GARCÍA LÓPEZ, Aurelio, Historia de Archilla, Guadalajara, Aache
Ediciones (col. Tierra de Guadalajara, 78, guías), 2011, 271 pp. (ISBN:
978-84-96885-61-6).
Veinticinco años antes
de la publicación del libro que comentamos (2011) fue creada la Asociación
Cultural “Amigos de Archilla” con el fin de salvaguardar el patrimonio y, en
general, la cultura toda de dicha localidad, centrada principalmente en tres ambiciosos
proyectos: la restauración del edificio que antiguamente albergó las escuelas,
dotándolo de una planta más y del mobiliario apropiado para que sirviese se
sede de la Asociación; salvar de la ruina la ermita de San Román y restaurar su
imagen (recuperándose también la fiesta del santo, perdida setenta años atrás,
momento en que se creó la “Jarra de San
Román”, máximo galardón que se otorgaba a aquellas personas e instituciones
que, desprendida y generosamente, hubiesen contribuido en pro del desarrollo de
Guadalajara y sus gentes), y finalmente, la edición de un libro en el que se
recogiese la historia de Archilla, gracias a la gran cantidad de documentos:
textos y fotografías, que la propia Asociación fue recopilando a través del
tiempo y que, posteriormente, puso en manos del historiador Aurelio García López,
cuyo resultado es el presente libro, con cuya edición se pretendió conservar la
memoria del pueblo de una forma duradera, con el fin de que, más adelante,
pudiera servir de guía para futuros trabajos “a quienes quieran estudiar y
conocer más concienzudamente la vida de este pintoresco pueblo de la ribera del
río Tajuña.”
Parte el libro, como es
menester, del conocimiento del conocimiento del nombre del pueblo, del estudio
de su topónimo, que viene a tener varios significados: depósito o fuente; jefe
o comisario de provisiones, y arca o zarza, propuestos por Ranz Yubero); archa,
hispano-romano, según Juan Catalina García López, y arca o cofre, al parecer de
Herrera Casado, quien gracias a este supuesto fue el autor del escudo heráldico
de Archilla: “Escudo español, partido y medio cortado. En el primero, de azur,
un cofre o arca de plata…”.
Poco o muy poco es lo
que se sabe acerca de la Prehistoria y la Historia antigua de la zona, salvo
algunas breves notas debidas a Juan Manuel Abascal Palazón, hasta la
Reconquista cristiana (siglos XI-XII), aunque posiblemente pudo haber pequeños
hábitats anteriores (romanos, visigodos y
musulmanes), por lo que el libro comienza a escribirse desde la Edad
Media, cuya primera mención documental está fechada en 1133, como perteneciente
al Común de Villa y Tierra de Guadalajara, al que perteneció medio siglo más,
hasta que en 1184 fue donada a un tal don Gonzalo, médico, como remate de un
antiguo pleito. Dos años más tarde, este don Gonzalo, hizo entrega de Archilla,
Balconete y Romancos, a la Orden de Santiago que, a su vez, en 1214, hizo entrega
de Archilla al arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada, que poco
después lo concedió al Cabildo toledano, reservándose algunos privilegios y
rentas, hasta que en el siglo XIII queda encuadrada en la Tierra y Villa de
Brihuega y eclesiásticamente al arzobispado de Toledo.
Finaliza este apartado
dedicado a la Edad Media con un estudio sencillo acerca del denominado “Fuero”
de Archilla, dado a conocer por Pareja Serrada, que se traslada íntegramente.
La Edad Moderna comienza
con un estudio demográfico de la zona, pudiéndose apreciar la evolución poblacional
de Archilla entre los siglos XVI y XVIII. Es decir, desde mediados del siglo
XVI, en que quiere desprenderse del yugo del arzobispado toledano, bajo el que
se encontraba, precisamente cuando los moradores de Archilla solicitan el
título de villazgo para su pueblo. De este modo Archilla tiene que cambiar
totalmente su sistema de administración municipal, apartado que estudia García
López con detenimiento. Aquí, en este contexto, puede verse el tema de la
adquisición de las alcabalas y el posterior intento de integrarse de nuevo en
la Dignidad Arzobispal de Toledo, de la que se habían desmembrado en 1579, así
como el posterior levantamiento de los vasallos contra su señor, don Alonso Dávalos, cacique de Guadalajara,
segundón mendocino.
No menos importante es
el estudio de los aspectos económico y social durante los siglos de la
modernidad. Los tipos de cultivo (hortalizas, cereales, vid y olivo), el valor
de los diezmos y, especialmente, la importancia -como ayuda al agricultor- del
pósito municipal y del monte de piedad del arzobispado de Toledo.
Un amplio apartado se
destina al conocimiento de los distintos señores de Archilla, desde don Juan
Hurtado, I Señor (1578), vecino de Guadalajara, hasta doña Josefa Dávalos, VI
Señora (+ 1719), de cuyas manos pasó a ser posesión de los marqueses de Tejada
(1752).
García López comienza su
estudio sobre el siglo XIX con un apartado demográfico y el estudio de la
Guerra de la Independencia en Archilla, en el que se recoge el testimonio de su
Ayuntamiento, datado en 1812, mediante el que se deja muy clara la grave
situación que padeció el vecindario, contrariamente a lo que se conoce acerca
de la primera Guerra Carlista, de la que se ignora casi todo lo sucedido.
Sigue, al igual que hemos podido ver en los periodos anteriores, con el estudio
del ayuntamiento y quienes fueron sus dirigentes y componentes, además de su patrimonio; la economía y sociedad y la
repercusión que las distintas desamortizaciones tuvieron en Archilla y otros
aspectos puntuales como la escuela pública, que dan paso a la demografía en el
siglo XX y la vida municipal hasta su agregación a Brihuega
El segundo gran bloque
que compone este libro corresponde al Patrimonio artístico y se centra,
fundamentalmente, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción a
través de sus retablos e imágenes: el mayor, el del Santísimo Cristo de la
Expiración, Nuestra Señora del Rosario y San Diego de Alcalá, además de otras
imágenes, como la de la Virgen del Amor Hermoso y tallas y esculturas, que
complementa un sencillo estudio de la orfebrería, para finalizar este tipo de
patrimonio religioso con las referencias y descripción de las ermitas de San
Román y San Juan (con el tiempo convertida en la de San Roque).
Desde donde pasa al estudio
del arte civil, que en realidad se trata de la arquitectura civil: fuentes públicas
y puentes, hasta llegar a la denominada arquitectura “popular”: la casa
tradicional y las casas solariegas de los señores de Archilla, de los Pérez,
los Medrano, los Bedoya… y el antiguo Ayuntamiento, para describir someramente
el urbanismo local.
Un tercer apartado trata
de la religiosidad popular, que analiza a lo largo de la iglesia, hermandades y
cofradías, como las de San Sebastián, el Santísimo Cristo de la Aspiración
(sic), Nuestra Señora del Rosario, San Miguel, San Nicolás, las Ánimas, el
Santísimo Sacramento, San Roque, San Román y Virgen del Amor Hermoso, además de
las numerosas memorias pías y capellanías, terminando con la celebración de la
fiesta de la Inmaculada Concepción del año 1855.
Las fiestas y
tradiciones populares ocupan el cuarto apartado o capítulo y, en él, se ofrecen
multitud de datos acerca de las muchas que hubo a lo largo del tiempo, amén de
la tradicional entrega de la anteriormente citada “Jarra de San Román”, [cuyo
mantenedor, en la modalidad de “Investigación histórica” fue quien esto escribe,
en el año 1995, -en homenaje al doctor Castillo de Lucas, etnólogo y
folclorista, y a la archivera provincial, doña Juana Quiles-.].
Fiestas decimos, como
las de Navidad, la Candelaria, Santa Águeda, Semana Santa, los Mayos, el
Corpus, San Roque, San Román y tantas otras, que conformaron su ciclo anual, a
las que García López agrega una serie de datos sobre el cancionero popular que
se limitan a determinados villancicos y letras de ronda.
Un brevísimo apartado,
el quinto, hace alusión a los hombres ilustres de Archilla, entre los que
destaca la figura de aquel gran hombre que fuera don Pedro Castillo Gálvez, al
que tan agradecidos debemos estar tantísimos alcarreños, Director -durante
muchísimos años (nada menos que treinta y seis)- de la Escuela Graduada Aneja
de Guadalajara.
Finaliza el libro con
unas conclusiones y un apéndice documental de nueve documentos que van de 1580
a 1885, además de una extensa bibliografía, interesante, aunque no muy cuidada
en su elaboración.
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