario de la publicación de la segunda parte de El Ingenioso Hidalgo.
Coincidencias aparte, su editor considera irrelevante el
profundizar en más detalles sobre la autoría de dicha obra. Una obra que nace
con vocación de ser, como lo fueron la mayoría de las obras en el medioevo,
anónima. Por el contrario, sí que considera de interés resaltar la figura de
Ignacio de Sigüenza, del “Bachiller” Ignacio de Sigüenza, para ser más
precisos, quien, en la ficción, habría sido expulsado por converso
del Colegio de San Antonio de Portaceli de Sigüenza, y que, tal vez por ello,
habría recibido también el encargo de Lucronio (verdadero protagonista de esta
historia) de escribir un coloquio renacentista, con el que glosar las gloriosas
gestas de los dos pícaros que venden su alma al demonio con tal de detentar el
poder en una próspera República: La República Archipiélago.
Escrita a contracorriente de las modas literarias
actuales, en un español tradicional, aderezado con giros y modismos, seguntinos
y alcarreños, pero también con viejos refranes, aforismos y sentencias, La
República Archipiélago no es solo el sueño fáustico de dos pícaros,
como reza en su cubierta, es también, o al menos pretende serlo, un diálogo
“lucianesco” (coloquio renacentista) sobre el poder político y quienes lo
detentan, coloquio al que se ha dotado de una estructura dramática para hacer
más amena su lectura y más fácilmente identificables, bajo el maquillaje y los
trajes, a sus numerosos personajes (coro incluido); coloquio por otra parte en
el que se lleva hasta sus últimas consecuencias, en clave de comedia, la
metáfora política de la transformación geográfica de la Península en
“Archipiélago”, expuesta por vez primera por Juan Goytisolo en
sus Nuevas Cartas Marruecas, en el año 1979, recién
estrenada la democracia.
Diálogo “lucianesco” o coloquio renacentista, con él se ha
querido también rendir homenaje a Miguel de Cervantes -uno de los autores que
más cultivó este género literario-, en especial con escenas como:De la
Realidad (Acto III - Escena 3) contemplada, como no podía ser de otra
forma, desde la perspectiva caballera de Clavileño el Alígero, o con La
lección de anatomía (Acto III - Escena 6) del cuerpo de la República.
Por otro lado, sus 422 notas al pie de página, en su mayoría
de fuentes primarias (grecolatinos, autores clásicos de la literatura española
y universal, humanistas, historiadores, filósofos, políticos, etc.), además de
familiarizar al lector con el contexto histórico y político de la imaginaria
Península en la que supuestamente transcurre la acción dramática, hacen
de La República Archipiélago una obra de teatro bastante
insólita y cuando menos singular.
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