MANGAS MORALES, Roberto y CHILOECHES FERNÁNDEZ, Pablo, Guía
natural del bosque de Valdenazar, Guadalajara, Ayuntamiento de Yebes, 2014, 63
pp.
Aparte del “Prólogo” -“Valdenazar, un capricho de la naturaleza”-,
firmado por Joaquín Ormazabal, alcalde de Yebes en el año de la edición del
lbro, son tres los capítulos que componen esta breve pero interesante guía: “El
bosque de Valdenazar y su entorno”, “Árboles, arbustos y plantas” y “La fauna”,
además de una serie de “Anexos”, consistente en los índices de especies
vegetales y de vertebrados, las buenas prácticas que deben seguirse en la
visita al bosque y cómo llegar a él, una escueta bibliografía y unas notas
acerca de los autores de los textos y las fotografías (todas realizadas a color
y de una gran belleza, aunque tal vez un tanto pequeñas, dado el tamaño del
libro).
Y es que es cierto, Valdenazar, con sus 43 hectáreas, es un
auténtico capricho de la naturaleza, un regalo para los sentidos, escasamente
conocido por las gentes de Guadalajara, a pesar de quedar a tan corta distancia
de la capital, pero también para las de
gentes que pueblan Yebes y Valdeluz.
Se trata de una frondosa extensión cubierta de quejigos y encinas,
muchas de ellas centenarias que el Ayuntamiento de Yebes, en un gesto de
generosidad, ha confiado a quienes todavía son capaces de percibir el sentido
trascendental de la vida en ese remanso de paz que es Valdenazar, donde es
posible escuchar el indómito silencio en la espesura y a la vez sus sones
desconocidos. Algo que viene a recordarle a quien esto escribe la antigua
leyenda de San Virila, aquel monje o abad que saliendo una mañana a orar, se
detuvo para escuchar el canto de un pájaro y cuando volvió al convento nadie lo
conocía puesto que habían pasado muchos años…
Y es que la naturaleza pura nos conduce a lo divino y el tiempo
parece no transcurrir.
Valdenazar es uno de los montes mejor conservados de la provincia
de Guadalajara gracias a que ha llegado hasta la actualidad sano y salvo,
conservando su primitiva morfología impoluta, gracias a ser preservado de la
acción antrópica, a veces tan nefasta incluso para con sus propios bienes. Un
bosque mediterráneo, con vegetación xerófila que aguanta los calores del verano
y los fríos invernales y que, en su interior, se convierte en uno de esos
bosques-galería de chopos y sotos de ribera que allí crecen gracias al
vivificante riachuelo que nace a escasos metros y los atraviesa.
Esta guía es, por lo tanto, una especie de vademécum, una
compilación de las especies vegetales y animales, cuya mayor parte -la vegetal-
se va descubriendo por el propio visitante a lo largo del itinerario a seguir,
conforme se anda el camino que lo circunda su perímetro -de algo más de dos
kilómetros-.
El mundo animal es más difícil de localizar y para ello se debe
andar a la expectativa, sabiendo que están ahí, por lo que basta con respetar
su hábitat para que hagan su aparición cuando menos se puede imaginar. Este es quizás el rasgo distintivo del excepcional
ecosistema conservado, que producirá en el visitante multitud de sensaciones
muy distintas entre sí, siempre que se deje llevar por la propia naturaleza del
lugar.
Si nos damos cuenta veremos que, aparte de tratarse de un lugar de
ocio y esparcimiento, el bosque de Valdenazar viene a ser una especie de aula
de la naturaleza al aire libre y en estado puro, donde los escolares pueden
poner en práctica los conocimientos previamente adquiridos, para lo que cuenta
con una serie de paneles explicativos de las especies más representativas de la
flora y la fauna que allí habita, además de contemplar en directo una actividad
económica hace años extinguida: el carboneo, que tanto auge llegó a tener en
los montes de la provincia de Guadalajara. Una forma de dar a conocer a las
generaciones venideras aspectos vitales, etnográficos como en este caso, y
manifestaciones desaparecidas que llevaron a cabo los habitantes de tantos y
tantos pueblos para contribuir un poco más al desarrollo de la sociedad del
momento.
El capítulo primero -“El bosque de Valdenazar y su entorno-
comienza con un plano a escala 1:1.500,
o ruta interpretativa, donde constan los recorridos fundamentales: el trazado
principal y la senda de la fuente, en el que igualmente figuran marcados el
arroyo de Valdarachas, el aparcamiento, los puntos de interés, las encinas
centenarias, las flechas que señalan la dirección y la Fuente del Valle de
Alcohete, con total sencillez, lo que contribuye a la mejor comprensión del
espacio natural y del propio mapa por los más pequeños.
Una vez visto el mapa, la guía continúa con una explicación sobre
“Yebes, un territorio con varios millones de años”, que da comienzo con una
interesante serie de datos acerca de la altura, clima, etcétera, sobre el
término municipal de Yebes, indicando que el bosque de Valdenazar se encuentra
hacia el sur y en las proximidades al término de Guadalajara. En cuanto a la
geología se sabe que gran parte de su terreno arranca del Plioceno, en el Terciario
(hace unos 5 millones de años), por lo que predominan las calizas con intercalaciones
dentríticas, aunque también haya un área que corresponde al Cuaternario (unos
2,5 millones de años); son los terrenos situados en la vega del arroyo del
Val, donde se dan litografías aluviales:
gravas, arenas y limos y donde el nivel freático es casi superficial.
Y después, un apartado más que lleva por título “De Alcohete al
espacio exterior”, que habla del topónimo Yebes como “marca” conocida a nivel
nacional y aún internacional, puesto que en el paraje conocido como Alcohete
nos encontramos, por un lado, con el conocido Sanatorio Psiquiátrico de
titularidad pública, construido en 1929 para enfermos de tuberculosis; por
otro, con la estación de Yebes-Valdeluz que da servicio a la línea de Alta
Velocidad Europea (AVE), Madrid-Zaragoza-Barcelona y, finalmente, porque se
trata de un municipio mundialmente conocido por albergar el Centro Astronómico
de Yebes (CAY), cuyas instalaciones están consideradas como las de mayor
importancia del Observatorio Astronómico Nacional de España.
Mediante el capítulo segundo -“Árboles, arbustos y plantas”- y, a
través del apartado “Valdenazar: un bosque, dos hábitats”, podemos informarnos
de la amplia variedad de especies vegetales existente, desde encinas y grandes
arbustos hasta diminutas yerbas, plantas aromáticas y florecillas de temporada,
cuyo estado de conservación biocenósico es “Casi Natural” o de “Naturalidad muy
alta”.
Cuenta con dos hábitats íntimamente unidos pero claramente
diferenciados: el quejigar y la vegetación mediterránea que lo acompaña, aunque
adaptada a un clima más seco, y el entorno del arroyo Valdarachas, que lo
recorre, por lo que es más húmedo y templado, consistente en especies de ribera
(juncos churreros, zarzas e, incluso, álamos negros). Diversidad que convierte
al paraje en una pequeña reserva botánica, de entre cuyas especies sobresalen
las más representativas, como son el ya citado Álamo negro (Populus nigra), la Aliaga (Genista
hirsuta), la Ancusa (Anchusa azurea),
el Cantueso (Lavandula stoechas), el
Cardo mariano (Sylibum marianum), la
Centáurea áspera (Centaurea aspera),
el Diente de león (Taraxacum dens leonis),
la Encina (Quercus ilex), el Enebro (Juniperus communis) y la Espadaña (Typha latifolia), el Esparto (Macrochioia tenacissima / Stipa
tenacissima), el Espino albar (Crataegus
monogyna), el Gordolobo (Verbascum
pulverulentum), la Gualda (Reseda
luteola), la Hiedra (Hedera hélix),
la Hierba de San Roberto (Geranium
robertianum), la Higueruela o trébol hediondo (Psoralea bituminosa), y un largo etcétera.
Del mismo modo, el capítulo tercero -“La fauna”- tiene tanto
interés como los anteriores. “Un refugio perfecto para la fauna” sirve de
entrada al tema, en el que se considera que Valdenazar constituye un auténtico
pulmón dentro de una comarca muy alterada por la acción antrópica (del hombre):
urbanizaciones, ferrocarril de Alta Velocidad, espacios deportivos, roturación
agrícola del campo… por lo que se ha convertido en un verdadero oasis que
multitud de especies de vertebrados de todo tipo lo utilizan como refugio,
cazadero, lugar de reproducción o, simplemente como descansadero en sus
migraciones anuales, a lo que, sin duda, contribuye también el arroyo de
Valdarachas y la espesa vegetación que lo rodea, que es el hábitat natural de
numerosas especies de mamíferos, reptiles y anfibios.
Además existe una “presilla” natural en el cauce del arroyo antes
citado, entre juncos, zarzamoras y espadañas que, bien regulada, en un futuro
próximo podría convertir este arroyuelo en un refugio de primer nivel para
muchos vertebrados en peligro de extinción, permitiendo, al tiempo, la
reproducción natural de otras especies como los gallipatos y los tritones, así
como de distintos tipos de peces autóctonos habituales en ríos cercanos como el
Henares y el Tajuña.
A continuación se deja constancia detallada de las especies más
comunes que actualmente se pueden encontrar en el bosque de Valdenazar: Anfibios
(Rana común, Sapillo pintojo meridional, Sapo común y Sapo corredor); Reptiles
(Culebra bastarda, Culebra de escalera, Culebra lisa meridional, Lagartija
cenicienta, Lagartija colilarga, Lagartija colirroja, Lagartija ibérica y
Salamanquesa común); Mamíferos (Ardilla, Comadreja, Conejo común, Corzo, Erizo
común, Gato montés, Jabalí, Murciélago orejudo gris, Musaraña gris, Ratón de
campo y Zorro), y Aves (Águila culebrera, Alcotán, Autillo, Búho chico, Busardo
ratonero, Cárabo, Carbonero común, Chochín, Cogujada común, Curruca capirotada,
Curruca mosquitera, Estornino negro, Gavilán común, y muchos más).
Hay que valorar, además, el hecho de que tanto de los vegetales
como de los animales que se mencionan en las relaciones precedentes, se ofrece
una especie de ficha con sus cualidades y propiedades más importantes, así como
una fotografía en color, que posteriormente ayudará al interesado para su mejor
reconocimiento en una posible labor de campo.
Finaliza la guía con los “Anexos” arriba indicados.
Una guía, desde nuestro punto de vista, de gran valor formativo e
informativo, por cuantos datos ofrece de un bosque -tan importante como
desconocido y al alcance de la mano-, como es el de Valdenazar, en Yebes. Una
guía muy sencilla pero precisa, a la que no le falta nada, pero tampoco le
sobra. Enhorabuena al Ayuntamiento de Yebes que con publicaciones de este tipo
y calidad, no solo material, sino intelectual, tanto contribuye al más amplio
conocimiento de facetas hasta ahora poco conocidas, que de este modo entran en
valor.
José Ramón López de los Mozos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión sobre este libro nos interesa. Escríbela aquí.