La Poesía inédita del Siglo de Oro
José Luis García de Paz, 15 de noviembre de 2008.
El profesor José Labrador Herraiz, de hondas raíces alcarreñas y reciente Premio Internacional Vasconcelos 2008,
acaba de publicar una edición con estudio preliminar del Thesoro de varias poesías de Pedro de Padilla, impreso en nuestra
Guadalajara alcarreña en edición debida al mecenazgo del Frente Afirmación
Hispanista de México, fundado en 1967 por intelectuales mexicanos para
preservar los valores culturales de los 300 millones de hispanohablantes
http://www.hispanista.org.
El profesor Labrador ha dedicado su carrera investigadora universitaria en
Estados Unidos a preservar y dar a conocer la poesía castellana del llamado
Siglo de Oro. Muchas de sus publicaciones, como ésta a la que nos referimos,
las publica con su discípulo y colaborador el profesor Ralph A. DiFranco.
Jubilado recientemente, reside en Moalde, junto a Santiago de Compostela, y
realiza continuos viajes a Guadalajara y a las Bibliotecas y Archivos de Madrid.
Posee una de las mayores colecciones microfilmadas de manuscritos españoles de
los siglos XVI y XVII, y uno de sus objetivos es ir dándolos a conocer mediante
su publicación.
Esta edición que comentamos es el resultado de largos años de investigación
de nuestro alcarreño José J. Labrador Herraiz y de su discípulo Ralph A.
DiFranco, quienes durante cuarenta años han dado a conocer cientos y cientos de
poemas que esperaban a que alguien se comprometiera a publicarlos, agrandando
así las fronteras de nuestro conocimiento de la lírica del Siglo de Oro.
Recientemente han preparado la edición facsimilar de la Justa Poética de Cifuentes (1621) que en opinión de la ex-consejera de
Cultura de nuestra Comunidad, doña Soledad Herrero, expresada durante la
presentación de la obra en el Palacio del Infantado “es una joya literaria”, “una
pieza de nuestro patrimonio, un capítulo interesante de la historia de
Cifuentes”. Es en esta localidad dónde están las raíces familiares del profesor
Labrador, aunque nació en Castejón en 1941. Ambos
investigadores, Labrador y DiFranco, tienen en su mesa de trabajo nuevas
ediciones de obras relacionadas con nuestra Comunidad de Castilla-La Mancha.
El escritor Pedro de Padilla
(1549?-1600?) nació en Linares (Jaén) y fue apreciado y amigo de López de
Hoyos, Lope de Vega y Cervantes, aunque atacado por Herrera. Algunas de sus
poesías fueron atribuidas, por error, a Quevedo, lo que da una idea de su nivel.
Ha sido incluido entre los autores que se pueden consultar en www.cervantesvirtual.com.
Obtuvo el grado de Bachiller en Artes en la
Universidad de Granada en 1564, y en 1572 era estudiante de Teología en la
Universidad de Alcalá de Henares. Muy pronto comenzaron a circular por Madrid
sus poemas, que primero guardaba escritos en papel, como es el caso de un
cartapacio autógrafo estudiado por el profesor Labrador. Algunos pasaron
después a sus libros impresos. Escribió poesía religiosa (Jardín Espiritual, 1585) y profana (Romancero, 1583), y su obra fue muy
apreciada en vida. Publicó diversos libros impresos en su época, teniendo una
gran popularidad y una difusión solo comparable a la que tuvo el poeta e
historiador Diego Hurtado de Mendoza, hijo del segundo conde de Tendilla. Su
villancico “Al niño sagrado/ que es mi
salvador/ cada vez que lo miro/ me parece mejor” se cantaba en España hasta
hace muy poco.
El 6 de agosto de 1585 ingresó en el convento de los
carmelitas calzados de Madrid, hoy es la parroquia de El Carmen, entre Callao y
Sol, donde muere. Se dedicó a la predicación, pero también hizo
de censor de obras, como las de su amigo Lope de Vega La Arcadia y La Dragontea.
Por desgracia, al poco de su fallecimiento, su obra pasó al olvido. El Thesoro fue publicado en 1580 y ha
habido que esperar a 2008 para una reedición gracias a Labrador y DiFranco,
pues me comenta el profesor Labrador que una de las razones de que Padilla sea
poco conocido es la falta de ediciones de sus diferentes obras. Agradezco al
profesor Labrador sus atenciones y aclaraciones, gracias a las cuales pueden
leer este texto.
Posiblemente fuera Cervantes quien dio fama moderna al libro que hoy nos
ocupa en el Quijote, cuando el cura y
el barbero hacen el escrutinio de la biblioteca del emblemático loco y perdonan
de las llamas al Thesoro sin renunciar
al guiño amistoso a su amigo el linarense Padilla. Dice:“Este grande que aquí viene se intitula —dijo el barbero—Thesoro de
varias poesías. —Como ellas no fueran
tantas —dijo el cura—, fueran más estimadas: menester es que este libro se
escarde y limpie de algunas bajezas que entre sus grandezas tiene; guárdese,
porque su autor es amigo mío, y por respeto de otras más heroicas y levantadas
obras que ha escrito”.
Para poder publicar el Thesoro, entonces como ahora se necesita financiación, sobre todo
si es un libro grande: en su edición actual son ochocientas páginas de poesías.
Padilla buscó al rico librero Blas de
Robles para que le pagara al impresor madrileño Francisco Suárez los gastos de
producción del Thesoro. “Es un grueso
libro —dicen Labrador y DiFranco en el
estudio preliminar— de 482 folios que tituló Thesoro de varias poesías, el cual tuvo tanto éxito que le
siguieron otras dos ediciones, una en 1587 organizada según géneros y formas
métricas, y otra en 1589, supuestamente idéntica a la de 1587, aunque no existe
hoy ejemplar alguno: las tres ediciones
salieron de imprentas madrileñas”.
El Thesoro es sin duda la obra
central del prolífico Padilla. El mismo Padilla nos cuenta que mandó imprimir
sus poemas para “sujetarlos a la piadosa
censura de los buenos entendimientos”. Es decir, los imprime con su nombre
porque se los plagiaban. Así justifica el autor verlos impresos: por “lástima de ver algunos hijos de mi pobre
entendimiento, tratados menos bien que merecen, de muchos que no siendo sus
padres los han hecho hijos adoptivos, para solo destruirlos”. En el mismo Thesoro de 1580 indica que incluye unos
“Romances pastoriles que hurtaron al
autor y andan muy mal impresos”. Como ven, los plagios no son nada nuevo.
El libro esta formado por canciones, coplas castellanas, glosas, estancias,
tercetos, liras, villancicos sonetos, romances y ensaladillas, verdadero
muestrario del tipo de poesía que gustaba en esos años. La obra de Padilla es
central para conocer los gustos poéticos del último tercio del siglo XVI. Padilla
continúa las viejas tendencias del “best seller” de ese siglo, el Cancionero general de 1511, al que añade
ecos de la exquisita lírica que poetas como san Juan de la Cruz, Lope, Liñán y
Figeroa componen en esos años, juntando en el Thesoro a la nueva lírica italianizante renacentista con la poesía
tradicional. Padilla, buen conocedor de la poesía pastoril, se adentra en el
mundo real de los pastores y pastoras, gentes reales de pueblo que celebran sus
bodas, compiten en sus juegos rústicos y hablan como gentes alejadas de la
corte, reflejando en sus versos, como ninguno otro poeta ha sabido hacer, el
habla de los campesinos.
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