DE LUZ MEDEL,
Concepción, Tendilla de la Guerra Civil y
la represión franquista. Materiales para una historia local, Guadalajara,
Federación Estatal de Foros por la Memoria (Foro por la Memoria de
Guadalajara), 2014, 363+7 pp. [ISBN: 978-84-617-1399-8].
Concepción de Luz Medel,
tendillera de corazón, nos ofrece un libro que podríamos calificar
sencillamente -y tanto- como “intenso”, duro, tremendo. Un libro cargado de “adrenalina
histórica” en recuerdo a la memoria de las gentes de su amada Tendilla.
Un libro serio y quizás
cruel en algunos aspectos, pero bien escrito, que podríamos dividir en tres
apartados:
1) “Del golpe de estado
y comienzo de la guerra”, que viene a ser el pórtico o manera de introducción
al tema, que parte de la conflictividad social y las elecciones de 1936, así
como de la creación de los bandos que dieron a conocer el comienzo de la guerra
y los hechos más destacados que tuvieron lugar en el pueblo protagonista, tras
la incautación de las fincas que se decía o consideraban ¿abandonadas?, así
como los hechos que tuvieron que soportar el sacerdote y los llamados
“señoritos”, con el asalto a la iglesia y a la imagen del Sagrado Corazón de
Jesús que, al igual que en Tendilla, tuvieron lugar en tantos pueblos de
España. Luego vendría la ayuda al Socorro Rojo, la implantación de la UGT, la
creación de la Casa del Pueblo y las llamadas “Listas Negras del 15 y 16 de
octubre de 1936”, así como la influencia que el bombardeo sobre Guadalajara -y
el asalto a su cárcel- tuvieron más tarde en el consiguiente bombardeo de
Tendilla y los cambios municipales consecuentes: el consejo municipal, la
Guardia Civil sustituida por la Republicana, la atención médica y la botica. Importantísimos
datos a los que acompaña la serie estadística de nacimientos y fallecimientos,
no sólo entre la población civil, sino también, de entre la soldadesca.
Curiosamente se conserva y sigue una nómina de matrimonios habidos durante el
periodo bélico, al igual que las consecuencias que para la escuela tuvo la
guerra; capítulos que dan fin a esta primera parte mencionada con lo que fueron
las consecuencias: la represión consiguiente, contando con el establecimiento
de los tribunales de urgencia y los posteriores listados de represaliados y
ejecutados, cuya relación aparece consignada por la fecha de ejecución, o en su
defecto, los campos de concentración para “redención de penas por el trabajo”,
prisiones y destierros de los tantos tendilleros.
2) La segunda parte consiste
fundamentalmente en un índice, inmenso y gigantesco, de los represaliados por
el franquismo, que abarca nada menos que desde la tramitación de expedientes,
en su mayor parte denuncias, de cerca de ochenta personas, hasta la retirada
del papel moneda y cómo se vio Tendilla en la causa general.
3) Y un tercer capítulo,
que consiste en las fuentes utilizadas para la realización de este magnífico
trabajo que, aparte de muchas de las personas sobrevivientes o descendientes de
ellas, se basa en datos pertenecientes a diversos archivos españoles y a una
amplia bibliografía al uso, además de gran copia de anexos entre los que se encuentra
una inmensa gama de datos tan llamativos por su interés como, por ejemplo,
diversas actas de incautación; árboles genealógicos de familias represaliadas;
el acta de cesión del Ayuntamiento a los trabajadores de la tierra; un listado
de los ejecutados en Sacedón; la solicitud de nombramiento del boticario; los
documentos en que se recoge la serie de heridos, muertos y desaparecidos; un
mapa del cementerio de Guadalajara; así como otros muchos más, correspondientes
al apartado dedicado a “Documentos que se aportan de la brutal represión”, como
carnets, cartas, fichas, filiaciones, juicios, juramentos (de no pertenencia a
la masonería), solicitudes de suministros de víveres, de conmutación de penas y
montones de testimonios de vecinos y otros Ayuntamientos.
Fue así. (Pero por ambos
lados, que eso no consta en el libro que comentamos).
De ahí que el lector se encuentre
al comienzo con una frase, tal vez heladora:
“Mirar para atrás para recordar, y para
saber; Y mirar adelante para aprender y no olvidar”,
aunque seguida de algo
más, que no me gustaría dejar en el tintero, por lo que creo que significa para
la autora del libro, y que dice así:
“Nos habían contado poco o nada
de lo ocurrido pero intuíamos que algo tremendo sucedió. Con el paso de los
días muchas voces han ido recordando la tragedia que tantas familias vivieron
en Tendilla durante la postguerra. Su testimonio, pese al paso de los años, no
llega tarde. Más vale saber que no saber. Al fin y al cabo, la Historia, se cuente o no, es
una.
Contarla no cambia las cosas pero si las explica”.
Y tras los
agradecimientos, muchos, y alguno que otro doloroso, unas palabras más, que
también traslado al lector:
“Después de más de 70 años
entre todos hemos conseguido que sus nombres [los de los tendilleros que
sucumbieron en la guerra del 36-39] y su historia no se olviden”.
En realidad es triste,
muy triste, recordarlo, pero el origen del libro está en aquel día de mediados
de abril de 2009, en el que el padre de la autora le preguntó, como sin darse
cuenta: “Con esto de la Memoria
Histórica… ¿podríamos saber dónde está mi padre?”, que, al fin y al cabo,
no dejan de ser cosas amorosas, en este caso paterno-filialales.
Fue una pregunta que
obligaba a indagar y a pasar muchas horas en los archivos, pero para saber por
dónde iban los tiros nada mejor que comenzar por la confección de un árbol, en
este caso genealógico, en el que poner cara a las personas. Después ya vendría
la labor de seguimiento de pistas y datos, de entrevistas en las que nadie
quería contar lo sucedido, como si se tratara de un sueño poco acorde con lo
que en su día comentó José Luis García de Paz en su Memoria gráfica de Tendilla en el siglo XX (Guadalajara, Aache,
2009).
En realidad nada
indicaba el pasado de una guerra tan cruel y despiadada, ni salían a relucir
datos que pudieran indicar lo ocurrido, ni siquiera por parte de los
sufridores: “La gente no lo quiere
recordar porque fue muy trágico”.
Poco después, en el
mismo texto, aparece una frase, para mí lapidaria, de la que quisiera dejar
constancia, porque, a veces, el libro que comentamos peca de parcial y
subjetivo, lo cual no deja de ser frecuente en este tipo de publicaciones:
“Que en Tendilla no se
combatiera ni fuese frente de guerra hace más inexplicable la represión tan
dura que sufrieron y que más tiene que ver con saldar viejas cuentas entre
quienes tenían ideologías distintas. De algún modo los crímenes cometidos por
aquellos milicianos sirvieron de excusa pues hasta entonces, nunca hubo
violencia en nuestro pueblo. No les bastó con ganarnos la guerra, querían que
nos muriéramos de hambre. Trataron de cambiar la historia y borrarnos hasta del
pueblo” (José Luis de Luz Polanco).
(Es muy posible que en
estas palabras se contenga todo lo sucedido de forma abreviada: ¿Viejas
rencillas que se saldaron por los del mismo color aprovechando la coyuntura?
¿Quién sabe? Pero eso -es decir, aquello- hoy, pertenece oculto en la
conciencia de cada cual).
Es, en fin, este, un
libro que habla de los vencidos. Pero yo pregunto y me pregunto ¿de qué
vencidos? Pues que los dos contendientes, azules y rojos, rojos y azules,
terminaron igualmente vencidos y muertos y olvidados.
Vencidos representantes
de la única legalidad democrática existente en España hasta 1978, señala
nuestra autora, por vencedores del 39 que escribieron su historia “por medio de
la fuerza, con crueldad premeditada”. Vencidos de los que tal vez corresponda
hablar, porque nunca fueron nombrados en voz alta; de los que tal vez convenga
y sea hora de desvelar los hechos sucedidos, de los que se ¿pretende? entender
lo sucedido. De saber cómo pudieron salir adelante y de recuperar una parte de
la historia que se dice que se les ha negado.
Esa es la idea que ha
movido a Concepción de Luz a escribir este libro que he leído y que tan
doloroso me parece, por tanto cuanto encierra de tristeza amarga y oscura,
amparada acaso en un pasado que no va a regresar, que no debe regresar jamás, y
por unos hechos con los que ella -ella- no está de acuerdo. Aunque después
añada:
“No me he negado a escuchar a
quien ha querido contar, no he descartado a ningún vecino del pueblo y dejo
abierta la puerta para todos aquellos que quieran compartir sus testimonios y
con ellos nos ayuden a saber más y a completar lo conocido hasta el momento”.
Estamos, en fin, ante un
libro escrito fundamentalmente para las gentes de Tendilla que, posiblemente
serán los que mejor lo entiendan, puesto que de ellos y de sus antepasados se
trata. Un libro que no aporta demasiado al contexto provincial, y que lo que aporta
lo hace desde un punto de vista subjetivo y parcial. Un libro escrito desde el
punto de vista de una de las partes, sin tener en cuenta a la otra, que en todo
caso viene a representar la figura del maligno diabólico.
José Ramón López de los
Mozos
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