sábado, 8 de abril de 2017

Sigue el estudio sobre el Romance del Cid

(Continuación)

LABRADOR HERRAIZ, José J. (coord.), HYSTORIA / DEL  MUY / NOBLE, Y VALEROSO / CABALLERO, EL CID / Ruy Diez de Biuar: / En Roman- / ces: En  lenguaje antiguo. / RECOPILADOS POR / Iuan de Escobar. / DIRIGIDA A DON / Rodrigo de Valençuela, Regi- / dor de la Ciudad de / Andujar. / EN LISBOA. / Impressa con licencia de la Sancta In- / quisicion: Por Antonio Aluarez. / Anno M.CCCCCCV., México, Frente de Afirmación Hispanista, A. C., 2017, 398 pp. José J. Labrador Herraiz (Preámbulo), Arthur Lee-Francis Askins (Prefacio y actualización bibliográfica) y Arthur Lee-Francis Askins (Introducción). [ISBN: 978-84-617-7060-1].

V

A modo de resumen de todo lo anterior puede decirse que, de las nueve ediciones estudiadas por Pérez Gómez, hay confirmadas hasta aquí seis (3, 5, 6, 7, 8 y 9), quedando solamente tres (1, 2 y 4), a las que habría que añadir la edición de Lisboa de 1611 que, según Menéndez Pidal, conducen a lo largo de dos caminos a la edición (2), que Pérez Gómez data en 1601 y que es la misma que postulaba Menéndez Pidal (a la que fechó como de 1611).
Las dos de Burgos, 1593 y Córdoba, 1610 (1 y 4), se deducen de sus inclusiones en licencias y tasas para otras ediciones posteriores como las de Sevilla, 1639 y de 1664.
Las últimas supuestas fueron producto de una casualidad surgida durante la preparación del estudio y la cronología de las ediciones más antiguas del romancero de Escobar, en una de las cuales, Pérez Gómez encontró una amplia nota escrita por Don José María de Valdenebro y Cisneros, para su Imprenta de Córdoba, en la que indicaba la posibilidad de que existiera una impresión cordobesa de 1610, debida a Francisco de Cea:
No he visto este libro -dice-, pero no tengo duda de que ha existido, porque entre los preliminares, encontrados como guarda de otro libro, por el Excmo. Sr. Marqués de Jerez de los Caballeros, de la edición hecha en Cádiz por Juan Lorenzo Machado en 1664, está la `Licencia, de el Dr. Christoval de Mesa Cortés, Canonigo de la Santa Iglesia de Cordoua y su Obispado por su Señoría Fr. Diego de Mardones, Obispo de Cordoba, á Francisco de Cea para que pueda imprimir este libro, dada en Cordoba el 19 de Margo de 1610´ [sic., tal vez por Marzo]. Salvá, citando a Brunet, da como edición más antigua de este libro la hecha en Alcalá por Juan Gracián en 1612. De los preliminares citados de la impresión de Cádiz, se deduce que la primera edición debió hacerla Felipe de la Junta en Burgos en 1593, porque á este impresor y mercader de libros burgalés le concedió licencia el Consejo de 18 de Abril de 1592, y en 11 de Mayo de 1593 fue tasado el libro hecho por él, á tres maravedís cada pliego.
Resumiendo: Los preliminares de la edición de Córdoba de 1664 nacieron, al parecer y según Pérez Gómez, de los de 1610 (Francisco de Cea) y de la anterior de Burgos y 1593 (Felipe de Junta), cronología de capital importancia que quiso asegurar comprobando lo dicho por Valdenebro, dirigiéndose a The Hispanic Society of America, poseedora del libro del Marqués y ejemplar único, indicándoles los datos que necesitaba conocer y que, por cierto, terminaron ignorados. Aunque convendría señalar que dicha petición fue suplida por Pérez Gómez gracias al hallazgo de un nuevo ejemplar, en esta ocasión aparecido en Oxford, correspondiente a una edición sevillana de 1639, hasta aquel momento desconocida por los estudiosos, que llevaba todas las licencias reseñadas por Valdenebro como características de la edición de 1664.
Precisamente todas estas notas le sirvieron para escribir lo siguiente:
[Que] ellas acreditan dos cosas. Primero, la licencia otorgada a Felipe de Junta en 1593, para imprimir el libro, licencia que se repite en 1609 [en la edición del romancero]. La otra, la dada en Córdoba en 1610 a Francisco de Cea. Aunque de ambos detalles teníamos conocimiento, y así consta en las líneas anteriores, lo era por referencia de D. José María de Valdenebro, y procedente de otra edición del Romancero de Escobar, de Cádiz, 1664, cuyo ejemplar no hemos logrado ver, ni siquiera en lo suficiente para comprobar lo que D. José María aseguraba. La reproducción de esos datos en esta nueva edición sevillana prueba totalmente aquel aserto, y lo robustece[1].

VI

El trabajo continua con la reproducción de los citados estudios preliminares de la edición de 1639: Una licencia a Felipe de Junta firmada por Gonzalo de la Vega (18 de abril de 1609); una tasa del mismo, por el mismo (11 de mayo de 1593), y otra licencia más, concedida al impresor Francisco de Cea, dada por Cristóbal Cortés de Mesa (19 de marzo de 1610), de donde puede apreciarse la existencia de una edición cordobesa de 1610, de la que pasaron las licencias y la tasa a las mencionadas ediciones de 1639 y 1664, de donde se desprende nuevamente que Valdenebro y Pérez Gómez den por cierta la edición que, aunque en paradero desconocido, sería la primera española del libro de Escobar.
Pero aún añade Askins ¿y la edición burgalesa de 1593? Parece evidente que la edición de Córdoba empleó los preliminares de otro libro cidiano anterior, por lo que Valdenebro creyó que se trataba de otra edición más del mismo romancero, siendo seguido por Pérez Gómez con ciertas reservas, puesto que consideraba la tasa del libro de 1593 como auténtica -legal-, pero tan solo como “posible” una edición del romancero de dicha data. Curiosamente, en dos palabras, a saber “legítima” y “posible”, supone que se esconde el camino que conduce a la apertura de la fuente de los tantas veces citados preliminares de la obra cordobesa.
Aquí surgieron algunos inconvenientes o dudas por parte de Valdenebro y Pérez Gómez, quienes consideraron que, siendo legítima la fuente de la edición mencionada y su tasa de 1593, dicha edición no parecía proceder de la del romancero, sino que debió ser la que se concedió para la publicación de la Crónica del Cid, en prosa, la de Felipe de la Junta y Juan Baptista Varesio, su yerno, en Burgos y en el citado año:
CHRONICA / del famoso / caballero / Cid Ruy Diez / Campeador / [Escudo de Armas Reales] / en Burgos / En la Imprimeria de Philippe de Iunta y Iuan / Baptista Varesio. 1593. Fol. [22] – 317 fols.
Cuya relación es todavía más estrecha si consideramos los tres siguientes aspectos que aparecen en sus preliminares, como son: una corrección firmada por Don Alonso Vaca de Santiago (a 19 de marzo de 1593); la precitada tasa a favor de Felipe de Junta, otorgada también por Gonzalo de la Vega (el 11 de mayo de 1593) y una licencia concedida también a Felipe de la Junta por el mismo Gonzalo de la Vega (de 18 de abril de 1592), que debidamente comparados con la edición de Córdoba (según las fechadas en 1639 y 1664), ofrece algunos resultados de interés: “la licencia de la Crónica pasa íntegramente al romancero” con pequeñas modificaciones del título, etc.- con el fin de adaptarla a al nuevo libro y, con fraude de la fecha primitiva de 18 de abril de 1592, disfrazada y convertida en 18 de abril de 1609; la tasa de la Crónica, reproducida fielmente en el romancero y, finalmente, que la corrección de dicha Crónica fue sustituida por la licencia de Cortés de Mesa, específica del romancero, pero que ¡curiosamente! coincide en su fecha del 19 de marzo de 1610.
La validez de estos tres simples datos hace que Askins los considere suficientes para considerar las fuentes a que acudió Francisco de Cea para la realización de los preliminares de la edición del romancero, y, suficientes también, debidamente combinados para conocer las manejadas por Escobar a la hora de seleccionar sus textos, con el fin de “descartar la posible existencia de una edición de 1593”.

VII

Seguidamente el Dr. Askins pasa a considerar la cronología de las primeras ediciones de Escobar y, especialmente, la de su edición príncipe, según ya se vio en las transcripciones de los juicios emitidos al respecto por Menéndez Pidal (edición encontrada en la Biblioteca de Porto), mencionando de paso otra que manejó Teófilo Braga de, al parecer siete años antes, es decir, de 1605, aunque después se encargaría de dilucidar esta cuestión con mucha mayor sagacidad Pérez Gómez, quien, en aquel momento preparaba su “Miscelánea cidiana”, y de donde se dedujo después, que sería la edición de 1605 la más antigua, a la que seguiría la de Porto, de 1611, siendo ambas anteriores a la primera española -conocida- de Alcalá y 1612.
Pero, como sigue indicando el mismo Askins, no fue Menéndez Pidal el primero que se había encargado del estudio de la edición de Porto y de las diferencias entre la fecha de la portada y la de la licencia. Francisco Marqués de Sousa Viterbo ya la había tratado junto con otras ediciones en su “A Litteratura Hespanhola em Portugal” (1915)[2]. Tras ofrecer una interesante descripción de la portada con su fecha de 1601, anota: “A licença é de 20 de outubro de 610 (troca dos dois últimos algarismos)”, desde donde pasa a la edición de 1605 de la que añade: “parece ser uma reproducçao exacta da antecedente, senao uma contrafacçao”, investigación que llega al conocimiento de Pérez Gómez que la considera, efectivamente, de 1601, concordando con el estudioso portugués al decir: “Parece una explicación más verosímil para justificar la discordancia entre ambas [la portada y la licencia] al pensar en una alteración del orden de los dos últimos guarismos en la fecha más tardía”. Y añade unas palabras más acerca de cuestión tan liosa, puesto que la edición de 1605 solamente era conocida por los tres investigadores gracias a informaciones dadas a conocer por otros; así, el tomo de Porto, que había sido utilizado únicamente por Sousa Viterbo, y en ninguno de ellos aparecía una ligera luz sobre su autoría por parte de Juan de Escobar o sobre Domingo de Valenzuela, aunque Sousa habla de dos posibilidades tendentes a su identificación, encontradas ambas en fuentes lusas: un “Joao de Escovar” –músico y poeta en Lisboa a finales del siglo XVI y principios del XVII-, y otro, procurador de la “irmandade de Sao Juliáo de Lisboa”, en 1582.
Por otra parte, añade, el apellido Escobar aparece frecuentemente en documentos coetáneos procedentes de Andújar, Jaén y Córdoba, lo que conduce a pensar en el origen español del compilador, aunque quizás residente en Lisboa, y considerando también como lícita una tercera lectura de los datos publicados hasta entonces. Si, como se ha dicho, el error reside en la fecha contenida en la portada, del mismo modo podría pensarse que simplemente se tratase de una errata, aunque, dada la escasa importancia del hecho, puede dejarse de investigar por este camino, dado que se considera resuelto favoreciendo una de las dos ediciones: la de 1610 o la de 1611, con lo cual, no dejaría de seguir siendo la tercera, precedida por las de Lisboa (1605) y por la de Córdoba (de mediados de 1610).
Es decir, tan cierta podría ser la interpretación de Menéndez Pidal (1611), como la de Sousa Viterbo y de Pérez Gómez (1601). Los demás datos de que se dispone hoy no permiten establecer con total certeza la prioridad de uno o de otro, observando alguna validez en los que llevan a la conclusión de que la edición príncipe fue la datada en 1605.
Se trata por lo tanto, tal y como opinaba Sousa, de un tomo realizado a imitación del otro, a pesar de contener cada uno de ellos, independientemente, sus propios rasgos y preliminares, puesto que tanto las variantes que pueden observarse en su ortografía y en su lectura, como las rectificaciones de sus erratas, no son suficientes como para poder proceder a la identificación de una posible primera edición, además de que, lo poco de valor que hay sobre ellas, es decir, las cabeceras de la de 1605 recogen, sin excepción, “Hystoria / Del Cid” y las del otro tomo “Hystoria / De El Cid”, hasta el folio 137 y de ahí hasta el final, la formen la “Hystoria / Del Cid” dos vezes con la inicial; el empleo característico en la edición de 1605 de la palabra “Fin” al cabo de varios de los textos, en todo el volumen, cosa que no sucede en el ejemplar de Porto, en el que solo aparece en el texto núm. 2, utilizando barras tipográficas ornamentales en los demás; que la aprobación de la edición de 1605 es de Frey Luis dos Anjos, la del tomo de Porto es del primer revisor de las Rimas de Camoes, Frey Manuel Coelho, de quien también procede la de Lisboa de 1615, donde apunta “Vi segunda vez este libro…”, por lo que Askins cree más verosímil que Coelho viera las dos ediciones, y, finalmente, que la edición de Alcalá de Henares de 1612 sigue en todo al tomo de Porto, consideraciones pocas que adquieren cierta categoría al ser comparadas con otras procedentes de diferentes fuentes, como, por ejemplo, el que aunque el recopilador Juan de Escobar figure todavía en el anonimato, no sucede lo mismo con Don Rodrigo de Valenzuela, al que se supone miembro de los Valenzuela que se rastrean en la historia de Jaén, Córdoba y Andújar durante los Siglos de Oro y del que se conoce su función de regidor de esta última ciudad entre 14-I-1605 y 14-III-1650 según consta en las Actas de su Ayuntamiento, así como que fue Hermano Mayor de la Cofradía de Hijosdalgo en el mismo año de 1605[3], además de las propias fuentes manejadas por Escobar con casi total probabilidad.

(Continuará)
José Ramón López de los Mozos



[1] Antonio Pérez Gómez: “Miscelánea”…, págs. 462-463.
[2] Francisco Marqués de Sousa Viterbo: “A Litteratura Hespanhola em Portugal”, en Historia e Memorias da Academia das Sciéncias de Lisboa. Nova Serie, 2ª clase. Tomo XII, parte II (1910-1915), págs. 151-454. Lo citado en pág. 265.
[3] Carlos Torres Laguna: Historia de la Ciudad de Andújar y su patrona la Virgen de la Cabeza de Sierra Morena. III. La Morenita y su santuario (Andújar 1961), pág. 186.

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