viernes, 15 de febrero de 2013

Noche de versos en Torija


Noche de versos. Al pie de un soneto de José María Alonso Gamo, 1.ª ed. Torija, Intermedio ediciones, Julio 2012, 80 pp.

Recoge este sencillo y primoroso libro, cuya edición ha corrido al cuidado de Jesús Campoamor, una serie de poemas escritos por siete poetas sobradamente conocidos en el ámbito literario alcarreño, a modo de sentido homenaje a José María Alonso Gamo, diplomático, poeta y ensayista, natural de Torija, que se leyeron una noche estrellada, al pie de la placa cerámica que, en la Plaza de la Iglesia, lo recuerda a través de uno de sus sonetos:

¡Aquella plaza, aquella calle,
por las que va, de paso, mi costumbre!
Torija en que nací: piedra de alumbre
que mis sueños rodeas por el talle.

Si el castillo es bajel sin gobernalle
y el pueblo de tan viejo, pesadumbre,
¡cómo se transfiguran en la cumbre
cuando torno a mirarles desde el valle!

De la gran barbacana amurallada
queda poco vestigio y mucho olvido;
de justas y torneos, vaga historia.

Ruinosa fortaleza abandonada,
piedras de asedio, polvo combatido:
¡qué arraigados estáis en mi memoria!

Siete poetas, número apocalíptico, que dejaron sus ecos en la noche torijeña y que, para que no se perdiesen por siempre jamás, fueron recogidos en este cuaderno que, si breve, debe leerse con la atención que la poesía requiere.
Comienza el poemario, alfabéticamente, por Jesús Campoamor, pintor y escultor alcarreño que acude a la poesía como forma de expresión con la que completar su obra plástica. Son poemas transidos de esa emoción que el autor siente ante el paisaje de su tierra, de su geografía provincial y que unas veces ve con los ojos de la cara y otras con los del sentimento.


Son poemas plásticos, descriptivos, de fuerte pincelada:
“Con malvas, sienas, semejando albores,/pinceles mecen campos nacarados...”
o bien
“...en el poético abierto cielo/empujadas por el viento/las nubes van creando/imágenes reales/de mis fantásticos sueños/...”, (de Con mis pinceles I).
Francisco García Marquina, madrileño de nacimiento, aunque inspirado por la lectura de Viaje a la Alcarria vive en las tierras campiñeras desde hace casi cuarenta años, cuenta con 21 libros publicados y numerosos premios en su haber. Los poemas que ofrece en este libro son una selección, a modo de antología, de su obra anterior: La eternidad vulnerable, El equipaje del naufrago, Cartas a deshora y Memoria de las cosas venideras.
Su poesía, ésta en concreto -la que aquí se recoge- va desde lo casi cotidiano -y en cierto modo prosaico y descriptivo-, hasta el recuerdo que cobra vida y se hace latencia que se traduce en palabra escrita.
De lo dicho en primer lugar bien podrían servir como ejemplo los siguientes versos: “En la hora más densa de la tarde/el pregonero ahueca la modorra/de este poblacho, a cornetazo sucio./Huyen raudos los pájaros que saben/que algo trama el Señor desde los cielos./Bien afincado en su reloj de barro/el alguacil implora a Dios mediante/carraspeos y toses, lanza al viento/un bando de estorninos y convoca/una nube de tizne peregrina/para vegarse así del vecindario.” (Valdesaz: Plaza Mayor con tormenta, de La eternidad vulnerable).
Y de lo segundo:
“Asfixiado en mi espesa circunstancia/noto su levedad como un respiro/que me refresca el rostro y me hace joven/valiente, enamorado y verdadero./Y me sumo a su espléndido presente/que me turba y me crece como un cálido/roce del viento sobre mi grisura.” (Nota a una chica con su maleta, de Cartas a deshora).
Ramón Hernández, de la llamada “generación española de postguerra” es fundamentalmente novelista. Una amplia antología poética suya -Acuario en Capri- ha sido publicada recientemente en Philadelphia (USA) por SSSAS y en España por Vitruvio. Su obra se caracteriza por un carácter universalista que trasciende la realidad y se introduce en el mundo de lo onírico, sin por ello perder agilidad:
“yo no seré polvo del famélico vacío/ni subyugada cifra de un teorema sin fórmula/tampoco espejo roto sin mirada y sin rostro” o “me niego a ser sólo carnal cuerpo humano/ni acepto tener calavera si no es existencialista/no quiero ser gourmet del estómago ni ujier con galones del colon transverso...” (tierra de acuario).
Cierta tristeza y una gran carga de rebeldía aparecen a lo largo de estos poemas, que al fin y a la postre terminarán “porque nada ni nadie podrá ese día/detener la salvaje inhumana llegada/del último adiós” (último adiós).
Entre el mar y la llanura (1985), Con el alma en las alas (1988) y Sabor a Tierra (1995) son tres poemarios de María Ángeles Novella Viejo. Su poesía es intimista y a través de su lectura queda patente incluso al abordar temas que podrían considerarse menos personales, a los que suele imprimir un sello propio característico. Actualmente trata de armonizar la palabra con la imagen a través de nuevas temáticas que dentro de poco verán la luz en un libro que tiene en preparación.
Ese mundo interior se manifiesta en versos como los siguientes:
“Puedo escribir los versos más tristes esta noche/porque estoy recordando tu presencia perdida,/porque siento en mi alma el dolor de tu angustia/y muerde mis entrañas tu amor desesperado./[...]/Puedo escribir los versos más tristes esta noche/pero no quiero hacerlo porque sé que tu canto/entre furias y penas, en mi pecho aún es luz.” (Homenaje a Pablo Neruda).
No menos bello es el poema titulado Otra vez (A Federico García Lorca):
“La luna se oculta el rostro:/reconoce ese puñal/en el pecho de la tierra./Un amargo escalofrío/emerge de los rosales/y alcanza su sombra apenas./Jirones de nácar viejo:/pañuelos del llanto mudo/que derraman las estrellas./La voz segada de muerte,/dolor bronce y aceituna:/el toro negro regresa/-soleares del silencio-/sobre otro albero de sangre./Queja de luna en la vega.”
Jesús Sánchez López es párroco de Torija, filósofo e historiador, y contribuye a este libro con tres de sus poemas: A la portada de la iglesia de Torija, Dos sonetos enlazados y Al soneto de José María Alonso Gamo en la plaza de la iglesia (Un soneto a otro soneto), del que tomamos los versos que siguen:
“Un soneto, con su sombra preclara,/preside esta plaza recoleta/y anuncia, en rítmica pirueta,/lo que Alonso Gamo nos dejara./Su misma alma aquí se declara/en nostalgia sentida que se aquieta/cuando Torija y Castillo son meta/desde que aquí nació y se bautizara.”
Rafael Soler, valenciano radicado en Madrid, donde ejerce de profesor universitario, es poeta y novelista, autor de Maneras de volver (2009), Las cartas que debía (2011) y una antología, La vida en un puño, publicada en Paraguay. A él pertenece esta Oración en voz baja y en ayunas:
“Gracias te doy Señor del Abandono Manifiesto/por este lúgubre silencio de las ocho/por el agua sin grifo del lavabo/por la terca soledad en que me dejas/buscándole las vueltas a un zapato/gracias te doy y no me sobran/Mísero Señor Desocupado/Rey de los Desastres y las Bocas/Supremo Hacedor de  mi Desgracia/por esta muerte diaria que me endosas/abanico del viento/voz sin alma.”
José Antonio Suárez de Puga, incorporado al movimiento poético de la llamada “Generación del 51” durante su estancia en Madrid, dio a la prensa su primer libro de poemas en 1957: Dimensión de amor, y es autor también de Betleem (2008), Dimensión del amor y otros sonetos (2008), Ángeles de Tartanedo (2010) y Cancionero de lugares y compañías, de próxima aparición.
De su delicada forma poética pertenecen estas Tres seguidillas a Torija con un poeta al fondo de profunda raíz popular:

Almenas aguerridas,
cielos en calma.
Torija en los paisajes
hondos del alma.

Bello rincón de rosas
frente al espejo
con un soneto al fondo
de un azulejo.

Ala tú entre las alas,
bogando suaves.
A su nido olvidado
vuelven las aves.

Un poemario, en fin, cuidadosamente editado, en cuya cubierta posterior figura un grabado, a modo de ex-libris, firmado por Campoamor como homenaje a esta tierra alcarreña, a Torija y, en especial, a José María Alonso Gamo, allí nacido.
No son frecuentes estos libros de poesía, que contienen a un mismo tiempo tanta variedad de estilos y tantas formas de sentirla y escribirla.
Por eso su lectura atenta y meditada se convierte en un gozo para el espíritu y nada mejor que compartirlo.

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