El calor de Tifariti
Ha caído en mis manos estos días, entregado por su autor, Abdurrahaman Budda, un libro encantador, curioso. Un libro que se lee de un tirón y que te lleva en volandas a un mundo lejano y mágico, dolorido y esperanzado a un tiempo. Se titula “Tifariti, mi tierra”, y está escrito por Abdourrahaman Budda, un saharaui que reside habitualmente en Guadalajara, donde es presidente de la Asociación de Saharauis en Guadalajara. Este hombre, joven, electricista de profesión, y activo en el movimiento de reivindicación de los problemas de su pueblo africano, escribe pero que muy bien, y tiene entre otros motivos de orgullo para él, la categoría de socio de la Asociación Castellano-Manchega de Escritores.
Relata en sus 110 páginas la epopeya vital de un viejo saharaui que conoció los años en que aquel territorio, seco y querido, pertenecía a España, y cómo luego la invasión de Marruecos supuso unas décadas de continuo ir y venir, entre guerrillas, calamidades y destierros, hasta el momento de su muerte. El periplo de Salama discurre entre Tifariti (una aldea que ahora es territorio liberado de Sahara Occidental) y los campamentos de refugiados en la Hamada de Argelia. Muy cerca de la gran muralla que ha construido Marruecos para blindar las ciudades y terrenos realmente productivos del antiguo Sahara español (El Aaiun, Esmara, Bu Kraa…) la aventura vital de este hombre, con su mujer, sus hijos, los vecinos, los guerrilleros, las batallas, el siroco, y las inundaciones, queda reflejada en este libro, que rezuma pasión y esperanza.
Está inscrito este “Tifariti, mi tierra” en la Colección “Letras Mayúsculas” de la editorial alcarreña AACHE, como su número 28, y fue presentado el 23 de julio en un Festival de pueblos africanos, en el territorio liberado del Sahara Occidental, donde el autor cosechó un éxito personal del todo merecido. Es una curiosidad, y una satisfacción, ver cómo en Guadalajara se acojen las ideas, los problemas y las esperanzas del pueblo saharaui, que reivindica su histórico derecho a vivir en un territorio, y con unas costumbres, que fueron propias desde hace siglos.
AHC
Ha caído en mis manos estos días, entregado por su autor, Abdurrahaman Budda, un libro encantador, curioso. Un libro que se lee de un tirón y que te lleva en volandas a un mundo lejano y mágico, dolorido y esperanzado a un tiempo. Se titula “Tifariti, mi tierra”, y está escrito por Abdourrahaman Budda, un saharaui que reside habitualmente en Guadalajara, donde es presidente de la Asociación de Saharauis en Guadalajara. Este hombre, joven, electricista de profesión, y activo en el movimiento de reivindicación de los problemas de su pueblo africano, escribe pero que muy bien, y tiene entre otros motivos de orgullo para él, la categoría de socio de la Asociación Castellano-Manchega de Escritores.
Relata en sus 110 páginas la epopeya vital de un viejo saharaui que conoció los años en que aquel territorio, seco y querido, pertenecía a España, y cómo luego la invasión de Marruecos supuso unas décadas de continuo ir y venir, entre guerrillas, calamidades y destierros, hasta el momento de su muerte. El periplo de Salama discurre entre Tifariti (una aldea que ahora es territorio liberado de Sahara Occidental) y los campamentos de refugiados en la Hamada de Argelia. Muy cerca de la gran muralla que ha construido Marruecos para blindar las ciudades y terrenos realmente productivos del antiguo Sahara español (El Aaiun, Esmara, Bu Kraa…) la aventura vital de este hombre, con su mujer, sus hijos, los vecinos, los guerrilleros, las batallas, el siroco, y las inundaciones, queda reflejada en este libro, que rezuma pasión y esperanza.
Está inscrito este “Tifariti, mi tierra” en la Colección “Letras Mayúsculas” de la editorial alcarreña AACHE, como su número 28, y fue presentado el 23 de julio en un Festival de pueblos africanos, en el territorio liberado del Sahara Occidental, donde el autor cosechó un éxito personal del todo merecido. Es una curiosidad, y una satisfacción, ver cómo en Guadalajara se acojen las ideas, los problemas y las esperanzas del pueblo saharaui, que reivindica su histórico derecho a vivir en un territorio, y con unas costumbres, que fueron propias desde hace siglos.
AHC
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