BATANERO GIL, Juan Jesús, Latidos de corazón trillano, Guadalajara, Ayuntamiento de Trillo /
Aache Eds., 2014, 142 pp. (I.S.B.N.: 978-84-15537-61-8).
Como dice Francisco Moreno en su “Presentación”
titulada “Un trillano sentimental”, que “cuando a un trillano le sale la vena
poética, y estampa su firma en ella, es cosa seria”, y eso es lo que pasa con
Juan Jesús Batanero, maestro de pro, que se ha dio -y sigue dándose- a la
métrica y a la rima, en busca de sus recuerdos niños, riberas del Cifuentes y
del Tajo,
Alguien me habló de tus ríos.
Me contó el puente su
historia.
Todo guardo en la memoria
Aunque va perdiendo bríos.
(A mi Trillo querido, 2003)
para trasladarnos su sabiduría y sus conocimientos,
que no son pocos, a lo largo de esta completísima gavilla de poemas jubilosos
que afectan, bien puede decirse, a casi todos los aspectos de la vida, desde
los temas puramente locales, a los grandes temas sociales -los más numerosos-,
pasando por los familiares y los religiosos -aunque es evidente que todos los
temas citados se entremezclen y amalgamen-, empleando siempre la palabra más
adecuada para lo que nos quiere transmitir en cada momento, por lo que en
muchas ocasiones esa palabra se hace cantarina y se torna canción, quizás por
la proximidad de las aguas de su querido Tajo, que desde la más tierna infancia
se grabaron en el cerebro de nuestro autor y ahora, muchos años después, surgen
como si de un manantial de agua fresca se tratara, como por arte de magia. Y es
que, a veces, el río no es más que un amigo al que se le habla y se canta la
gallina de las tristezas íntimas en la hora de los por qué…
¡Mi río Tajo, que lento bajas!,
Poco caminas, ya no trabajas.
Acaso, ¿te ha herido el tiempo?
Tienes a Trillo muy descontento.
Antiguamente, sí trabajabas. / Con tus riadas bien
transportabas / Grandes caudales, muchos maderos, / Que manejaban duchos
gancheros. // De la sierra venías pastoreado, / Por troncos de pino entarimado.
/ Gran riqueza dabas en el antaño, / Y da pena verte en el hogaño.
(Al viejo río Tajo, 2011)
Ese manantial que nace como nace la sensibilidad que
acompaña sus composiciones, sencillas, sin barroquismo alguno ni florituras, y
que las hace aún más comprensibles a las gentes del pueblo, más comprensibles,
decimos, porque el hombre rústico, por aquello de vivir casi en contacto con la
naturaleza tiene una mayor sensibilidad o una sensibilidad más a ras de piel.
Esa sensibilidad que le hace escribir, no sin cierto
gracejo y un punto de picardía casi infantil, los siguientes versos:
De una dama de facciones colosales
Brotaron de la tierra dos colinas,
Sugestivas, y con formas femeninas,
Coronadas por dos rocas magistrales.
Exhibiendo su esbeltez majestuosa, / Cual eminencias
de mozuela quinceañera, / Allá lejos, invitan a quien quisiera, / A escalarlas
en subida prodigiosa. // Conocidas como las Tetas de Viana / Y situados en la
fuente “La Galinda”, / Gran placer a los ojos se les brinda, / Contemplarlas
con claridad meridiana. // Referencia de andariegos caminantes, / Son vigías,
de la noche a la mañana, / De un
poblado, a sus pies, llamado Viana, / Y orgullo de los campos
circundantes.
(Peñas Alcalatenas,
2011).
Es, en fin, este que comentamos, un libro de recuerdos
amables dichos de forma poética, donde los valores universales salen a relucir
con inusitada frecuencia, los temas de siempre, que no hacen falta más, ni
invento alguno: el amor, la amistad, la verdad, la fe y la esperanza, la
sinceridad, y tantos otros que juntos configuran eso que se llama vida. Y que
como siempre unas veces nos gustará y otras nos afectará en lo más profundo del
alma, por eso al poeta se le cierra la garganta y se le embarulla el cerebro, porque
está triste de ver como su pueblo merma con el avance de los tiempos:
Hoy no puedo yo cantar
Por lo afectado que estoy.
Veo a Trillo mermar
De día en día, hasta hoy,
Y no lo puedo evitar.
(Suspiros y
lamentos, 2011).
Aunque en
otros momentos surja la alegría exultante de la amistad comprendida y
compartida. La de verdad, la que no necesita palabras para comunicarse…
A Dios mil gracias voy dando,
Porque tuve la ocasión
De conocer a Montón.
El que se llama Fernando.
Mil gracias más doy por ello, / Pues tengo la
convicción / Que me regala Montón / Su afecto sin “merecello”. // ¡Qué virtud!
de quien cultiva / Para siempre una amistad, / Y conserva lealtad / “Sine die”
mientras viva. // Tú, de siempre has presumido / Que nunca hemos discrepado. /
Mucho menos regañado / Porque nos hemos querido. // Hoy ensalzo esta amistad /
Y el valor que ella merece / Para eso es la Navidad / Y comienza el 2013.
(Loa a una amistad, 2012).
En un su “Prólogo”, Daniel Martínez Batanero, habla de
ese factor importante, que casi “imprime carácter”, que es el haber desempeñado
durante muchos, muchísimos años el magisterio rural, que, inevitablemente,
condiciona su poesía y la hace “limpia y didáctica, desgranando a su paso
sabiduría, experiencia y pasión”.
Sirvan estos versos como ejemplo a lo dicho:
A mis alumnos queridos
Todo el cariño del mundo
Cientos y cientos han sido.
¿Con resultado fecundo?
En vos puse empeño todo, / En que fueseis instruidos /
Y educados de buen modo. / No sé si lo he conseguido. // Tengo gran
satisfacción: / Tanto tiempo al lado vuestro, / Nunca se dio la ocasión / De
irrespeto hacia el Maestro. // En escuelas que yo he estado, / En Alovera, en
concreto, / Jamás alumno ha faltado / Ni al colegio, ni al respeto. // Eran
tiempos más acordes, Al respeto y disciplina. / Hoy se salen de los bordes. /
Cualquiera norma es pamplina. // Ahora ya, pasado el tiempo, / Todo alumno que
me viere, / Se me acerca muy atento / A demostrar que me quiere.
(A mis alumnos de Gualda,
Mirabueno, Prados Redondos, Trillo, Gárgoles de Abajo y Alovera, 2003).
Que vienen a ser “Añoranzas de mi actividad laboral
docente y elogio de la actitud general de los alumnos antiguamente”, como
escribe nuestro poeta al pie del poema transcrito.
Y también nos
habla Martínez Batanero de cierta posible diferenciación entre aquellos
primeros poemas de los años 2003, con los más recientemente escritos, 2011,
2012 y 2013. Pero, ¡qué más da! si todos forman un conjunto general amplísimo y
poliédrico que todo lo cercano abarca, y que, además, es como debe ser, porque
la poesía es un totum revolutum
inabarcable.
Terminaremos esta reseña con otro poema, profundamente
sentido, que creemos de interés para conocer con mayor profundidad el alma y la
sensibilidad de Juan Jesús Batanero; se titula “A Agapito Pérez Bodega” (“In memoriam”), escrito modernamente (2014),
que dice así:
Maldita muerte temprana
Que te arrancó de este modo,
Tronchando el verbo profundo
De una mente clara y sana.
Con aires de
filigrana / Volaron tus alegrías. / Tus versos, tus poesías, / Hacia el cielo,
una mañana.
De tu sapiencia interior
Dejaste al mundo vacío,
Con tu pluma en el baldío,
Y tus versos sin autor.
Casi oculto, por inédito, / Aquí quedó tu legado, /
Salvo que lo hayas llevado / Al cielo, a obtener más rédito.
En un mundo adolecido,
Es muy débil la memoria,
En vida, te da la gloria
Y después, todo perdido.
Con ánimo compungido / Hoy, tu recuerdo aquí aflora, /
Y aunque Trillo no te llora / Nunca estarás en mi olvido.
Bienvenido
sea, pues, este primer libro de Juan Jesús Batanero, que tantas huellas deja en
él de su amor hacia Trillo, el pueblo que vio nacer, y hacia todos esos pueblos
donde ejerció su magisterio e enhorabuena también al Ayuntamiento de Trillo
que, con sus publicaciones, colabora tan eficazmente al desarrollo cultural de
sus habitantes y mantiene viva la llama de su Historia.
José Ramón López de los Mozos
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