Ángel Mejía
estudia su evolución desde el siglo XIII hasta nuestros días.
MEJÍA ASENSIO, Ángel, Santa María de la Fuente. Memoria de una presencia viva en Guadalajara,
Guadalajara, 2010, 336 pp. (I.S.B.N. 978-8487874-56-7).
Puede considerarse como un libro “completo” el que
ahora comento, y con ello quiero decir que así como en otros libros -igualmente
monográficos- se asume el estudio de lo que se trata de una forma aislada,
puntual si se quiere, en este, dicho estudio también se realiza aunque de
manera más amplia, es decir, analizando cada uno de los aspectos sociales o,
mejor, socioculturales, en su relación con los demás, de modo que el resultado
es un texto, más bien ameno y de fácil lectura, en el que intervienen numerosos
puntos de vista: el político y el económico y, fundamentalmente, el religioso y
el artístico, dando como resultado un compendio que ofrece, con la necesaria
profundidad, numerosos datos acerca del entorno social de la ciudad de Guadalajara
desde finales del siglo XII -o comienzos del siguiente- hasta el momento
actual.
Y todo ello, como expone Ángel Mejía en su
“Introducción”, sin apenas haber podido contar con la necesaria documentación
suficiente, ya que tanto los libros contenidos en el archivo parroquial, como
las obras de arte que la iglesia custodiaba, fueron pasto de las llamas en la
última contienda civil, si no es única y exclusivamente -y no es poco- el
propio edificio como muestra arquitectónica heredada de la Baja Edad Media,
como manifiestan las excavaciones arqueológicas que se llevaron a cabo en su
subsuelo y que, dicho sea de paso, atestiguan fehacientemente que nunca fue
mezquita musulmana o que fuera construida sobre los restos de tal edificio,
demostrado inexistente, como tantas veces se ha escrito sin documentación
fidedigna alguna que lo confirmara (mucho menos aún que fuese catedral antes de
la conquista musulmana).
Por eso en este libro es pieza fundamental el primer
capítulo, precisamente en el que más se profundiza en ese entorno
socio-económico al que antes me he referido, en tanto que se estudia la
parroquia y su entorno como iglesia matriz de Guadalajara, incardinada desde
antiguo en uno de los barrios más populosos, así como cabeza de su
arciprestazgo; de donde más tarde surgirán sus relaciones con el propio Concejo
de la ciudad, del cual es representativa, como todavía puede comprobarse a
través de las numerosas ceremonias litúrgicas que vienen celebrándose a lo
largo del año, especialmente de la tradicional procesión del Corpus Christi, y
con la familia de los Mendoza -no olvidemos que fue el Cardenal Mendoza quien
quiso convertirla en colegiata, contando con el beneplácito de Sixto IV (1478)-
(aunque, al parecer, nunca debió servir como tal, o al menos no se conoce
documentación que lo corrobore).
Y, si este primer capítulo es de capital importancia
e interés, no menos valor tienen los que le siguen, que son cuatro más: el
proceso evolutivo del templo, que comienza con una revisión historiográfica
desde sus orígenes, es decir, desde aquella pequeña iglesia románica iniciada
en el siglo XIII, hasta la iglesia mudéjar del siglo XV, fijándose
detenidamente en su torre, puertas y artesonado, así como en la ampliación
llevada a cabo por el mencionado Cardenal Mendoza, que mandó rodear el templo con un alto atrio sostenido
por bellísimas columnas rematadas por capiteles estilo “renacimiento
alcarreño”, para continuar con las obras y transformaciones de los periodos
renacentista y barroco, así como las que se hicieron en la torre y en la
capilla de los marqueses de Villamejor (padres del conde de Romanones) y otras
que han llegado hasta el hoy.
Un tercer apartado se refiere a las capillas (tanto
de la nave del Evangelio y de las de la Epístola) y capellanías, cabildos y
cofradías, además de a las ermitas que había en su territorio parroquial: Santa
Ana y San Roque, situadas en los arrabales de su nombre, y Nuestra Señora de
Afuera, que pertenecía al convento de San Bernardo, al igual que la de San
Juan, además de la de San Sebastián -aunque dependiente ésta de la antigua
iglesia de San Ginés-. En este mismo capítulo se estudia la capilla mayor.
Gran interés encierra el apartado a las lápidas y
laudas funerarias todavía existentes, a pesar de que algunos trabajos anteriores
sobre las mismas no se hayan tenido en cuenta.
Estudio de las capillas que se ve ampliado en el
cuarto apartado: el retablo mayor, especialmente, quizás la obra artística más
representativa de la iglesia de Santa María, cuyo diseño corresponde al
franciscano fray Francisco Mir (1622) y que sustituyó a otro anterior del que
solamente se conserva la imagen “de bulto” de Nuestra Señora de la Asunción, y
otros altares y retablos desaparecidos, la orfebrería y algunas pinturas de
interés, entre las cuales destaca por su interés iconográfico la “Apoteosis de
los Jesuitas ante la Trinidad”, de Antonio de Pereda.
El capítulo final se refiere al mundo de la liturgia
y de las fiestas, comenzando por la de Santa Mónica -anterior patrona de la
ciudad- y San Agustín, el Corpus o el juramento de la inmaculada concepción de
María.
A mayor abundamiento, el libro se completa con dos
colaboraciones “invitadas”. La primera de ellas va firmada por el arquitecto
José Juste Ballesta: “La restauración de Santa María de la Fuente: Veinte años
de intervención continuada, o historia de una actuación integral” (intervención
que se inició en 1990 y que consistió en el estudio de la composición general
del edificio y la caracterización de sus elementos más significativos, el análisis
de sus lesiones y propuestas de tratamiento y las obras realizadas en cada una
de las tres fases efectuadas) y, la segunda, a modo de memoria de las
excavaciones llevadas a cabo por Ildefonso Ramírez González: “Arqueología
medieval en Guadalajara. La concatedral de Santa María de la Fuente”, realizada
en base a los numerosos sondeos manuales llevados a cabo, trece en total, así
como al estudio de gran número de enterramientos y restos murales.
Un apéndice final ofrece al lector interesado las
fuentes archivísticas y documentales consultadas; una relación muy completa de
los curas y beneficiados de Santa María, desde 1483-1494 hasta 2006, y una
extensa y selecta bibliografía dividida en dos apartados: Informes, estudios y
proyectos, y autores.
Se trata, pues, de un libro de gran interés. Por
ello, si alguien está interesado en conocer en profundidad y con el mayor
detalle y rigor científico la iglesia de Santa María no debe dejar de leer este
libro que le recomiendo
jrlmozos@hotmail.com
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