sábado, 21 de marzo de 2015

Admirando Recópolis

OLMO ENCISO, Lauro, GÓMEZ DE LA TORRE-VERDEJO, Amaya, CASTRO PRIEGO, Manuel y GÓMEZ GARCÍA, Laura, Recópolis. Guía del parque arqueológico. Ciudad visigoda, medina andalusí, castillo calatravo, Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha (Parques Arqueológicos de Castilla-La Mancha, 03), 2008, 83 pp. (ISBN: 978-84-7788-497-2).

Afortunadamente, el visitante de Zorita de los Canes puede disfrutar de tres muestras del pasado y la historia de Guadalajara de una sola vez: la ciudad visigoda de Recópolis; la misma ciudad, pero en su fase de ocupación andalusí, y el posterior castillo calatravo, además de otra serie de elementos unidos a los anteriores, que en algunos casos sirvieron para irlos conformando como las canteras, el acueducto, amén del propio Centro de Interpretación y del territorio donde se encuentran enclavados.
Un viaje por el tiempo que merecerá la pena.
La guía, que es la número tres dedicada a de este tipo de Parques Arqueológicos de Castilla-La Mancha, se divide en tres partes, de las que dos, son muy breves en cuanto a su espacio: Recópolis esencial y Recópolis práctico, mientras que la tercera: Recópolis  a fondo, constituye la guía propiamente dicha, que se centra en el momento del descubrimiento de la ciudad y de sus posteriores investigaciones, los orígenes de la ciudad -su fundación- y el lugar que se eligió para su fundación, así como las fases de su construcción hasta llegar a la ciudad visigoda, que se da a conocer a través de su urbanismo, en el que destaca el conjunto palatino que engloba a su vez al palacio, la iglesia y la puerta monumental.
Junto a este conjunto principal hay otro conjunto que correspondería a lo que fue la zona comercial donde se establecieron las viviendas y los distintos talleres existentes, de los que han encontrado interesantes vestigios de talleres destinados a la fabricación de vidrio y a la orfebrería. Dicho conjunto habitacional estaría rodeado de una amplia muralla. También se deja constancia de la existencia de una construcción destinada a ceca.
Se estudia el suministro de agua, llevado a cabo gracias a un acueducto del que se conservan numerosos restos, así como también los de una cantera próxima.
Dentro de este mismo apartado se ofrecen datos acerca de la Recópolis andalusí, especialmente de su fortaleza, que se llevó a cabo mediante la transformación y fortificación de los anteriores edificios destinados a oficinas y administración palatina de la ciudad visigoda. Protegida por dicha fortaleza, que mira al talud del río Tajo para mayor capacidad defensiva, se encuentran los restos de la ciudad andalusí, en cuchas de cuyas viviendas se han encontrado numerosos silos de almacenamiento.
Después, tanto los restos visigodos como musulmanes servirían como cantera, hasta la llegada de la época cristiana y moderna en que la anterior ciudad se convertiría en una minúscula aldea de carácter rural campesina cuyos restos basilicales se verían transformados en una sencilla ermita románica dedicada a Nuestra Señora de la Oliva, puesto que tal es el nombre de su asentamiento: Cerro de la Oliva.
Después vendría el traslado a Zorita de los Canes, donde el conjunto del castillo y las murallas que lo defienden constituyen sus monumentos más importantes.
En este mismo apartado se propone al visitante la visita al Parque Arqueológico, siguiendo un itinerario que puede durar entre 45 minutos y una hora y cuarto, ampliables si se opta por visitar el castillo de Zorita o los lugares más alejados, donde se encuentran las canteras, el acueducto o los molinos medievales.
El itinerario recomendado comienza ascendiendo al cerro de la Oliva, atravesando las primeras murallas, todavía sin excavar.
Allí se encuentra el ábside de lo que fuera basílica y posterior ermita, junto al que se encuentra la necrópolis. Siguiendo el camino habilitado se llega a un cruce de calles donde puede contemplarse una vivienda con patio porticado, delante de la que se conserva una cisterna que servía para el abastecimiento de agua de esta zona urbana. Desde allí, subiendo la calle principal, pueden verse dos edificios comerciales, uno a cada lado, que constan de dos habitaciones -no muy amplias- que dan a la calle, quedando las habitaciones mayores en la parte trasera, como almacenes y talleres. En una de ellas apareció un horno circular para la fabricación de vidrio.
En la parte más alta de la calle puede verse el basamento de una gran puerta monumental que daría acceso a la gran plaza, distribuidora del conjunto palatino. Traspasada la puerta se llega a un largo edificio, -el de mayores dimensiones de la Europa occidental de esta época-, cuya segunda planta debía sostenerse sobre pilares centrales de sección rectangular.
En este punto se recomienda un paseo por las dependencias palatinas, así como la contemplación del río y la geografía circundante.
Al Oriente de la plaza se encuentra la basílica, con planta de cruz latina, de tres naves, y el acceso a la cabecera. A los pies se conserva el baptisterio, por inmersión, donde en 1946 se encontró un importante tesorillo de trientes aúreos.
A partir de aquí, se recomienda nuevamente volver a la calle principal y observar las transformaciones del periodo musulmán.
La gira por Recópolis puede completarse con un recorrido por el castillo de Zorita de los Canes, antigua medina fundada a mediados del siglo IX, en la que aún es posible observar la reutilización de diversos materiales constructivos de la antigua Recópolis.
 No lejos de allí se encuentra la villa de Almonacid de Zorita donde pueden contemplarse testimonios de los siglos XIII y XIV, así como la “Ducal” Pastrana, en cuya colegiata pueden contemplarse los famosos tapices, recientemente instalados tras su restauración.


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