sábado, 21 de mayo de 2016

Saetas de toda España

FERNÁNDEZ, María Victoria y MAÑUECO, Juan Pablo, Saetas a las Semanas Santas de España. Saetas a todas las regiones de España, Guadalajara, Ed. Riodelaire Digital (Col. Religión y Cultura, nº. 2), 2016, sin paginar (pero 118 pp.).  

María Victoria Fernández y Juan Pablo Mañueco nos ofrecen en las páginas de este libro algunas de sus últimas composiciones, que recogen en una extensa colección de “saetas” -cuarenta y ocho en concreto, nuevas e inspiradas en la temática religiosa tradicional acerca de cada una de las principales Semanas Santas y a cada una de sus regiones-, en las que ponen de manifiesto su forma de ser y de pensar.
Son poemas sencillos, dolorosos como corresponde, en los que el hombre se siente tocado por esa flecha de amor que es la “saeta”, como forma de expresión, quizá la más genuina y propia del pueblo español de su tiempo de dolor, como forma tradicional popular religiosa que todavía se vive en el conjunto de las tierras españolas.
En los poemas de Fernández y Mañueco las procesiones recorren las calles, epatando al hombre sencillo que, al ver las imágenes sobre las andas, se arrepiente de sus pecados y llora y se lamenta y pide perdón al Dios asesinado que dentro de poco resucitará.
Procesiones sobrias, como castellano-nuevas que son, como quienes las realizan, en las que prima el silencio a lo largo de todo su recorrido, ruando calle por calle los nazarenos apenas alumbrados por unas sencillas velas.
Allí están una vez más los “pasos” de Guadalajara con las más variadas imágenes recorriendo como cada año, secularmente, las calles desde el Domingo de Ramos en que se procesiona la imagen conocida cariñosamente “La Borriquilla”, que representa la entrada de Jesús en Jerusalén; pasando por el Miércoles Santo, en que la cofradía de la Virgen Dolorosa camina desde la concatedral de Santa María a la cárcel, donde antiguamente indultaba a uno de los presos, y el Jueves Santo en que son dos las procesiones que desfilan: la de “Jesús Nazareno” y la de “La Pasión de Nuestro Señor”, y ya en la mañana del Viernes Santo o de Dolores, desde la iglesia de San Ginés, ver salir la procesión del “Cristo del Amor y de la Paz”.
Ese Cristo magnífico que llama a la contemplación y al pensamiento en el más allá.
Aunque, sin duda, la belleza de los pasos procesionales y el celo de las cofradías y hermandades se concentre, como siempre ha ocurrido, en la procesión del “Silencio y Santo Entierro”, que tiene lugar dicho Viernes Santo y que da comienzo a las ocho de la tarde en la parroquia de San Ginés y cuya comitiva procesional va recogiendo los pasos de las diferentes parroquias -San Nicolás, Santiago y Santa María-, desde donde -como concatedral que es y, por lo tanto, primera iglesia de la ciudad, junto con la catedral de Sigüenza, la llamada “Pulchra Seguntina”- comienza la procesión general, que suele encabezar el obispo de la diócesis Sigüenza-Guadalajara y el resto de las autoridades locales y provinciales, hasta regresar al punto de origen después de haber recorrido las calles principales de la ciudad.
María Victoria Fernández y Juan Pablo Mañueco han empleado para la composición de estas saetas suyas, una copla nueva, creada por él, a la que ha bautizado y puesto un nombre tan sonoro como el de “castellanas”, que convierte en “saetas” por su tema y por la repetición que significa el estribillo de alguna de sus estrofas.
Pero ¿qué es la estrofa castellana, base de las presentes saetas? Viene a ser una especie de explicación de cómo es esa composición así denominada, de la que nos ofrecen tantos y tan variados ejemplos. Algo parecido a un soneto, dos cuartetos y varios pareados con la misma rima. Y las hay de arte mayor y de arte menor.
Sirva para ello esta “castellana de arte menor” dedicada “Al Cristo flagelado” de la iglesia de Santiago Apóstol, de Guadalajara:

A una columna está atado,
el Dios misericordioso,

Jesús, misericordioso,
al látigo ha perdonado.

y por quien le azota airado
ya derrama su precioso
humor de sangre sagrado.
¡Ah, misterio del perdón

de Jesús, el Dios piadoso
que a todos ha perdonado!

Jesús, misericordioso,
al látigo ha perdonado.

¡Ah, misterio del perdón.
pese a la flagelación

de Jesús, el Dios piadoso
a todos ha perdonado.

Otras “castellanas”, también de arte menor, las dedica “A la Virgen de la Soledad”, de la iglesia de San Nicolás el Real, de Guadalajara, al “Jueves Santo con la Virgen en Arriaca” y una “Saeta a la Borriquilla”, además -claro está- de una bellísima “castellana”, que no podía faltar, a la “Semana Santa de Sevilla”, donde se celebra con esa alegría sureña característica y la  debida devoción que corresponde a lo sagrado.

Una parte primera o preludio sobre “La Semana Santa de Castilla” da paso a unos poemas, muy descriptivos e intimistas, que tienen como sujeto las procesiones y las imágenes de Guadalajara, con varias reflexiones acerca del Sábado Santo, cuyo segundo poema constituye un acróstico:

“Sábado Santo día sin Dios / Orar sin tercera parte / De Él nota Universo el cataclismo / o las galaxias siguen su curso indiferentes”.

Amén de otras muchas dedicadas a las celebraciones que se llevan a cabo en las distintas comunidades y regiones españolas y que conforman la segunda parte de este poemario amoroso que da principio con una “Saeta a las Semanas Santas de España”: Andalucía representada por Baeza, La Carolina, Málaga, Puente Genil y Sevilla; Aragón, por Calanda y sus tambores; Asturias, por Avilés, y tantos otros lugares cargados de profundo significado y anclados de por vida, o quién sabe si también de por muerte, -porque la Semana Santa viene a ser un periodo donde la muerte permanece latente hasta que surge la alegría del Domingo de Resurrección, en cuya procesión la imagen de Cristo, llevada en andas por los hombres, y la de su Madre, por las mujeres, se abrazan para regocijo general, al igual que sucede con la propia Naturaleza, de la que el mismísimo Hombre forma parte- en la recia y total raigambre tradicional de España, en su costumbrismo más profundo y secular.

El libro da fin con algunos poemas más, con otras “castellanas”, como si no quisiera terminar. Así, la “Saeta a la Romería a la Virgen de Barbatona” (Guadalajara) y la “Saeta a la Virgen del Pilar” (Zaragoza), además de unas “Seguidillas a la trashumancia” (Extremadura), de gran belleza y sonoridad.

Bienvenida sea, pues, esta amplia y selecta gavilla de poemas, “castellanas”, que debemos al arte de María Victoria Fernández y Juan Pablo Mañueco, y por él creadas, para regocijo y solaz del lector interesado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión sobre este libro nos interesa. Escríbela aquí.