HUESO KORTEKAAS, Katia y
CARRASCO VAYÁ, Jesús F., Las salinas de
los espacios naturales protegidos de la provincia de Guadalajara, Madrid,
Asociación de Amigos de las Salinas de Interior, 2008, 88 pp.
Estamos ante un libro editado
el año 2008. Para muchos lectores es posible que se trate ya de una antigüedad;
pero, la verdad sea dicha, es un libro “casi reciente” por su contenido, porque
el tema que trata, que es su verdadero sujeto, está todavía vivo y latente y es
muy poco lo que se ha hecho hasta el momento en defensa de este patrimonio tan
olvidado.
Quizá el origen de este
progresivo abandono esté en la propia consideración que el Gobierno de
Castilla-La Mancha tenía entonces de las propias salinas que ¿son espacios
naturales protegidos o son manifestaciones de una arqueología industrial
heredada de la más remota antigüedad?
Mucho nos tememos que aquel
gobierno no tuviera los conceptos suficientemente claros, porque la realidad es
que no se trata ni de una cosa, ni de la otra, sino de las dos al mismo tiempo,
ya que tan importante es conocer el mundo biológico, la convivencia existente
entre las plantas y los animales que proliferan en estos ambientes, como la
arquitectura tradicional y la evolución de las mecánicas utilizadas para la
extracción de la sal o el mundo social que surgió a su alrededor: los
trabajadores y sus categorías y los métodos de transporte que se emplearon,
entre otros muchos aspectos.
Y este libro surge precisamente
para dar idea de lo uno y de lo otro, aunque de una forma un tanto suavizada,
puesto que el Inventario Regional de Zonas Húmedas de 1989, de “de variada
tipología y apreciable valor ambiental” contiene 450.
Pero lejos de la crítica,
veamos con detalle el libro y su contenido. Es decir, su doble contenido.
Primeramente el que sirve al lector como introducción al conocimiento de la
tarea que se ha propuesto llevar a cabo la propia Asociación
de Amigos de las Salinas de Interior, nacida en Sigüenza el año 2002, y que
no es otra que la salvaguarda del patrimonio salinero de la zona geográfica
comprendida entre Sigüenza -considerada durante mucho tiempo como la “capital
de la sal”- y Atienza. Precisamente el espacio geográfico donde se incluyen dos
salinas de la mayor importancia: las de Imón y las de La Olmeda, que conforman
uno de los más interesantes “paisajes de la sal”.
Para ello, la Asociación que
comentamos cuenta con una atractiva publicación electrónica semestral -El Alfolí- en la que ofrece interesantes
trabajos sobre la cultura de la sal y cuyos contactos son: katia@silente.net y salinasdeinterior@gmail.com,
además de una web: www.salinasdeinterior.org en la que expone sus proyectos.
En segundo lugar la propia
defensa del patrimonio salinero, no solo de la provincia de Guadalajara, a
través de la organización de ciclos de conferencias, congresos, etc., en los
que poder ofrecer una amplia visión de todo aquello relacionado con la sal,
gracias a la participación multidisciplinar de investigadores y personas
interesadas en ese mundo.
Pero, aparte de todo lo dicho,
el libro destina un capítulo, el segundo, a los paisajes de la sal en
Guadalajara, que quizá sea (desde luego lo fue) una de las provincias salineras
más importantes de España junto a otras andaluzas, donde se explica el método
de “cosechar” la sal, muchos de cuyos restos aún forman parte del entorno, unos
destinados desde tiempos pretéritos a la defensa de este preciado mineral:
castillos, fortalezas, torres; otros, más cercanos, a la logística: viviendas,
alfolíes; algunos, como sistemas de comunicación: caminos, puentes...
Las más importantes salinas,
parecidas en casi todo a las que se ven en la actualidad, se debieron al afán
constructor o reformador de Carlos III y, básicamente, constan de uno o varios
pozos de los que se extrae la salmuera mediante pozos que generalmente se
conservan en el interior de edificios octogonales donde una noria tirada por
“sangre” pudiese girar extrayendo el agua que iba a parar, a través de diversas
canalizaciones, a distintas albercas, de poca profundidad para facilitar la
cristalización de la sal, separadas entre sí por pasillos empedrados en los que
poder cargar las acémilas o las vagonetas (en tiempos más cercanos a hoy), en
las que conducirla hasta unos gigantescos almacenes donde se envasaba y
comercializaba.
Un tercer apartado da idea de
la microrreserva de los saladares de la cuenca del río Salado, que afecta una
superficie de casi 188
hectáreas , pertenecientes a nueve municipios, con salinas
en Imón, Olmeda de Jadraque, Santamera, Riba de Santiuste, Rienda y Paredes de
Sigüenza, consistente fundamentalmente en vegetación anual pionera con Salicornia y otras especies propias de
zonas fangosas o arenosas; pastizales salinos mediterráneos (Juncetalia maritimae); matorrales
halófilos mediterráneos y termoatlánticos (Sarcocornetea
fruticosa); matorrales halonitrófilos (Pegano-Salsoletea)
y estepas salinas mediterráneas (Limonetalia).
Sigue una breve explicación de
la forma de llegar a cada una de las salinas de la mencionada cuenca del Salado
y también de las comprendidas en el Parque Natural del Alto Tajo (Almallá y
Terzaga, Saelices de la Sal y La Inesperada), así como los datos históricos más
importantes y la descripción de cada uno de sus establecimientos, debidamente
acompañada por fotografías en color que dan idea de su estado de conservación,
por lo común defectuoso, aunque todavía con posibilidad de poderse rescatar
como patrimonio historico-etnográfico de primer orden.
Un vocabulario salinero de poco
menos de treinta palabras, una escueta bibliografía general -diez títulos-, y
un anexo sobre el comportamiento que el visitante debe guardar en estos
espacios protegidos dan por concluido el libro que comentamos, que si sencillo
en su forma y expresión, es de gran interés para el conocimiento de esta faceta
tan poco conocida que son las salinas de la provincia de Guadalajara; libro,
por cierto, cuya lectura recomendamos junto a este otro, que podemos considerar
su hermano mayor: CARRASCO VAYÁ, Jesús-F. y HUESO KORTEKAAS, Katia (Coords.), Los paisajes ibéricos de la sal. 1. Las
salinas de interior, Madrid, Asociación de Amigos de las Salinas de
Interior, 2008, 160 páginas.
Aprovechamos la oportunidad
para felicitar a la Asociación editora de ambos libros que sin ánimo de lucro,
privada e independientemente, se dedica a la investigación, puesta en valor y
difusión de los valores culturales y naturales de los paisajes de la sal, tan
olvidados.
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