viernes, 3 de febrero de 2012

Estudios sobre Brihuega

XI JORNADAS DE ESTUDIOS BRIOCENSES (Brihuega, Sábado, 6 de agosto de 2011), Brihuega, Asociación Cultural “Gentes de Brihuega), 2011, 36 pp.

Como en años anteriores la Asociación Cultural “Gentes de Brihuega”, con el patrocinio del Ayuntamiento de Brihuega y la colaboración de la Diputación Provincial de Guadalajara, celebró las XI JORNADAS DE ESTUDIOS BRIOCENSES, con gran éxito de participación. Producto de dichas Jornadas es la edición que aquí comentamos y que recoge entre sus páginas las seis ponencias presentadas, que se acompañan con algunas fotografías en blanco y negro.
Son las siguientes:
* Amador Ayuso Cuevas, “El barrio de San Pedro, un espacio a recuperar” (páginas 4-6).
* Esther Escudero Sanz, “San Juan, la parroquia olvidada” (páginas 7-10).
* Álvaro Romera Sotillo, “El toque de campanas en Brihuega. ¿Lenguaje olvidado?” (páginas 11-14).
* Raúl de Lucas López, “Historia y arte en el cementerio de Brihuega” (páginas 15-21).
* Antonio Caballero García, “Las fiestas de Brihuega en la prensa histórica de los siglos XIX y XX” (páginas 22-31).
* José Valentín Riaza Malmierca, “Próxima estación: Brihuega. Proyecto de ferrocarril secundario Guadalajara-Brihuega-Cifuentes” (páginas 32-34).
Unas palabras previas, escritas por Adelardo Ortega Caballero, Presidente de la Asociación organizadora, dan a conocer resumidamente los trabajos que han constituido la base de esta XI edición de las Jornadas que podrían considerarse un acto cultural de minorías, lo cual no es cierto, ya que -como el mismo Ortega Caballero indica- “la importancia y transcendencia de lo tratado y previamente investigado, va más allá de las palabras y nos permite avanzar en conocer más y mejor nuestra historia”.
El primer trabajo es un resumen del trabajo de fin de carrera de Amador Ayuso Cuevas, titulado “Modelo de ordenación y rehabilitación del barrio hortícola de San Pedro en Brihuega (Guadalajara)”, que consta de un inventario y un diagnóstico  de la situación actual en que se encuentra dicho barrio para, con los resultados obtenidos, poder ofrecer un modelo territorial desde criterios de sostenibilidad. Para ello plantea la necesidad de llevar a cabo una serie de intervenciones sobre las infraestructuras actuales, así como la creación de ciertos modelos o guías que sirvan de modelo para todas aquellas acciones que vayan a realizarse en el futuro, es decir, que sienten las bases para la realización y construcción de áreas de producción agrícola y, al tiempo, disfrute de zonas verdes y turísticas.
Desde un estudio de la evolución histórica y demográfica del barrio de San Pedro se lleva a cabo la propuesta del modelo a seguir, que se basa en varios puntos fundamentales como puede ser la renovación de las actuales infraestructuras, que deben dar servicio a los riegos, edificios, vías, electrificación y mobiliario; la conservación del trazado y disposición de los elementos genuinos del barrio: molinos, tinadas, bancales, etc., la potenciación del valor paisajístico de la zona y la regulación del uso del suelo, que provoca  la disyuntiva entre urbanismo y agricultura, aunque, en realidad, habría que unificar ambas facetas, de forma que una urbanización parcial o a pequeña escala no suponga el sacrificio del carácter rústico ahora existente, lo cual comportaría la aplicación de una normativa reguladora de dicho urbanismo.
El segundo trabajo, de Esther Escudero Sanz, viene a ser una mirada  retrospectiva de la historia de Brihuega, destacando la formación de dos barrios, alto o de San Juan y bajo o de San Pedro, surgidos alrededor del castillo califal y con una zona amplia de mercado.
Centrándose en el barrio alto o de San Juan, a pesar de los escasos datos que de ella se conservan, ofrece una sencilla descripción (a cuya mejor compresión contribuye la publicación de una interesante fotografía de cuando se conservaba en pie) de sus posibles orígenes, así como de las posteriores transformaciones llevadas a cabo “hasta los cimientos” por orden del Cardenal Tavera, en pleno siglo XVII, aunque conservando la torre románica. Producto de estas obras es la añadida sacristía, con acceso desde el interior del ábside y la habilitación de la parte inferior de la mencionada torre como capilla, quizás la de la Virgen de la Zarza. (Curiosamente se habla aquí, es decir, cuando se derriba la iglesia románica, de la aparición de “unas piedras huecas con relieves de figuras de hombres y mujeres de postura muy indecente y vestidos a lo romano, con otras historias gentilicias...”, que la autora del trabajo considera capiteles o incluso urnas funerarias con relieves, y que nosotros suponemos sarcófagos esculpidos en bajo o medio relieve).
Las escasas noticias finales acerca de San Juan llegan desde el año 1900, en que pierde la condición de parroquial, sin que nada de ella se diga en la prensa local -El Briocense-, hasta mediados de los sesenta, en que la se hunde la torre y con ella la mayor parte de la iglesia y varias casas cercanas, provocando varias víctimas mortales.
El tercer trabajo o ponencia,  versa sobre el toque de campanas en Brihuega y se debe a Álvaro Romera Sotillo, quien tras explicar el origen de la desaparición paulatina de los campaneros y, por lo tanto, de los toques, ofrece una descripción, sencilla e interesante, de dos campanas interesantes desde el punto de vista histórico -de las dieciocho antiguamente existentes en Brihuega antes de la Guerra Civil-, a través de sus fechas e inscripciones, para llegar a los toques que se solían emplear: el toque a misa, dividido en tres toques anteriores de un cuarto de hora; el toque de mediodía, que tenía lugar a las 12 y marcaba el momento de la oración en el trabajo; el de ánimas, que se realizaba por la tarde, después del rosario; el toque a muerto, que avisaba del fallecimiento de algún vecino y que según el sexo era diferente: doce campanadas si era mujer y trece si era hombre la persona fallecida, y el toque de clamor, pausado, que se efectuaba con motivo de los entierros “desde que el difunto entraba por el arquillo hasta que era enterrado”, aunque también se empleaba para avisar de la celebración de alguna misa de funeral y durante toda la madrugada del día de Todos los Difuntos. Además, antes de la misa dominical, de los días de fiesta, de las procesiones y en caso de incendio, se utilizaba el volteo de campanas.
En las conclusiones nos encontramos con algo agradable: “Hoy en día la tecnología no entra en colisión con la tradición. Los antiguos motores de volteo continuo se están sustituyendo por otros que permiten el volteo manual. En zonas donde todavía hay afición a tocar las campanas, motores y martillos eléctricos sólo se usan en toques diarios.
Aunque la figura del campanero ha desaparecido del mapa se está sustituyendo por grupos de campaneros que elaboran calendarios de toques en determinadas festividades”.
“Historia y arte en el cementerio de Brihuega” es la cuarta ponencia de estas XI Jornadas de Estudios Briocenses y su autor es Raúl de Lucas López.
Tras su lectura sabemos que dicho cementerio de habilitó en el castillo gracias a la epidemia de cólera morbo asiática que asoló la población en 1834, aunque oficialmente pasó a manos municipales tras la Desamortización de Mendizábal, en 1835 e inaugurado como tal tres años más tarde. Este cementerio se configura en dos partes, siendo la más antigua la de arriba, por el la primera que fue ocupada por las clases más privilegiadas, en contraposición a la de abajo, más moderna y con enterramientos de carácter popular.
El trabajo que comentamos se centra en el estudio del cementerio antiguo, que es el que posee los ejemplares más interesantes, destacando las tres capillas funerarias que tuvieron sus orígenes en el medievo, en cuyo interior recibieron sepultura algunas de las personalidades más destacadas de los siglos XIX y XX, como don Justo Hernández Pareja, propietario de la Real Fábrica de Paños y constructor de sus jardines, o don Ángel Pérez Ballestero, importante industrial. Además dicho trabajo se centra en dos tipos concretos de enterramiento: sepulturas (tumbas que se cubren con lápidas) y columbarios (que en este caso no contienen resto alguno, sino que sirven de señalización de los enterramientos en el suelo.
Raúl de Lucas da a conocer numerosos datos acerca de las lápidas más antiguas, entre ellas la de doña Asunción Haedo de Bedoya, fechada en 1849, cuyo epitafio -escrito en verso- transcribe, al igual que hace con alguna que otra lápida infantil, llamando especialmente la atención sobre aspectos concretos, como las tipologías o atendiendo a la profesión de los allí enterrados, o a la causa de su muerte, como fue el caso de Manuel del Amo Perojuan, asesinado el día 5 de febrero de 1905, cuya noticia fue dada a conocer ampliamente en el número 545 de Flores y Abejas. Estudia también otros tipos como los de sepultura: rodeadas por una verja de hierro, o adornadas por esculturas de bulto redondo, finalizando con un breve repaso sobre algunos de sus más ilustres moradores: don Pedro Marlasca Riaza, creador de la Banda Municipal; el diputado don Ramón Casas; el mecenas don Jesús Ruiz Pastor, constructor de la Plaza de Toros “La Muralla”; don Valeriano Herrera, a quien se debe el mayor legado fotográfico sobre Brihuega; don Juan Elegido Millán, coleccionista de las miniaturas que custodia el convento de San José... y la egregia figura de don Antonio Pareja Serrada, segundo Cronista Provincial, cuyos restos mortales fueron trasladados desde el madrileño cementerio de la Almudena, el año 2007.
La quinta ponencia, a la vez la más extensa, se debe a Antonio Caballero García y versa sobre “Las fiestas de Brihuega en la prensa histórica de los siglos XIX y XX”, fundamentalmente sobre los dos aspectos más sobresalientes de dichas fiestas, o sea los actos religiosos -misa y procesión- y los profanos -los toros- a través de una larga serie de publicaciones activas en el periodo cronológico comprendido entre 1847 y 1935, prescindiendo de la prensa provincial: “El Español”, liberal moderado; “El Clamor Público”, liberal; “El Heraldo”, conservador; “La Esperanza”, monárquico; el diario ilustrado El Globo”; “El Imparcial”, liberal; el “Boletín de Loterías y Toros” (Continuación de “El Enano”), “El Toreo”, revista taurómaca; “El País”, republicano-progresista, y tantos otros, en los que aparecen breves sueltos y notas, centrados mayoritariamente en el mundo taurino, a través de los que sabemos los nombres de los espadas más destacados de cada momento, las ganaderías en boga, y el resultado de cada una de las corridas llevadas a cabo.
Finalizan estas Actas con la sexta y última ponencia, escrita por José Valentín Riaza Malmierca, titulada “Próxima estación: Brihuega” que nos habla de la revolución que para la economía significó la llegada del ferrocarril, ampliando notoriamente el volumen de mercancías a transportar, así como la velocidad del mismo, por lo que en septiembre de 1904 la Jefatura de Obras Públicas de Guadalajara eleva al Gobierno Civil un plan de cinco líneas de secundario que afectan a las cinco zonas principales de producción, siendo la cuarta la que nos interesa por su recorrido: De Orusco hasta los Baños de Trillo, por Brihuega y Cifuentes, que posteriormente sufrió diversas alteraciones y, finalmente no se llevó a cabo. Anteproyecto que fue encargado por la Diputación Provincial de Guadalajara al ingeniero don Salvador García de Pruneda, cuyo original se conserva en el Archivo Histórico Ferroviario.
Hasta aquí la reseña de estas interesantes XI Jornadas de Estudios Briocenses, que vieron la luz en 2011, y la propuesta de que, junto a las anteriores, debería ser recogida en un sencillo volumen al alcance de todos los bolsillos.

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