SÁNCHEZ SÁNCHEZ, Isidro (Coord.),
Educación, Ciencia y Cultura en España:
Auge y colapso (1907-1940). Pensionados de la JAE, Ciudad Real, Almud
Ediciones de Castilla-La Mancha y Centro de Estudios de Castilla-La Mancha
(UCLM), 2012, 564 pp. (ISBN: 978-84-939775-8-0).
Después de cinco años de trabajo
acaba de ver la luz este magnífico libro, en el que se ha contado con la
colaboración de cerca de ochenta investigadores, la mayor parte profesores de
Educación Secundaria -profesores de Geografía e Historia casi todos- que
desempeñan su labor docente en centros de las cinco provincias que constituyen
Castilla-La Mancha.
De esos casi ochenta
investigadores mencionados, aproximadamente un diez por ciento son o están
relacionados con la provincia de Guadalajara y han escrito acerca de numerosas
personas que fueron pensionadas, lo que hoy llamaríamos becarios, por la Junta Para la Ampliación de Estudios e
Investigaciones Científicas (JAE), desde sus orígenes en 1907 -el “auge”, como
se indica en el título-, hasta 1940 -su “colapso”, ya en época franquista, en
que cambió de esquema y pasó a denominarse Consejo Superior de Investigaciones
Científicas- que o bien nacieron en la provincia de Guadalajara, o bien
desarrollaron en ella parte de su trabajo, dejando una indeleble impronta.
Podemos decir sin temor a
equivocarnos que, quienes tuvieron el encargado de realizar las fichas de los
diferentes pensionados, han llevado a cabo una intensa y profunda labor de
búsqueda que indudablemente contribuye a sacar a plena luz numerosos aspectos
puntuales, hasta el momento poco conocidos y en algunos casos totalmente
ignorados, sobre algunos nombres igualmente poco conocidos por la mayoría.
Los autores de las fichas a que nos
hemos referido son los siguientes: Juan Pablo Calero Delso, Antonio Herrera Casado ,
Elena Herreros Tabernero, Sergio Higuera Barco, José María Ruiz Alonso, José
Antonio Ruiz Rojo, Julián Vadillo Muñoz y Eduardo Villaverde
Marruelo, la mayor parte, como queda dicho, profesores de instituto.
El grueso del trabajo publicado
constituye un “diccionario biográfico” cuya lectura no se hace pesada -cosa que
suele ser normal en este tipo de libros- y lejos de ser uno mas de consulta al
uso, es un libro “de cabecera”, un “libro herramienta”, al que conviene acudir con
frecuencia si se quiere tener suficiente información acerca de personas
vinculadas a tal o cual faceta del mundo de las ciencias, las artes y las
letras del periodo comprendido entre los años que se indican en su título: 1907
y 1940.
De un total de quinientas treinta
biografías son numerosas las fichas que se publican sobre pensionados
relacionados con Guadalajara, desde los más conocidos como Isidro Almazán,
Rufino Blanco y Sánchez o los hermanos Miguel y Modesto Bargalló Ardevol, como
más cercanos al primer momento de auge, hasta otros más cercanos al colapso
final de 1940, como José Sanz
y Díaz.
Unos considerados como de primera
fila, aun siendo secundarios en el concierto general de la España del momento,
a pesar de su valía profesional e intelectual, como Manuel Serrano y Sanz o
Juan Francisco Yela Utrilla y otros, de nombres menos sonoros, quizá por haber
estado en esta tierra alcarreña momentáneamente, desempeñando en muchas
ocasiones el cargo de maestro, como es el caso de Román Aparicio Pérez, que lo
ejerció entre 1914 y 1917 en El Pobo de Dueñas, y otros como Valentín Aranda
que nacido en Jadraque se trasladó a Madrid en 1890 para después centrar su
peripecia vital en Cuenca.
Son muchos los nombres que recoge este libro y muchos
también los datos que pueden interesarle al lector que penetre en las
biografías de Eusebio Criado Manzano; José María Eyalar y Almazán; los hermanos
Dionisio y Juan Francisco Correas Fernández, de Sigüenza; Cristóbal Espejo de
Espinosa, granadino que vivió en el paseo del Dr. Fernández Iparraguirre número
3, de Guadalajara, y tantos otros que dejaron una huella imborrable, como el
geógrafo Juan Dantín Cereceda, de fama mundial, o Gabriel María Vergara Martín,
suficientemente conocido por cuantos gustan de los temas de etnología
provincial, especialmente de los motes, apodos y dictados tópicos.
Sin olvidar a un todavía no muy
amplio, aunque interesante elenco de mujeres entre las que cuentan Carmen de
Burgos Seguí, -más conocida como “Colombine”-, Antonieta Freixa Torroja, María
del Carmen Oña Esper o María Pilar
Ramos Jiménez, profesoras en la Escuela Normal de
Maestras, o Carmen García Arroyo, que llegó a ser directora de dicha Escuela en
1936, además de algunas profesoras de instituto como María del Carmen Martínez
Sancho o María Visitación Puertas Latorre.
Nombres que como puede comprobarse desbordan los límites
de Castilla-La Mancha pero que contribuyeron a conformar un amplio capítulo
aparte dentro aquella época conocida como “Edad de Plata” de la Cultura, según
señala Alfonso González-Calero en el prólogo.
No quisiéramos finalizar esta
breve nota sin dejar constancia del agradecimiento que se le debe al
coordinador y alma mater del trabajo,
el profesor Isidro Sánchez Sánchez, director del Centro de Estudios de
Castilla-La Mancha (de la Universidad de Castilla-La Mancha), autor del estudio
introductorio titulado “El fin de la JAE y el triunfo del integrismo”, que
divide en cuatro apartados: “Premisa”, en que se habla de los “culpables” de la
situación vital de aquella España, siguiendo la famosa entrevista de Manuel
Aznar a Franco, que después publicó El
Diario Vasco (1 de enero de 1939) como saludo al pueblo español del Año de
la Victoria; “El cauterio del Caudillo y el fin de una labor modernizadora”,
basado en la conocida frase: “A la revolución roja, el socialismo le ha dado
las masas y la
Institución Libre de Enseñanza le ha dado los jefes” tan
divulgado en los escritos contrarios a dicha Institución considerada como
“peligrosa” por el contenido de sus ideas adversas al “régimen”: (“Otra vez el
aislamiento”, “¿Qué mató el franquismo?”, “La creación de la JAE”, “La puesta
en marcha del CSIC” (surgido gracias a la diversidad ideológica de quienes
integraban la JAE) y “Convendría pensar en otras personas”, “Un libro colaborativo”
(“Biografías”, “Autores” y “Agradecimiento”) y “Textos” (“Cartas de Castillejo
a Giner”, “Un sacerdote en defensa de la JAE” y “Castillejo, un hombre de
hacer”).
Un libro que hacía falta para
conocer en profundidad los nombres más destacados de cuantos formaron parte de
aquella Junta que tanto significó para el desarrollo cultural de la España de
preguerra, un periodo de la historia hasta hace relativamente pocos años escasa
o sesgadamente estudiado.
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