La primera novela de un alcarreño
El sabado 12 de Noviembre, a media mañana, Rodríguez Tejedor firmará ejemplares de su primera novela “El Día que fuimos dioses” en la Librería LUA de Guadalajara. Sigue aquí su blog.
Acabamos de leer la primera novela de Francisco Rodríguez Tejedor, titulada “El día que fuimos dioses” y que ha editado “Alhulia” como número 112 de su Colección “Crisálida Narrativa”. Rodríguez Tejedor es un autor alcarreño, nacido en Sacecorbo en 1957, y ya curtido en los campos de la literatura tras muchos escritos de prosa y poesía. La novela, así, de entrada, es un monumento a la literatura, a las palabras medidas y conscientes, al orden lógico de las cosas, a los personajes ficticios y reales a un tiempo. Es un libro maduro porque se ha escrito a lo largo de mucho tiempo, se le ha repasado una y otra vez, se cimenta sobre otros versos y se ayuda de un gran literato, de Antonio Machado, que bulle en el fondo de toda la obra.
Aunque el autor alcarreño que hoy descubrimos tiene todavía mucho camino por recorrer, muchas cosas nuevas con que sorprendernos, la obra con que aparece en el mundo de las letras es muy valiosa, tiene sustento, es sólida. Quizás le sobran algunas páginas de excesivo lirismo, cuando los protagonistas ejercen sus soliloquios en torno a algunas ideas centrales, que se ve son las que al autor preocupan de verdad (como a muchos humanos que ejercitan el don del pensamiento) y que vienen a ser estos: el amor, los recuerdos, la preocupación por el tiempo que se va, etc.
La trama es buena, consistente: quizás se espera muy al final para darnos las visiones definitivas de las causas de tantos interrogantes. Pero eso es lógico: no nos va a servir la solución del enigma al principio. Quizás lo más bonito, literariamente hablando, de este “El Día que fuimos dioses” sea el recorrido que los protagonistas hacen por la España machadiana, desde Sevilla, a Collioure, pasando por Soria y Segovia. Es una especie de viaje literario, de perfecta ruta poética la que se entrecruza con las historias de los personajes.
Sorprendente, de verdad, la solución que se da a la trayectoria de dos personajes masculinos que centran la novela. Tiernos los trayectos de los personajes femeninos. Quizás falten aquí (es una manía de lector, supongo que habrá otras perspectivas) personajes de cuerpo entero, identificables en cualquier aspecto de su vida. O sea, protagonistas definidos humanamente. Pero repito: para ser la primera novela del autor, hay que aplaudirla porque lo merece, leerla con parsimonia, porque todo tiene su razón, y saborear el gran sentido literario del autor, que impregna cada página. Una apuesta magnífica que se ancla en el mundo literario de la Alcarria de la mano de un paisano.
AHC.
Acabamos de leer la primera novela de Francisco Rodríguez Tejedor, titulada “El día que fuimos dioses” y que ha editado “Alhulia” como número 112 de su Colección “Crisálida Narrativa”. Rodríguez Tejedor es un autor alcarreño, nacido en Sacecorbo en 1957, y ya curtido en los campos de la literatura tras muchos escritos de prosa y poesía. La novela, así, de entrada, es un monumento a la literatura, a las palabras medidas y conscientes, al orden lógico de las cosas, a los personajes ficticios y reales a un tiempo. Es un libro maduro porque se ha escrito a lo largo de mucho tiempo, se le ha repasado una y otra vez, se cimenta sobre otros versos y se ayuda de un gran literato, de Antonio Machado, que bulle en el fondo de toda la obra.
Aunque el autor alcarreño que hoy descubrimos tiene todavía mucho camino por recorrer, muchas cosas nuevas con que sorprendernos, la obra con que aparece en el mundo de las letras es muy valiosa, tiene sustento, es sólida. Quizás le sobran algunas páginas de excesivo lirismo, cuando los protagonistas ejercen sus soliloquios en torno a algunas ideas centrales, que se ve son las que al autor preocupan de verdad (como a muchos humanos que ejercitan el don del pensamiento) y que vienen a ser estos: el amor, los recuerdos, la preocupación por el tiempo que se va, etc.
La trama es buena, consistente: quizás se espera muy al final para darnos las visiones definitivas de las causas de tantos interrogantes. Pero eso es lógico: no nos va a servir la solución del enigma al principio. Quizás lo más bonito, literariamente hablando, de este “El Día que fuimos dioses” sea el recorrido que los protagonistas hacen por la España machadiana, desde Sevilla, a Collioure, pasando por Soria y Segovia. Es una especie de viaje literario, de perfecta ruta poética la que se entrecruza con las historias de los personajes.
Sorprendente, de verdad, la solución que se da a la trayectoria de dos personajes masculinos que centran la novela. Tiernos los trayectos de los personajes femeninos. Quizás falten aquí (es una manía de lector, supongo que habrá otras perspectivas) personajes de cuerpo entero, identificables en cualquier aspecto de su vida. O sea, protagonistas definidos humanamente. Pero repito: para ser la primera novela del autor, hay que aplaudirla porque lo merece, leerla con parsimonia, porque todo tiene su razón, y saborear el gran sentido literario del autor, que impregna cada página. Una apuesta magnífica que se ancla en el mundo literario de la Alcarria de la mano de un paisano.
AHC.
Gracias Antonio por tu lectura y por tu reseña. Qué puedo decir yo. Lo más importante es la opinión del lector. Y del lector con capacidad y conocimiento crítico, todavía más.
ResponderEliminarYo a esta novela le tengo mucho afecto. Tal vez por ser la primera. Tal vez por haber remansado en ella muchas experiencias, deseos, esperanzas e ilusiones acrisoladas durante años.
La novela está gustando mucho e, inclusive, tengo un ramillete de personas que se han convertido en auténticos fans de este libro, en sponsors de su divulgación y de su conocimiento. Animo a leerla, como Antonio dice, con tranquilidad, con la parsimonia y la constancia con la que respiramos, con la que vivimos, o sobrevivimos. Tiene muchas lecturas, yo lo sé, como también tuvo muchas escrituras. Habla de las dos caras que tiene el hombre, todo hombre, de hoy, de ayer, de siempre: la cara del dolor, de la destrucción, de la enfermedad y de la locura, del tremendo daño que causa a otros hermanos, a la naturaleza, a todo su alrededor. Pero también habla del día que fuimos dioses, generosos sin medida, transcendentes sin límite, amorosos sin desfallecimiento, alegres y brillantes como las estrellas, profundos como la poesía que es la música que viaja por el espacio desde que el mundo es mundo.
Todos fuimos dioses un día,, aquel día que no hemos olvidado, ni olvidaremos jamás. El autor también los tuvo, o eso cree. Aquí están muchos de ellos. En este libro. Y es un placer para él compartirlos, que es como si los volviera a vivir.
Un fuerte abrazo Antonio y gracias por tus ánimos, por tus deseos, por tus palabras.
Francisco Rodríguez Tejedor.
Creo que es una novela importante, que merece dedicarla quince días a leerla (todo depende del tempus que cada uno dedique a la lectura, eso es lo que me llevó a mí, que le dedico una hora diaria a los libros)y sobre todo porque es de un autor de la tierra, que entra en el mundo de las letras por la puerta grandes ¡Enhorabuena, Paco!
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