CARPINTERO LÓPEZ, Mario, Carta de Candelas leída en El Casar el día 2
de febrero de 2013, sin datos, 88 pp. (16 x 10,5 cm.).
Una de las más llamativas e
interesantes tradiciones de la provincia de Guadalajara es la que suele tener
lugar en El Casar el día 2 de febrero, con motivo de la fiesta de “las Candelas”.
Se trata de una fiesta en la que
se mezclan varios elementos: votivos, iniciáticos, carnavalescos y de censura
popular, en la que se elige a los correspondientes soldados: un capitán y un
teniente abanderado y a una serie de mayordomos, además de varios cabos -ocho en esta ocasión-, el pagador, el mozo de mulas, el niño de los
pichones, el chico de la bandera,
el pintor de las mulas y hasta el autor de la carta, cargos estos últimos
que en ocasiones anteriores no figuraban tan directamente en la Carta y que son elementos que la
tradición agrega o segrega, según los gustos de sus protagonistas.
Este grupo, conocido como los funcioneros, realiza distintos actos:
misa con procesión y ofrecimiento de pichones blancos a la Virgen, lanzamiento
de picas al alto y ondeo de bandera, ágapes de confraternización, carrera de
las mulas, etcétera, terminando con la lectura de la denominada “Carta de Candelas”, que normalmente se
suele publicar en una edición de corta tirada, que se vende a los asistentes.
La estructura de la Carta de Candelas 2013, que contiene 497
estrofas de cuatro versos -y una fotografía-, venía manteniéndose invariable a
lo largo del tiempo. Sin embargo ahora consta de un Saludo inicial, -“Persiguiendo a estos mangantes/el Pagador, muy
ufano,/me ha entregado el documento/que tengo aquí en esta mano.//Es una carta
de coplas,/como ya he podido ver./La misma carta señores,/que me propongo
leer”- (coplas 18), y una Salve,
-“Vuelvo Señora a enarbolar el verso/para volcar la oración más sincera,/de
este pueblo que quiere y que venera/a su Madre, Reina del Universo”- (9-16), a
modo de introducción, para seguir con el conjunto de los Funcioneros, mencionando el nombre de cada uno: -“Son de variados
encastes/y muchas sus tropelías;/esto es como una corrida/concurso de
ganaderías.” (17-26) y seguir después uno por uno de forma concreta, diciendo a
los cuatro vientos las últimas ocurrencias de cada uno de ellos: peleas,
borracheras, accidentes de tráfico, multas, emparejamientos y noviezgos,
etcétera, comenzando por el Cura,
-“Viene Alfonso Ayjón Pereda/de cura post conciliar,/pues concilia como
nadie/lo del beber y fumar.//(...)//Ha adelgazado bastante; ha hecho una dieta
muy sana,/basada en el calimocho/y en `Mari la de la Juana´”- (27-46), el Capitán, -“El responsable mayor/de este
desastroso corro,/es Fernando Carpintero,/el pequeño del
Cachorro.//(...)//Aunque parece modoso/tiene actitudes gamberras,/y como dice
Roberto,/el Cachorro se `abecerra´”- (47-75) y el Teniente
Abanderado, -“De Teniente Abanderado/le empujaron a este engorro./Aquí nos
llega Gonzalo:/es el mayor del Cachorro./Un año estuvo en América/al terminar
su carrera,/y vino muy refinado/como un Yanqui de Yunquera.”- (76-104). Le
siguen en este persecución hablada los Mayordomos, por su orden: Primer Mayordomo, -“Vicente López
Moreno/es mayordomo primero./Cuerpo `danone y chulito´:/es normal: es un
bimbero.//Parece un chico majete/amable y encantador/pero con un par de
copas/es `Conan el Destructor´”- (105-129); Segundo
Mayordomo, -“Comparece Alex Auñón/de segundo mayordomo./Yo no sé cómo está
aquí:/anoche era un `ecce homo´. Tiene muchos sucedidos/porque es muy “echao
p’alante”,/pero ahora está como un flan/aguantando aquí delante.”- (130-152); Tercer Mayordomo, -“El siguiente
Mayordomo,/Manuel Cánocas Solano./Es un muchacho pausado/que parece el
Lebrijano./También este es de los buenos/pero sólo de apariencia,/porque cuando
se dispara/es el rey de la demencia.”- (153-176); Cuarto Mayordomo, -“A continuación es turno/del siguiente
mayordomo:/Luis Felipe Auñón Moreno/tiene “tela” este maromo.//Alguno de sus
amigos/dice con mucha ironía,/que lo que a Pipe le pasa/fue culpa de la
portería://Que de aquel golpe tan fuerte,/felizmente superado,/no obstante
después quedó/algún circuito dañado.”- (177-202); Quinto Mayordomo, -“Dicen que no hay “quinto malo”/y yo no lo creo
más,/pues quien viene ahora resulta/malo como los demás.”- (203-225); Sexto Mayordomo, -“Se llama Carlos de
nombre/Velasco Amor apellidos/el último mayordomo/de los seis que aquí han
venido./Es dormilón y sonámbulo;/se levanta y en pijama,/da una vuelta por su
casa/y luego vuelve a la cama.//(...)//Se marchó para un hotel/y preguntó a una
señora,/cuanto costaba pasar/solamente un par de horas.//La jefa de
recepción/dijo con gesto cansado:/”son 100 euritos señor/pago por
adelantado”.//No puedo reproducir/lo que Carlos Contestó:/”cacho guarra y tía
asquerosa”/lo más suave que soltó.”- (226-250).
La Carta de Candelas sigue señalando las maravillas y cualidades de
los ocho Cabos (251-411), que este
año han participado en la función, comenzando por el Cabo del Capitán (251-272), que es el primero. El estilo de los
versos es similar al empleado para los Mayordomos.
Tras ellos le llega el turno al Pagador: -“Todos sabéis que en la
carta/al Pagador se respeta,/diciéndole poca cosa,/en esto de las
copletas.//Pero el de este año me dijo:/”trátame como uno más”./Voy a cumplir
tus deseos:/como los demás serás.//(...)//Aunque va de monosabio/no hace nunca
el paseillo;/se queda siempre esperando/”amagao” en el pasillo.”- (412-430), al
Mozo mulas, - “De mozo-mulas
Aurelio/motero de corazón,/de tradición candelero/ferralla de profesión.//Esto
ya parece el circo,/vaya cosa más rechula;/pasen y vean señores:/`un oso sobre
una mula´”. (431-441), al Chico de la
bandera, -“Jorge Torija, transporta/nuestra preciada Bandera,/la lleva con
mucho garbo/buen paso y buenas maneras.//Es un chaval muy despierto/alegre y
muy divertido,/que por un tiempo nos tuvo,/el corazón encogido.” (...pero paró
lo que pensaban que iba a ser gol)- (442-448), al Niño de los pichones, -“Ha ofrecido los pichones/Beltrán Torija
Picón,/a Gabi se le cae la baba/al verle en esta Función.//Dijo Gabi: no hay
pichones/a ver de donde los saco,/y le dijo Ricardito:/anda y mete dos
burracos.”- (449-457), así como a las Mulas
y al Pintor de mulas, -“No hace ni siquiera un mes/ni había mulas ni
nada,/pero al final aquí están/lustrosas y bien pintadas.//Provienen de las de
Anchuelo/pero son de Valdeavero,/un amigo ha hecho el favor/desde aquí lo
agradecemos.//La negrita es debutante/y la torda veterana,/han aguantado el
tambor/tranquilas esta mañana.” Y es que en la fiesta figura un par de mulas
debidamente “pintadas”, es decir, con bellos dibujos, generalmente geométricos,
en sus grupas y colas respectivas, realizados a punta de tijera por un
especialista que esta vez, como tantas otras antes, ha vuelto a ser Andrés
Pérez, para quien va este elogio a su arte en forma versificada: “Artista hecho
a sí mismo/con filigranas muy chulas,/tenemos entre nosotros/al Velázquez de
las mulas.” (Salvadas sean las distancias entre el sevillano y el maestro
esquilador) (458-464).
Otro pequeño apartado de copletas
va destinado a los Forasteros, con
los que como norma suelen meterse los de El Casar para acabar agradeciendo su
presencia en un gesto de buena armonía entre el pueblo acogedor que es y los
que vienen de fuera: “Un año más persistente/viene el forastero igual./Año tras
año nos llega/a Candelas sin un
real.//Que si la cosecha es mala.../que si es incierto el futuro.../que
la crisis es muy fuerte.../en fin... siempre sin un duro.//Y aquí viene el
forastero/y no hay frio que le espanta;/lo pasa de rechupete/y no paga ni una
Fanta.”, para después arreglar el posible desaguisado con esta cuarteta final:
“Por si alguno es medio tonto/y la copla en serio toma,/reiteramos de nuevo/que
esto es una pura broma.” (465-471) y a los Músicos,
con los que es costumbre meterse: “También otro año que viene/de nuevo el mismo
tostón,/otra vez estos desastres/de músicos en la Función.// Mira que ya llevan
años/y que alguno es ya “reviejo”,/pero reculan “p’atrás”/lo mismo que los
cangrejos.//Si mal les suena la gaita/peor les suena el tambor/les da igual fa
sostenido/que mi, sol o re menor.//(...)//Así que por “mucha leña”,/que os dé
este que aquí veis,/tranquilos, que el próximo año,/seguro que volveréis.”
(472-479).
Finaliza la Carta de Candelas, como es de rigor, con una Despedida: “Un año más despedimos/la carta junto a María,/y un año
más despedirse/da cierta melancolía.//Decir adiós a la Virgen/nunca es una
despedida,/es decirle que se quede/para siempre en nuestras vidas.”
Como todo, la fiesta llega a su
fin:
“La carta se va acabando
ya la tarde va cayendo
y este coplero se cansa
de contar cosas leyendo.
(...)
Finalizo pues, por fin,
como me gusta acabar:
adiós Virgen de Candelas,
adiós pueblo de El Casar.”
(480-497).
Como puede verse a lo largo de
esta amplia descripción de la Carta de
Candelas, se trata de un escrito de carácter irónico en la que el autor
arremete, medio en broma medio en veras, con cuantos participan en el
desarrollo de la fiesta, incluyendo a los forasteros, los músicos y también al
que “pinta” las mulas. Son “copletas” de cuatro versos, muy populares y quizá
algo toscas, aunque no carentes de cierto toque de sensibilidad que cala
profundo en el auditorio.
Un librito sencillo, de cortísima
tirada, que sin lugar a dudas servirá a las generaciones venideras para
comparar el desarrollo de su “función”, de la que ellos hagan en sus días, con
las que antaño se celebraron, al tiempo que servirá de necesario documento de
primera mano a los futuros estudiosos de la Etnología y el Folclore de El
Casar, puesto que estas Cartas se
conocen desde finales del siglo XIX, algunas de las cuales se conservan
manuscritas, formando cuadernillos ya manoseados de notable interés.
Una pieza bibliográfica más que,
desde nuestro punto de vista, debe tenerse en consideración.
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