Juan Pablo MAÑUECO MARTÍNEZ: “Viaje por Guadalajara ¿Dónde estáis los que soliáis?”. Aache Ediciones. Guadalajara,
2014. 308 páginas. ISBN 978-84-15537-58-8. PVP 20 €.
Estamos ante un libro fuera de lo
habitual, una obra literaria que nos ofrece juntos los tres vehículos en los
que se sostiene la creación literaria, esto es, la prosa (pues de una novela se trata, con sus características propias
que ahora epxlicaremos), la poesía,
que enlaza y nutre muchas de sus páginas, y el drama, puesto que aparecen varias piezas teatrales, que son en
concreto un auto sacramental profano y un entremés dramático. A lo largo de sus 308 páginas, se nos desgrana
un viaje de 12 horas de duración por la ciudad de Guadalajara, desde las 10 de
la mañana hasta las 10 de la noche de uno de los días finales del mes de
agosto. El total de la obra consta de tres libros en uno, que pueden leerse en
conjunto o bien cada género puede leerse por separado, teniendo argumento y
sentido en sí mismo.
La novela lleva por título “Viaje por Guadalajara” y su protagonista principal, denominado el Viajero, engarza y da unidad al
conjunto de la obra, puesto que los poemas pueden considerarse un monólogo
interior rimado de este personaje, que le va acompañando a lo largo de
toda la acción narrada en la novela, haciéndonos partícipes de sus pensamientos más
hondos, mientras efectúa su viaje por Guadalajara.
Por otra parte, las dos piezas de
teatro en verso que contiene el libro son derivaciones del Viajero, la primera
de ellas es un sueño que le sobreviene mientras queda dormido,
sentado en un parque de la ciudad, a primera hora del atardecer. y la segunda,
una proyección de su imaginación cuando llega a un bucólico
lugar ameno, con una fachada blanca donde esa especie de proyección
cinematográfica puede realizarse. Ambas piezas de teatro se publican en el
texto a doble columna, para diferenciarlas claramente del resto de la obra.
El lector que siga el curso
correlativo y ordenado del escrito alcanzará una visión conjunta de este libro
y de la andadura de su protagonista. Aunque ya advertimos que también puede
leerse cada género por separado, y en tal caso se conseguirán perspectivas
distintas del libro, mensajes diferentes de esta obra polisémica.
La novela de Mañueco es a su vez
doble, y contiene dos estructuras diferentes pero complementarias: el relato
mayor, en prosa, se titulada “Viaje por Guadalajara”, y narra un recorrido de su
protagonista por esta ciudad castellana, durante las doce horas que dedica a
caminar por sus calles, plazas, monumentos y establecimientos comerciales y a
trabar conversación con las personas que le salen al paso, con sus
correspondientes descripciones, narraciones y diálogos. Para diferenciarse del
resto de la obra, va en caja tipográfica más ancha que la parte poética. Dentro
la novela, podría distinguirse un relato más breve o novela corta,
titulado “Conversación ante San Ginés”, el cual, sin embargo,
también puede leerse como parte del relato mayor.
Se complementa con otra serie de
pequeños relatos en verso (narraciones cortas o pinceladas de
acción o historias breves o cuentos), que se presentan bajo el nombre de “Evocaciones”,
y que descienden sobre el texto de una forma torrencial, tempestuosa,
incontenible y que, por servirse de la rima asonante, serán llamados, en la
adenda final del libro, “torrentes asonantados”.
Tienen también su propia y
peculiar ilación argumental para quien los lea en conjunto, más intimista,
puesto que se trata de los recuerdos del protagonista y
contribuyen a que el lector conozca mejor la psicología del personaje. Asimismo
van en caja tipográfica ancha, como la novela en prosa.
El Teatro, por último,
se estructura en dos unidades dramáticas. Una de ellas es el auto sacramental
profano titulado “La danza del Amor, el Desengaño y la Esperanza”,
que incluye la intervención de figuras alegóricas, con sus oportunas
acotaciones escénicas.
La segunda unidad, más breve, es
el entremés dramático “Vive el momento presente”. Toda esta parte
teatral se halla también escrita en redondillas dobles –olas, brisas o coplas
alcarreñas-, lo que refuerza formalmente el carácter armónico de la obra.
Llevan su título en letras grandes y se señala en letra negrita, en el lugar
oportuno, el final de cada una de las obras.
El estilo en que está redactada la
obra es el de “realismo simbólico”,
esto es, la realidad no transcrita directamente, sino reelaborada mediante un
vigoroso componente de creatividad poética, metafórica y alegórica, aunque
también se encontrarán pasajes de puro realismo decimonónico en la
parte novelada.
La acción transcurre en nuestros
días, y hay en la obra numerosos personajes, espacios, comercios, lugares de
Guadalajara en los que protagonista entra: están vivos y tienen pálpito. Se
describen diferentes
calles y monumentos de la ciudad de Guadalajara: el Palacio del Infantado, la
calle Mayor, el convento de la Piedad, el Liceo Caracense, las ruinas de San
Gil, la plaza del Jardinillo, la plaza de Santo Domingo, el parque de la
Concordia, la iglesia de San Francisco, la concatedral de Santa María...
Por esas calles, pasean personajes
reales e imaginarios vinculados a la ciudad, que nos cuentan sus peripecias
vitales y sus particulares visiones de la ciudad y de la sociedad en la que
vivimos, al tiempo que se nos muestran cafeterías, restaurantes,
establecimientos y librerías, etc. perfectamente conocidos por cualquier
habitante de la ciudad. Un índice de nombres, al final del libro, da cuenta de
los personajes y personas alcarreñas de nuestros días y de todos los tiempos,
que se citan en la obra.
Todavía, y en el camino del realismo
simbólico en el que se mueve la obra de Mañueco, hay una sorpresa para el
lector/viajero: los últimos capítulos de la novela nos llevan a un lugar sorprendente,
porque como si se tratara de una novela policíaca se descubre en qué lugar de
la ciudad de Guadalajara se encuentra el Paraíso Terrenal bíblico, al que,
después de un viaje cósmico hasta el instante inicial de la Creación o
del Big Bang del Universo, se llega
en el Tercer Día de la Creación, cuando todavía no ha surgido el hombre, sino
solamente las plantas. En dicho lugar de Guadalajara está emergiendo en ese
momento el Árbol de las Letras del Bien y del Mal, que se describe y se
comentan sus innumerables frutos.
Intercalado entre los capítulos de la novela,
como ya hemos visto, aparece el poema "Dónde
estáis los que solíais", compuesto de unos 4.500 versos, escritos en
una nueva estrofa, inédita, denominada "coplas alcarreñas",
"octavas olas" u "octavas brisas" (básicamente, son
redondillas con rima que se va alternando: abba baab), y dos pequeñas obras de
teatro en la misma estrofa.
Hablando en propiedad, este largo
poema que va y viene, tiene personalidad y viva propia, y puede ser leído
sucesivamente en su integridad. El mensaje que recibirá el lector en tal caso
será otro diferente al de la obra en conjunto. En él se tratan una decena de
los motivos literarios universales (de entre el centenar de los posibles): el
"ubi sunt?" o "¿dónde
están?" de las personas y de las tiempos que se fueron, la vida como
camino, la esperanza como luz y faro de la vida, el "carpe diem" del momento presente, único tiempo realmente
existente, el Amor, la búsqueda de Dios, el paso del tiempo, el cambio continuo
de las cosas, las relaciones humanas...
En definitiva, es esta obra un
monumental aporte a la literatura generada en Guadalajara, que tiene a la
ciudad, a sus monumentos, a sus gentes y a su historia por protagonista, y que
cumple varias funciones: porque tiene la belleza intrínseca de lo bien escrito,
junto al aporte de información y de sorpresas. La pluma de Juan Pablo Mañueco,
veterana y madura como pocas, aquí se alza poderosa y clara. Un gusto para los
lectores empedernidos, una obligada tarea –su lectura- para cuantos aman, o lo
dicen, a la Guadalajara de siempre.
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