Pueblos de la
Arquitectura Negra,
sin lugar, un proyecto de Pelonio para la Diputación de Guadalajara (gcg. Guías
Cómodas de Guadalajara), sin fecha, 62 páginas. [Textos: FERNÁNDEZ OTTO, Alberto,
Diseño Gráfico y Fotografía: Máximo Recio, Ayudante de Diseño: David G.
Uzquiza].
Hace algún tiempo escribimos acerca de las otras dos “Guías Cómodas de Guadalajara” dedicadas íntegramente a Sigüenza y, más tarde, a Torija
y ya dijimos entonces que no se
trataba de guías corrientes, de esas que suelen entregarse en las oficinas de
turismo, que siempre dicen lo mismo, incluidos los errores, puesto que sus
textos no se renuevan y ponen al día.
Estas guías, por el contrario están destinadas al viajero
antes que al turista, a ese tipo de personas que prefieren ver “cuatro cosas”
en profundidad, que no esas otras que prefieren ver casi todo a mil por hora y,
en definitiva, no ven nada.
Esta guía se dedica a los siguientes Pueblos de la
Arquitectura Negra: El Cardoso de la Sierra (Bocígano, Colmenar de la Sierra,
Peñalba de la Sierra, Cabida, Corralejo y el despoblado de La Vihuela),
Majaelrayo, Valverde de los Arroyos (Zarzuela de Galve), Campillo de Ranas
(Campillejo, El Espinar, Roblelacasa, Robleluengo, Matallana y La Vereda) y
Tamajón (Almiruete, Mauriel, Palancares y el despoblado de Sacedoncillo) y su
sumario no es muy amplio, aunque sí lo suficientemente interesante desde el
mismísimo comienzo -ya que en las páginas ocho y nueve aparece un mosaico
compuesto por cuarenta y ocho fotografías en color, en las que se dan a conocer
gentes, paisajes, monumentos, detalles, etcétera, de gran belleza y que la
mayoría de las guías de mano suelen pasar por alto-.
Páginas que dan paso a un mapa de situación de los
mencionados pueblos, así como a exponer algunos datos prácticos de interés:
Cómo llegar en coche, la comarca a la que pertenece, cuáles son sus pedanías
-incluidas más arriba para mejor información del lector-, distancias a Madrid y
a Guadalajara, superficie en kilómetros cuadrados, su gentilicio, las fiestas
locales y, finalmente, su sitio web.
Son pueblos situados al noroeste de la provincia de
Guadalajara, resguardados por las laderas rocosas de la Sierra Norte, donde se
agazapan conservando al tiempo una arquitectura “sin arquitectos” que aún
conservan sus ancestrales invariantes, pueblos reconstruidos cuando comenzaban
a extinguirse, y que en algunos casos, como en Campillo de Ranas, se sigue
manteniendo la yerba -no se ha asfaltado ni enlosado equivocadamente- para “que
parezca que se está cayendo, sin ningún peligro de caerse” que es, en realidad,
lo que se pretende, el atractivo de estos pueblos que, en algunos casos, no se
ha tenido en cuenta.
Es un territorio limitado por los ríos Sobe al Este, y
Jarama, al Oeste, además de por el Hayedo de Tejera Negra. Los pueblos se
extienden por la zona montañosa, conformando una serie de pueblos casi
idénticos, con las mismas o muy parecidas características arquitectónicas, una
arquitectura hecha a mano que aprovechaba los materiales que le proporcionaba
el entorno geográfico: rocas negras o más o menos negras, madera y pizarra
grisácea para las cubiertas y solados.
Casas que suelen ser de forma rectangular, de piedra sobre
piedra, sin argamasa, generalmente de dos plantas, cubiertas con tejados cuyos
faldones vierten a dos aguas -y que cuando se mojan parecen espejos
relucientes-, con muros gruesos y vanos pequeños, aunque algo más grandes los
orientados al sol, y amplias chimeneas, pues la cocina es la pieza principal de
la casa, donde se hace la vida. Los dormitorios suelen ubicarse sobre las
cuadras con el fin de recibir el calor animal tan necesario en los gélidos días
invernales.
Por ello son tan parecidos los pueblos de Campillo de Ranas,
Majaelrayo y Valverde de los Arroyos, situados en las faldas del Pico Ocejón,
de los que algunos historiadores sostienen su existencia desde el siglo XII.
Bastante diferente de los “pueblos negros” es Tamajón, cuyas
casas se construyeron con caliza, por lo que algunos consideran que su
arquitectura no es “negra” pero sí “dorada”, especialmente cuando las fachadas se
ven alumbradas por los rayos del sol. Además, Tamajón no es tan silvestre ni
montaraz y tiene un perfil más bien medieval.
Pasa después la guía a señalar los “10 monumentos de piedra
imprescindibles”, o sea, los que hay que ver cuando se viaje por la zona. Son
los siguientes: el reloj de sol y la iglesia parroquial de Santa María
Magdalena, de Campillo de Ranas, así como el conjunto urbano visto desde el
Mirador y la Fuente de las Ranas; el palacio de los Mendoza y la ermita de la
Virgen de los Enebrales, en Tamajón, además de los restos del monasterio
cisterciense de Bonaval, en Retiendas -cerca de Tamajón-; la iglesia parroquial
de El Cardoso de la Sierra; la de San Ildefonso y la ermita de la Virgen de
Gracia (camposanto), en Valverde de los Arroyos, y el puente de Matallana,
sobre el Jarama, en Campillo de Ranas.
Otro apartado lleva por título “En qué consiste ser un nuevo
pueblo antiguo”. El ejemplo es nuevamente Campillo de Ranas: Un pueblo
“reinventado”, un escenario que ha resistido siglos, con una nueva forma de
vivir. La mayor parte de sus vecinos procede de Madrid, generalmente
treintañeros que llevaban gran parte de su vida pisando asfalto, urbanitas sin
quererlo que necesitaban pisar tierra, ser de pueblo. De modo que acudieron a
Campillo, compraron una casa y la arreglaron para instalar una tienda de
productos artesanos, pongamos por caso, una casa rural o un restaurante. Hoy
ondea en Campillo la bandera arcoíris por ser el pueblo pionero en oficiar
bodas gays sin ser un pueblo gay.
Pero lo mejor es disfrutar del campo sin perderse, y por eso
la guía que comentamos recomienda algunos parajes naturales de gran belleza
como Las Chorreras de Despeñalagua, en Valverde; la pequeña “Ciudad Encantada”,
de Tamajón; el arroyo y la cascada de la Matilla, en Majaelrayo; el embalse de
El Vado; el propio Pico Ocejón (con 2.048 metros de altitud); la ribera y la
Hoz del Jaramilla; el valle de Robles, en Robleluengo; la cascada del Aljibe, y
el Roble Hueco, de Campillo de Ranas.
“En qué taberna nos vemos” “¿Dónde está la gente en un
pueblo de montaña? O en su casa o recogidos en una taberna. Hay que pasar una
tarde con ellas, como La Garduña (Campillo de Ranas), para saber de qué se
habla en un pueblo de pizarra” Y viene luego la relación de sitios
recomendables donde poder comer y beber, indicando la calle, el teléfono y, en
ocasiones, el correo electrónico. También donde poder dormir con demasiado
silencio.
Termina la guía con una galería de retratos de algunas
personas que viven allí, porque si el viajero conoce el nombre de las calles y
plazas principales de un lugar antes de visitarlo, también debería conocer por
adelantado algunos nombres de la gente que vive allí, para saludarlos al
llegar: a Paloma, la de la casa rural de Majaelrayo; a Jose (no José), que es
el profe de los niños de Campillo de Ranas; a Mari, que junto a su hermana
llevan el pub Contrabajo, en Majaelrayo; a Maricarmen y Paco, paseantes,
jubilados y enamorados, que viven en Campillo; a Julián y Alberto, que
abandonaron su asesoría fiscal y su estudio de animación de Madrid y se fueron
a Campillo de Ranas, donde regentan la taberna La Garduña; a Julián, que
atiende la barra del restaurante La Fragua, también en Campillo; a Javier y
María, que son los dueños de la casa rural La era de la tía Donata, a Paco,
apicultor y alcalde Campillo de Ranas; a… tantos y tantos con los mantener una
charla entretenida paladeando un tinto.
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