Atienza desde otra perspectivaAntonio Herrera Casado
Ayer domingo, 5 de Agosto 2012, en
Atienza, en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de esa castellana villa,
después de la Misa de Doce, y con la intervención de Manuel Martín Galán, Javier
López de la Llana, Alberto Loranca Gonzalo, y del autor, Jesús de la Vega García , se
presentó una nueva obra que tiene a Atienza por protagonista. Una obra
mayúscula, porque alcanza las 980 páginas en total, aunque esta vez van
comprimidas y encapsuladas, en formato digital de PDF, sobre la brillante
superficie de un Disco Compacto. La obra se titula “Obra literaria de Julio de la Llana Hernández ”
y en ella se contiene la biografía y la obra completa de este singular escritor
castellano.
Discurso vital de La Llana
Una brevísima semblanza de este
autor, que ahora se saca del olvido, nos dice que nació, en 1876, en la soriana
villa de Barca, cerca de Almazán. Diócesis de Sigüenza, entonces. Su padre eran
practicante en Medicina y Cirugía, y siepre anduvieron viviendo por pueblos de
esa comarca. Fueron luego a Matamala de Almazán, en 1890, marchando desde allí
a estudiar en el Seminario de Sigüenza, e iniciando allí su afición literaria,
para la que demostró una gran facilidad, sobre todo en versificación.
Luego pasó Julio de la Llana a
ejercer de cura, una vez acabada la carrera y recibidas las sagradas órdenes,
en Aguaviva de la Vega, en 1900. Empieza a escribir en periódicos provinciales,
cono “El Avisador Numantino”. Allí fundó el Sindicato “Caja Agrícola”, en 1906,
casi a la par de lo que hizo don Hilario Yaben en Sigüenza, fundando en la Ciudad Mitrada el
“Sindicato Agrario y la
Caja Rural ”.
En 1910 fue destinado como cura
párroco a Miedes de Atienza, de la que hizo cumplida reseña histórica y costumbrista.
De allí pasó, en 1915, a
Retortillo de Soria. Allí quedó su recuerdo de “buen orador sagrado y excelente
poeta”. Fue luego a Campilla de Dueñas, en el Señorío de Molina, en 1922, donde
debió enfermar, pues tuvo dispensas en ese tiempo, y se le vió por los
balnearios aragoneses en torno al río Mesa.
Finalmente, don Julio de la Llana
accedió, en 1927, a
las parroquias de Atienza, donde permaneció, en una o en otra, finalmente con
el título de Arcipreste, hasta su muerte, en 1959, más de treinta años. Querido
de todos, amigos de todos, pasó lo mejor de su vida en esta villa, en la que
además lo fue todo, además de cura párroco de la Santísima Trinidad ,
y arcipreste: fue abad de la Caballada y amistó sinceramente con el Cronista
Provincial, Francisco Layna Serrano, a quien facilitó datos, documentos,
fotografías, memorias y sabidurías populares para construir su gran “Historia
de la Villa de Atienza”.
Fue nombrado, en 1943, “Hermano
Mayor”, en función de sus constantes desvelos por cuidar de la cofradía de la Santísima Trinidad
y de la tradicional fiesta de la Caballada. Fue aquí corresponsal del diario “El
Alcázar” en el que muy a menudo aparecían crónicas y artículos de Julio de la
Llana, sobre Atienza. Todo está recogido en el libro de Jesús de la Vega. Con este motivo,
el autor construye retazo a retazo una auténtica y detallada historia de
Atienza, en los años de la posguerra.
Tuvo también gran amistad con aquel
gran médico rural, “el médico de la pajarita”, don Bonifacio Escudero López,
quien tambén tuvo su vena literaria y poética, como se recuerda en este libro.
Tuve la suerte de conocer a “don Boni” y tratar mucho con él, contándome
historias de su asistencia médica por tierras de Atienza, ayudando a nacer a
muchos que aún hoy viven, siempre a lomos de su caballo “Lucero”. Era un buen
hombre, y un buen médico, que salvó muchas vidas cuando todavía no se hacían
las resonancias magnéticas para el diagnóstico diferencial de la lumbalgia. Tuvo
don Julio, además, íntima amistad con Layna, y con Ochaita, y con todos los de
la Casa de
Guadalajara , Amigos de los Castillos, y demás grupos
culturales que tenían, entonces, a la villa de Atienza como la referencia ideal
de sus anhelos provincialistas.
Obra, Familia y Amigos
El autor de este libro inmenso, casi
de esta enciclopedia, el atencino Jesús de la Vega García , añade un
completo estudio genealógico del protagonista, con referencias biográficas de
sus allegados más cercanos (padres, hermanos, etc.)
Presenta luego la “Obra Completa ” de este autor
castellano. El lector, que deberá pasarse algunas que otras horas ante el
ordenador para darle aunque sea un somero vistazo, se encontrará con lo enorme,
prolífico, y en muchas cosas insuperable de su bagaje literario: hay en su
haber estudios históricos, poesías, artículos periodísticos, obras de teatro…
Una novela [corta] “Flora” de 28 páginas, se llegó a publicar en 17 entregas
fasciculares en “El Eco Diocesano” de Sigüenza, en 1953. Una curiosa obrita
teatral, titulada “La Nobleza de una Dama”, se publicó en 1966 por la editorial Bruno
del Amo en Madrid. Sobre ello, algunos libros y folletos, como “Los Santísimos
Cristos de Atienza”, el “Homenaje a la Virgen de los Dolores” o el estudio del
patrimonio atesorado en la parroquia de San Bartolomé.
De sus actividades periodísticas,
nos queda la memoria de las publicaciones periódicas de las que fue creador,
director y a veces redactor único: sus títulos lo dicen todo: de carácter muy
local fueron “El Matamalense”, (Matamala de Almazán), “El Amigo de los Niños” (Miedes
de Atienza), “Eco del Sagrado Corazón” (Atienza), la “Hoja Parroquial
de Campillo de Dueñas” en el pueblo del mismo nombre, etc. Fue además
corresponsal habitual en distintas publicaciones sorianas y alcarreñas (El
Avisador Numantino, Nueva
Alcarria , El Alcázar, en su edición Guadalajara) y
colaborador en otras muchas (Ideal Numantino, Renovación, Eco de la Alcarria,
Tierra Soriana, El Henares, El Amigo del Pueblo, Flores y Abejas, etc.).
Colaboró además en el periódico católico “El Amigo del Pueblo”, de Alcalá de
Henares, en la publicación madrileña “El Buen Consejo” y fue propuesto para
dirigir en su nacimiento “El Henares seguntino”, rehusándolo “por no ser
competente para ello”, según dijo.
Como sacerdote, como verdadero
enamorado de su profesión, y profesional recio en ella, fue escrupuloso en la
“defensa obligada y santa” de la religión católica, lanzándose a la labor, día
tras día, de difundir los valores preconizados por ella. Acérrimo defensor del
clero y del magisterio rural, tuvo tiempo para divulgar los aspectos culturales
y el patrimonio religioso de las poblaciones que tuvieron la suerte de acogerle
entre sus miembros. Pero, -y esto es quizás lo más importante de La Llana-,
dedicó su tiempo a expresar de forma ágil y certera, con su bien cortada pluma,
los sentimientos que pululaban por su alma vacilante, las nebulosas que se
cernían en su atormentada mente.
El regalo que nos ofrece es
impagable. A los necesarios artículos divulgativos periodísticos se unían los
ensayos sobre temas socio-profesionales (creación en Aguaviva de la Vega de un
Sindicato Caja Agrícola, 1908), los acertados comentarios sobre temas políticos
de la época (Cuba y Marruecos), sus valientes opiniones sobre temas
político-sociales (“Semana Trágica de Barcelona”, 1909), los referentes a la
educación (“Escuelas laicas”, 1910) o el perfecto dominio del cuento (Me lo
contó el río Gallo), la novela costumbrista (Flora) o histórica (El ramito de
alelíes o ¡Viva la Caballada! y La Nobleza de una Dama), sobrepasando los
aspectos meramente religiosos propios de una profesión fuertemente encasillada
en su cometido religioso-moral (imposible pasar por alto el artículo “Impiedad
y religión”, 1910).
Quizás, como su amigo y compañero en
el sacerdocio Bartolomé Llabrés, “pudo y debió, por sus méritos ministeriales y
de intelecto, desempeñar cargos de más elevada altura social”, quedándonos la
razonable duda de si “modestamente los rehusó cuando le fueron ofrecidos”.
Estando llamado a cotas más altas se conformó con ejercer el sacerdocio con plena
dedicación, humildad y generosidad (recordemos su importante labor en “Acción
Católica Femenina” de Atienza), teniendo a bien dejarnos una suma densa de
escritos y poesías que seguro van a pasar a formar parte del acervo cultural de
aquellos lugares huérfanos de memoria en los que nunca sabremos si fue
reconocido o desconocido… hasta hoy.
Pero su debilidad, donde más cómodo
se sentía y donde menos le costaba expresarse, versaba sobre las composiciones
poéticas: poesía utilizada para expresar cualquier pensamiento que le viniera,
en cualquier momento, en cualquier lugar (recordemos aquella en la que detalla
la hora de la composición del epigrama “¿Cuántos son los dones?”, Matamala de
Almazán, 1896, 4 y 1/2 de la tarde). En este sentido, cabe decir que si bien el
poema perfecto no existe, no hay duda que aquel poeta especialmente místico, daría con él en más de
una ocasión. Su modestia nos privó de conocerlo.
Una obra singular
La obra que comentamos, y que se va
a presentar pasado mañana domingo, a mediodía, en el Salón de Sesiones del
Ayuntamiento de Atienza, es singular por muchas razones. La primera de todas es
por la cantidad de información que se aporta en su tamaño único: en páginas de
formato folio, el total del libro suma 980 páginas. Muchas de ellas ocupadas
por ilustraciones, todas a color, en las que se muestran aspectos de la vida
del protagonista, don Julio de la Llana, sus familiares, los pueblos donde
vivivió y actuó como sacerdote, numerosos elementos del patrimonio de Atienza,
etc.
El segundo elemento de interés es
precisamente el hecho de desentrañar, con minuciosidad y rigor histórico la
evolución vital y la producción literaria de este escritor castellano, hasta
ahora apenas conocido.
La tercera faceta que cabe destacar
es el hecho de que el libro, editado por la editorial alcarreña
AACHE, se presenta en formato digital, realizado con las más modernas técnicas,
de tal modo que su texto e imágenes van en un solo archivo de formato PDF
grabado sobre un CD, y este a su vez recogido en un estuche plástico con
portada y contraportada. Ese formato permite leerlo en un ordenador, un iPad o
un e-book, y además supone la ventaja de marcar frases que interesan al lector,
buscar palabras, pueblos, titulos, etc.
La obra se debe al escritor
atencino, cofrade de La Caballada, y con varios premios literarios en su haber,
don Jesús de la Vega
García (Atienza, 1961), Profesor de EGB y actualmente
funcionario de carrera en la Administración Regional , tiene en su haber obras
de importancia como “La Cofradía de la Santísima Trinidad
y la Caballada de Atienza” con el que gasnó en 2001 el Premio “Provincia de
Guadalajara” de Investigación histórica, más otros libros como “Los toros en
Atienza”, “Recopilación histórico-literaria de las principales novenas de Atienza”
así como su participación en el reciente libro sobre “La Caballada” en su 850
aniversario con fotografías de Santiago Bernal y texto de Tomás Gismera.
Su labor callada y perseverante ha
culminado en esta impresionante biografía, exhaustiva, total, en la que
aparecen noticias inéditas sobre Atienza, además de poner en actualidad el
nombre y la obra de un castellano ilustre, don Julio de la Llana Hernández.
Interesante libro para dar a conocer a una persona que llenó de cultura la villa de Atienza en el segundo tercio del siglo XX.
ResponderEliminarMe sorprende sobre todo el gran trabajo del autor, al buscar durante años toda la obra de este escritor, y la forma tan útil de ofrecerla, sobre formato PDF en un CD, pues sobre papel hubiera sido prácticamente imposible sacar a luz esta aportación capital.
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