domingo, 31 de enero de 2016

Topónimos de Villanueva de Alcorón

López de los Mozos, J.R., y Ranz Yubero, J.A.: “Topónimos de Villanueva de Alcorón (Guadalajara) contenidos en “La Calle Angosta” de María Luisa Martínez Martínez". Revista de Folklore, nº 406. Diciembre de 2015. Págs. 39-54.

Una sencilla y modélica publicación que estos autores, especialistas en la toponimia de nuestra tierra, han visto publicada en la prestigiosa Revista de Folklore que dirige el etnógrafo Joaquín Díaz.
Centran su atención en la toponimia de Villanueva de Alcorón, una localidad de nuestra más alta Alcarria, rayando con el Señorío de Molina. Pero basan su estudio en una fuente novedosa, como es una novela [o relato] centrado en ese pueblo, y que escribió y publicó, hace ahora 10 años, María Luisa Martínez Martínez. De ese libro, titulado “La Calle Angosta”, basado en la vida rural, desmenuzan sus alusiones toponímicas, y las clasifican en urbanas y campestres, aunque estas últimas a su vez se clasifican en temas relativos al agua, a la agricultura, a los bosques, a las cuevas, etc.
Es una forma nueva y sorprendente, la que los autores que comentamos, de analizar la toponimia de un lugar, porque dan por sentado que todos los términos que utiliza la autora de la novela son reales, existen. No lo dudamos en ningún momento, pero el riesgo de que sean inventados también existe. En cualquier caso, son muy realistas y parecen entroncar fielmente con la realidad de Villanueva de Alcorón, a nada que se conozca esta localidad.
Tras la enumeración de los lugares de interés que tiene el término serrano de Villanueva de Alcorón, en el que priman las cuevas y cavidades kársticas, y de la elucibración acerca del topónimo principal del pueblo, pasan a poner en un listado por orden alfabético los toponimos incluidos en la obra, lo que llaman “Nómina Toponímica” y en la que incluyen 159 entradas, muchas de ellas comentadas. Como siempre ocurre en estos estudios de toponimia local, se aprende mucho y se divierte uno mucho, encontrando sugerencias y aclarando viejas dudas acerca de las palabras que la tradiciçon ha mantenido para nombra los lugares por los que discurre la vida humana.
De la última parte, la toponimia urbana, los nombres de las calles, y la aparición de estructuras urbanas que dan vida a un pueblo (aunque curiosamente en la novela no aparece en ningún caso referencia al Ayuntamiento o a la iglesia, que suelen ser los ejes de una vida local reducida) se colige la forma en que se vivían, y las preferencias de unos espacios sobre otros en la cotidiana existencia.
Acaba la aportaciçon de López de los Mozos y Ranz Yubero con una generosa bibliografía de estudios que han necesitado utilizar para componer este que aquí comentamos, y al que no dudamos en calificar de oportuno y desvelador de viejas fórmulas nominales. Lástima que la distribución de estas publicaciones (la excelente “Revista de Folklore” de Joaquín Díaz) sea reducida y hoy ya limitada al formato digital, aunque así puede leerse con suma facilidad.


A.H.C.

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