La Justa Poética de
Cifuentes, un “libro perdido y encontrado
en América” en la Hispanic Society.
José Luis García de Paz.
Versión a 12 de enero de 2008.
Patrocinado por la Junta de
Comunidades de Castilla-La Mancha, a mediados de agosto de 2007 apareció
impreso en edición facsimilar el libro “Jvsta poética que hizo al
Santísimo Sacramento en la villa de Cifuentes, el Doctor Ivan Gvtiérrez, médico
de Sv Magestad”, publicado en 1621. Este libro forma parte de
nuestro patrimonio desaparecido, se encuentra un ejemplar en la Biblioteca de
la Hispanic Society de Nueva York y ha sido recuperado para los lectores
españoles gracias a la labor dirigida por el profesor cifontino José Julián Labrador
Herraiz.
Los poemas que se leyeron en Cifuentes el día
del Corpus de 1620 en esta Justa Poética (o concurso) organizada por el médico
Juan Gutiérrez, fueron recopilados por Diego Manuel, capellán de don Juan de
Tapia, e impresos en la Imprenta Real de Madrid en 1621. Tuvieron que pasar una
censura, como todos los libros de la época, y el censor fue el famoso autor
Félix Lope de Vega y Carpio, que escribe que halla en él “cosas de mucho ingenio” y espera que “con ese ejemplo se animen los devotos a celebrar ese día”. Es un
pequeño librito de bolsillo impreso en octava, aproximadamente la cuarta parte
de una hoja Din A4.
A finales del siglo XIX sólo se conocían dos
ejemplares de esta obra. Uno de ellos estaba en la Biblioteca Nacional,
mencionado en 1897 por Cristóbal Pérez Pastor y en 1897 por Juan Catalina
García López que describe que “este
rarísimo libro consta de 8 hojas de preliminares, 66 foliadas y dos más sin
foliar, en octava. Contiene varias poesías y es casi seguro que sus autores, o
parte de ellos, serían cifontinos”. Nuevamente habla de él Catalina en
1903, en el Aumento a la Relación Topográfica de Cifuentes. Está desaparecido en
la actualidad a pesar de las repetidas búsquedas del profesor José Labrador.
El otro ejemplar estaba en la biblioteca de
un aristócrata bibliófilo sevillano, el primer marqués de Jerez de los
Caballeros (Badajoz) Manuel Pérez de Guzmán (1852-1929). Esta persona era capaz
de realizar largos viajes para obtener un incunable, manuscrito o libro
determinado para su colección. Pero no llevaba mucho control de sus gastos,
apuestas y derroches, viéndose obligado a vender su Biblioteca completa. El
escándalo por la pérdida de ésta en los medios cultos españoles fue mayúsculo,
llegando a acudir, sin éxito, al rey y al Gobierno. Menendez Pelayo dijo que
significaba “una pérdida mayor que la de
las colonias”. En 1902 la compró entera Archer Milton Huntington (1870-1955), un magnate americano del
ferrocarril enamorado de la cultura española, que visitó y recorrió
repetidamente la Península y que compró y se llevo a su país todo lo que pudo,
pero siempre dentro de la legalidad de la época. Llegó a escribir poesía en
castellano. Con la perspectiva de un siglo, esta venta fue mucho mejor que el
destino de la gran biblioteca del hermano del marqués, el duque de T’Serclaes,
disgregada y vendida en subastas y librerías a pesar de la oferta de compra de
Huntington.
Éste no fue un coleccionista compulsivo ni un
expoliador, según la definición del Diccionario, y cuidó de preservar aquello
que tuvo mediante la fundación en 1904 de la Hispanic Society of America, en Nueva York, a la que donó su
colección, que fue expuesta desde 1908. Esta sociedad tiene la mayor biblioteca
española fuera de España y una de las mayores colecciones de arte español. Vicente
Blasco Ibáñez dijo que “si un cataclismo
hiciera desaparecer nuestra península, seguiría existiendo España en América”.
Huntington fue mecenas de Sorolla y de las excavaciones de Itálica, apoyó
económicamente diversas revistas de estudios españoles y reunió una
impresionante colección de pintura española, parte de la cual se pudo ver en
Sevilla en 2001 en la muestra “De Goya a
Zuloaga”. Su labor en el avance de los estudios sobre el arte español en
Estados Unidos fue reconocida en España. Con el paso de los años Huntington “exigía una rigurosa política prohibiendo
la compra directa de arte en España y le irritaba cualquier cosa que pudiera
vincular a su persona o a la
Hispanic con esta práctica”. Como curiosidad, su esposa Anna Hyatt
Huntington (1876-1973) fue una buena escultora y podemos ver una de sus obras,
“Los Portadores de la Antorcha”
(1955), en la Universidad Complutense de Madrid, frente a la facultad de
Medicina.
La colaboración entre la Hispanic Society y la Junta de
Comunidades de Castilla-La Mancha ha dado lugar a la exposición itinerante “Viaje
de Ida y Vuelta”, muestra de fotografías la que se retratan monumentos y
tipos populares de las provincias de nuestra Comunidad en el siglo XIX e
inicios del XX. Esta exposición se presentará en Guadalajara en enero de 2008 y
tiene una página web oficial http://www.uclm.es/ceclm/fotografia%5Fhispanic/index.htm
José Julián Labrador es un investigador en
literatura española natural de Cifuentes. Tras licenciarse en Madrid, obtuvo
una beca para continuar estudiando en Estados Unidos y se quedó allí,
desarrollando la mayor parte de su labor en la Universidad estatal de Cleveland
hasta su jubilación. Ahora es profesor emérito. Ha vuelto a España y se ha
instalado, por el clima, cerca de Santiago de Compostela. Labrador ha
colaborado culturalmente con el Ayuntamiento cifontino en repetidas ocasiones,
como en el centenario del nacimiento de la princesa de Eboli. Ha transcrito, estudiado y publicado numerosos
manuscritos que contienen la denominada Poesía
Áurea española, por pertenecer al
Siglo de Oro, periodo que abarca gran parte de los siglos XVI y XVII.
Durante este periodo muchas obras fueron
impresas, pero otras no pasaron del estado manuscrito. Asimismo, los amantes de
la poesía recopilaban en forma de manuscrito aquellos poemas (impresos o no) de
su agrado, los cuales reciben el nombre de Cancioneros.
En el Siglo de Oro era normal el préstamo y la duplicación, a mano, de los
textos favoritos de los lectores. Muchos cancioneros acabaron en los fondos de
la Biblioteca Nacional, Biblioteca del Palacio Real, universidades de
Salamanca, Sevilla o Complutense, y muchos también fueron vendidos y acabaron
en el extranjero. Transcribir, publicar y catalogar gran parte de estos
cancioneros de “Poesía Áurea” ha sido la
labor de José Labrador y su discípulo Ralph A. Di Franco (profesor de la universidad de Denver). Desde que existe el ISBN aparecen como
editores de doce Cancioneros, y he localizado dieciséis artículos publicados
sobre Poesía Áurea en los últimos diez años.
Labrador y DiFranco han creado la Bibliografía de la Poesía Áurea (BIPA), un
banco de datos digital de la lírica española del Siglo de Oro que, a partir del
primer verso de un poema lo identifica y localiza en una biblioteca, dando
noticia de su autor o de atribuciones, si la hay. Si se introduce el primer
verso de un poema (por ejemplo “Prado
fértil, do la aurora esclarecida”) aparece su autor (en este caso Gregorio
Silvestre) y que se halla en el Cartapacio
de Francisco Morán de la Estrella, en la Biblioteca del Palacio Real de
Madrid. Contiene los primeros versos de unos 91.000 poemas encontrados en 1500
manuscritos e impresos custodiados en 60 bibliotecas dispersas en 11 países.
La edición de la Justa Poética está firmada por José Julián Labrador Herraiz, Ralph
DiFranco y el investigador cifontino Antonio López Budia (colaborador de
Herráiz en el Cancionero Sevillano de Lisboa, publicado en 2003), sufragada por
la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y prologada por la Consejera de
Cultura Soledad Herrero. En un estuche se encuentran, encuadernados en piel
sintética, dos tomos: uno con la edición facsimilar, el otro con la trascripción
al lenguaje actual “a plana y renglón”,
o sea que lo que hay en la línea 7 de la página 27 de la trascripción
corresponde a esa misma línea y página del original. Al final de la trascripción
hay un estudio de la obra, sus avatares en el tiempo, autores, primeros versos
y bibliografía.
Entre los poetas participantes en esta justa
del Corpus de 1620 celebrada “el sábado
de la infraoctava en el teatro de la iglesia mayor” se encuentran dos
monjes bernardos de Ovila, los curas de Meco y de La Olmeda, dos monjas del
convento de franciscanas de Belén (Cifuentes), el cura Diego Manuel, que ofició
la justa, dos soldados (uno de ellos forastero), varios licenciados y un
médico. Los autores y autoras demuestran excelentes conocimientos del arte de
la poesía. Diego Manuel cuenta brevemente en el prólogo algunas costumbres
cifontinas perdidas el día del Corpus, como la gran procesión, representación
de comedias, la justa poética y los toros. Copio dos breves fragmentos de
poemas:
Dos cosas hizo el amor
con soberano valor,
una hacer a Dios hombre,
otra hacerle pan con nombre
y con humano sabor. (Licenciado Diego de Encinas)
Mas como vil gusanillo
considero lo que soy
y haré mal en atreverme
en semejante ocasión.
Porque loaros, María,
solo es reservado a Dios
que os escogió por Madre,
sedlo nuestra desde hoy. (Doña Inés Bautista, religiosa)
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