sábado, 31 de octubre de 2015

Valdenazar: un bosque cercano

MANGAS MORALES, Roberto y CHILOECHES FERNÁNDEZ, Pablo, Guía natural del bosque de Valdenazar, Guadalajara, Ayuntamiento de Yebes, 2014, 63 pp.

Aparte del “Prólogo” -“Valdenazar, un capricho de la naturaleza”-, firmado por Joaquín Ormazabal, alcalde de Yebes en el año de la edición del lbro, son tres los capítulos que componen esta breve pero interesante guía: “El bosque de Valdenazar y su entorno”, “Árboles, arbustos y plantas” y “La fauna”, además de una serie de “Anexos”, consistente en los índices de especies vegetales y de vertebrados, las buenas prácticas que deben seguirse en la visita al bosque y cómo llegar a él, una escueta bibliografía y unas notas acerca de los autores de los textos y las fotografías (todas realizadas a color y de una gran belleza, aunque tal vez un tanto pequeñas, dado el tamaño del libro).

Y es que es cierto, Valdenazar, con sus 43 hectáreas, es un auténtico capricho de la naturaleza, un regalo para los sentidos, escasamente conocido por las gentes de Guadalajara, a pesar de quedar a tan corta distancia de la capital, pero  también para las de gentes que pueblan Yebes y Valdeluz.

Se trata de una frondosa extensión cubierta de quejigos y encinas, muchas de ellas centenarias que el Ayuntamiento de Yebes, en un gesto de generosidad, ha confiado a quienes todavía son capaces de percibir el sentido trascendental de la vida en ese remanso de paz que es Valdenazar, donde es posible escuchar el indómito silencio en la espesura y a la vez sus sones desconocidos. Algo que viene a recordarle a quien esto escribe la antigua leyenda de San Virila, aquel monje o abad que saliendo una mañana a orar, se detuvo para escuchar el canto de un pájaro y cuando volvió al convento nadie lo conocía puesto que habían pasado muchos años…

Y es que la naturaleza pura nos conduce a lo divino y el tiempo parece no transcurrir.

Valdenazar es uno de los montes mejor conservados de la provincia de Guadalajara gracias a que ha llegado hasta la actualidad sano y salvo, conservando su primitiva morfología impoluta, gracias a ser preservado de la acción antrópica, a veces tan nefasta incluso para con sus propios bienes. Un bosque mediterráneo, con vegetación xerófila que aguanta los calores del verano y los fríos invernales y que, en su interior, se convierte en uno de esos bosques-galería de chopos y sotos de ribera que allí crecen gracias al vivificante riachuelo que nace a escasos metros y los atraviesa.

Esta guía es, por lo tanto, una especie de vademécum, una compilación de las especies vegetales y animales, cuya mayor parte -la vegetal- se va descubriendo por el propio visitante a lo largo del itinerario a seguir, conforme se anda el camino que lo circunda su perímetro -de algo más de dos kilómetros-.

El mundo animal es más difícil de localizar y para ello se debe andar a la expectativa, sabiendo que están ahí, por lo que basta con respetar su hábitat para que hagan su aparición cuando menos se puede imaginar. Este es  quizás el rasgo distintivo del excepcional ecosistema conservado, que producirá en el visitante multitud de sensaciones muy distintas entre sí, siempre que se deje llevar por la propia naturaleza del lugar.

Si nos damos cuenta veremos que, aparte de tratarse de un lugar de ocio y esparcimiento, el bosque de Valdenazar viene a ser una especie de aula de la naturaleza al aire libre y en estado puro, donde los escolares pueden poner en práctica los conocimientos previamente adquiridos, para lo que cuenta con una serie de paneles explicativos de las especies más representativas de la flora y la fauna que allí habita, además de contemplar en directo una actividad económica hace años extinguida: el carboneo, que tanto auge llegó a tener en los montes de la provincia de Guadalajara. Una forma de dar a conocer a las generaciones venideras aspectos vitales, etnográficos como en este caso, y manifestaciones desaparecidas que llevaron a cabo los habitantes de tantos y tantos pueblos para contribuir un poco más al desarrollo de la sociedad del momento.

El capítulo primero -“El bosque de Valdenazar y su entorno- comienza con un plano a  escala 1:1.500, o ruta interpretativa, donde constan los recorridos fundamentales: el trazado principal y la senda de la fuente, en el que igualmente figuran marcados el arroyo de Valdarachas, el aparcamiento, los puntos de interés, las encinas centenarias, las flechas que señalan la dirección y la Fuente del Valle de Alcohete, con total sencillez, lo que contribuye a la mejor comprensión del espacio natural y del propio mapa por los más pequeños.

Una vez visto el mapa, la guía continúa con una explicación sobre “Yebes, un territorio con varios millones de años”, que da comienzo con una interesante serie de datos acerca de la altura, clima, etcétera, sobre el término municipal de Yebes, indicando que el bosque de Valdenazar se encuentra hacia el sur y en las proximidades al término de Guadalajara. En cuanto a la geología se sabe que gran parte de su terreno arranca del Plioceno, en el Terciario (hace unos 5 millones de años), por lo que predominan las calizas con intercalaciones dentríticas, aunque también haya un área que corresponde al Cuaternario (unos 2,5 millones de años); son los terrenos situados en la vega del arroyo del Val,  donde se dan litografías aluviales: gravas, arenas y limos y donde el nivel freático es casi superficial.

Y después, un apartado más que lleva por título “De Alcohete al espacio exterior”, que habla del topónimo Yebes como “marca” conocida a nivel nacional y aún internacional, puesto que en el paraje conocido como Alcohete nos encontramos, por un lado, con el conocido Sanatorio Psiquiátrico de titularidad pública, construido en 1929 para enfermos de tuberculosis; por otro, con la estación de Yebes-Valdeluz que da servicio a la línea de Alta Velocidad Europea (AVE), Madrid-Zaragoza-Barcelona y, finalmente, porque se trata de un municipio mundialmente conocido por albergar el Centro Astronómico de Yebes (CAY), cuyas instalaciones están consideradas como las de mayor importancia del Observatorio Astronómico Nacional de España.

Mediante el capítulo segundo -“Árboles, arbustos y plantas”- y, a través del apartado “Valdenazar: un bosque, dos hábitats”, podemos informarnos de la amplia variedad de especies vegetales existente, desde encinas y grandes arbustos hasta diminutas yerbas, plantas aromáticas y florecillas de temporada, cuyo estado de conservación biocenósico es “Casi Natural” o de “Naturalidad muy alta”.
Cuenta con dos hábitats íntimamente unidos pero claramente diferenciados: el quejigar y la vegetación mediterránea que lo acompaña, aunque adaptada a un clima más seco, y el entorno del arroyo Valdarachas, que lo recorre, por lo que es más húmedo y templado, consistente en especies de ribera (juncos churreros, zarzas e, incluso, álamos negros). Diversidad que convierte al paraje en una pequeña reserva botánica, de entre cuyas especies sobresalen las más representativas, como son el ya citado Álamo negro (Populus nigra), la Aliaga (Genista hirsuta), la Ancusa (Anchusa azurea), el Cantueso (Lavandula stoechas), el Cardo mariano (Sylibum marianum), la Centáurea áspera (Centaurea aspera), el Diente de león (Taraxacum dens leonis), la Encina (Quercus ilex), el Enebro (Juniperus communis) y la Espadaña (Typha latifolia), el Esparto (Macrochioia tenacissima / Stipa tenacissima), el Espino albar (Crataegus monogyna), el Gordolobo (Verbascum pulverulentum), la Gualda (Reseda luteola), la Hiedra (Hedera hélix), la Hierba de San Roberto (Geranium robertianum), la Higueruela o trébol hediondo (Psoralea bituminosa), y un largo etcétera.

Del mismo modo, el capítulo tercero -“La fauna”- tiene tanto interés como los anteriores. “Un refugio perfecto para la fauna” sirve de entrada al tema, en el que se considera que Valdenazar constituye un auténtico pulmón dentro de una comarca muy alterada por la acción antrópica (del hombre): urbanizaciones, ferrocarril de Alta Velocidad, espacios deportivos, roturación agrícola del campo… por lo que se ha convertido en un verdadero oasis que multitud de especies de vertebrados de todo tipo lo utilizan como refugio, cazadero, lugar de reproducción o, simplemente como descansadero en sus migraciones anuales, a lo que, sin duda, contribuye también el arroyo de Valdarachas y la espesa vegetación que lo rodea, que es el hábitat natural de numerosas especies de mamíferos, reptiles y anfibios.

Además existe una “presilla” natural en el cauce del arroyo antes citado, entre juncos, zarzamoras y espadañas que, bien regulada, en un futuro próximo podría convertir este arroyuelo en un refugio de primer nivel para muchos vertebrados en peligro de extinción, permitiendo, al tiempo, la reproducción natural de otras especies como los gallipatos y los tritones, así como de distintos tipos de peces autóctonos habituales en ríos cercanos como el Henares y el Tajuña.

A continuación se deja constancia detallada de las especies más comunes que actualmente se pueden encontrar en el bosque de Valdenazar: Anfibios (Rana común, Sapillo pintojo meridional, Sapo común y Sapo corredor); Reptiles (Culebra bastarda, Culebra de escalera, Culebra lisa meridional, Lagartija cenicienta, Lagartija colilarga, Lagartija colirroja, Lagartija ibérica y Salamanquesa común); Mamíferos (Ardilla, Comadreja, Conejo común, Corzo, Erizo común, Gato montés, Jabalí, Murciélago orejudo gris, Musaraña gris, Ratón de campo y Zorro), y Aves (Águila culebrera, Alcotán, Autillo, Búho chico, Busardo ratonero, Cárabo, Carbonero común, Chochín, Cogujada común, Curruca capirotada, Curruca mosquitera, Estornino negro, Gavilán común, y muchos más).
Hay que valorar, además, el hecho de que tanto de los vegetales como de los animales que se mencionan en las relaciones precedentes, se ofrece una especie de ficha con sus cualidades y propiedades más importantes, así como una fotografía en color, que posteriormente ayudará al interesado para su mejor reconocimiento en una posible labor de campo.

Finaliza la guía con los “Anexos” arriba indicados.

Una guía, desde nuestro punto de vista, de gran valor formativo e informativo, por cuantos datos ofrece de un bosque -tan importante como desconocido y al alcance de la mano-, como es el de Valdenazar, en Yebes. Una guía muy sencilla pero precisa, a la que no le falta nada, pero tampoco le sobra. Enhorabuena al Ayuntamiento de Yebes que con publicaciones de este tipo y calidad, no solo material, sino intelectual, tanto contribuye al más amplio conocimiento de facetas hasta ahora poco conocidas, que de este modo entran en valor.

José Ramón López de los Mozos

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