sábado, 28 de julio de 2012

El Panteón de Guadalajara, monumento clave


Un libro aparece en estos días que nos va a ayudar a conocer mejor uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de Guadalajara: el gran Panteón de la duquesa de Sevillano, o condesa de la Vega del Pozo, que fue construido con el diseño y bajo la dirección del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, en las dos primeras décadas del siglo XX. Pronto, se cumplirá el siglo de su acabamiento, pues la fecha oficial de su inauguración fue en 1921, una vez muerta la fundadora, doña María Diega Desmaissiéres y Sevillano.
El libro, de 96 páginas, con muchas fotografías a color del conjunto y los detalles del edificio, ofrece la historia de la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX, y una referencia amplia a la familia de los Desmaissiéres y López de Dicastillo. Además describe con todo detalle el edificio, tanto el de panteón, que es hoy el más visitado, como el conjunto de “asilos” que hoy constituyen el Colegio de las Adoratrices. En ese conjunto trabajaron los mejores artistas de la época, dirigidos por el mejor arquitecto, con los mejores materiales. Para Diega Desmaissiéres, la mujer más rica de España en los inicios del siglo XX, no había problema alguno en contratar siempre lo mejor de lo mejor.



Entre los artistas, figuran además del arquitecto Velázquez, el pintor Alejandro Ferrant, y el escultor Angel García Díaz, que fue declarado el más sobresaliente “escultor de arquitecturas” dejando maravillas plasmadas en el Casino de Madrid, el edificio de Correos de la Cibeles, en los Bancos de la Calle de Alcalá y en la Escuela de Minas. Un portentoso y prolífico escultor que nos dejó el bloque mortuorio de la aristócrata en la cripta del templo. Allí, con la luz tamizada de las bombillas y la bóveda acristalada, se ve un grupo de tres ángeles que cantan salmos, y tras ellos en otro gran bloque un grupo de cuatro ángeles que llevan sobre sus hombros el féretro conteniendo los restos de la señora. Cuyo busto aparece tallado, también en mármol blanco sobre un medallón de oscuro basalto, en el frente del conjunto. Nadie que haya pasado por allí ha quedado indiferente ante tamaña belleza, de tono romántico y un pelín fúnebre.
El libro de Herrera Casado ofrece con brevedad, muy sistematizado y muchas imágenes recientes, la explicación suficiente para apreciar en toda su dimensión y auténtico valor esta obra. Será una ayuda esencial para visitar este conjunto de edificios, pero especialmente el Panteón, que constituye para muchos lo mejor del patrimonio guadalajareño.
Son muchos más los que vienen de fuera a verlo, que los que acuden desde la ciudad o la provincia. El libro ha sido siempre muy bien recibido y demandado, hasta el punto de que esta que sale ahora, verano del 2012, es ya la 6ª edición, con nuevo material gráfico, y, como en las anterioes, algún pequeño detalle corregido o aumentad. Un libro, en defintiva, esencial para conocer Guadalajara y su patrimonio escondido.

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