sábado, 17 de junio de 2017

Un "Viaje a la Alcarria" por Mañueco

MAÑUECO, Juan Pablo, Viaje a la Alcarria, versión XXI. Donde se narra la primera salida de Alcarriante, Guadalajara, El Autor / Aache Eds., 2016, 350 pp. [ISBN: 978-84-92886-90-6].
Viaje a la Alcarria, versión XXI. Donde se narra la primera salida de Alcarriante, -palabra que viene a significar tanto como “visitante de la Alcarria”-, es un título que puede llamar a error al lector, puesto que se trata, ni más ni menos, de una novela -¿de viajes?- en la que su autor, Juan Pablo Mañueco, basándose, en parte, en aquel otro Viaje… celiano, recorre, aunque a su manera, algunos pueblos no sólo de la Alcarria de Guadalajara, sino también de las otras alcarrias, las de Madrid y Cuenca, aunque el libro no avance todo lo que el lector espera, puesto que, si antes hemos hablado de una “novela de viajes” -con duda-, creemos más bien encontrarnos en este siglo XXI con una “novela de novelas”, como así se pone de manifiesto a lo largo de las distintas partes en que, curiosamente, su autor divide en “trancos”, al estilo de Vélez de Guevara en su Diablo cojuelo.
La parte primera es una especie de metanovela, algo que va más allá que la propia novela, en la que es poca la acción que se lleva a la práctica y mucho lo que se expone y describe del viaje, que aparece dividida en nueve “trancos” cuyo estilo, como el resto de la obra alcanza un barroquismo inusitado, a imitación de ciertas obras del Siglo de Oro español.
Con esto, se llega a un intermedio, cuando “El viaje” ya camina, constituido por cuatro “trancos”, en el que los protagonistas siguen ruando por la ciudad de Guadalajara, puesto que el viaje en sí se efectúa más con el pensamiento que andando. Interesa especialmente la lectura del “tranco” onceno que es un “Diálogo barroco entre la Concordia, el parque de San Francisco y el Fuerte, que fue convento”, algo poco usual en estos tiempos.
La parte segunda es lo que podríamos decir con propiedad El Viaje ala Alcarria, el meollo del libro, que consta de ocho “trancos”, y en la que el autor ha intercalado dos novelas que el lector puede leer o pasar por alto. Se trata de “La novela de Tórtola de Henares” y “La Novela de Torija”, donde se narran las tan sonoras fiestas que allí se celebran: las rondas navideñas, ya tradicionales, a cuyos postres se reparten migas, caldo y caldereta a todos los asistentes.  
Allí, precisamente, en Torija, es donde el autor del presente viaje el del siglo XXI, mantiene una larga entrevista con el autor de aquel otro Viaje… de mediados del XX -“Conversación entre Camilo José Cela y el escribidor en Torija”-, en la que cada uno de ellos mantiene su postura respecto a las causas que motivaron el haber escrito sus respectivos libros.
A continuación se incluye un epílogo (que en realidad no lo es), acerca del Segundo Viaje a la Alcarria el mismo día que el anterior y que el autor llama de una manera un tanto enrevesada “O vuelo de una pequeña luna volante, por la Alcarria, para alborear el alba alma y ánima alcarreña” y que compara con veintiún saltos de caballo en verso y prosa, a modo de un circuito hípico a lo largo de diversos pueblos y villas alcarreñas, con saltos descriptivos y pormenorizados, cada uno de los cuales va en su correspondiente y mudada estrofa para mayor limpieza en el salto poético.
Circuito que principia en Brihuega y alcanza su meta en la antigua Arriaca, con lo que de esta forma recorre, por segunda vez, la Alcarria (en el mismo libro), aunque de distinta manera.
Para finalizar el libro con un grupo de ocho adendas, de las cuales las tres últimas son “ovillos” sobre varios mensajes: Cela en su centenario y el año cervantino (1616-2016).
En fin, el lector se encuentra ante un libro surgido tras la publicación de Donde el Mundo se llama Guadalajara en el que, a través de diversos periplos por estas tierras, el autor traza algunas rutas literarias por la ciudad y la provincia de Guadalajara, que Mañueco ya daba por finalizados definitivamente. Un libro en el que el autor se entusiasmaba ante la diversidad geográfica de este “país de países” y que optó por describir poéticamente, pero también mediante la prosa y el teatro, de modo que llega a convertirse en una “antología” de sus mejores poemas.
Y a otra cosa o al menos eso pensaba Mañueco sobre lo referente a sus viajes y periplos por los pueblos de esta tierra, hasta que el año 2016, en que se celebraba el IV Centenario del fallecimiento del Genio Miguel de Cervantes -“único con mayúscula y antonomasia, supremo del idioma castellano”-, escribió en su honor el “ovillejo” (formula poética de la que el propio Cervantes fue creador) conmemorativo que figura al final del libro, como poema de cierre. “Ovillejo” que más tarde evolucionaría y sería convertido como por arte de magia en una estrofa inédita a la que Mañueco bautizó como “castellana”.
También se le cruzó ese otro Centenario de Cela, coincidiendo con el LXX Aniversario de Viaje a la Alcarria, así que, a finales de abril de dicho año, jueves 28 para más señas, nuestro autor decidió escribir otro viaje que no tuviera nada que ver con aquel otro, en el que no aparecen personajes de relieve, y donde, con todo el dolor de mundo, se “refleja una Alcarria antigua, desfasada y trasnochada”, “una Alcarria de burros, mulas, carros, malas posadas, piojos, moscas, alcaldes maulas y violentos, y gente vomitando en autobuses de cuarta clase sobre los pasajeros que van junto a ellos, en un canto pleno al subdesarrollo y la triste estampa social de la época” que, en realidad, era lo que había en aquellos tiempos y en aquellas geografías, mal que le pese a nuestro amigo Mañueco, que, entonces, decidió escribir su Viaje a la Alcarria, versión XXI, que dejase huella de un siglo contemporáneo y tecnológico.
Por tanto, y resumiendo, el lector se hallará ante una extensa obra que nace para llevar a cabo un viaje por la Alcarria que se demuestra más mental o, si se quiere metafísico que real, en el que se insertan varias novelas barrocas -cuatro en total, cuya lectura es independiente del resto del libro, lo que quiere decir que puede realizarse aisladamente del resto de la obra-, tal y como hacía don Miguel de Cervantes en su obra El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha; con un diálogo que mantiene con el autor de aquel ya lejano primer Viaje a la Alcarria (C.J.C.), y con una amplia colección de poemas.
Un libro, cuya lectura recomendamos, en el que tampoco se sabe muy a las claras quien es su protagonista, si el andarín Alcarriante, como parece ser, o el propio autor y un viaje que resulta ser dos, de inusitada rareza, de los que el primero se efectúa por tierra y el segundo por vía aérea en los que prima la imaginación aunque basada en aspectos geográficos y sociales diversos, que atraparán, sin duda, al lector.
José Ramón López de los Mozos 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión sobre este libro nos interesa. Escríbela aquí.