viernes, 12 de abril de 2013

De Feria por Tendilla


GARCÍA DE PAZ, José Luis, La Feria de las Mercaderías de Tendilla, Guadalajara, Aache ediciones (col. Tierra de Guadalajara, 86), 2013, 80 pp. (ISBN: 978-84-15537-30-4).

Ese gran enamorado de todo lo relacionado con Tendilla que es José Luis García de Paz, ha escrito este libro con el fin de dar a conocer la antigüedad de su feria.
Conviene recordar, en primer lugar, que lo más probable es que dicho pueblo surgiera en el siglo XII como lugar de repoblación, puesto que no existen restos anteriores en su casco urbano. Lo natural es que se asentase en las laderas del valle para defenderse de las riadas y, tal vez los restos (que todavía se conservan) de la iglesita de Nuestra Señora de la Zarza, pertenezcan a una primera construcción románica de aquella primera población que, con el paso del tiempo, fue bajando al fondo del valle hasta extenderse a todo lo largo del actual camino -la calle principal- que unía Castilla con Valencia.
¿Acaso el topónimo “Tendilla” tenga su origen en estas “tiendas”? No es lo más probable y sí que proceda de “extendida” (a lo largo de Vallejo).
De todos modos la mención más antigua en que aparece mencionado corresponde al año 1395, cuando el rey Enrique III le concedió la categoría de villa, desgajándola para ello del Común de Villa y Tierra de Guadalajara y hacer entrega de ella al almirante Diego Hurtado de Mendoza.
Gracias a una copia de su privilegio de confirmación, otorgado en Sevilla por los Reyes Católicos el 6 de diciembre de 1484, que se conserva en el Archivo General de Simancas, (Registro General del Sello, legajo 1-H-74, folio 10), cuya trascripción se recoge en las páginas 42-43 del Apéndice 2 del libro que comentamos, sabemos que nació para dedicarse en sus comienzos a la venta de mercaderías de gran valor y precio: paños de Flandes y especias de la India, que llegaban a través de comerciantes de todas las partes del mundo entonces conocido, hasta atravesar una época de clara decadencia, en que casi llega a desaparecer gracias a las sucesivas crisis económicas -y por lo tanto demográficas- del siglo XVII, causadas principalmente por la Guerra de Sucesión, tras la que Tendilla llegó a tener solamente 54 vecinos, es decir, unas 250 almas, según el Censo de Campoflorido de 1717.
Anteriormente, en las respuestas que la villa de Tendilla dio al cuestionario enviado por Felipe II -Relaciones Topográficas- se recoge una descripción bastante extensa e interesante de la feria, en la que puede apreciarse al detalle el tipo de mercaderías que se llevaban y la procedencia de las mismas, así como la de los mercaderes. Una feria que era comparable a otras tan importantes como las de “Medina del Campo e Ruyseco e Villalón e Valladolid e Alva e Béjar e Mondéjar e Piedrahita e Trijillo e Salamanca e Cáceres e Montiel e La Parra e Llerena e Guadalupe e Almagro e Alcalá de Henares e Madrid e otras qualisquier”.    
Fue después, a comienzos del siglo XVIII, cuando las dos ferias, la de San Matías, dedicada a las mercaderías más extrañas y diversas, y la de San Mateo, exclusivamente dedicada al ganado, se unieron en una sola, que continuó celebrandose en febrero, de modo que a mediados de dicho siglo, el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) cifra en tan sólo 1.544 reales anuales el monto de las alcabalas de la feria y, poco después, las Memorias Económicas de Larruga señalarán que la feria era de “ganado mular y poquísimo comercio”.
El caso es que a pesar de todo se siguió manteniendo en el tiempo y se siguió celebrando durante la Guerra de la Independencia.

Miñano en su Diccionario apenas menciona la feria tendillera y Madoz, en el suyo, dice que duraba tres días: “el 24 de febrero se celebra anualmente una feria que dura tres días, y su principal tráfico lo constituyen los ganados, particularmente mular, tanto cerril como domado, también se ponen varias tiendas de paños, quincalla, objetos de hierro y otros artículos”.
Siguen otras menciones más modernas más literarias que económicas.
En un libro del Archivo Municipal de Tendilla -el Libro de Ferias- donde quedaban registrados todos los movimientos mercantiles, se da noticia de que las casas de la población estaban suficientemente equipadas como para poder atender las necesidades de los feriantes y sus caballerías; mientras que los tenderetes se instalaban, previo pago, bajo los soportales, para protegerse de las inclemencias del tiempo, o al aire libre, si no se satisfacía el correspondiente canon.
Las pruebas físicas y veterinarias se hacían en el lugar conocido como “El Ferial”, a la salida del pueblo.
El comerció parece ser que repuntó en los años cincuenta pero la última feria de ganado se celebró en 1967.
Algunas coplillas y paremias aluden a la importancia de esta feria o hacen burla de la calidad del ganado que allí podía encontrarse. Muy conocida es la que dice: “No compres mula en Tendilla/ni en Brihuega compres paño/ni te cases en Cifuentes/ni amistes en Marchamalo”, a la que se añade la correspondiente explicación: “La mula te saldrá falsa/el paño te saldrá malo/la mujer te saldrá tuna/y los amigos contrarios”, con las correspondientes variantes sociocéntricas. O este otro dicho: “Mula de Tendilla, amistad de Alcocer y mujer de Hita, no me las des”.
En 1993 el Ayuntamiento y la Asociación de Comerciantes hicieron un primer intento por “recuperar” la feria de Tendilla que salió a pedir de boca, de manera que se decidió celebrarla en adelante el fin de semana más próximo al 24 de febrero de cada año y, algo más tarde, en 1998, debido al éxito alcanzado consiguió la declaración de Fiesta de Interés Turístico Provincial que, el pasado día 8 de febrero pasó a ser regional, categoría que solo poseen dieciséis actividades turísticas de la provincia de Guadalajara.
Un capítulo nos acerca al conjunto histórico y monumental de Tendilla, que fue declarada Bien de Interés Cultural en 2010: su iglesia de “salón”, atribuida a Rodrigo Gil de Hontañón; el palacio de los López de Cogolludo; su Museo Etnológico, y las ermitas, y otro capítulo, igualmente breve, a su gastronomía tradicional, dando paso a una serie breve de apéndices: sobre bibliografía comentada de aquellos libros en que aparece mencionada la feria de Tendilla, el ya mencionado privilegio de 1484, algunos aspectos históricos de la feria durante la Guerra de la Independencia, y sobre la nueva feria de las mercaderías de Tendilla (debido a la pluma del que fuera alcalde la villa y promotor de su recuperación Juan Antonio Nuevo Sánchez), además de un artículo de Luis Monje Ciruelo, publicado en ABC el lunes 2 de marzo de 1998 y una colaboración de nuestro recordado amigo Doroteo Sánchez Mínguez, titulado “La feria de Tendilla y algunos de sus protagonistas a mediados del siglo XX” (7 de enero de 2004), referido al pueblo en su vitalidad, los tratantes, los vendedores de miel, el herrero de Pastrana y el nuevo “Clavileño”,  aquel caballo que montaba “Don Doro” cuando de joven acompañaba a su padre a la feria y sobre el que tantas veces soñó despierto.
Un colofón, como aditamento final, cierra la obra, que su autor fecha el 22 de febrero de 2013, que se hizo con motivo de haberse declarado la Feria de Tendilla “Fiesta Turística Regional”, y que se acabó de imprimir el 28 de febrero de 2013, último día del pontificado de S.S. Benedicto XVI. Detalles que, aunque nimios, también contribuyen a hacer historia.
José Ramón López de los Mozos

1 comentario:

  1. Vaya mi homenaje a este autor, José Luis García de Paz, que tanto estudió a Tendilla, y tan estupenda imagen nos dejó en este libro. Un recuerdo!

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