martes, 20 de septiembre de 2011

Un poeta de Alcarrias: Ochaita



Una biografía perfecta de José Antonio Ochaita

Llega a mis manos, de nuevo, la biografía perfecta, la de José Antonio Ochaita escrita por Tomás Gismera. Un libro redondo, perfecto, interesantísimo, que merece ser conocido, leído y atesorado. Se presentó en febrero de 2003, y desde entonces son cientos de jadraqueños y alcarreños quienes lo han leído, y también muchos mexicanos, me consta.

Datos sobre Ochaita

José Antonio Ochaita es una de las voces más personales de la poesía española del siglo XX. Esta afirmación, que aparece en la contraportada del libro que comento, con su biografía y una antología de la mejor “copla” y poesía de raíz guadalajareña que escribiera a lo largo de su vida, es la esencia de la biografía que ha escrito Tomás Gismera Velasco, y que viene a poner en su lugar exacto la figura y la obra de este jadraqueño irrepetible.
Un libro sencillo y vistoso, útil sobre todo, fácil de leer, emocionante a trechos, divertido también, entrañable. Un libro que con el patrocinio del Ayuntamiento de Guadalajara, editó AACHE dentro de su Colección “Letras Mayúsculas”. En su portada aparece, con el gesto de su humanidad desbordante, el retrato que le pintara J. Barbero en 1949. Y luego, como preámbulo a la obra, el lector se encuentra con ese otro Autorretrato que el propio Ochaita escribiera ofreciéndose en carne viva. Muchos ya saben que fue Ochaita, junto con los también poetas y letristas Quintero, León y Solano, quien escribió en las décadas de los años 40 a 70 la mayoría de las letras de lo que se llamó entonces “canción española”, muy de raíz andaluza, aunque con ejemplos tan superconocidos como el Porompompero, o el “Americanos....” de la película Bienevenido Mister Marshall. Esa faceta fue la que proporcionó un medio de vida a Ochaita, además de su trabajo como periodista, y la que le ha puesto en una página preclara y eterna de la poesía española.

La poesía de raiz alcarreña

Pero la verdadera dimensión de hombre de letras, de escritor, de poeta, de verdadero “primera fila” de la literatura hispánica y, por supuesto, alcarreña, en el siglo pasado, nos la da su talento innovador en el campo de la poesía. Los últimos años de su vida los dedicó a componer largas versificaciones sobre la historia de su tierra natal, la Alcarria. Sobre sus personajes, sus castillos, sus pueblos, sus maravillas. Con un torrente de innovaciones formales y una explosión de metáforas y neologismos que le ponen como una verdadera máquina de escribir y asombrar ante los ojos de cualquiera que se enfrente con su obra escrita.
Hace unos años, el Ayuntamiento de Guadalajara (del que Ochaita fue Cronista Oficial) editó una estupenda antología poética, que consiguió ajustar entre los justos medios de un libro la obra que se hubiera perdido de no haberlo hecho así. Ahora ha sido Tomás Gismera Velasco quien se ha impuesto, en su continua y rigurosa tarea de biógrafo de los mejores alcarreños, la de elaborar una biografía de Ochaita, y le ha salido redonda. Sencilla, sin alharacas de notas o bibliografías: con el dedo limpio de la prosa legible, y el sentimiento hondo de la humanidad que desborda. En la referencia vital del poeta se van acoplando, siempre donde corresponden, sus mejores poemas.
Un libro estupendo que se lee de un tirón, y que se guarda, porque siempre apetecerá releer sus coplas, sus piropos a la princesa de Éboli, su dramático “Manos nuevas para tierra vieja...” con el que murió, puesto en los labios, una noche de verano en Pastrana.

El autor del libro

Tomás Gismera Velasco es atencino pero desborda su actividad por la provincia toda. Es magnífica su biografía sobre el historiador Layna Serrano. Antes había escrito y publicado un libro sobre La Caballada de Atienza que ahora ha sido reeditado. En varias ocasiones ha conseguido premios y distinciones en certámenes de narrativa literaria. Y en 2033 fue nominado como “Popular de Historia” por el periódico Nueva Alcarria. No es casualidad este aluvión de presencias en los medios. Con su sencillez y su humildad, Gismera demuestra que se puede ser un gran trabajador de la cultura sin armar demasiados espectáculos. Es la forma cabal y siempre segura de construir el entablado de un gran edificio. Trabajar todos los días poniendo una madera, clavando un clavo, pintando un rincón. Eso hace Gismera con su tarea de historiador, de escritor y de biógrafo. Y en este libro sobre Ochaita le ha salido la obra redonda, espléndida, brillante. Será un libro que servirá a muchos para encontrarse con ese pequeño y vivaz escritor, al que ya tiene Guadalajara dedicada calle y estatua. Tras este libro, toda la memoria, cuajada de cariño y admiración, de los ciudadanos para él.

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