OREA SÁNCHEZ, Jesús, Guadalajara para niños, Guadalajara,
Diputación de Guadalajara / Aache Ediciones, 2014, 180 pp. Ilustraciones de
Nora Marco Alario. (ISBN: 978-84-15537-64-9).
Enseñar divirtiendo. He
aquí la fórmula de la que seguramente partió la idea de editar la presente guía
de Guadalajara, o mejor dicho, de la provincia de Guadalajara, para los más
jóvenes, los que recorrerán sus pueblos en un futuro no muy lejano, una idea
colorista y atractiva llena de interés para quienes, en familia, vayan a conocer
los múltiples y variados pueblos que contiene esta tierra, ya que se trata de
un libro pensado para ir en la guantera del coche, aunque antes, en casa, hay
que ver -estudiar- en el papel el lugar o lugares que quieren visitarse, para
irse haciendo una idea de todo cuanto allí se puede disfrutar, desde los
principales monumentos, hasta el paisaje de los alrededores, pasando por las
fiestas y tradiciones, las leyendas, y llegada la hora, la gastronomía. Pero,
principalmente, los propios pueblos como elemento aglutinante de la vida en
sociedad de quienes los habitan, que son su primero y principal patrimonio.
Es decir, se trata
primeramente de construir una maqueta mental -o incluso un guión-, de lo que después,
aprovechando el domingo, el día de asueto o las vacaciones, podrá disfrutarse in situ, ese anhelado viaje en él que
podrán ponerse en práctica las ideas y las notas que previamente se hayan
apuntado: ¿Qué es lo que se puede ver y cómo verlo?, porque lo aquí se trata es
ver las cosas desde el punto de vista del viajero curioso, interesado y no
desde el del turista, impermeable a lo externo por lo general. Es decir, con
esta guía vamos a tratar de hacer que nuestros “niños” (o más bien nuestros jovencitos)
sepan “ver” y “mirar”, sepan analizar lo que los pueblos pueden enseñarnos y
sacar las conclusiones que sean necesarias, sencillas en un principio, pero que
posteriormente, con el tiempo, ellos mismos -sin necesidad de la ayuda paterna
o familiar- irán ampliando -si la base es buena-, que al fin y al cabo es lo
que se pretende.
Esta guía turístico-didáctica para niños consta de diez capítulos destinados a dar a
conocer el Castillo de Torija -como Centro de Interpretación Turística de la
Provincia de Guadalajara-, así como los nueve pueblos que antiguamente
conformaron las cabezas de partido judicial: Atienza, Brihuega, Cifuentes, Cogolludo, Guadalajara,
Molina de Aragón, Pastrana, Sacedón y Sigüenza.
El libro, la guía, da la
pauta acerca de diversos aspectos que el “pequeño visitante” puede encontrar en
cualquiera de los pueblos que visite, pero es imprescindible la ayuda
complementaria de un “cuaderno de viaje” en el que ir plasmando todo aquello
que le llame la atención, fotografías de lo visto, detalles, planos, mapas,
resúmenes escritos, flora… y tantas cosas como se le puedan ocurrir o surjan a
modo de sorpresa inesperada, puesto que si la guía es eso precisamente, un
conjunto de ideas que pueden seguirse, el “cuaderno de viaje” será el resultado
de la transformación de esas ideas en acto.
Señala además su autor
que no sólo se encontrarán en Guadalajara para niños monumentos, historias y personajes, sino que también aparecerán
fiestas y tradiciones -a las que se invita a toda la familia-, así como
productos típicos (artesanía, gastronomía…) de cada lugar, que pretenden hacer
que el niño “aprenda a mirar paisajes, plazas y conjuntos ambientales”, de modo
que nazca en él cierto interés por el patrimonio y las raíces ancestrales de
Guadalajara, puesto que como indica el adagio: “lo que se conoce se ama”.
Estamos, pues, ante el
primer libro de este tipo que se edita en Guadalajara; un libro específico para
familias aventureras con hijos aventureros y, puesto que la aventura atrae, lo
más lógico sería pensar que estos niños, dentro de unos pocos años, serán
quienes recojan la antorcha de los escritores actuales y den a conocer las
riquezas culturales de Guadalajara a las nuevas generaciones (y así
sucesivamente, como sería de esperar).
Y ahora, con el fin de
ofrecer detalladamente los aspectos concretos que contiene cada uno de
capítulos, nos centraremos en uno de ellos a modo de ejemplo representativo,
elegido al azar: página 87… que corresponde a… Cogolludo.
En página doble, a modo
de entrada, vemos la ubicación de Cogolludo en el mapa provincial, su escudo y
un plano del pueblo, en el que se señalan los restos de su antigua muralla.
Después, se entra de lleno a “Descubrir Cogolludo: La tierra en la que pudo
nacer Colón” donde, después de indicar su situación geográfica, se sugiere al
lector infantil que investigue sobre los “chocolateros” y las “aguederas” y su
significado, como fiestas tradicionales más importantes del lugar; visitar las
cinco ermitas; interesarse por sus obras de arte -“el Capón de Palacio”- y
también, ¿por qué no?, por el cabrito asado propio de la zona.
Pero el tema continúa y
la guía que es Guadalajara para niños,
propone una serie de viajes por otros lugares, más o menos cercanos, que llenarán
de alegría a los visitantes para ver los castillos de Jadraque y Galve de Sorbe
y jugar junto a las ruinas de los de Cogolludo, Beleña de Sorbe (aunque este es
un poco peligroso) e Hita (donde a primeros de julio se celebra su
archiconocido “Festival Medieval”.
También recomienda
recorrer parte del denominado “Románico rural”, especialmente las iglesias de
Beleña de Sorbe y de Campisábalos, donde podrán contemplar a sus anchas dos
mensarios o menologios medievales, que podrán comparar para ver si coinciden
las representaciones iconográficas de sus meses y, de paso, analizar
detenidamente las características principales de la “arquitectura negra” en las
proximidades del pico Ocejón.
Y para finalizar (o
comenzar el viaje, según la dirección que se tome), pegarse un chapuzón en las
aguas del “Colchón de Humanes” -siempre bajo la atenta mirada de los mayores- o
subir a “la Muela” de Alarilla y ver como vuelan los “hombres pájaro” con sus
parapentes y alas delta.
Todo ello va acompañado
de una serie de fotografías alusivas a cada tema propuesto, que, aunque en color,
resultan un poco diminutas.
Las páginas siguientes
explican y amplían lo anteriormente dicho. Así, acerca de Colón ofrece la
teoría de su nacimiento en Espinosa de Henares, como hijo de doña Aldonza de Mendoza
que, al parecer, murió al darle a luz. Y aquí, después de conocer estos datos,
surge el interés por ver la casa donde pudo haber nacido el genial navegante,
por lo que se hace necesario un viaje al cercano lugar, cuaderno de notas en
ristre, y visitar los principales monumentos: la iglesia, las ermitas, el
puente…
Otro tanto puede decirse
acerca del “Capón de Palacio” que es el nombre que recibe un maravilloso lienzo al óleo de Jusepe de
Ribera, “el Españoletto”, que representa “Los preparativos para la crucifixión”
y que se conserva en la iglesia de Santa María, en Cogolludo. ¿Por qué ese
nombre tan insólito? Eso, precisamente, es lo que debe buscar el infantil
visitante.
Lo propio sucede con el
palacio de duques de Medinaceli, la joya más importante de Cogolludo, en cuya
fachada pueden verse mazorcas de maíz, algo muy extraño, puesto que Colón
descubrió América poco antes de la construcción del mencionado palacio. Aunque
hay quien opina que dichos frutos no son de maíz, sino otro fruto decorativo que
también aparece en palacios y arquitecturas renacentistas italianas,
precedentes de este palacio.
Sigue el viaje con una
visita detenida a la iglesia de Santa María, donde se supone que están
enterrados los restos de Colón y de su madre y se conserva el “Capón de
Palacio”, y de allí, un poco más arriba, al castillo, del que se conservan
algunos restos, así como de la muralla que rodeaba la villa. Todavía pueden
verse en sus cercanías el pozo de la nieve y “la Visera”, que es un nido de
ametralladoras de la pasada guerra civil.
En lo que toca a fiestas
y tradiciones, ya hemos visto que son dos las que se conservan en Cogolludo: la
de Santa Águeda, en la que mandan las mujeres, que tiene lugar alrededor del
día 5 de febrero, y “los Chocolateros”, especie de diablillos encapuchados de
blanco que ofrecen bizcochos y chocolate a los transeúntes el Miércoles de
Ceniza, fecha en que comienza la Cuaresma con sus ayunos y abstenciones. Pero,
además, junto a los dos ejemplos citados, aparecen “las botargas” y “los vaquillones”,
de los que se propone que en el cuaderno de viaje se realicen los dibujos de
aquellas “botargas” que más le hayan gustado o las que menos miedo le hayan
dado, al igual que se propone con los “vaquillones”.
Respecto a los “hombres
pájaro” no estaría de más dar una vuelta por Alarilla y ver cómo llegan al
pueblo los Reyes Magos.
También se resalta el
interés del Festival Medieval de Hita y su Arcipreste y se propone al visitante
infantil investigar sobre diversos ejercicios medievales, tales como el
estafermo, los bohordos y las sortijas, amén de callejear por las cuestudas
calles empedradas de la villa medieval, visitar su museo e iglesias y conocer
por dentro alguno de sus “bodegos”.
Otra opción más consiste
en visitar los pueblos de la “arquitectura negra”, donde la propuesta consiste
en este caso en anotar en el cuaderno de viaje los que más le hayan gustado al
visitante, además de describir las fiestas más destacadas que se siguen
celebrando en la zona, -aunque también sería interesante ir anotando las
características más sobresalientes de este tipo de construcciones: casas de
paredes gruesas, tejados con grandes faldones, vanos diminutos, aunque más
grandes en la solana, uso de los materiales, chimeneas gigantescas…-
Y, finalmente, termina
el viaje por el antiguo Partido Judicial de Cogolludo, con un amplio recorrido
por Jadraque, donde el niño y su familia, ilusionados viajeros, podrán visitar
el castillo “del Cid”, la “Saleta de Jovellanos”, la iglesia -donde se
conservan diversas lápidas funerarias de notable interés- y las ermitas, sin
olvidarse del callejeo y del tradicional cabrito asado al estilo jadraqueño.
Una guía interesante que
constituye una verdadera novedad, y es base para que los niños y sus familiares
conozcan a fondo la provincia de Guadalajara, primeramente a través de sus
aspectos más amplios y generalizados, para desde ellos, en segundo lugar, ir
profundizando a otros más particulares pero no menos importantes. Diversión y
aprendizaje se dan la mano en este libro-guía que tan bien ha sabido encauzar
Jesús Orea, gran conocedor de los secretos provinciales, al que felicitamos por
tan brillante trabajo, así como a la Diputación Provincial que a través de su
Servicio de Cultura ha propiciado su edición.
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