LÓPEZ-PALACIOS VILLAVERDE,
José Antonio y VELASCO PÉREZ, Juan Ramón (textos), Antonio López-Palacios. Fotógrafo y reportero gráfico 1925-1997,
Guadalajara, Diputación Provincial de Guadalajara / Servicio de Cultura / Centro de la
Fotografía y la Imagen Histórica de Guadalajara, 2016, 40 pp. (Catálogo de la
exposición fotográfica).
Guadalajara ha sido siempre
un manantial de buenos fotógrafos y una prueba más ello pudo constatarse a
través de la sencilla exposición que, el Servicio de Cultura de la Diputación
Provincial de Guadalajara celebró a finales del pasado año, en la Sala
Multiusos del Centro San José.
Se trata de la muestra del
fotógrafo José Antonio-López Palacios, para los que tuvimos la suerte de
conocerlo, simplemente “Palacios”, realizada en base a una selección de obras
de su autoría depositadas en el Centro de la Fotografía y la Imagen Histórica
de Guadalajara (CEFIHGU).
López-Palacios desempeñó dos
veces consecutivas el cargo de Secretario de la Agrupación Fotográfica,
todavía joven ya que fue creada en 1956, hace ya poco más de sesenta años, por
lo podemos decir de él que se trata de uno de los pioneros de la misma y de
este periodo de posguerra.
Sin embargo López-Palacios no
fue un fotógrafo artístico en el amplio sentido de la palabra -aunque también
hizo sus pinitos siguiendo la huella magistral de Cartier-Bresson, “padre del
foto-reportaje”, uno de cuyos fines era conseguir el “instante decisivo”, el
momento clave, el hecho que constituye la propia noticia-, sino que abarcaba
todas las facetas de la imagen, pero, principalmente, la imagen
foto-periodística, como fotógrafo altamente cualificado tanto técnica como
profesional al servicio de lo que después se vino en llamar la “fotografía del
movimiento” que, dicho sea de paso, convendría estudiar más más detalle por
cuanto puede aportar para el mejor conocimiento de la historia de aquellos años
en que la censura estaba a la orden del día.
Más adelante realizó
numerosos tareas cinematográficas como primer corresponsal de TVE en la
provincia de Guadalajara, ya mediados los años sesenta, aunque sin olvidar el
aspecto artístico fotográfico de la misma.
Una exposición, la que
comento, que quiere recoger los aspectos más significativos de la obra
“palaciana” (permítaseme la expresión) que así queda a la vista a través del
catálogo que comento: Fotografías para la prensa, cine para TV y muestras
artísticas, de creación, para recreo propio y exposiciones breves -como las que
entonces se realizaban- y que tanto llamaban la atención de los alcarreños
interesados, faltos, casi siempre, de actividades culturales con que ampliar sus
conocimientos y agrandar el espíritu.
“Antonio López-Palacios Cienfuegos.
Fotógrafo” es el título del artículo que su hijo José Antonio López-Palacios Villaverde
escribe para esta ocasión. En él resume la hégira fotográfica de su padre,
desde aquellos años cuarenta en que pudo hacerse con una máquina Leica en una
tienda de empeños de Madrid. Eran años duros. Con las numerosas fotografías
tomadas con esta máquina puede decirse que comienza su quehacer fotográfico, su
andadura: tomas instantáneas, como queda dicho, realizadas bajo la influencia
de los grandes nombres que entonces hacían furor: fotógrafos de la Agencia Magnum
como Capa, Haas y, por encima de todos, Cartier-Bresson, además de otros: Brassaï,
Kertész o Ronis, que tanto le admiraban por sus descubrimientos cotidianos,
especialmente aquellas “fotografías nocturnas con la única luz que producían
las escasas bombillas de las farolas del Paris de la II Guerra Mundial”.
Sabemos por las declaraciones
de su hijo que le impresionaba el compromiso con la realidad trágica y la
vitalidad de un Capa (no hay que olvidar que López-Palacios se presentó
voluntario a la División Azul con destino al frente ruso), que había conocido
España como fotógrafo de guerra: “Inmóvil detrás de un tanque, me repetía una
cosa que había oído en la guerra de España. Es una cosa muy seria. Es una cosa
muy seria, la situación es grave” (R. Capa).
Fue allí precisamente, en
Rusia, donde hizo y le hicieron numerosas fotografías que, posteriormente
recogió en distintos álbumes, uno de los cuales se expuso en la muestra que
comento.
De Haas, que fotografió
escenas del rodaje de Tierra de Faraones, le llamaba la atención los escenarios, las
panorámicas, los contrastes de luz y algunas fotos “movidas”, como las de los
toros persiguiendo a los toreros.
Pero como ya es sabido quien
impactara realmente en López-Palacios fue Henri Cartier-Bresson y su teoría del
“instante decisivo”, dado que recuerda su hijo, “de todos los medios de
expresión, la fotografía es el único que fija el instante preciso”.
Después vendrá el periodo
áureo de la fotografía de López-Palacios, una vez que pudo contar con unas
máquinas fotográficas que, entonces y aún hoy, siguen siendo las mejores
marcas: Rolleiflex, Pentax Spotmatic, Yashica y la especialísima Hasselblad,
todo un lujo en aquellas fechas.
Posteriormente comenzaría su
andadura la Agrupación Fotográfica de Guadalajara, -su acta constitucional data
del día 7 de marzo de 1956-, en la que permaneció hasta marzo de 1960, aunque
siguiera realizando miles de fotografías y presentándose a numerosos concursos,
hasta su falleciendo a principios de los noventa.
Precisamente esta atapa de
intensa relación con la Agrupación Fotográfica queda suficientemente ilustrada
a lo largo del trabajo que se incluye en este mismo catálogo y que lleva por
título “Antonio López-Palacios, impulsor de la Agrupación Fotográfica de
Guadalajara”, debido a la pluma de su Presidente Juan Ramón Velasco Pérez.
Artículo que da paso al “Catálogo”, cuyas fotografías abarcan cronológicamente
desde 1952 hasta una colección dedicada a sus perros de caza fechada en 1977.
Un catálogo sencillo en el
que se incluyen algunas imágenes de gran interés para el conocimiento de la
historia provincial y de la propia ciudad de Guadalajara, como la visita de los
entonces príncipes Don Juan Carlos y Doña Sofía (1970), o la asistencia de los
Marqueses de Villaverde con sus hijos los Duques de Cádiz a los Festivales
Medievales de Hita del año 1974, además de muchas otras de las que hoy no
tendríamos conocimiento si no hubiese sido por la labor desinteresada y generalmente mal pagada de personas como
José Antonio López-Palacios Cienfuegos.
José Ramón López de los Mozos
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