García de Paz, José Luis: “La Feria de las
Mercaderías de Tendilla”. Aache Ediciones. Guadalajara, 2013. Colección “Tierra de Guadalajara” nº 86. Tiene 80
páginas, y muchas ilustraciones en color y BN. ISBN 978-84-15537-30-4. Como
todos los libros de esta Colección, en formato de cómodo manejo, a los
capítulos iniciales del autor, se suman aportaciones sobre el mismo tema de
otros escritores y personas que tuvieron experiencias con la Feria. Así
destacan los escritos de Luis Monje
Ciruelo, de Juan Antonio Nuevo
Sánchez y de Doroteo Sánchez Mínguez,
este último aunque de Peñalver, hondo conocedor de las costumbres alcarreñas y,
por supuesto, de esta feria tendillera que fue evolucionando a lo largo de los
siglos, dejando en su camino suculentas anécdotas que él nos refiere.
En la Feria del Libro de Guadalajara, que va a tener
lugar desde el 16 al 19 de mayo, uno de los libros estrella va a ser
precisamente el que trata de otra Feria, aunque esta de mayor antigüedad y
raigambre. La Feria de las Mercaderías, la clásica “Feria de San Matías” de
Tendilla se sube a los anaqueles de las bibliotecas, y desde allí nos observa.
Vale la pena que nosotros la observemos a ella, hasta en sus más mínimos
detalles.
Con motivo de la declaración
de “Fiesta de Interés Turístico Regional”
que en febrero de 2013 se le ha otorgado a esta manifestación del costumbrismo
alcarreño, que hunde su memoria en los viejos siglos de la Edad Media, pues se
sabe que ya a mediados del siglo XV se celebraba, la editorial Aache ha editado
este libro cuyo autor, el profesor José Luis García de Paz, viene investigando,
escribiendo y animando para su conocimiento y recuperación.
La Edad dorada de la Feria
Sobre su antigua
existencia, nos dice el autor que esta celebración data nada menos que del
reinado de Juan II de Castilla, teniendo constancia documental de la
confirmación de su existencia en 1484, mediante un Privilegio Real. Es Helen
Nader quien cree que sería el marqués de Santillana, político y escritor
castellano, quien tras logar en 1435 el señorío de Tendilla, pensara en
aprovechar las características topográficas del lugar para desarrollar un
seguro potencial comercial, al estar en un transitado camino que iba desde
Castilla a Valencia pasando por Cuenca. Cuando su segundo hijo, como su padre
llamado Iñigo López de Mendoza, recibiera el título de conde de Tendilla, en
1468, pensaría en afianzar esta posibilidad, sin duda. Y aunque desde bastante
antes se celebraban en la villa alcarreña dos ferias (en invierno aún, por San
Matías, y en el otoño para San Mateo), los Reyes Católicos concedieron a
Tendilla el privilegio de celebrar Feria franca, salvando de impuestos a quien
en ella comerciara, lo que suponía un verdadero espaldarazo para la villa, pues
eso suponía la posibilidad de una gran afluencia, con el correspondiente
negocio añadido.
La primera mención escrita
de la feria de San Matías está fechada el 6 de diciembre de 1484, y ya desde
entonces empieza a aparecer en referencias documentales, muy especialmente en
la interesante correspondencia del segundo conde de Tendilla, que nos ha
llegado a través de diversas fuentes bibliográficas. En este sentido conviene
ver algunas de las cartas del conde publicadas en "La
Correspondencia del Conde de Tendilla", por Aurelio
García López en Wad-Al-Hayara nº 22
(1995); en el "Epistolario del Conde
de Tendilla (1504-1506)", por Jose Szmolka y colaboradores, en la
Universidad de Granada (1996) y en la "Correspondencia
del Conde de Tendilla (1508-1513)", por Emilio Meneses, editado por la
Real Academia de la Historia
(1973). Desde entonces, quedan muchos datos, entre ellos lo que prueban que los
señores territoriales de la villa de Tendilla promocionaron esta feria
estableciendo unos impuestos bajos en las ventas al por mayor y dejando exentas
de todo impuesto todas las transacciones al por menor. Otro elemento que da la
clave de su auge, es la decisión que se tomó, ya a finales del siglo XV, de
obligar a la construcción de soportales en las casas de nueva planta.
Continuidad
a través de los siglos
En el libro de García de
Paz, con un lenguaje sencillo y accesible a todos, se nos cuenta cómo el
desarrollo principal de la Feria tuvo lugar a lo largo del siglo XVI. Un siglo
en el que el aumento de población y de negocios hizo que se desarrollara
espléndidamente la reunión comercial, tal como podemos leer en las “Relaciones
Topográficas” que en 1580 se enviaron, desde todos los pueblos de Castilla, a
la administración de Felipe II.
Las crisis que siguieron en
los sucesivos siglos, a partir del XVII, a lo que se añadió la Guerra de
Sucesión en los primeros años de la siguiente centuria, afectaron a la Alcarria
toda, incluida Tendilla, que pasó de tener 604 vecinos en 1591 a solamente 54
en 1717. Esto es: de casi unos 2.500 habitantes a poco más de doscientos. En
esa época el ciclo ferial se redujo a una sola convocatoria, la de finales de
Febrero, y así puede leerse en las "Memorias Económicas" de Eugenio
Larruga (1791) que "…en Tendilla se
celebra feria el 25 de febrero; es de ganado mular, y de poquísimo comercio".
A lo largo de ese siglo se recuperó lentamente, villa y feria, aunque sin
recuperar los horizontes de prosperidad del Renacimiento.
Luego nos cuenta García de
Paz, con toda clase de pormenores (que le llevaron hace unos años a escribir y
publicar otra monografía sobre este momento, en “Tendilla y su Feria durante la
francesada”, Aache, 2009) que el acontecimiento siguió teniendo vida incluso a
pesar de la guerra de la Independencia.
En los diccionarios
económicos y sociales que se publican durante el siglo XIX queda reflejada la
vitalidad, progresiva, de la Feria tendillera. Sebastián Miñano en el suyo de
1826 menciona en Tendilla una "Feria
el 24 de febrero", y don Pascual Madoz en su "Diccionario Geográfico-Estadístico Histórico"
publicado entre 1845 y 1850 indica que "el 24 de febrero se celebra anualmente una feria que dura tres días, y
su principal tráfico lo constituyen los ganados, particularmente mular, tanto
cerril como domado, también se ponen varias tiendas de paños, quincalla,
objetos de hierro y otros artículos".
A lo largo del siglo XX se
mantuvo y de ello queda abundante reseña en la prensa provincial, dando cuenta
en “Flores Abejas”, “Nueva Alcarria” y otros periódicos de la llegada de
tratantes, muleteros y mercaderes, del transporte de mulas hasta la estación de
ferrocarril, de la necesaria vigilancia del orden por la Guardia Civil y de
numerosas anécdotas que recordaban los mayores. En este siglo se vendieron no
solo caballerías (sus tratantes, los “muleteros” arribados de Aragón, Cataluña,
Castilla, etc, eran famosos por su capacidad negociadora, el dinero que
manejaban, y lo bien que sabían relacionarse con el público) sino muchos otros
objetos que daban un sentido abierto al certamen: monturas y arreos de animales,
paños e hierros, aperos de labranza, sombreros, botijos, navajas, hierro viejo,
guitarras, más elementos de alimentación que son los que parecen predominar
ahora: miel, dulces, queso y productos de la matanza.
El renacer de la Feria de Tendilla
Es Juan Antonio Nuevo,
alcalde que fue de Tendilla en 1993, quien nos recuerda la forma en que aquella
feria tendillera, tan decaída progresivamente que llegó a dejar de celebrarse,
renació, porque su recuerdo no llegó a perderse, siendo el Ayuntamiento y la
Asociación de Comerciantes quienes a la limón procuraron su vuelta a la vida .
Y así vemos cómo en febrero de 1994 resucitó y hasta hoy, 20 años seguidos,
siempre a más. Durante el último fin de semana de febrero, o en el más cercano
al día 24 de ese mes, que es San Matías, se ha venido celebrando con un
sustrato de revitalización ganadera, de comercio actual, especialmente de
comestibles, y muchos actos culturales y lúdicos en su torno. Tras esos 20 años
de progresión, el gobierno de la Junta de Comunidades ha acordado su
declaración como “Fiesta de Interés Turístico Regional”, apelando especialmente
–creemos- a su antigüedad y tradición, pues sin duda es una de las más antiguas
del territorio castellano-manchego.
De ahí que la aparición de
este libro, que va a ser presentado públicamente en la Feria del Libro de
Guadalajara el próximo sábado día 18 de mayo, a las 11 de la mañana, en la carpa
principal de la Feria, sea muy justificada en orden a reordenar toda la
información que ha generado en esos más de cinco siglos de vida, con imágenes y
anécdotas, escritos y recuerdos de mucha gente.
Esencia del libro
La obra, sencilla en su
planteamiento, nos ofrece una visión inicial de la historia de la villa
alcarreña de Tendilla, y de sus señores, los Mendoza, desde el siglo XV.
Pasando luego a reconstruir los orígenes de esta Feria, que estuvo secularmente
dedicada a San Matías, pero cuyo objetivo era el de ser la primera del año
(todavía en pleno invierno) para que los artesanos pudieran dar salida a sus
productos elaborados los meses anteriores, consiguiendo reunir a miles de
personas, llegadas de toda la Península, que comerciaban y suponían al mismo
tiempo una saneada fuente de ingresos para el conde.
En el libro se estudia la
evolución de la Feria, y cómo en los años del Renacimiento al compás de un
crecimiento económico en España, la afluencia de mercaderes era enorme,
llegando desde todas partes de Europa y aún de América, vendiendo y comprando
mil objetos extraños y exóticos, siendo además un lugar clásico de compra-venta
de animales, especialmente mulas, habiendo quedado en la paremiología popular
amplio reflejo de ello.
En
resumen, y teniendo en cuenta la abundante iconografía que el libro ofrece,
podemos decir que estamos ante un libro hermoso, y al mismo tiempo útil, por
cuanto nos permite conocer con brevedad y rigor la esencia de una fiesta (ya de
categoría regional) que cada año reúne más gente y participación densa de
visitantes, expositores y actuaciones, centradas en la evocación de tiempos
antiguos y en el comercio –que sigue vivo- de animales, y mercaderías varias
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