XIV Jornadas de Estudios
Briocenses. Brihuega. Sábado, 9 de agosto de 2014, Brihuega, Gentes de Brihuega, 2014, 24 pp.
Separata de Gentes de Brihuega nº. 20
(Brihuega, Agosto 2015).
Como viene siendo tradicional en los veranos briocenses, una vez
más se han celebrado las Jornadas de Estudios Briocenses, que el pasado año 2014
cumplieron su XIV edición y que, como es norma acostumbrada, la Asociación Cultural
Gentes de Brihuega, organizadora del evento, publica como “separata” o encarte
en el número correspondiente al verano de su revista Gentes de Brihuega, en este caso su número 20, de Agosto de 2015.
Se trata de una sencilla pero digna publicación que contiene media
docena de trabajos, la mayor parte muy breves.
El primero de ellos se debe a la autoría de Carlos Baltés y lleva
por título “El Cementerio Romántico de la Peña Bermeja de Brihuega. Una visión
virtual” (páginas 3-8), que comienza con una introducción al tema, por una
parte definiendo lo que es un cementerio, o sea, “el lugar donde se depositan
los restos mortales de los que han fallecido”, pero la ubicación y la
configuración de dichos lugares ha ido cambiando con el paso de los tiempos,
dependiendo de la visión escatológica de cada momento. Así, por ejemplo, para el
Cristianismo partió de las catacumbas y subterráneos y pasó al interior y al
exterior de los templos, hasta que, a partir de finales del siglo XVIII y
siguiente los cementerios se impusieron como lugares de enterramiento
colectivos, dando lugar a las gigantescas actuales necrópolis, situadas junto a
las ciudades de los vivos o englobadas en ellas.
Hoy perviven los cementerios “tradicionales” junto a la
incineración, que permite conservar los restos en pequeñas ánforas (incluso en
la propia casa), depositarlas en las sepulturas de los cementerios clásicos o
devolverlas a la naturaleza a través del aire o el agua. En medio de este
panorama surgen los cementerios que contienen alguna originalidad que los
distingue del resto: por su emplazamiento, la grandiosidad de sus
enterramientos -en algunos casos verdaderas obras de arte-, o la calidad de los
allí enterrados, que definen estos lugares.
Suelen ser cementerios de grandes dimensiones, con monumentales
mausoleos que dicen mucho de la riqueza en la vida y en la muerte; cementerios
como los de Père Lachaise (París), La Recoleta (Buenos Aires), la Sacramental
de San Isidro (Madrid), y el Cementerio Marino (Sète), entre otros.
Pero también existe otro tipo de cementerios, “los Románticos”,
caracterizados por su originalidad y singular emplazamiento, que contribuyen a
crear una atmósfera de “suave melancolía” y un elevado grado de plasticidad,
“espacios que ayudan a la contemplación, la meditación y el sereno reposo (…),
pequeños paraísos para los muertos que se convierten también en paraísos para
los vivos que los visitan”.
Dentro de éste último tipo podemos encuadrar el cementerio de
Brihuega, puesto que conserva algo de lo dicho anteriormente: una maravillosa
vista de la vega del Tajuña y un asentamiento privilegiado sobre diferentes
estancias y patios del castillo de la Peña Bermeja, lamiendo los muros de la
iglesia de Santa María de la Peña -palacio, iglesia y panteón- que lo hacen
lugar de sosiego permanente de quienes allí descansan, pero también espacio apacible
para quienes lo pasean sin premura.
Cementerio que data de 1834, pero que tras la Desamortización de
Mendizábal pasa a ser municipal, inaugurándose oficialmente como tal en 1838.
Desde entonces acoge a los difuntos briocenses; primero en el cementerio de
arriba y después en el de abajo.
Posteriormente viene la propuesta del autor para lograr que el
cementerio que comentamos sea verdaderamente romántico, que no consideramos
excesivamente onerosa.
Amador Ayuso Cuevas escribe acerca de las “Bodegas alcarreñas.
Tipologías, usos y rehabilitación” (páginas 9-13), puesto que actualmente son
la mejor expresión de una economía basada fundamentalmente en la
vitivinicultura, para lo que era necesario un en espacio adecuado, es decir,
que conservase una humedad y una temperatura adecuadas para la obtención de un
buen producto. El principio ese espacio debieron ser cuevas naturales, en las
que la humedad era elevada y la temperatura constante; después se copiarían las
cuevas, haciéndolas artificiales, de donde surgen dos tipos diferentes: las que
se encuentran debajo de la vivienda, en el casco urbano, y los “barrios de
bodegas” en el exterior del pueblo, aunque generalmente conviven las dos
tipologías juntas, que además participan de algunos elementos comunes como son
las galerías de 1,80-2,20 de altura, la antesala -jaraiz o pila-, canales y
recipientes para recoger el mosto -tinillos-,
agujero para entrar la uva -piquera-
y, por supuesto, tinajas de fermentación y almacenaje, que se suelen distribuir
alrededor de la entrada a lo largo de los pasillos o “cañas”, en nichos u hornacinas. A las bodegas “urbanas” solía
accederse desde el portal de la casa o bien por una entrada cercana a las
cuadras y su distribución interna era más aleatoria, mientras que las de las
afueras se solían agrupar en conjuntos cortos, de 2 ó 3, que comparten algunos
espacios. Suelen ser alargadas y terminan en una sala final donde se conserva
la mayoría de las tinajas. La portada suele ser de piedra formando un arco. Los
mejores ejemplos pueden verse en Ruguilla, Castilmimbre, Albalate de las
Nogueras, etcétera.
En Brihuega suelen ser suburbanas, dentro de casas y corrales y
pueden agruparse en dos tipos de acuerdo a su traza y material excavado. Las de
“fondo de valle”, talladas en roca tobiza blanda, son conocidas como “cuevas
árabes”, están expuestas a inundaciones, y las abiertas en ladera aprovechan
una franja de roca caliza -como las situadas bajo la muralla-. La mayoría son
privadas, aunque en muchas ocasiones se comunican entre sí, formando un
auténtico laberinto. Los “caños” se
separan mediante puertas ventiladas de madera o forja y las tinajas suelen
llevar marcas correspondientes al taller alfarero, al propietario o a los dos).
El autor ofrece algunos datos acerca de las bodegas de Horche, del barrio
bodeguero de Ruguilla y de las cuevas árabes de Brihuega que, aparte de su uso
normal, también se emplearon como medio de comunicación y huida en caso de
necesidad (según se enlazasen o no bajo los pueblos), lugar de reunión en
verano e invierno, además de local de reunión de las “peñas” durante las
fiestas. Un último apartado trata de su rehabilitación y concluye “que las
bodegas son un patrimonio popular a conservar por su belleza constructiva,
valores bioclimáticos y respeto a aquellos que a golpe de piqueta y candil
sacaron pacientemente cubos y cubos de material”.
“La Diplomática Arriacense
II: un manuscrito recuperado de Antonio Pareja Serrada”, escrito por
Antonio Caballero García, constituye la tercera comunicación a estas XIV
Jornadas. Un trabajo que se ha dividido en tres partes; la primera de ellas
consiste en unas breves notas biográficas de Pareja Serrada, siguiendo a Pedro
José Pradillo y Esteban -coautor, junto a Caballero García, de la edición
digitalizada de la Diplomática II-;
la segunda, alude a la empresa editorial de Pareja Serrada, que a pesar de su
edad y de los medios económicos de que disponía, quiso recopilar una gran
colección de documentos con los que poder llevar a cabo publicaciones diversas
sobre cada municipio de la provincia, o, por lo menos, de los más importantes,
para lo que recorrió numerosas archivos y bibliotecas, de modo que en 1921 -ó
1923 según el colofón- publicó su Diplomática
Alcarreña I, y que, según se desprende de su introducción (“Al que leyere”), debía constar de dos
volúmenes: este primero, dedicado a los siglos XI a XIII y el segundo, a los
siguientes, pero su muerte truncó la empresa. El tercer apartado es el que se
centra en la Diplomática Arriacense II o
Códice II. Sabemos que en 1935, Luis
Cordavias, gran amigo de Pareja Serrada, corrigió unas pruebas de imprenta que
se encontraban en los talleres tipográficos de la Diputación Provincial, de los
que actualmente se ignora su paradero.
El año 2006, con el fin de conmemorar los 75 años de la creación
del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, se montó la exposición Entre Papeles con el fin de exponer y
dar a conocer los documentos más significativos que dicho Archivo conserva entre
sus fondos, así como sobre la historia y la evolución del propio Archivo. Para
ello fue necesario efectuar unos trabajos previos de localización y selección
de los documentos a exponer, entre los que aparecieron unos “manuscritos
enlegajados compuestos por una serie de cuadernillos cosidos de tamaño
cuartilla, cuyo contenido mostraba claramente que se trataba de la
transcripción de una serie de documentos” y que, una vez ordenados,
correspondían a los siglos XV a XVIII, precedidos de un índice. Cada
cuadernillo iba seguido de un comentario general acerca de los principales
acontecimientos de cada siglo, así como lo que podrían ser unas notas al texto
en el momento de su edición, lo que condujo a los investigadores
Caballero-Pradillo a pensar que quizá se tratase de aquella segunda parte
inédita de la Diplomática Arriacense
de Pareja Serrada. Otra conclusión fue que en las notas no se encuentran los
documentos correspondientes al siglo XIV, que en cualquier momento se podrían
localizar a través de un seguimiento de los mismos archivos que visitó Pareja
para sacar los documentos de la Diplomática
I.
Finalmente añadir que la edición digital de la Diplomática II consta de los prólogos de
Manuel Martín Galán y Riansares Serrano Morales; una semblanza biográfica de
Pareja Serrada; la historia del manuscrito recuperado y de una serie de índices:
onomástico, toponímico y de materias, además del corpus documental de mano del
propio Pareja.
El resto de comunicaciones se dedican a la figura del periodista
Manu Leguineche, de modo que la cuarta, “Manu Leguineche. In Memoriam” (páginas
19-20), cuyo autor es Avelino González de la Vega, viene a ser, como las que
restan, un homenaje a su obra y a su persona que, “en estos momentos puede
resultar fácil, porque vamos a hablar de un amigo, periodista, escritor y
trotamundos indómito; y sin embargo, es muy difícil, porque con su reciente
partida hacia un viaje sin retorno, y del cual no tendremos su crónica, … sí,
según se mire, se funden demasiados sentimientos y emociones difíciles de
controlar”, al tiempo que un resumen de las demás.
Primeramente se proyectaron unas imágenes de Manu, contenidas en
el reportaje realizado por la Diputación titulado Guadalajara tiene quien le escriba.
González de la Vega siguió con su comunicación, agradeciéndole el
prólogo de un libro suyo, que Manu realizó con todo el cariño, y glosando los
cargos más importantes y destacados que ocupó en vida y de los que todavía no
ha sido desbancado: Jefe de la Tribu (de enviados especiales y corresponsales
de prensa en zonas de conflicto) y Presidente del Club de los Faltos de Cariño,
además de autor de más de cuarenta libros, escritos entre 1960 y 2007, en los
que, como género propio, mezclaba la narración de viajes, el periodismo, la
investigación y la historia, excepto, claro, en los libros de viajes, a los que
tan aficionado era, amén de dedicar otros escritos más a sus dos pasiones: el
mus y el Atletic de Bilbao, aunque un importante apartado de su obra lo
dedicase al ensayo a través de dos obras clave: La felicidad de la tierra, en la que ofrece una imagen fiel del
paisaje y del paisanaje de la Alcarria y El
club de los faltos de cariño, libro aparentemente paradójico… El caso es
que García de la Vega se pregunta ¿por qué queremos tanto a Manu? Y se
contesta: porque nos hacía más felices.
La quinta comunicación, de Sara Ballesteros, se titula simplemente
“Manu…” (página 21) y en ella, a modo de carta intimista, la autora parece que
habla con el periodista y recuerda viejos momentos, lecciones aprendidas de
periodismo y de cariño, cuando llamaba a la puerta de su casa y te la abría de
corazón para hablar ¡simplemente! de esto y de aquello, o cuando con 18 años te
dijo que en su agencia Fax Press servirías, aunque fuese para llevar un café.
Manu quería que aprendieses y lo primero que se necesita para ser periodista es
oler la noticia, convivir. Aquella fue tu escuela, aunque estuvieras en segundo
de carrera, además de su amistad y su apoyo y su hemeroteca personal…
Finaliza este cuaderno de actas con la sexta comunicación, debida
a Manuel Millán: “Médico y sin embargo amigo” (página 22), que podríamos
resumir en la frase que inicia el trabajo: “¡Fueron 25 años de amistad a pesar
de su médico!”. Nació la amistad en Cañizar, cuando el autor de la comunicación
había cesado como médico, a la espera de una jornada de homenaje y
reconocimiento a la que también estaba invitado Manu, que esperaba encontrarse
con un médico anciano. Curiosamente los últimos diez años de la vida de Manu
coincidieron con el traslado del autor a
Brihuega, a partir donde el amigo se convirtió también en médico. Una relación
que siempre fue más fluida frente a un aperitivo y un vaso de vino, que con un
maletín en la mano. Un hombre -Manu- que siempre manifestó cariño hacia las
personas y las cosas sencillas de la vida, precursor, como añade Manuel Millán,
de la teoría del “Decrecimiento”.
Animamos desde estas páginas a la Asociación Cultural Gentes de
Brihuega y al Ayuntamiento de la Villa a que Jornadas como la que acabamos de
comentar se sigan manteniendo vivas a lo largo del tiempo, sin que las olvide
la desidia, el dinero o la política poco emprendedora y comprensiva.
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