Veinticinco años de Arriaca
Se cumple en este año 2011 el veinticinco aniversario de la aparición de Arriaca Boletín, que, como todos sabéis, representa la tercera época de dicho título como cabecera de las publicaciones periódicas de la Casa. Nació Arriaca en su primera etapa con formato de revista, tratando diversos temas de la Casa y la provincia bajo la dirección de Miguel Rodríguez Gutiérrez.
Entré en contacto con la Casa a principios de 1980. De entre los socios sólo conocía a Sinforiano García Sanz, que había escrito un entrañable prólogo para un pequeño libro que publiqué sobre mi pueblo, Membrillera. Bajo el auspicio de Sinforiano el libro se presentó en la Casa, que a partir de ese momento me contaría entre sus socios.
Por aquella época ya hacía tiempo que la primera etapa de Arriaca había concluido. Algunos socios y directivos mostraban un claro deseo de reanudar la publicación. Enterados de mis estudios de periodismo me propusieron hacerme cargo de una nueva etapa de la revista. Contando con un quipo pequeño pero solvente, conscientes de las dificultades pero pletóricos de ilusión, sacamos a la luz el primer número en julio de 1981. De esta manera me convertí en director de la publicación en su segunda etapa, aunque sería una petulancia decir que ejercí como tal. Mi labor principal consistió en coordinar un grupo de colaboradores y amigos de la Casa, unidos por el común deseo de consolidar la aparición periódica de la revista.
Era entonces presidente de la Casa José Antonio Suárez de Puga, que en el primer número se dirigía a los socios mediante una carta de salutación. Ostentaba el cargo de vicesecretario general nuestro actual presidente, José Ramón Pérez Acevedo; cargo que pasé a ocupar en 1983, cuando él fue elegido presidente.
Tras el primer número fueron apareciendo, con periodicidad irregular, otros siete. Tuvimos la idea de establecer unas secciones fijas, lo que requería compromisos firmes por parte de algunos colaboradores. Como tal sección fija fue apareciendo lo que denominamos "Actividades de la Casa" a cargo de Enrique Planas, que en cada número exponía un amplio resumen de los actos, conferencias y eventos acaecidos en los meses transcurridos desde el número anterior. Como responsable del grupo de teatro de la Casa, y junto a Juanita Paso, Planas se ocupó de otra sección fija que denominamos "Entorno al teatro".
Con ocasión de este artículo he revisado todos los números, página a página. He repasado los nombres de colaboradores, algunos muy conocidos y cercanos, como Sinforiano García Sanz; otros, como el molinés José Sanz y Díaz, nos enviaban por correo sus colaboraciones, que eran celosamente recogidas y guardadas por el inolvidable Marino en una carpeta, Aparecen nombres de ocasionales colaboradores a los que nunca conocí, personas no habituales de la Casa que se sintieron solidarios con nuestro proyecto. Me fijo en una foto de un agricultor labrando con una yunta de borriquillos. Es un hombre mayor, que empuña un viejo arado romano en las cercanías de Hiendelaencina, ¡una estampa del pasado!
Sin duda lo más llamativo de nuestra revista eran sus vistosas portadas, todas de un color diferente enmarcando una foto de algún monumento o manifestación tradicional de Guadalajara. El dueño de Galpa, Mariano Andrés, se ocupó del diseño, maquetación y tipografía; con su profesionalidad y buen hacer consiguió una excelente presentación. Uno de nuestros objetivos, desde el principio, fue la autonomía económica, que alcanzamos gracias a la colaboración publicitaria de comercios y empresas relacionadas con la Casa y Guadalajara.
Hacer el trabajo de alumbrar Arriaca tuvo para mí un sentido esencialmente lúdico, el mismo que ha impregnado la relación con mi pueblo y la provincia como espacios de aventura y aprendizaje. La aparición de cada número significaba un pequeño desafío, que íbamos superando con entusiasmo y buen tino. Articulos, anuncios y fotos constituían una amalgama pendiente de ordenar, que por la magia de la letra impresa parecía cobrar vida propia bajo la colorista portada. La salida de un nuevo número era la esperada compensación por un trabajo en el que pusimos lo mejor de cada uno de nosotros.
La segunda época de Arriaca acabó un día, como todo lo humano. La despedida consistió en un número extraordinario conmemorativo del IX Centenario de la Reconquista de Guadalajara, con un espléndido trabajo de Plácido Ballesteros titulado "La Conquista de la Alcarria en 1085: La figura de Alvar Fáñez entre la Historia y la Leyenda". Pero esto fue tan solo una pausa en la ya larga vida de Arriaca. Por fortuna, poco tiempo después se iniciaba la tercera época de nuestra publicación en formato Boletín, que al cabo de veinticinco años seguimos recibiendo mensualmente. Era lo más acorde con las necesidades de la Casa; una prioridad fija y una más sencilla maquetación dotan al Boletín de mayor funcionalidad y agilidad.
La vida de Arriaca se condensa entre etapas presididas por el mismo espíritu y determinación que en la actualidad, y pese a las dificultades, hacen posible que la existencia de la Casa de Guadalajara siga constituyendo una gozosa realidad.
José Andrés Riofrío
Publicado en “Arriaca” nº 249, de Julio-Agosto 2011
Se cumple en este año 2011 el veinticinco aniversario de la aparición de Arriaca Boletín, que, como todos sabéis, representa la tercera época de dicho título como cabecera de las publicaciones periódicas de la Casa. Nació Arriaca en su primera etapa con formato de revista, tratando diversos temas de la Casa y la provincia bajo la dirección de Miguel Rodríguez Gutiérrez.
Entré en contacto con la Casa a principios de 1980. De entre los socios sólo conocía a Sinforiano García Sanz, que había escrito un entrañable prólogo para un pequeño libro que publiqué sobre mi pueblo, Membrillera. Bajo el auspicio de Sinforiano el libro se presentó en la Casa, que a partir de ese momento me contaría entre sus socios.
Por aquella época ya hacía tiempo que la primera etapa de Arriaca había concluido. Algunos socios y directivos mostraban un claro deseo de reanudar la publicación. Enterados de mis estudios de periodismo me propusieron hacerme cargo de una nueva etapa de la revista. Contando con un quipo pequeño pero solvente, conscientes de las dificultades pero pletóricos de ilusión, sacamos a la luz el primer número en julio de 1981. De esta manera me convertí en director de la publicación en su segunda etapa, aunque sería una petulancia decir que ejercí como tal. Mi labor principal consistió en coordinar un grupo de colaboradores y amigos de la Casa, unidos por el común deseo de consolidar la aparición periódica de la revista.
Era entonces presidente de la Casa José Antonio Suárez de Puga, que en el primer número se dirigía a los socios mediante una carta de salutación. Ostentaba el cargo de vicesecretario general nuestro actual presidente, José Ramón Pérez Acevedo; cargo que pasé a ocupar en 1983, cuando él fue elegido presidente.
Tras el primer número fueron apareciendo, con periodicidad irregular, otros siete. Tuvimos la idea de establecer unas secciones fijas, lo que requería compromisos firmes por parte de algunos colaboradores. Como tal sección fija fue apareciendo lo que denominamos "Actividades de la Casa" a cargo de Enrique Planas, que en cada número exponía un amplio resumen de los actos, conferencias y eventos acaecidos en los meses transcurridos desde el número anterior. Como responsable del grupo de teatro de la Casa, y junto a Juanita Paso, Planas se ocupó de otra sección fija que denominamos "Entorno al teatro".
Con ocasión de este artículo he revisado todos los números, página a página. He repasado los nombres de colaboradores, algunos muy conocidos y cercanos, como Sinforiano García Sanz; otros, como el molinés José Sanz y Díaz, nos enviaban por correo sus colaboraciones, que eran celosamente recogidas y guardadas por el inolvidable Marino en una carpeta, Aparecen nombres de ocasionales colaboradores a los que nunca conocí, personas no habituales de la Casa que se sintieron solidarios con nuestro proyecto. Me fijo en una foto de un agricultor labrando con una yunta de borriquillos. Es un hombre mayor, que empuña un viejo arado romano en las cercanías de Hiendelaencina, ¡una estampa del pasado!
Sin duda lo más llamativo de nuestra revista eran sus vistosas portadas, todas de un color diferente enmarcando una foto de algún monumento o manifestación tradicional de Guadalajara. El dueño de Galpa, Mariano Andrés, se ocupó del diseño, maquetación y tipografía; con su profesionalidad y buen hacer consiguió una excelente presentación. Uno de nuestros objetivos, desde el principio, fue la autonomía económica, que alcanzamos gracias a la colaboración publicitaria de comercios y empresas relacionadas con la Casa y Guadalajara.
Hacer el trabajo de alumbrar Arriaca tuvo para mí un sentido esencialmente lúdico, el mismo que ha impregnado la relación con mi pueblo y la provincia como espacios de aventura y aprendizaje. La aparición de cada número significaba un pequeño desafío, que íbamos superando con entusiasmo y buen tino. Articulos, anuncios y fotos constituían una amalgama pendiente de ordenar, que por la magia de la letra impresa parecía cobrar vida propia bajo la colorista portada. La salida de un nuevo número era la esperada compensación por un trabajo en el que pusimos lo mejor de cada uno de nosotros.
La segunda época de Arriaca acabó un día, como todo lo humano. La despedida consistió en un número extraordinario conmemorativo del IX Centenario de la Reconquista de Guadalajara, con un espléndido trabajo de Plácido Ballesteros titulado "La Conquista de la Alcarria en 1085: La figura de Alvar Fáñez entre la Historia y la Leyenda". Pero esto fue tan solo una pausa en la ya larga vida de Arriaca. Por fortuna, poco tiempo después se iniciaba la tercera época de nuestra publicación en formato Boletín, que al cabo de veinticinco años seguimos recibiendo mensualmente. Era lo más acorde con las necesidades de la Casa; una prioridad fija y una más sencilla maquetación dotan al Boletín de mayor funcionalidad y agilidad.
La vida de Arriaca se condensa entre etapas presididas por el mismo espíritu y determinación que en la actualidad, y pese a las dificultades, hacen posible que la existencia de la Casa de Guadalajara siga constituyendo una gozosa realidad.
José Andrés Riofrío
Publicado en “Arriaca” nº 249, de Julio-Agosto 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión sobre este libro nos interesa. Escríbela aquí.