HERRERA CASADO, Antonio, Heráldica molinesa, Guadalajara, Aache
Eds. (col. Tierra de Guadalajara, 99), 2016, 109 pp.
Apunta Herrera Casado en la Presentación del libro que comentamos
que ya en 1985 realizó numerosos viajes a lo largo de la provincia de
Guadalajara, deteniéndose preferentemente en la recogida de datos acerca de sus
obras de arte más llamativas. Aquel “material” sirvió para llevar a cabo una
serie de estudios que dieron forma a lo que hoy conocemos como ArchivoHeráldico de Guadalajara, a través de los que se dieron a conocer gran cantidad
de datos recogidos en de Catálogo de los Escudos de Guadalajara, que tanta
importancia tienen gracias a las imágenes y descripciones que contienen.
La tercera entrega de aquellos
archivos se dedicó en su totalidad a la heráldica conservada -entonces- en los
pueblos del Señorío de Molina, repartida en sus casonas, templos y otros
elementos.
Una heráldica ciertamente
especial, muy diferente a la de otros pueblos del resto de la provincia, debido
a unas características históricas y geográficas surgidas tras constituirse en
terreno independiente de Aragón y Castilla, donde las repoblaciones fueron
frecuentes y en su mayor parte procedentes de distintos lugares del País Vasco
y Navarra, de donde también procedían
numerosos hidalgos cuyos blasones fueron encastados en los muros de sus casonas
y en otras obras que se realizaron gracias a su ayuda y patrocinio económico,
puesto que se trataba de gentes acaudaladas, como propietarios de importantes
rebaños de ganado y, en otros casos, a ser ricos propietarios de empresas que
con el paso del tiempo fueron alcanzando mayor desarrollo.
En el libro que comentamos se
llevan a cabo los estudios de los escudos de armas de los pueblos de Molina deAragón y de su Señorío, al tiempo que se revisan los utilizados por sus
primeros señores, los de Lara, -de los que han llegado hasta nuestros días
algunos sellos plúmbeos, así como algunas descripciones de sus emblemas-,
finalizando con un extenso catálogo, a modo conjunto de fichas, de los escudos
actualmente existentes en la ciudad de Molina, además de algunos otros que
todavía pueden pueden verse empotrados
en los muros de numerosos edificios de pueblos del Señorío, que tal vez sirvan
como materia prima de cara a otros estudios, más amplios y completos, sobre
este mismo tema.
El modelo de ficha que se
emplea en el presente trabajo es bastante amplio y sirve para que el lector
adquiera un conocimiento claro de la pieza que se analiza en cada momento, que
son sesenta.
Veamos un ejemplo:
42.- Molina de Aragón. Titular.-
Fernando Valdés y Tamón, Virrey de Filipinas. Escudo.- Valdés y otros. Localización.-
Palacio del Virrey de Manila, en la calle Quiñones. Material.- Piedra. Fecha.-
Segunda mitad del siglo XVIII. Descripción y blasonado.
Como vimos antes, el libro
comienza con una serie de apuntes históricos que abarcan desde el mundo
celtibérico hasta la actualidad, centrándose principalmente en la Romanización
y en la Edad Media, y detenerse con mayor minuciosidad con los empleados por la
saga de los Condes de Molina, la familia de los Lara, cuyo primer señor fue don
Manrique o Amalrico, destacado cortesano de la Castilla durante el reinado de
doña Urraca y posterior de su hijo Alfonso VII, -en el que desempeñó el cargo
de alférez real y obtuvo las tenencias y alcaidías de Atienza, Toledo, Almería,
etc., teniendo bajo su cuidado al niño Alfonso VIII, futuro rey de Castilla y que
duró hasta el declive de su línea sucesoria, ya en el siglo XIII, en que dicha saga
fue incorporada a la Corona-.
En lo que se refiere al
escudo de la ciudad, hay que partir del siglo XII fecha en que gozaba de un
emblema propio, derivado de su nombre, tal y como recogen los primeros
cronistas, y que los Comuneros de Castilla situaron en una parte de la muralla
de Cuenca; así Sánchez Portocarrero en su Historia del Señorío de Molina.
Poco después, en lugar de
escudo pétreo, utilizó un sello en cuyo anverso figura una rueda de molino y
las palabras: “+ SIGILLUM CONCILII : M… E” y en el reverso, una torre o
castillo con cuatro almenas, dos ventanas y portal, acompañado de dos leones
rampantes y la leyenda “+ T … CON”, que después irán evolucionando como indican
Argote de Molina (1588) en su Nobleza de
Andalucía y muchos otros.
Estudio semejante se efectúa
acerca del escudo del Señorío de Molina, adoptado desde 1222, tras la concordia
de Zafra.
Otros apartados se destinan
al estudio de los escudos del cabildo eclesiástico y de los Condes de Molina,
de gran interés histórico, para continuar con el catálogo de los de Molina y de
alguno de sus pueblos: Fuentelsaz, Hinojosa, Ventosa, Milmarcos, El Pobo de
Dueñas y Setiles.
Un libro sencillo, utilísimo
para conocer con mayor detenimiento parte de la historia molinesa a través de
estas piezas que, por desgracia, van desapareciendo paulatinamente debido a
derribos de edificios y a su posterior adquisición por manos privadas en lugar
de ser custodiadas en museos y colecciones locales y municipales para su mejor
conservación.
José Ramón López de los
Mozos
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