Cofradía de Nuestra Señora de las Candelas de Torrejón del
Rey. Tradición y devoción en nuestra historia, Torrejón del Rey, Excmo.
Ayuntamiento de Torrejón del Rey, (Col.: Los pueblos cuentan su historia, n.º
4), 2010, 142 pp.
No cabe la menor duda de que Torrejón del Rey es un pueblo
que cada día crece más y más. Esa es una de las razones por las que el
Alcalde-Presidente del Ayuntamiento editor de libro que comentamos, Mario San
Martín García, expone en su “Presentación” las siguientes palabras, acerca de
los motivos que dieron lugar a dicha publicación y que se pretendía con ella,
que no es otra cosa que “... poner en
valor la historia de la Cofradía de Ntra. Sra. de las Candelas y dar a conocer
a los nuevos vecinos de nuestro municipio una de las más antiguas tradiciones
de la localidad”.
Y así ha sido y así es a lo largo de poco más de
cincuenta páginas, puesto que el resto, de la 69 a la 141, constituye el
álbum fotográfico de “Los priostes de la Virgen desde 1940 hasta 2010” , -de los 71 que han
servido el cargo entre ambas fechas-, es decir desde Eliodoro de la Riva, hasta
Francisco José García, faltando única y exclusivamente el nombre y la foto del
correspondiente a 1949.
Si bien es cierto que podría haberse evitado esta
segunda parte, por así decir, fotográfica, mediante la inclusión de una
sencilla y escueta relación, lo cierto es que gracias a su publicación in extenso podemos observar
detenidamente la evolución y cambios que han ido produciéndose en el modo de
vestir de los priostes, de la edad cada año más temprana con que se accede al
cargo, de la organización procesional, de la propia imagen de la Virgen e,
incluso, de algunos aspectos que aparecen en dichas fotografías como aparente
telón de fondo: algunos edificios hoy inexistentes, las calles, el tendido
eléctrico, además de la propia evolución en cuanto a la fotografía se refiere,
puesto que en algunos casos llegamos a encontrarnos muestras que recuerdan
claramente a los exvotos pictóricos de algunas ermitas de nuestra provincia.
Asi, por ejemplo, las correspondientes a los años 1941, siendo prioste Ignacio
López Casado; 1951, cuando lo fue Florencio Sanz; 1962, con Juan Rubio a la
cabeza, verdadero montaje en el que es posible ver su cara en el ángulo superior
derecho de la fotografía, mientras que la parte central es ocupada por la
imagen de la Virgen, cuya advocación se indica a los pies: “N. S. DE LAS
CANDELAS / TORREJON DEL REY”; la de Hilario San Juan, de 1965; la de Juan López , de
1969, o la última de este mismo tipo, de Pedro Luis Auñón , de 1983, todas ellas reflejo de una moda que se ha ido
manteniendo hasta llegar a desaparecer
en los tiempos actuales.
Según iba avanzando en la lectura de este libro, que
tantos aspectos litúrgicos y profanos (o así considerados) recoge, más se iba
consolidando en mí la idea de que estaba ante uno de esos libros que tanto
consulté para escribir mis “Catálogo de piezas menores religiosas (I)” y
“(II)”, pues tal es el parecido existente entre los textos consultados y los
que este libro contiene.
Tras este largo inciso es conveniente volver a la primera
parte del libro.
Ángel Luis López Regidor explica en su “Prólogo” que
quiere “hacer más cercano lo que todos
comentamos boca a boca, nos han contado nuestros antepasados o hemos visto con
nuestros propios ojos”, como ya hizo anteriormente con la recopilación y edición de numerosas
fotografías publicadas por el proyecto “Legados de la Tierra”, y añade: “Estos escritos para mí, como para muchos de
vosotros, no sólo son importantes por recoger la tradición en la antigüedad,
sino por pertenecer a ella familiarmente desde generaciones anteriores, en la
que los sentimientos afloran y se viven por muy frío que se sea: Porque ¿quién
no recuerda su niñez al saborear un “bollo de la Virgen”, en el Refresco, o en
su juventud al participar en la Rueda, o simplemente, se emociona un día dos de
Febrero?”.
“Por eso nosotros, somos un simple eslabón más de
esta tradición, que sin duda nos iremos y continuará con sus cambios y
altibajos”.
Esta es la verdadera esencia del libro: recoger una serie
de datos, lo más fidedigna y ampliamente posible, para trasladarlos a las
generaciones venideras como herencia que hemos recibido de nuestros
antepasados. Así de sencillo.
El libro comienza con una “Breve historia de la Cofradía
de Nuestra Señora del Rosario e introducción a la historia de la Cofradía de
Nuestra Señora de las Candelas”, en la que se ofrecen algunos datos acerca de
la construcción de un retablo de la Virgen del Rosario, dotado por doña
Petronila López de Malveda, fallecida el 2 de diciembre de 1585, quien ordenó
que se aderezara a su costa, con azulejos representando a la Virgen del Rosario
en su parte central, flanqueada por las imágenes de santo Domingo y santo Tomás
y, a los pies, su propio retrato. Retablo que se encontraba en el lugar que
actualmente ocupa el de la Virgen de las Candelas.
Los primeros libros, de cuentas, de la Cofradía son de
mediados del siglo XVII (1651) y en ellos es posible suponer que hacia 1760, un
siglo más tarde, la Cofradía del Rosario apenas realizaba actividad alguna,
siendo una de las actividades que tenía encargada la organización de la fiesta
de las Candelas, entonces de gran arraigo y celebridad y que cada año se
celebraba dependiendo de los donativos populares recogidos.
La fiesta consistía, principalmente, en una misa
“con humo”, oficiada por el sacerdote y varios diáconos, además del consabido
predicador de fama y la posterior ofrenda a la Virgen que, como en tantos otros
lugares, consistía en la entrega de dos palomas blancas y un cordero, a los que
se añadían racimos de uvas y, a veces, granadas, aunque la ofrenda más
característica era la “rosca”, de pan y que tenía un tamaño superior al normal
y debía hacerse con harina del trigo procedente de aguinaldos y donaciones,
como regalo del pueblo a cambio de que la protección de las cosechas. Do ut des.
Llama la atención la existencia de la “botarga”, que
aparece documentada con tal denominación en 1667 y cuya misión principal era la
de acompañar a los danzantes a la hora de recoger aguinaldos, bailando cada por
casa.
El autor del trabajo habla de la “botarga”, pero en
un asiento de 1663, que transcribe, no se alude a ella con total claridad.
Dice así: “Mas
dio en ochenta y un real de gasto en una danza que se dio el dia de la
Candelaria en plumas y bandas y cascabeles y cohetes para las funciones de la
Virgen”, ya que considera que las plumas, bandas y cascabeles le hacen
pensar, “con toda seguridad”, en la danza de la “botarga” o de las “botargas”,
en plural, puesto que en años posteriores también aparecen relacionadas con la
adquisición de cascabeles, por lo que cree que dichos cascabeles se regalarían
al final de la fiesta o, aún mejor, se subastarían.
Señala más adelante, que a partir de 1651 parece ser
que los danzantes interpretaban una danza especial dedicada a la Virgen. “Mas se les recibe en data diez y siete
ducados del alquiler de los bestidos de la danza de las Candelas y cincuenta
reales del tamborilero y maestro de enseñarla” e indica que es precisamente
a partir de esta fecha por la existencia del citado “maestro”.
En 1669 el tamborilero, que normalmente era vecino de
Torrejón y actuaba casi con carácter vitalicio en aquellas celebraciones donde
se le requería, fue Juan de Amor, quien cobró cuatro ducados por su actuación.
A pesar de todo lo anterior y, a primera vista, los
datos acerca de la “botarga” no parecen muy consistentes, por lo que sería
conveniente analizarlos uno tras otro, cronológicamente, para así poderlos
estudiar con el necesario detenimiento y ponerlos en relación con otros
aspectos de la misma fiesta, lo que posiblemente daría lugar a un interesante
estudio monográfico.
En fin, con la desaparición de la Cofradía de la
Virgen del Rosario, la celebración del día de la Purificación debió ser
meramente testimonial hasta mediados del siglo XVIII o del siguiente -cosa que
no se sabe con exactitud puesto que los libros desaparecieron en la guerra del
36-, en que se debió fundar la Cofradía de Nuestra Señora de las Candelas, por lo
que los datos más antiguos que de ella se conservan están fechados en 1939
(bases o estatutos), siendo el libro de cuentas de 1953.
Un segundo apartado son los “Estatutos o normas
pertenecientes a la Cofradía de Nuestra Señora de las Candelas”, que se transcriben
a lo largo de veintidós artículos actualizados en 1998. Es interesante su
lectura puesto que especifican las funciones correspondientes a los principales
cargos: el padre de los mozos, que es la cabeza de la Cofradía; el prioste o
hermano mayor; los mayordomos, que son cuatro, y el resto de los mozos. Estos
estatutos o normas deben estar basados en otros muy anteriores, puesto que en
ellos se hace constante alusión a la cera y a las velas, tan importantes en una
economía agrícola (la llamada “economía de la cera”), hoy casi en desuso si no
es en celebraciones de carácter religioso.
Sigue la
“Novena a María Santísima / Madre de Dios y Señora nuestra /
de las Candelas venerada / en el pueblo de Torrejón del Rey”.
El original de dicha novena, su historia y manera de
realizarla, data de 1788 y proviene del convento de Carmelitas Recoletas de
Madrid, donde se realizó bajo la advocación del misterio de la purificación de
Nuestra Señora, desde el 1 de febrero de mil seiscientos veintisiete a la
Virgen con el nombre de las Maravillas. Dicha novena fue cedida por la Cofradía
de Nuestra Señora de las Candelas hacia 1942, celebrándose desde entonces todos
los años del 24 de enero al 1 de febrero, víspera de la Purificación de María.
Se trata, por lo tanto, de la “Novena / a María
Santísima / Madre de Dios / y Señora / que / con el título / de las /
Maravillas / se venera en su Real Convento / de Carmelitas Recoletas / de esta
Corte, / dispuesta / Por D. Esteban Antonio del Cerro / Capellán Mayor de dicha
/ Comunidad. / Madrid. MDCCLXXXVIII / Por D. Geronimo Ortega, Hijos de Ibarra /
y Compañía / Con las licencias necesarias”.
Siguen más los “Mayos (a la Virgen de las
Candelas)”, que constan de veintiuna estrofas de cuatro versos cada una, y se
cantan el día 30 de abril a las doce de la noche, frente a la iglesia, escritos
-según testigos presenciales- hacia 1915, por un sacerdote (D. Dámaso), y las
“Rondas a las mozas”.
Dos artículos: “Candelas una fiesta singular” y
“Candelas luz de nuestro pueblo”, finalizan este apartado y dan entrada al
titulado “Hechos y fechas memorables”, donde se habla de la Guerra de Cuba, del
Año Mariano de 1954, del homenaje que hizo el Club de Fútbol a la Virgen de las
Candelas, de la celebración del 2000 como Año Jubilar, de la peregrinación a la
basílica del Pilar en Zaragoza, etcétera, y dar paso a la explicación de en qué
consiste la tradicional “Rueda” y a las normas por las que se rige.
Un libro que da a conocer lo que hay, lo que queda y
ha llegado hasta nuestros días, de las dos tradiciones religiosas más
importantes de Torrejón del Rey, las llevadas a cabo por las cofradías de la
Virgen del Rosario y de la Virgen de las Candelas, a la que hay que añadir “La
Rueda” como forma de recaudación, hoy declarada Fiesta de Interés Turístico
Provincial.
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