LLORENTE [PÉREZ-ORDOYO], Pablo Emilio, Mareamor poemas, Guadalajara, DI-VERSOS. Tertulia Literaria-Asociación
Cultural/Aache Ediciones, 2015, 165 pp. Ilustraciones de Sandra Gobet
Herrera. [ISBN: 978-84-15537-86-1].
Un nuevo libro de poemas salta a la palestra cultural
alcarreña: Mareamor poemas, escrito
por Pablo Llorente, que anteriormente dejó muestra de su quehacer poético a lo
largo de tres libros titulados Rápida
Caravana, Tiempo Cautivo y Vendaval y Marea. Cuadernos de Tánger,
además de tres folletos.
Mareamor poemas, así, como suena, es un
libro escrito para ser cantado antes que para ser leído, pues no en vano se
trata de una especie de homenaje y recuerdo del autor a Federico García Lorca,
a Miguel Hernández y a Enrique Morente, poetas todos tres enamorados, amantes y
amadores, como la poesía que destilaron sus versos y su cante, en el caso de
Enrique.
Por eso en los poemas de Llorente se encuentra ese
“duende” que conforman la matemática del verso y su ritmo, su música, ese
“cante que surge de lo más profundo del corazón” y que se aprecia en cada
verso.
Es algo raro que un castellano nuevo sienta vibrar
tanto, latir en sí, en su obra, en su creación -que no otra cosa es la poiesis-, la forma de expresión más
claramente andaluza: el cante jondo, como modo de expresión, el más idóneo,
para sentir las cosas del alma que, por lo general, suelen ser las más
universales: el amor de nuevo y siempre, todo lo que le duele al hombre, la
queja del trabajo duro y mal remunerado. Ese cante que viene a ser una forma
casi escondida de decir las cosas que pesan, como su ocurre con la letra
poética, tristona y nostálgica de un fado, o de un tango, o del cante de las
minas, para echar fuera del pensamiento todo lo que le duele… como si de un
negro espiritual de Nueva Orleans se tratase.
La obra, extensa para lo que se acostumbra en los
libros de poesía, se divide en cuatro “Mareas”: de la Vida, que a su vez consta
de varios apartados como “Todo pasiones”, “La palabra, el verso, el poema”,
“Femenina”, “De res pública”, “Memoria del exilio”, “La nostalgia del destino”
e “In taverna” (alabanza al vino que tanto me recuerda a la misa de los
borrachos de Cármina Burana); del
Tiempo, subdividida en cada una de las estaciones del año; del Sur (Cármenes de
Al Ándalus) y Flamenca, que abarcan un total de ciento un poemas que, por lo
general, suelen ser breves, aunque cargados de contenido, sonoros y rotundos,
de los que dejan huella.
En realidad se trata de cuatro apartados, cuatro
“mareas”, muy distintas entre sí. Confieso que las que más me llaman la
atención son las dos últimas: Marea del Sur y Marea Flamenca, quizá por su
exotismo, por el atractivo que sus brevísimos poemas puedan tener para el
castellano nuevo que esto escribe, por su simplicidad y por decir tanto con tan
pocos medios, si no es sólo la palabra.
Veamos algunos ejemplos de lo que digo:
Alcazaba de
Málaga
En el jardín
agua clara que
canta,
setos de
mirto.
Atardecer en Torrox (Málaga)
Montes
violáceos,
rojizas nubes,
mar de oro
viejo.
Corre la
brisa.
.
Patio de los Arrayanes 2
Áurea alberca,
dos setos de
arrayán.
Callada
música.
El lector se queda
boquiabierto, pasmado, al ver la sencillez de la construcción de cada poema,
ante la sonoridad de cada verso, que se confunde con el sonido del agua de los
arrayanes, el olor a mirto y esa imposible -por callada- música del oxímoron
final.
El lector se
encuentra en medio de lo que lee, de lo que escribe el poeta, con tan parcas
herramientas, franciscanas o japonesas. Y se convierte en espectador directo,
en sujeto de lo que ve y oye, lee y canta.
Marea Flamenca
es otra especie de mundo. Allí es donde el autor entra de lleno en el cante
escrito para cantar, en el cante donde lo creativo se mezcla con lo
auténticamente popular -como siempre ha sido-. En Marea Flamenca se dan la mano
las expresiones típicamente andaluzas del cante: carceleras, bamberas, tientos,
tangos, alegrías de Cádiz, fandangos, soleás, romances y bulerías.
Como un puñal ya dispuesto (bamberas):
Como un puñal
ya dispuesto, / corta y se hunde cuanto quiere. / Así es la vida, mi vida / que
tu recuerdo me hiere. / Que tu recuerdo me hiere / en lo más vivo del alma. /
Que todas las penas juntas / me rompen las esperanzas. / En un mundo de
silencios, / unos pierden y otros ganan.
/ Yo pongo aquí mis quereres, / ¿qué pones tú en la balanza?
Batallas de amor perdidas (Soleás):
Te sigo por los rincones, / encantao hasta el delirio / de tu
rostro y de tu voz / y de tu tierno martirio. // La blancura de tus perlas
/ tu clara melodía / y tu semblante y
tus labios / y mi corazón sentía. // Batallas de amor perdidas, / en el aire
confesadas, / que en nuestros cuerpos ardieron, / batallas de amor ganadas. //
Me pongo a considerar, / con las fatigas que paso, / cá día te quiero más.
Poemas en
parte tristemente tristes, pero cargados de esperanza, la esperanza en un amor
que venga a redimir a quien los canta. Expresión popular del dolor que se hace
arte y sale a la calle en que nació, para que cada cual la cambie y la maneje a
su gusto… Todo lo que sale de mí, vuelve a mí. Todo lo que sale del pueblo,
vuelve al pueblo.
Un libro
pulcro, bello en su contenido, muy cuidado, pulido, por el poeta. Una edición
magnificada con las preciosas ilustraciones de Sandra Gobet, en las que bulle
la imaginación más desbordada, aunque hayan sido impresas en blanco y negro. Un
libro, en fin, donde poesía y dibujo se dan la mano armoniosamente.
Casi seguro
que el lector se quedará con ganas de leer/cantar más poemas…
José Ramón López de los Mozos
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