sábado, 21 de febrero de 2015

Guadalajara para niños

OREA SÁNCHEZ, Jesús, Guadalajara para niños, Guadalajara, Diputación de Guadalajara / Aache Ediciones, 2014, 180 pp. Ilustraciones de Nora Marco Alario. (ISBN: 978-84-15537-64-9).

Enseñar divirtiendo. He aquí la fórmula de la que seguramente partió la idea de editar la presente guía de Guadalajara, o mejor dicho, de la provincia de Guadalajara, para los más jóvenes, los que recorrerán sus pueblos en un futuro no muy lejano, una idea colorista y atractiva llena de interés para quienes, en familia, vayan a conocer los múltiples y variados pueblos que contiene esta tierra, ya que se trata de un libro pensado para ir en la guantera del coche, aunque antes, en casa, hay que ver -estudiar- en el papel el lugar o lugares que quieren visitarse, para irse haciendo una idea de todo cuanto allí se puede disfrutar, desde los principales monumentos, hasta el paisaje de los alrededores, pasando por las fiestas y tradiciones, las leyendas, y llegada la hora, la gastronomía. Pero, principalmente, los propios pueblos como elemento aglutinante de la vida en sociedad de quienes los habitan, que son su primero y principal patrimonio.
Es decir, se trata primeramente de construir una maqueta mental -o incluso un guión-, de lo que después, aprovechando el domingo, el día de asueto o las vacaciones, podrá disfrutarse in situ, ese anhelado viaje en él que podrán ponerse en práctica las ideas y las notas que previamente se hayan apuntado: ¿Qué es lo que se puede ver y cómo verlo?, porque lo aquí se trata es ver las cosas desde el punto de vista del viajero curioso, interesado y no desde el del turista, impermeable a lo externo por lo general. Es decir, con esta guía vamos a tratar de hacer que nuestros “niños” (o más bien nuestros jovencitos) sepan “ver” y “mirar”, sepan analizar lo que los pueblos pueden enseñarnos y sacar las conclusiones que sean necesarias, sencillas en un principio, pero que posteriormente, con el tiempo, ellos mismos -sin necesidad de la ayuda paterna o familiar- irán ampliando -si la base es buena-, que al fin y al cabo es lo que se pretende.
Esta guía turístico-didácticpara niños consta de diez capítulos destinados a dar a conocer el Castillo de Torija -como Centro de Interpretación Turística de la Provincia de Guadalajara-, así como los nueve pueblos que antiguamente conformaron las cabezas de partido judicial: Atienza,  Brihuega, Cifuentes, Cogolludo, Guadalajara, Molina de Aragón, Pastrana, Sacedón y Sigüenza.
El libro, la guía, da la pauta acerca de diversos aspectos que el “pequeño visitante” puede encontrar en cualquiera de los pueblos que visite, pero es imprescindible la ayuda complementaria de un “cuaderno de viaje” en el que ir plasmando todo aquello que le llame la atención, fotografías de lo visto, detalles, planos, mapas, resúmenes escritos, flora… y tantas cosas como se le puedan ocurrir o surjan a modo de sorpresa inesperada, puesto que si la guía es eso precisamente, un conjunto de ideas que pueden seguirse, el “cuaderno de viaje” será el resultado de la transformación de esas ideas en acto.
Señala además su autor que no sólo se encontrarán en Guadalajara para niños monumentos, historias y personajes, sino que también aparecerán fiestas y tradiciones -a las que se invita a toda la familia-, así como productos típicos (artesanía, gastronomía…) de cada lugar, que pretenden hacer que el niño “aprenda a mirar paisajes, plazas y conjuntos ambientales”, de modo que nazca en él cierto interés por el patrimonio y las raíces ancestrales de Guadalajara, puesto que como indica el adagio: “lo que se conoce se ama”.
Estamos, pues, ante el primer libro de este tipo que se edita en Guadalajara; un libro específico para familias aventureras con hijos aventureros y, puesto que la aventura atrae, lo más lógico sería pensar que estos niños, dentro de unos pocos años, serán quienes recojan la antorcha de los escritores actuales y den a conocer las riquezas culturales de Guadalajara a las nuevas generaciones (y así sucesivamente, como sería de esperar).
Y ahora, con el fin de ofrecer detalladamente los aspectos concretos que contiene cada uno de capítulos, nos centraremos en uno de ellos a modo de ejemplo representativo, elegido al azar: página 87… que corresponde a… Cogolludo.
En página doble, a modo de entrada, vemos la ubicación de Cogolludo en el mapa provincial, su escudo y un plano del pueblo, en el que se señalan los restos de su antigua muralla. Después, se entra de lleno a “Descubrir Cogolludo: La tierra en la que pudo nacer Colón” donde, después de indicar su situación geográfica, se sugiere al lector infantil que investigue sobre los “chocolateros” y las “aguederas” y su significado, como fiestas tradicionales más importantes del lugar; visitar las cinco ermitas; interesarse por sus obras de arte -“el Capón de Palacio”- y también, ¿por qué no?, por el cabrito asado propio de la zona.
Pero el tema continúa y la guía que es Guadalajara para niños, propone una serie de viajes por otros lugares, más o menos cercanos, que llenarán de alegría a los visitantes para ver los castillos de Jadraque y Galve de Sorbe y jugar junto a las ruinas de los de Cogolludo, Beleña de Sorbe (aunque este es un poco peligroso) e Hita (donde a primeros de julio se celebra su archiconocido “Festival Medieval”.
También recomienda recorrer parte del denominado “Románico rural”, especialmente las iglesias de Beleña de Sorbe y de Campisábalos, donde podrán contemplar a sus anchas dos mensarios o menologios medievales, que podrán comparar para ver si coinciden las representaciones iconográficas de sus meses y, de paso, analizar detenidamente las características principales de la “arquitectura negra” en las proximidades  del pico Ocejón.
Y para finalizar (o comenzar el viaje, según la dirección que se tome), pegarse un chapuzón en las aguas del “Colchón de Humanes” -siempre bajo la atenta mirada de los mayores- o subir a “la Muela” de Alarilla y ver como vuelan los “hombres pájaro” con sus parapentes y alas delta.
Todo ello va acompañado de una serie de fotografías alusivas a cada tema propuesto, que, aunque en color, resultan un poco diminutas.
Las páginas siguientes explican y amplían lo anteriormente dicho. Así, acerca de Colón ofrece la teoría de su nacimiento en Espinosa de Henares, como hijo de doña Aldonza de Mendoza que, al parecer, murió al darle a luz. Y aquí, después de conocer estos datos, surge el interés por ver la casa donde pudo haber nacido el genial navegante, por lo que se hace necesario un viaje al cercano lugar, cuaderno de notas en ristre, y visitar los principales monumentos: la iglesia, las ermitas, el puente…
Otro tanto puede decirse acerca del “Capón de Palacio” que es el nombre que recibe  un maravilloso lienzo al óleo de Jusepe de Ribera, “el Españoletto”, que representa “Los preparativos para la crucifixión” y que se conserva en la iglesia de Santa María, en Cogolludo. ¿Por qué ese nombre tan insólito? Eso, precisamente, es lo que debe buscar el infantil visitante.
Lo propio sucede con el palacio de duques de Medinaceli, la joya más importante de Cogolludo, en cuya fachada pueden verse mazorcas de maíz, algo muy extraño, puesto que Colón descubrió América poco antes de la construcción del mencionado palacio. Aunque hay quien opina que dichos frutos no son de maíz, sino otro fruto decorativo que también aparece en palacios y arquitecturas renacentistas italianas, precedentes de este palacio.
Sigue el viaje con una visita detenida a la iglesia de Santa María, donde se supone que están enterrados los restos de Colón y de su madre y se conserva el “Capón de Palacio”, y de allí, un poco más arriba, al castillo, del que se conservan algunos restos, así como de la muralla que rodeaba la villa. Todavía pueden verse en sus cercanías el pozo de la nieve y “la Visera”, que es un nido de ametralladoras de la pasada guerra civil.
En lo que toca a fiestas y tradiciones, ya hemos visto que son dos las que se conservan en Cogolludo: la de Santa Águeda, en la que mandan las mujeres, que tiene lugar alrededor del día 5 de febrero, y “los Chocolateros”, especie de diablillos encapuchados de blanco que ofrecen bizcochos y chocolate a los transeúntes el Miércoles de Ceniza, fecha en que comienza la Cuaresma con sus ayunos y abstenciones. Pero, además, junto a los dos ejemplos citados, aparecen “las botargas” y “los vaquillones”, de los que se propone que en el cuaderno de viaje se realicen los dibujos de aquellas “botargas” que más le hayan gustado o las que menos miedo le hayan dado, al igual que se propone con los “vaquillones”.
Respecto a los “hombres pájaro” no estaría de más dar una vuelta por Alarilla y ver cómo llegan al pueblo los Reyes Magos.
También se resalta el interés del Festival Medieval de Hita y su Arcipreste y se propone al visitante infantil investigar sobre diversos ejercicios medievales, tales como el estafermo, los bohordos y las sortijas, amén de callejear por las cuestudas calles empedradas de la villa medieval, visitar su museo e iglesias y conocer por dentro alguno de sus “bodegos”.
Otra opción más consiste en visitar los pueblos de la “arquitectura negra”, donde la propuesta consiste en este caso en anotar en el cuaderno de viaje los que más le hayan gustado al visitante, además de describir las fiestas más destacadas que se siguen celebrando en la zona, -aunque también sería interesante ir anotando las características más sobresalientes de este tipo de construcciones: casas de paredes gruesas, tejados con grandes faldones, vanos diminutos, aunque más grandes en la solana, uso de los materiales, chimeneas gigantescas…-
Y, finalmente, termina el viaje por el antiguo Partido Judicial de Cogolludo, con un amplio recorrido por Jadraque, donde el niño y su familia, ilusionados viajeros, podrán visitar el castillo “del Cid”, la “Saleta de Jovellanos”, la iglesia -donde se conservan diversas lápidas funerarias de notable interés- y las ermitas, sin olvidarse del callejeo y del tradicional cabrito asado al estilo jadraqueño.
Una guía interesante que constituye una verdadera novedad, y es base para que los niños y sus familiares conozcan a fondo la provincia de Guadalajara, primeramente a través de sus aspectos más amplios y generalizados, para desde ellos, en segundo lugar, ir profundizando a otros más particulares pero no menos importantes. Diversión y aprendizaje se dan la mano en este libro-guía que tan bien ha sabido encauzar Jesús Orea, gran conocedor de los secretos provinciales, al que felicitamos por tan brillante trabajo, así como a la Diputación Provincial que a través de su Servicio de Cultura ha propiciado su edición.


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