José
Luis García de Paz. El Decano, 6 de febrero de 2011.
El catedrático emérito José
Julián Labrador Herráiz (Castejón, 1941), de raíces familiares cifontinas y Premio
Internacional José Vasconcelos 2008, acaba de editar una nueva obra de la
literatura castellana del Siglo de Oro. Esta vez se trata del Cancionero del abogado, intelectual,
poeta y cronista toledano Sebastián de Orozco (1510-1579), un autor de relativo
mérito que incluye numerosos elementos populares en su obra, y que fue
eclipsado por su famoso hijo Sebastián de Covarrubias y Horozco, autor del Thesoro de la Lengua Castellana
o Española. El libro ha sido publicado en Toledo (2010) por la Consejería
de Educación, Ciencia y Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La
Mancha, que ya en 2007 editara la edición del profesor Labrador de la Justa
Poética que se hizo
al Santísimo Sacramento en la villa de Cifuentes en 1620.
En esta edición de 900 páginas, son
coautores los profesores Ralph A. DiFranco (Universidad de Denver, Colorado, en
Estados Unidos) y Ramón Morillo-Velarde Pérez (universidad Rey Juan Carlos de
Madrid), y preceden a la obra un serio y largo preámbulo (con la biografía y
obras de Horozco) del profesor Labrador, seguido de sendos extensos estudios preliminares
sobre paremiología de las profesoras de la universidad Complutense
de Madrid Julia Sevilla Muñoz y María Antonella Sardelli, pues las paremias
están muy presentes en este cancionero de Horozco. Paremias son refranes,
proverbios, adagios o sentencias, dichos con “intención es transmitir algún
conocimiento tradicional basado en la experiencia”. Por ejemplo, Horozco
menciona, entre otras muchas, “cada loco con su tema” o “quien de sus amores se
aleja, no los hallará como los deja”. Otras obras de Horozco, están dedicadas
específicamente, o contienen, numerosos refranes glosados.
Sigue un estudio del profesor Jose Manuel Pedrosa ,
de la universidad de Alcalá de Henares, sobre “Lagartos, cangrejos y otros visitantes eróticos”. La razón es la
numerosa presencia de poemas erótico/festivos en este Cancionero de Horozco, que pueden hacer más interesante a
determinado tipo de lector esta obra, o que pueden atraer al curioso, y hacerle
saber que, en estos temas, se sabía sugerir y describir (y hacer sonreír y
excitar) con gran riqueza del lenguaje y sin recurrir a expresiones
pornográficas. En cuanto a la presencia de determinados animales, y su afición
a esconderse en determinaros recovecos femeninos y a morder en las dolorosas
partes pudendas masculinas, puede servir de ejemplo el poema “Cuento donoso de
un bigardo [un cura], y una dama y un lagarto” que empieza con “Una dama se fue un día / a holgar a un
cigarral, / y a la sazón que dormía / un lagarto que allí había / se le entró
en el proxenal”. Aprovecho para indicar los problemas que tuvo este Cancionero en su primera edición de
finales del siglo XIX, cuyo autor siguió el criterio de ad usum delphinis, eliminando poemas subidos de tono.
La profesora toledana María del Carmen
Vaquero Serrano presenta, actualizado, su erudito trabajo “Una posible clave para el Lazarillo de Tormes: Bernardino de Alcaraz
¿el arcipreste de San Salvador”. Es
el momento de recordar que, durante un periodo, se intentó
atribuir a Sebastián de Horozco la autoría del Lazarillo de Tormes. Finalmente, el profesor Morillo-Velarde
presenta un estudio sobre “La lengua
española del cancionero de Sebastián de Horozco”. A continuación, se
transcribe la obra completa, con 807 notas textuales al pie, a la que se suman
las del aparato crítico con sus apariciones en otras obras y cancioneros, un
índice de paremias y otro de personajes que aparecen en la obra. En la bibliografía
se recogen las ediciones anteriores del Cancionero
de José María
Asensio (1874) y Jack Weiner (1975).
Junto a los poemas eróticos, las
críticas a los malos médicos y cirujanos (“Ochocientos
años fueron / en que los nobles romanos / sin médicos estuvieron, / y en tanto tiempo vivieron / sin medicina muy
sanos”), y las paremias citadas, la obra incluye un entremés y tres “Representaciones”: La historia evangélica del capítulo
nono de San Juan (en la que aparece
un ciego que tiene un criado llamado Lazarillo), La Parábola de San Mateo
o los veinte capítulos de su sagrado evangelio, y La famosa
historia de Ruth, así como un Coloquio de la muerte, con todas las
edades y estados. Claro que esta parte “seria” se
contrapesa con unos poemas dedicados a “El efecto de una purga”, “Receta para
una dama que quería empreñarse”, “Como le va con los mosquitos de Toledo” o “Diatriba
contra las putas”. Todo ello está apoyado en un lenguaje medieval, continuador
del de Juan de Mena o el marqués de Santillana, que huye de los nuevos modos
del renacimiento poético.
El profesor
Labrador califica esta obra como “Cancionero
picaresco”, y como tal lo recomendamos a los lectores curiosos de la
literatura del Siglo de Oro castellano que quieran encontrar una sonrisa
durante su lectura, pues Horozco “mete en la
plazuela de la ciudad al pueblo, a todos los vecinos, y hace que éstos vivan
ante los ojos del lector que contempla sus aficiones, sus vicios, sus juegos,
su piedad, su fiesta del vino, la boda, el banquete, o saca a la muerte a la
calle para espantar con su esqueleto a todos ellos”. Y la pobreza
y el hambre de las clases bajas.
¿Qué os aprovecha galán,
presumir de caballero,
ser Mendoza o ser Guzmán
pues en casa no hay pan
ni en vuestra bolsa dinero?
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