sábado, 7 de noviembre de 2015

Estudios sobre Brihuega

XIV Jornadas de Estudios Briocenses. Brihuega. Sábado, 9 de agosto de 2014, Brihuega, Gentes de Brihuega, 2014, 24 pp. Separata de Gentes de Brihuega nº. 20 (Brihuega, Agosto 2015).

Como viene siendo tradicional en los veranos briocenses, una vez más se han celebrado las Jornadas de Estudios Briocenses, que el pasado año 2014 cumplieron su XIV edición y que, como es norma acostumbrada, la Asociación Cultural Gentes de Brihuega, organizadora del evento, publica como “separata” o encarte en el número correspondiente al verano de su revista Gentes de Brihuega, en este caso su número 20, de Agosto de 2015.

Se trata de una sencilla pero digna publicación que contiene media docena de trabajos, la mayor parte muy breves.

El primero de ellos se debe a la autoría de Carlos Baltés y lleva por título “El Cementerio Romántico de la Peña Bermeja de Brihuega. Una visión virtual” (páginas 3-8), que comienza con una introducción al tema, por una parte definiendo lo que es un cementerio, o sea, “el lugar donde se depositan los restos mortales de los que han fallecido”, pero la ubicación y la configuración de dichos lugares ha ido cambiando con el paso de los tiempos, dependiendo de la visión escatológica de cada momento. Así, por ejemplo, para el Cristianismo partió de las catacumbas y subterráneos y pasó al interior y al exterior de los templos, hasta que, a partir de finales del siglo XVIII y siguiente los cementerios se impusieron como lugares de enterramiento colectivos, dando lugar a las gigantescas actuales necrópolis, situadas junto a las ciudades de los vivos o englobadas en ellas.

Hoy perviven los cementerios “tradicionales” junto a la incineración, que permite conservar los restos en pequeñas ánforas (incluso en la propia casa), depositarlas en las sepulturas de los cementerios clásicos o devolverlas a la naturaleza a través del aire o el agua. En medio de este panorama surgen los cementerios que contienen alguna originalidad que los distingue del resto: por su emplazamiento, la grandiosidad de sus enterramientos -en algunos casos verdaderas obras de arte-, o la calidad de los allí enterrados, que definen estos lugares.

Suelen ser cementerios de grandes dimensiones, con monumentales mausoleos que dicen mucho de la riqueza en la vida y en la muerte; cementerios como los de Père Lachaise (París), La Recoleta (Buenos Aires), la Sacramental de San Isidro (Madrid), y el Cementerio Marino (Sète), entre otros.

Pero también existe otro tipo de cementerios, “los Románticos”, caracterizados por su originalidad y singular emplazamiento, que contribuyen a crear una atmósfera de “suave melancolía” y un elevado grado de plasticidad, “espacios que ayudan a la contemplación, la meditación y el sereno reposo (…), pequeños paraísos para los muertos que se convierten también en paraísos para los vivos que los visitan”.

Dentro de éste último tipo podemos encuadrar el cementerio de Brihuega, puesto que conserva algo de lo dicho anteriormente: una maravillosa vista de la vega del Tajuña y un asentamiento privilegiado sobre diferentes estancias y patios del castillo de la Peña Bermeja, lamiendo los muros de la iglesia de Santa María de la Peña -palacio, iglesia y panteón- que lo hacen lugar de sosiego permanente de quienes allí descansan, pero también espacio apacible para quienes lo pasean sin premura.

Cementerio que data de 1834, pero que tras la Desamortización de Mendizábal pasa a ser municipal, inaugurándose oficialmente como tal en 1838. Desde entonces acoge a los difuntos briocenses; primero en el cementerio de arriba y después en el de abajo.

Posteriormente viene la propuesta del autor para lograr que el cementerio que comentamos sea verdaderamente romántico, que no consideramos excesivamente onerosa.

Amador Ayuso Cuevas escribe acerca de las “Bodegas alcarreñas. Tipologías, usos y rehabilitación” (páginas 9-13), puesto que actualmente son la mejor expresión de una economía basada fundamentalmente en la vitivinicultura, para lo que era necesario un en espacio adecuado, es decir, que conservase una humedad y una temperatura adecuadas para la obtención de un buen producto. El principio ese espacio debieron ser cuevas naturales, en las que la humedad era elevada y la temperatura constante; después se copiarían las cuevas, haciéndolas artificiales, de donde surgen dos tipos diferentes: las que se encuentran debajo de la vivienda, en el casco urbano, y los “barrios de bodegas” en el exterior del pueblo, aunque generalmente conviven las dos tipologías juntas, que además participan de algunos elementos comunes como son las galerías de 1,80-2,20 de altura, la antesala -jaraiz o pila-, canales y recipientes para recoger el mosto -tinillos-, agujero para entrar la uva -piquera- y, por supuesto, tinajas de fermentación y almacenaje, que se suelen distribuir alrededor de la entrada a lo largo de los pasillos o “cañas”, en nichos u hornacinas. A las bodegas “urbanas” solía accederse desde el portal de la casa o bien por una entrada cercana a las cuadras y su distribución interna era más aleatoria, mientras que las de las afueras se solían agrupar en conjuntos cortos, de 2 ó 3, que comparten algunos espacios. Suelen ser alargadas y terminan en una sala final donde se conserva la mayoría de las tinajas. La portada suele ser de piedra formando un arco. Los mejores ejemplos pueden verse en Ruguilla, Castilmimbre, Albalate de las Nogueras, etcétera.

En Brihuega suelen ser suburbanas, dentro de casas y corrales y pueden agruparse en dos tipos de acuerdo a su traza y material excavado. Las de “fondo de valle”, talladas en roca tobiza blanda, son conocidas como “cuevas árabes”, están expuestas a inundaciones, y las abiertas en ladera aprovechan una franja de roca caliza -como las situadas bajo la muralla-. La mayoría son privadas, aunque en muchas ocasiones se comunican entre sí, formando un auténtico laberinto. Los “caños” se separan mediante puertas ventiladas de madera o forja y las tinajas suelen llevar marcas correspondientes al taller alfarero, al propietario o a los dos). El autor ofrece algunos datos acerca de las bodegas de Horche, del barrio bodeguero de Ruguilla y de las cuevas árabes de Brihuega que, aparte de su uso normal, también se emplearon como medio de comunicación y huida en caso de necesidad (según se enlazasen o no bajo los pueblos), lugar de reunión en verano e invierno, además de local de reunión de las “peñas” durante las fiestas. Un último apartado trata de su rehabilitación y concluye “que las bodegas son un patrimonio popular a conservar por su belleza constructiva, valores bioclimáticos y respeto a aquellos que a golpe de piqueta y candil sacaron pacientemente cubos y cubos de material”.
“La Diplomática Arriacense II: un manuscrito recuperado de Antonio Pareja Serrada”, escrito por Antonio Caballero García, constituye la tercera comunicación a estas XIV Jornadas. Un trabajo que se ha dividido en tres partes; la primera de ellas consiste en unas breves notas biográficas de Pareja Serrada, siguiendo a Pedro José Pradillo y Esteban -coautor, junto a Caballero García, de la edición digitalizada de la Diplomática II-; la segunda, alude a la empresa editorial de Pareja Serrada, que a pesar de su edad y de los medios económicos de que disponía, quiso recopilar una gran colección de documentos con los que poder llevar a cabo publicaciones diversas sobre cada municipio de la provincia, o, por lo menos, de los más importantes, para lo que recorrió numerosas archivos y bibliotecas, de modo que en 1921 -ó 1923 según el colofón- publicó su Diplomática Alcarreña I, y que, según se desprende de su introducción (“Al que leyere”), debía constar de dos volúmenes: este primero, dedicado a los siglos XI a XIII y el segundo, a los siguientes, pero su muerte truncó la empresa. El tercer apartado es el que se centra en la Diplomática Arriacense II o Códice II. Sabemos que en 1935, Luis Cordavias, gran amigo de Pareja Serrada, corrigió unas pruebas de imprenta que se encontraban en los talleres tipográficos de la Diputación Provincial, de los que actualmente se ignora su paradero.

El año 2006, con el fin de conmemorar los 75 años de la creación del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, se montó la exposición Entre Papeles con el fin de exponer y dar a conocer los documentos más significativos que dicho Archivo conserva entre sus fondos, así como sobre la historia y la evolución del propio Archivo. Para ello fue necesario efectuar unos trabajos previos de localización y selección de los documentos a exponer, entre los que aparecieron unos “manuscritos enlegajados compuestos por una serie de cuadernillos cosidos de tamaño cuartilla, cuyo contenido mostraba claramente que se trataba de la transcripción de una serie de documentos” y que, una vez ordenados, correspondían a los siglos XV a XVIII, precedidos de un índice. Cada cuadernillo iba seguido de un comentario general acerca de los principales acontecimientos de cada siglo, así como lo que podrían ser unas notas al texto en el momento de su edición, lo que condujo a los investigadores Caballero-Pradillo a pensar que quizá se tratase de aquella segunda parte inédita de la Diplomática Arriacense de Pareja Serrada. Otra conclusión fue que en las notas no se encuentran los documentos correspondientes al siglo XIV, que en cualquier momento se podrían localizar a través de un seguimiento de los mismos archivos que visitó Pareja para sacar los documentos de la Diplomática I.

Finalmente añadir que la edición digital de la Diplomática II consta de los prólogos de Manuel Martín Galán y Riansares Serrano Morales; una semblanza biográfica de Pareja Serrada; la historia del manuscrito recuperado y de una serie de índices: onomástico, toponímico y de materias, además del corpus documental de mano del propio Pareja.

El resto de comunicaciones se dedican a la figura del periodista Manu Leguineche, de modo que la cuarta, “Manu Leguineche. In Memoriam” (páginas 19-20), cuyo autor es Avelino González de la Vega, viene a ser, como las que restan, un homenaje a su obra y a su persona que, “en estos momentos puede resultar fácil, porque vamos a hablar de un amigo, periodista, escritor y trotamundos indómito; y sin embargo, es muy difícil, porque con su reciente partida hacia un viaje sin retorno, y del cual no tendremos su crónica, … sí, según se mire, se funden demasiados sentimientos y emociones difíciles de controlar”, al tiempo que un resumen de las demás.

Primeramente se proyectaron unas imágenes de Manu, contenidas en el reportaje realizado por la Diputación titulado Guadalajara tiene quien le escriba.

González de la Vega siguió con su comunicación, agradeciéndole el prólogo de un libro suyo, que Manu realizó con todo el cariño, y glosando los cargos más importantes y destacados que ocupó en vida y de los que todavía no ha sido desbancado: Jefe de la Tribu (de enviados especiales y corresponsales de prensa en zonas de conflicto) y Presidente del Club de los Faltos de Cariño, además de autor de más de cuarenta libros, escritos entre 1960 y 2007, en los que, como género propio, mezclaba la narración de viajes, el periodismo, la investigación y la historia, excepto, claro, en los libros de viajes, a los que tan aficionado era, amén de dedicar otros escritos más a sus dos pasiones: el mus y el Atletic de Bilbao, aunque un importante apartado de su obra lo dedicase al ensayo a través de dos obras clave: La felicidad de la tierra, en la que ofrece una imagen fiel del paisaje y del paisanaje de la Alcarria y El club de los faltos de cariño, libro aparentemente paradójico… El caso es que García de la Vega se pregunta ¿por qué queremos tanto a Manu? Y se contesta: porque nos hacía más felices.

La quinta comunicación, de Sara Ballesteros, se titula simplemente “Manu…” (página 21) y en ella, a modo de carta intimista, la autora parece que habla con el periodista y recuerda viejos momentos, lecciones aprendidas de periodismo y de cariño, cuando llamaba a la puerta de su casa y te la abría de corazón para hablar ¡simplemente! de esto y de aquello, o cuando con 18 años te dijo que en su agencia Fax Press servirías, aunque fuese para llevar un café. Manu quería que aprendieses y lo primero que se necesita para ser periodista es oler la noticia, convivir. Aquella fue tu escuela, aunque estuvieras en segundo de carrera, además de su amistad y su apoyo y su hemeroteca personal…

Finaliza este cuaderno de actas con la sexta comunicación, debida a Manuel Millán: “Médico y sin embargo amigo” (página 22), que podríamos resumir en la frase que inicia el trabajo: “¡Fueron 25 años de amistad a pesar de su médico!”. Nació la amistad en Cañizar, cuando el autor de la comunicación había cesado como médico, a la espera de una jornada de homenaje y reconocimiento a la que también estaba invitado Manu, que esperaba encontrarse con un médico anciano. Curiosamente los últimos diez años de la vida de Manu coincidieron con  el traslado del autor a Brihuega, a partir donde el amigo se convirtió también en médico. Una relación que siempre fue más fluida frente a un aperitivo y un vaso de vino, que con un maletín en la mano. Un hombre -Manu- que siempre manifestó cariño hacia las personas y las cosas sencillas de la vida, precursor, como añade Manuel Millán, de la teoría del “Decrecimiento”.

Animamos desde estas páginas a la Asociación Cultural Gentes de Brihuega y al Ayuntamiento de la Villa a que Jornadas como la que acabamos de comentar se sigan manteniendo vivas a lo largo del tiempo, sin que las olvide la desidia, el dinero o la política poco emprendedora y comprensiva.


  

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