MAÑUECO, Juan Pablo, Viaje
por Guadalajara ¿Dónde estáis los que solíais?, Guadalajara, El Autor /
Aache Ediciones, 2014, 303 páginas. (ISBN: 978-84-15537-58-8).
Juan Pablo Mañueco es un escritor prolífico; en un año más,
o menos ha escrito cuatro o cinco libros sobre Guadalajara y sus gentes, tanto
en prosa como en verso. El verso le gusta e incluso ha inventado alguna
composición como las que aquí, en este libro introduce que denomina “copla
alcarreña” y “octavas olas” o, simplemente “octavas”, formando un conjunto
generoso de entre cuatro y cinco mil versos.
Hoy comentamos una novela que, como sucede en otras
anteriores, encierra a su vez otras novelas más, en este caso tres, además de
poesía, nada menos que como sucede con el Quijote, pongamos por caso. Se trata
de un viaje agosteño de medio día, -de diez de la mañana a diez de la noche del
tiempo actual-, por la ciudad de Guadalajara, recorriendo sus monumentos, sus
gentes y sus otras gentes (aquí aparecen lugares tan conocidos por los
guadalajarenses como la calle Mayor, el Jardinillo, la plaza de Santo Domingo, la
Concordia, la concatedral de Santa María, el Infantado…, además de gentes
reales y ficticias que viven la ciudad cotidianamente y relatan sus
sentimientos: donde toman su cerveza o en qué librería compran un libro) un
mundo corto temporalmente hablando que recuerda al lector, salvando las
distancias, al Ulises de Joyce,
llevado de la mano de su protagonista, que es el Viajero. Y nunca mejor dicho,
porque el viajero viaja deteniéndose en cada quisicosa, en las minucias, en los
detalles nimios, mientras que el turista, agarrado a su Baedecker, no es más que un mirón de paso.
Se trata de una verdadera conjunción, bien tramada, entre
prosa, teatro (dos piezas en verso: un sueño del Viajero y cuestiones que
surgen de su mente calenturienta, que pasan por ella como al igual que una
especie de película de cine) y poesía; en realidad un amplísimo monólogo
introspectivo que acompaña al texto del viaje que, como en casi todos los
viajes, no deja de ser interno (el Viajero ve y dice lo que piensa para que el
lector se vaya introduciendo en el tema que se trata en cada momento); páginas
por las que el interesado puede optar por leer según su propio gusto o estado
de ánimo, puesto que forman un conjunto con entidad propia.
El texto comienza con poesía, ¿Dónde estáis los que solíais?, realizada a base de “redondillas
dobles”, una invención en la que se va conjugando armoniosamente una rima
alternante, graciosa y sonora, que en música vendría a ser equivalente a las
famosas fugas de J. S. Bach, que van y vienen alternativamente y que, al final,
reciben el nombre de “olas”, al igual que las marinas, por aquello del flujo y
del reflujo. Poema que podría extraerse del tema y leerse independientemente,
aunque lo interesante es leer la obra en su conjunto, puesto que su temática es
tradicional y por tanto tópica, en el mejor y más amplio sentido de la palabra:
Dios, el tiempo, el Amor, la existencia del ser…
El texto, es decir, la novela aparece dividida en dos
partes, que son dos relatos. El más amplio es el que dio origen al título del
libro: Viaje por Guadalajara, donde
se narra todo aquello que el Viajero recorre a lo largo de las doce horas de su
viaje, lo que ve: calles, monumentos, gentes, tiendas y demás, y lo que cada
uno de ellos le va sugiriendo en cada caso; descripciones fundamentalmente, en
algún caso profundas y penetrantes, además de algún que otro diálogo, que se
destacan del resto de los textos a través de una tipografía de diferente tamaño.
Precisamente en este apartado de prosa, es donde se
encuentra una narración más bien breve -Conversación
ante San Ginés- que constituye por sí misma una novela corta, que se
acompaña de otra serie de relatos en verso, que son justamente Evocaciones y que Juan Pablo Mañueco
considera imparables, a las que denomina “torrentes asonantados”, de carácter
intimista, que sirven para que el lector vaya conociendo la personalidad del
protagonista, que a nuestro parecer nos es más que un trasunto del propio autor
del libro.
Al igual que en el caso anterior, los aspectos teatrales se
reparten también en dos bloques netamente diferenciados: un a modo de auto
religioso, -pues que no alude a la Eucaristía y por lo tanto no debe ser
considerado como sacramental- titulado “La danza del Amor, el Desengaño y la
Esperanza” y un sencillo entremés “Vive el momento presente”, siguiendo los
esquemas del carpe diem, cargado de
alegorías y metáforas.
El fin del libro es policiaco y en él
se descubre el lugar de la ciudad donde se encuentra el Paraíso Terrenal, al
que se llega después un viaje por el éter hasta el momento de la mismísima
creación del mundo (se llega el Tercer Día, cuando el hombre todavía no había
sido creado por Dios), donde se encuentra el llamado “Árbol de las Letras del
Bien y del Mal", del que se describen sus frutos.
Finalmente el libro vuelve a la
realidad y se termina la descripción de la ciudad de Guadalajara, cuando la luz
del día se va apagando tenuemente...
José Ramón López de los Mozos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión sobre este libro nos interesa. Escríbela aquí.