viernes, 4 de enero de 2013

Salinas de Guadalajara


HUESO KORTEKAAS, Katia y CARRASCO VAYÁ, Jesús F., Las salinas de los espacios naturales protegidos de la provincia de Guadalajara, Madrid, Asociación de Amigos de las Salinas de Interior, 2008, 88 pp.

Estamos ante un libro editado el año 2008. Para muchos lectores es posible que se trate ya de una antigüedad; pero, la verdad sea dicha, es un libro “casi reciente” por su contenido, porque el tema que trata, que es su verdadero sujeto, está todavía vivo y latente y es muy poco lo que se ha hecho hasta el momento en defensa de este patrimonio tan olvidado.
Quizá el origen de este progresivo abandono esté en la propia consideración que el Gobierno de Castilla-La Mancha tenía entonces de las propias salinas que ¿son espacios naturales protegidos o son manifestaciones de una arqueología industrial heredada de la más remota antigüedad?
Mucho nos tememos que aquel gobierno no tuviera los conceptos suficientemente claros, porque la realidad es que no se trata ni de una cosa, ni de la otra, sino de las dos al mismo tiempo, ya que tan importante es conocer el mundo biológico, la convivencia existente entre las plantas y los animales que proliferan en estos ambientes, como la arquitectura tradicional y la evolución de las mecánicas utilizadas para la extracción de la sal o el mundo social que surgió a su alrededor: los trabajadores y sus categorías y los métodos de transporte que se emplearon, entre otros muchos aspectos.
Y este libro surge precisamente para dar idea de lo uno y de lo otro, aunque de una forma un tanto suavizada, puesto que el Inventario Regional de Zonas Húmedas de 1989, de “de variada tipología y apreciable valor ambiental” contiene 450.
Pero lejos de la crítica, veamos con detalle el libro y su contenido. Es decir, su doble contenido. Primeramente el que sirve al lector como introducción al conocimiento de la tarea que se ha propuesto llevar a cabo la propia Asociación de Amigos de las Salinas de Interior, nacida en Sigüenza el año 2002, y que no es otra que la salvaguarda del patrimonio salinero de la zona geográfica comprendida entre Sigüenza -considerada durante mucho tiempo como la “capital de la sal”- y Atienza. Precisamente el espacio geográfico donde se incluyen dos salinas de la mayor importancia: las de Imón y las de La Olmeda, que conforman uno de los más interesantes “paisajes de la sal”.

Para ello, la Asociación que comentamos cuenta con una atractiva publicación electrónica semestral -El Alfolí- en la que ofrece interesantes trabajos sobre la cultura de la sal y cuyos contactos son: katia@silente.net y salinasdeinterior@gmail.com, además de una web: www.salinasdeinterior.org en la que expone sus proyectos.
En segundo lugar la propia defensa del patrimonio salinero, no solo de la provincia de Guadalajara, a través de la organización de ciclos de conferencias, congresos, etc., en los que poder ofrecer una amplia visión de todo aquello relacionado con la sal, gracias a la participación multidisciplinar de investigadores y personas interesadas en  ese mundo.
Pero, aparte de todo lo dicho, el libro destina un capítulo, el segundo, a los paisajes de la sal en Guadalajara, que quizá sea (desde luego lo fue) una de las provincias salineras más importantes de España junto a otras andaluzas, donde se explica el método de “cosechar” la sal, muchos de cuyos restos aún forman parte del entorno, unos destinados desde tiempos pretéritos a la defensa de este preciado mineral: castillos, fortalezas, torres; otros, más cercanos, a la logística: viviendas, alfolíes; algunos, como sistemas de comunicación: caminos, puentes...
Las más importantes salinas, parecidas en casi todo a las que se ven en la actualidad, se debieron al afán constructor o reformador de Carlos III y, básicamente, constan de uno o varios pozos de los que se extrae la salmuera mediante pozos que generalmente se conservan en el interior de edificios octogonales donde una noria tirada por “sangre” pudiese girar extrayendo el agua que iba a parar, a través de diversas canalizaciones, a distintas albercas, de poca profundidad para facilitar la cristalización de la sal, separadas entre sí por pasillos empedrados en los que poder cargar las acémilas o las vagonetas (en tiempos más cercanos a hoy), en las que conducirla hasta unos gigantescos almacenes donde se envasaba y comercializaba.
Un tercer apartado da idea de la microrreserva de los saladares de la cuenca del río Salado, que afecta una superficie de casi 188 hectáreas, pertenecientes a nueve municipios, con salinas en Imón, Olmeda de Jadraque, Santamera, Riba de Santiuste, Rienda y Paredes de Sigüenza, consistente fundamentalmente en vegetación anual pionera con Salicornia y otras especies propias de zonas fangosas o arenosas; pastizales salinos mediterráneos (Juncetalia maritimae); matorrales halófilos mediterráneos y termoatlánticos (Sarcocornetea fruticosa); matorrales halonitrófilos (Pegano-Salsoletea) y estepas salinas mediterráneas (Limonetalia).
Sigue una breve explicación de la forma de llegar a cada una de las salinas de la mencionada cuenca del Salado y también de las comprendidas en el Parque Natural del Alto Tajo (Almallá y Terzaga, Saelices de la Sal y La Inesperada), así como los datos históricos más importantes y la descripción de cada uno de sus establecimientos, debidamente acompañada por fotografías en color que dan idea de su estado de conservación, por lo común defectuoso, aunque todavía con posibilidad de poderse rescatar como patrimonio historico-etnográfico de primer orden.
Un vocabulario salinero de poco menos de treinta palabras, una escueta bibliografía general -diez títulos-, y un anexo sobre el comportamiento que el visitante debe guardar en estos espacios protegidos dan por concluido el libro que comentamos, que si sencillo en su forma y expresión, es de gran interés para el conocimiento de esta faceta tan poco conocida que son las salinas de la provincia de Guadalajara; libro, por cierto, cuya lectura recomendamos junto a este otro, que podemos considerar su hermano mayor: CARRASCO VAYÁ, Jesús-F. y HUESO KORTEKAAS, Katia (Coords.), Los paisajes ibéricos de la sal. 1. Las salinas de interior, Madrid, Asociación de Amigos de las Salinas de Interior, 2008, 160 páginas.
Aprovechamos la oportunidad para felicitar a la Asociación editora de ambos libros que sin ánimo de lucro, privada e independientemente, se dedica a la investigación, puesta en valor y difusión de los valores culturales y naturales de los paisajes de la sal, tan olvidados.

José Ramón López de los Mozos

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión sobre este libro nos interesa. Escríbela aquí.