OLEA ÁLVAREZ, Pedro A., Noticias insólitas del antiguo obispado de
Sigüenza, Bilbao, Colegio Nuestra Señora de la Antigua (Orduña), 2016, 146
pp. [ISBN: 978-84-617-6390.0].
Nos encontramos ante un libro
muy interesante, aunque aparentemente pudiera parecer de poca monta dado su
caudal de páginas, que no alcanza las ciento cincuenta y, sin embargo, se trata
de un texto cuajado de serias informaciones que darán al lector idea clara de
cómo se las gastaban los obispos y señores de Sigüenza.
El libro, parte de una base
lógica: que tras la obra u obras de carácter más o menos “eruditas” conviene
dejar un tiempo para escribir, con total holganza, otros libros más livianos en
cuanto a su contenido se refiere, “un poco para no acabar cervantinamente con
los sesos hechos agua”, por lo que se hace necesario y aún conveniente, contar
con buenos maestros que tiendan a conservar las ideas mejores y, por eso
precisamente, nuestro autor, el sacerdote Pedro Olea Álvarez, quiere dejar su
huella, mediante aquel poema que escribiera Francisco Gregorio de Salas, que
dice así:
Receta segura contra la hipocondría
Vida
honesta y arreglada,
hacer
muy pocos remedios,
y
poner todos los medios
de
no alterarse por nada:
la
comida moderada, ejercicio y diversión,
no
tener aprehensión,
salir
al campo algún rato,
poco
encierro, mucho trato,
y
continua ocupación.
Por eso, los relatos que
contiene el libro que tan sabiamente ha compuesto, deben servir, en este caso,
como medio de holganza para el lector, puesto que recogen sucesos y hechos
acaecidos tanto en la ciudad de Sigüenza como en su antiguo obispado y, ya de
paso como quien dice y, como cualquiera tiempo pasado fue mejor, fijarse en lo
brutos que hubo también en tiempos pasados, pero que la debida distancia
temporal hará que nuestros actuales juicios sean más comprensivos y nos
preparen para no juzgar con demasiado rigor aquellos hechos.
Advertencia que desde luego
es buena y muy aplicable en los tiempos que corren, porque a lo largo de este recorrido
histórico, más de medio centenar de artículos, unos más breves que otros, nos
encontraremos con sucesos tan llamativos como aquellos titulados “El día en que
Abderramán III se cagó en los pantalones y ya no volvió a nuestras tierras”,
“Un califa macabro”, “A baculazos en la catedral”, “Un obispo corriendo por
Sigüenza, quizá en paños menores”, “El obispo tira las bulas a un muladar”, “La
causa del mucho cabreo que se cogió el obispo Gómez Barroso con Pedro I el Cruel”, “De cómo el arzobispo
envenenó al obispo”, “Un entierro muy peculiar”, “Un noble bastante bruto”,
“Santos inventados que no inventamos nosotros”, “El pregonero y el alguacil a
tortas”, “¿Lo embalsamaron antes de tiempo?”, etcétera, entre otros muchos que
podríamos haber seleccionado junto a los precedentes y, a través de cuya
lectura el lector podrá darse cuenta de ciertas actuaciones que, como hemos
dicho, no deben ser juzgadas mediante las coordinadas espacio-temporales de la
actualidad, ya que los sistemas comparativos son abarcan las mismas medidas, es
decir no han sido debidamente homologados.
A pesar de la búsqueda de esa
holganza de que se habló al principio, el libro es mucho más serio de lo que
pudiera parecer a simple vista y, aunque en él, a lo largo de su contenido, su
autor se haya divertido, puesto que siempre queda la huella imborrable de la
fina ironía, el sarcasmo, la propia sátira desenfadada, la retranca casi
gallega, etcétera, los textos que Olea presenta son muestra irrefutable de
pasadas existencias que, por mucho que se intenten esconder, siempre estarán a
la vista, aunque más o menos encubiertos. En él hay de todo, como en botica,
pero sobre todo hay Historia en constante evolución, avanzando conforme avanzan
los tiempos y las gentes que en ellos viven…
Es un libro, en fin, caya
lectura pausada recomendaríamos, dado que, precisamente por ser contada de una
manera más o menos anecdótica, entra mucho mejor en las mentalidades actuales.
Artículos de hechos que tuvieron lugar en tiempos pretéritos y que,
afortunadamente, todavía sirven como ejemplo, en muchos casos, de aquello que
no se debe hacer o está prohibido o no deja de ser una manifestación espontánea
de un obispo al que, en aquellos días de su vida, pillaron “con los cables
cruzados”.
Un libro de lectura amena que,
en ocasiones, llamará la atención del lector por su contenido, pero… ¡qué se le
va a hacer, si el hombre de antes como el de ahora, no es responsable del
mismo, no lo fue nunca, ni lo será, puesto que entonces era tanto y significaban
tanto como un cero a la izquierda! Es decir, que los relatos que aquí se reúnen
son obra, única y exclusivamente, personalizada (como se dice hoy), de sus
autores: los obispos seguntinos, más o menos educados, según los tiempos que
les tocara vivir.
José Ramón López de los Mozos
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