Uno de esos libros herramientas que todo viajero debería
tener es este catálogo de los Museos en Castilla-La Mancha. Una región como la
que aglutina las provincias que constituyeron la antigua Castilla
la Nueva y Albacete, con un “Reino de Toledo” que abarcó las tierras del sur de
la Cordillera
Central , el valle del Tajo y toda la comarca de la Mancha, es
lógico que tuviera mucho patrimonio de arte e historia distribuido por sus
grandes elementos monumentales, y por los más recónditos y mínimos espacios (iglesias,
palacios, ventas) por los pequeños y medianos pueblos. Ciudades como Toledo,
Cuenca, Guadalajara, Sigüenza o Almagro han acumulado tal cantidad de piezas de
arte y de sugerencias históricas que a la fuerza su patrimonio es enorme. Mucho
de ello está reunido, después de avatares múltiples, incluso después de haber
perdido muchas cosas, en grandes Museos que merece la pena recorrer. Son casi
200 los museos que actualmente hay en toda esta región, de los temas más
variados, esperando a sus visitantes.
Ferrer González y Herrera Casado, ambos muy conocidos por
sus estudios en torno a los elementos histórico-artísticos de Guadalajara, Madrid y el centro peninsular, se alían en
esta ocasión para recorrer la región y visitar todos sus museos. De cada uno ellos
hacen una ficha, que es más o menos grande en función de la importancia del
museo. De las cinco provincias de la región aparecen sus museos provinciales,
que en Albacete es enorme y está en edificio moderno en el centro de un parque,
o en Guadalajara ocupa los bajos del palacio del Infantado. En Toledo, sin
embargo, destacan monumentales museos como el de Santa Cruz (que aparece en la
portada del libro) con todo su contenido, la Casa del Greco, el Museo del Ejército y la
sinagoga del Tránsito, mientras que de Cuenca es la estrella el Museo de Arte Abstracto de
las Casas Colgadas, y de Ciudad Real el centro municipal dedicado a López
Villaseñor. Pero en esta provincia, y más en concreto en la localidad de
Almagro, sorprende la existencia de un Museo Nacional, el dedicado al teatro,
sorprendente y apasionante. También en esta provincia destacan los dedicados en
Valdepeñas a Gregorio Prieto y en Tomelloso a López Torres.
Si aquí expresamos los museos que más nos gustan, y aún con
el peligro de extendernos demasiado, podríamos mencionar en Atienza los tres
museos parroquiales, que guardan tal cantidad de cosas que por sí mismos han
merecido libros enteros. O en Sigüenza
el Diocesano. Pero en Toledo la Casa de Dulcinea de El Toboso
y el dedicado en esta localidad al Quijote son excepcionales. Y en Cuenca el
dedicado a la obra coleccionada (arte moderno español) por Florencio de la Fuente
en Huete. En resumen, una obra antológica, un manual imperdible para recorrer
los museos de Castilla-La Mancha, que es una forma de hacer turismo llena de
sorpresas (entre ellas, las de encontrarse de vez en cuando algunos de sus
museos cerrados por falta de presupuesto o de personal) pero también de
satisfacciones. El de la Ciencia en Cuenca, el de M;inerales y Arqueología en Molina
de Aragón, el de las Minas en Almadén y el de la cerámica Ruiz de
Luna en Talavera. Hasta en esas cuatro lejanas esquinas de la región hay museos
interesantes. Un libro que los explica, los descubre y los acerca. Todo un
acierto.
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