viernes, 6 de febrero de 2015

Alvar Fáñez: un estudio de categoría

BALLESTEROS SAN JOSÉ, Plácido, Alvar Fáñez.Trayectoria histórica del defensor del reino de Toledo (1085-1114), Guadalajara, Intermedio Ediciones, 2014, 240 pp. + mapa plegable (ISBN: 978-84-942961-1-6).

(I)

Poco es lo que se escribe sobre Guadalajara durante la Edad Media y, a veces, lo poco es también enrevesado. El libro que hoy comentamos es claro y contundente. No es muy extenso, porque para decir las cosas con claridad no hace falta ser farragoso y Plácido Ballesteros, autor de Alvar Fáñez. Trayectoria histórica del defensor del reino de Toledo (1085-1114), ha dado en el clavo al dejar constancia en este libro de la peripecia vital y la historia del gran desconocido adalid, al que siempre se consideró un segundón a la sombra de Rodrigo Díaz de Vivar, tenido como primo suyo o familiar directo.
El autor, Doctor en Historia Medieval por la Universidad Complutense de Madrid, sigue paso a paso, con gran rigor, desgranando numerosas teorías acerca del personaje, basadas generalmente en leyendas y aspectos folclóricos que vienen arrastrándose, sin un análisis profundo, desde la misma Edad Media, llegando hasta nuestros días muy alteradas.
Plácido Ballesteros consigue desbrozar los aspectos verdaderamente históricos, la auténtica y verdadera historia a  través de una profunda y exhaustiva revisión de los documentos todavía existentes, por nimios que puedan parecer los datos que contienen acerca de Alvar Fáñez y también de otros personajes de la época: fundamentalmente de  Alfonso VI y la reina Urraca, en un momento tan controvertido como el que vino tras la conquista de Toledo, en 1085, cuando Alvar Fáñez cobró mayor importancia al ser encargado de custodiar y conservar las fronteras del Tajo frente a la invasión de los terribles almorávides, deseosos de volver a recuperar la imperial Toledo.
La labor que el investigador ha tenido que realizar ha sido ardua, puesto que el grueso de su trabajo ha consistido en ir revisando con el consiguiente rigor, multitud de crónicas cristianas y musulmanas fiables: la Historia Silense, la Crónica del Obispo Don Pelayo, el Cronicón Compostelano, la Historia Roderici, la Chrónica Adefonsi Imperatoris, las Crónicas Najerense y Tudense, las obras de Jiménez de Rada, los Anales Toledanos, I, etcétera, entre los primeros, y las Memorias de Abd Allah, la Crónica Anónima de los Reyes de Taifas, la Historia de Al-Andalus de Ibn al-Kardabus, y el al-Bayan al-Mugrib de Ibn Idari (o La caída del Califato de Córdoba y los Reyes de Taifas), entre las fuentes musulmanas de primer orden, además de una cuidada selección de estudios, cerca de una treintena, que el lector puede seguir en la bibliografía final que acompaña al libro y que, dicho sea de paso, contribuye eficazmente, junto al extenso apéndice titulado “Personajes. El protagonista y su familia” y un completísimo “Resúmen gráfico”, a prestar al libro gran interés didáctico.
El libro está divido en dos grandes capítulos: Alvar Fáñez, entre la historia y la leyenda y La verdadera trayectoria histórica de Alvar Fáñez.
En el primero de ellos, queda claramente demostrado que en casi todas las crónicas mencionadas, Alvar Fáñez viene a ser considerado como un personaje absolutamente desdibujado, casi llegando a convertirse en ficción o, simplemente, uno de los capitanes destacados de la mesnada del Cid en su camino al destierro y durante los sucesos levantinos; algo, señala Ballesteros, que corresponde a una visión totalmente falsa y alejada de la realidad histórica, debida principalmente a invenciones juglarescas intercaladas en las crónicas cultas referentes al reinado de Alfonso VI a partir de finales del siglo XII, que contribuyeron a que la Historia se convirtiese en Epopeya, como puede comprobarse a través de los ya conocidos tópicos novelescos propios de aquel reinado: la partición de los reinos por Fernando I, que dio lugar a los enfrentamientos subsiguientes entre sus hijos, como así sucedió tras su fallecimiento y, también, la  sustitución del rito mozárabe por el romano, que se decidió de una manera un tanto truculenta, elementos estos que fueron integrados y aún ampliados en el Poema del Cid y con mayor amplitud en la Estoria de España mandada confeccionar por Alfonso X a fines del siglo XIII.
Es en este primer apartado donde Ballesteros va analizando pormenorizadamente el proceso de incorporación de los elementos que constituyen las “leyendas juglaresas” en las crónicas medievales, tanto en las más cercanas temporalmente, como en las posteriores más inmediatas, en las que se ofrecen noticias puntuales de los hechos más sobresalientes del momento “con pequeñas pero muy significativas diferencias entre ellas”.
En las tres se concede el protagonismo a la familia real y no aparece mención alguna a Alvar Fáñez, pero tampoco al Cid Campeador, como demuestra a continuación a través del estudio comparativo de las diferentes crónicas: 
La Crónica Silense o Historia Legionense (ca. 1110-1118), que refiere la división del reino y el posterior enfrentamiento entre hermanos.
La Crónica del Obispo Don Pelayo de Oviedo (ca. 1120-1128), en la que, además de la división del reino y el consiguiente enfrentamiento, se habla de otros aspectos como la conquista del reino de Toledo y la repoblación de la Extremadura castellana, la adopción del rito romano, la irrupción almorávide y la batalla de Sagrajas (que merecen escasa atención para el cronista) y la puntual relación de las cinco mujeres legítimas del rey Alfonso VI, además de dos amantes (una la mora Zaida, madre del infante Sancho, muerto en la batalla de Uclés).
El Cronicón Compostelano (ca. 1130), que vuelve a la división del reino y al posterior enfrentamiento y ofrece pocos datos sobre el reinado de Alfonso VI, dedicando algunas notas -no muy precisas- a la conquista de Toledo y con más detenimiento al cambio del rito religioso, además de una breve reseña, “muy negativa”, del reinado de Urraca, que reinó tiránicamente y murió “tras una vida infeliz de parto de hijos adulterinos”.
La Historia Roderici (primeras décadas del siglo XII / 1188-1190), crónica personal de Rodrigo Díaz fechada tradicionalmente muy próxima a los acontecimientos, aunque Menéndez Pidal la creyó escrita por un testigo de los hechos a principios del siglo XII, tras la muerte del Cid, por lo que se trata de la biografía más antigua del Campeador, por lo que es la fuente principal para el conocimiento de los hechos de dicho personaje, donde no aparece por ningún lado la “jura” de Santa Gadea, ni se menciona Alvar Fáñez.
La Chrónica Adefonsis Imperatoris (ca. 1153-1157), cuya primera parte detalla los sucesos políticos del reinado de Alfonso VII, sin mencionar a Alvar Fáñez, mientras que en la segunda narra la defensa del reino de Toledo de los ataques almorávides, en cuyos primeros capítulos el protagonismo corresponde a nuestro adalid y donde se dice que las aceifas musulmanas atravesaban constantemente “aquella tierra que fue de Alvar Fáñez”, al que denomina “el valiente caudillo de los cristianos”. El final de esta Chrónica de Alfonso VII contiene el Poema de Almería, entre cuya nómina de personajes se menciona un tal Álvaro, hijo del que fuera alcaide de Toledo Rodrigo Álvarez, identificado en el Poema como yerno de Alvar Fáñez.
La Crónica Najerense (ca. 1173-1194), sigue el mismo modelo: habla de la división del reino (siguiendo el texto de la Crónica Silense) y del enfrentamiento posterior, la conquista de Toledo, la repoblación de la Extremadura, la irrupción almorávide, salvo en el cambio de rito, donde introduce elementos claramente juglarescos.
El Chronicón Mundi, del Obispo Lucas de Tuy (1236), que ofrece una visión positiva de la reina Urraca al tratar del enfrentamiento con sus hermanos y destaca que en la conquista de Toledo el rey recibe a un mensajero que le da cuenta del sueño de Çibrian, obispo de León, en el que san Isidro le comunica que tras quince días de asedio, Toledo se rendirá.
De Rebus Hispaniae, del Arzobispo Don Rodrigo Jiménez de Rada (1243 / 1246), tipo de “historia oficial” en la que su autor evita en todo momento los aspectos negativos que pudieran surgir, además de seguir en gran parte una fuente literaria; sin embargo es la primera vez que la figura histórica de Alvar Fáñez aparece en una crónica “oficial”:

 “Llegados los supervivientes a Toledo [tras la batalla de Uclés], el rey les pregunta, reprochándoles, por su hijo muerto [el infante Sancho], a lo que el Conde Gómez le responde que el rey no se lo había encomendado a él. Como quiera que el monarca, tras indicar que el ayo del infante había muerto protegiendo al niño, seguía con sus acusaciones por no haber muerto ellos también en la defensa del heredero, Alvar Fáñez, varón valiente y fiel, le contestó que el rey debía comprender en su dolor que, una vez muerto el infante, su sacrificio habría sido en vano, porque dado que ya no se podía hacer nada por el príncipe, allí estaban para defender lo que con mucho sacrificio habían conquistado con la sangre de tantos, de manera que la gloria del rey no se perdiera como se había perdido su hijo”.

La Estoria de España, de Alfonso X el Sabio (ca. 1270 / 74-1360) a través de dos de sus versiones: la Primera Cónica General de España y la Crónica de los Veinte Reyes, en las que se suelen incluir obras literarias como cantares de gesta y fuentes folclóricas, por lo que Ballesteros solamente presta atención a los relatos relacionados con la época de Alvar Fáñez, como son el Cantar del rey don Fernando, el Cantar del rey don Sancho y la Jura de Santa Gadea (hoy perdidos), la Gesta de las Mocedades de Rodrigo, el Carmen Campidoctoris y el Cantar de la Mora Zaida, además de algunas referencias de tipo tradicional “segund dizen los ancianos que son muy antigos, que alcançaron mas las cosas daquel tiempo”, como se puede ver textualmente en el capítulo 866 de la Primera Crónica General, al explicar que el ganador de la batalla de Almodóvar fue Alvar Fáñez, frente a lo sostenido en otras fuentes. Pero también en algunas versiones, en los capítulos referentes a los reinados de Fernando I, Sancho II y Alfonso VI van apareciendo menciones acerca de la participación del Cid en los hechos más significativos, al igual que sucede con Alvar Fáñez, al que se identifica con el entorno del Campeador, por ejemplo en los enfrentamientos surgidos entre Sancho II y el rey García, donde se concede un papel relevante a nuestro personaje, pues según la Primera Crónica General, Santo II manda como mensajero a Alvar Fáñez, al que se identifica como sobrino del Cid, ante el rey García, con el encargo de exigirle la entrega del reino o que, por el contrario, se prepare para la batalla (aunque nuestro protagonista lamenta tener que realizar dicha misión, cumple con lo ordenado por su señor).
Sin embargo, la Crónica de Veinte Reyes no identifica al mensajero sino con Alvar Fernández, del que no se menciona relación alguna con el Cid, de modo que aunque Alvar Fáñez sea “citado casi una cincuentena de veces, aparece como su mejor capitán, su lugarteniente en las situaciones más difíciles, a que le son encomendadas las misiones más delicadas…” no deja de ser el alter ego literario del héroe, lo cual contribuyó a ensombrecer su verdadera trayectoria histórica.
Y los Anales Toledanos I y II (ca. 1219-1244 / 1250), siendo en los Primeros donde se da sucinta noticia de la toma de Cuenca por Alvar Fáñez en 1111, así como también su muerte en 1114, a manos de las milicias concejiles de Segovia, mientras que en los Segundos se recogen varios enfrentamientos de nuestro protagonista con los almorávides: el de Almodóvar de 1091 auxiliando a al-Mu’-tamid, taifa sevillano, antes de su deposición y posterior destierro a Marrakesh, y el cerco de Montesant en 1113, defendiendo Aurelia (Oreja).

(Continuará).


José Ramón López de los Mozos

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