HETERÓCLITOS, 13-31 mayo 2010.
espacio de arte antonio pérez. centro san josé. Guadalajara, Cuenca, Diputación
de Guadalajara. Servicio de Cultura, 2010, 72 pp. Catálogo de la exposición
(ISBN: 978-84-92502-14-1) (19x19 cm.).
A
veces es importante volver la vista atrás y ver con otros ojos, siempre
renovados, aquello que pasó y que ahora puede verse a través de esos otros
“ojos” que son los catálogos. Tal es el caso de la exposición que comentamos.
Habrá
quien piense que el arte es el de siempre y que las “cosas” que se llaman “modernas”
son tan sólo intentos, ensayos de laboratorio más o menos pasajeros.
Uno
quiere pensar que no y que a pesar de ello muchos de esos llamados intentos son
muestras de arte verdaderamente logrado que, ciertamente, podrá o no, gustar
más o menos… y a pesar de ello todavía en pleno siglo XXI volverá a surgir la
preguntita de marras de si se entiende o no, al igual que suele surgir también
la de quien no entiende de libros y que al saber que fulano o mengano tiene una
biblioteca bien surtida por numerosa, siempre pregunta: ¿Y se los ha leído usté
todos?
Los
textos del catálogo que comentamos, breves como corresponde a una publicación
de tales características, fueron escritos por Mónica Muñoz y se editaron al
cumplirse un año de la inauguración del Espacio de Arte Antonio Pérez que la
Diputación de Guadalajara dedicó al polifacético y caleidoscópico seguntino.
Como
todos sabrán, que para eso están los diccionarios, lo heteróclito es aquello
que está fuera del orden establecido, lo irregular, lo que se sale de la norma,
cosa que se cumple a rajatabla a través de los elementos que compusieron la
exposición homónima: fotografías, pinturas, objetos encontrados y obra gráfica
absolutamente dispares unidos por Antonio Pérez en su Fundación, pero que
cobran sentido propio en “su” lugar correspondiente: que la propia Fundación,
con sede en la artística ciudad de Cuenca, y obras de Oscar Lagunas, El
Manchas, Adrián Moya, Rafa Miranzos, Jesús Ortega, Jesús Otero Iglesias,
Victoria Santesmases y Santiago Torralba Pérez; la obra gráfica, con su sede en
de San Clemente (Cuenca) y obras de Corneille y Lucebert; el museo del objeto
encontrado, también en San Clemente, con piezas de lo más dispar reunidas y
“encontradas” por Antonio Pérez a partir de los años cincuenta y, finalmente,
en el museo de la fotografía, instalado en Huete (Cuenca) que contiene imágenes
de Ricky Dávila, Jean-Marie del Moral, Rosell Meseguer, Isabel Tallos y
Santiago Torralba Hernáiz.
Espacios
que aunque separados componen los fondos de la Fundación Antonio Pérez, fundada
en 1988 tras haber sido donada a la Diputación de Cuenca con el fin de ampliar
la oferta cultural de dicha ciudad a través de las más de tres mil obras con
que cuenta.
No
se trata por tanto de obras “aisladas”, sino de obras que forman parte de un
espacio que las acoge y que a su vez complementan.
No
sería lo mismo la obra sin ese espacio ni el espacio sin la obra.
No
un espacio cualquiera ni una obra cualquiera, sino un espacio especial que
contrasta con la “modernidad” de la obra, que forma el contrapunto que se busca
y lo consigue, para no sólo constituir un elemento meramente visual más o menos
impactante sino para hacer pensar en otras posibilidades artísticas, puesto que
el arte muchas veces puede encontrarse en cosas, a través de objetos, en los
que apenas ha intervenido el hombre.
A
veces tras la destrucción llega el arte y ese resultado, los objetos
resultantes de esa posible violencia humana o natural, son los que busca y
encuentra Antonio Pérez en un desconchón en la pared de una casa en ruinas, en
un bote de Coca Cola aplastado por un camión, en una vertedera de tractor
desgastada o acaso en una señal de tráfico oxidada que sirvió de diana a un
cazador sin pieza…
Ver
exposiciones de este tipo eleva la moral, pero verlas separadamente junto a
otras muestras como las que se exhiben en el Museo de Arte Abstracto o los más
modernos Espacio Torner en la antigua iglesia de San Pablo o en la sede de la
Fundación Antonio Saura -la Casa Zavala- es todo un placer que se acrecienta
cuando además se callejea por el barrio alto, que a su vez se convierte en
continente de ese contenido que son los propios espacios artísticos,
continentes a su vez de otras manifestaciones artísticas. La obra de arte en su
espacio artístico dentro del conjunto total.
La
colección de Antonio Pérez dándose la mano con la del amigo Saura y todas
bailando entre la mágica arquitectura conquense, entre conventual y medio
burguesa, con las arpilleras negriblancas de Manolo Millares, con la tenue y
difuminada línea de Fernando Zobel, con las trepidantes y dinámicas rectas
coloristas de Sempere o con las masas de Pablo Sebastián y los hierros, ahora
madera, de Eduardo Chillida -Avesti
gógora saludándonos a la entrada-, asomándose a la barranquera del Huécar
desde los ojos saltones de sus Casas Colgadas, sobresaliendo por entre los
ocinos y los cipreses que elevan su delgadez inmaculada al eterno azul tenue
apenas salpicado de nubecillas juguetonas, si el día acompaña.
Un
catálogo que mezcla un perfecto colorido con un blanco y negro mate, diseñado
por artetinta, que dan idea de la colección de arte que atesora la Fundación
Antonio Pérez en sus diferentes sedes, y de la que tuvimos la oportunidad de
disfrutar a lo largo de una amplia selección.
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