Un bellísimo catálogo, ejemplo de edición y colaboración.
Guadalajara. Historia de la Ciudad 1460-2010, Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara. Patronato Municipal de Cultura (Col. Memoria Gráfica de Guadalajara, n.º 4), 2010, 104 pp. (Autor de los textos y comisario de la exposición: Pedro José Pradillo y Esteban).
Traemos hoy a la Revista "Libros Uno por Uno" este libro, o mejor dicho, este catálogo que constituye un verdadero ejemplo de colaboración entre diversas entidades dispuestas a ofrecer, tanto al hombre de la calle como al especialista, una publicación de indudable interés, no sólo por los textos que contiene, sino por la calidad de las selectas imágenes que incluye, a todo color, y de la propia edición (a pesar de su gran tamaño: 30 x 24 cms.), realizada con todo cuidado, y dentro de las diversas actividades culturales promovidas por el Ayuntamiento de Guadalajara, a través de su Patronato Municipal de Cultura, para conmemorar la concesión del título de Ciudad a la que antes fuera Villa, es decir, el 550 Aniversario de Guadalajara como Ciudad (1460-2010).
Dado que se trata del catálogo de una exposición (que se celebró en las Salas del Duque del Palacio del Infantado desde el día 10 de diciembre de 2010 hasta el 16 de enero de 2011), estamos más bien ante lo que ha venido en denominarse un “libro visual”, un libro en el que priman las imágenes, atractivas sin lugar a dudas, sobre los textos, que no por breves carecen de interés, puesto que recogen puntualmente los datos más importantes que deben consignarse en cada momento, sin dejar paso a barroquismos sin sentido que, en muchas ocasiones, solamente son “paja” efímera con la que rellenar un vacío editorial.
Antonio Román Jasanada, Alcalde de Guadalajara, dedica una página, a modo de introducción, en la que da a conocer, a base de breves pinceladas, el catálogo de los tesoros propiedad de la ciudad consistente en mas de un centenar de piezas pertenecientes al Patronato Municipal de Cultura, Ayuntamiento de Guadalajara -Servicio de Cartografía Municipal- y Archivo Municipal (además de haber contado con los préstamos procedentes de colecciones privadas, entidades diversas -Museo de Guadalajara- Obispado de Sigüenza-Guadalajara y diversas congregaciones religiosas -carmelitas de San José y Cofradía de los Apóstoles-) capaces de trasladar mentalmente al espectador a tiempos pretéritos, que es lo que se pretende y se logra a través de los diversos apartados de la exposición (convertidos en capítulos del catálogo).
Así, podemos hacernos una idea suficientemente clara de cómo era lo que hoy es Guadalajara a lo largo de los diferentes periodos de su ya larga Historia: La “Edad Media: Medina, Villa, Ciudad”, aunque partiendo de un tiempo anterior todavía, puesto que los cronistas más importantes de la Ciudad siempre han discutido su posible primer asentamiento: Caraca (lugar evidentemente equivocado, puesto que ya quedó demostrado que, al parecer, dicha “ciudad” era Carabaña) o Arriaca, ésta con mas posibilidades que la anterior, situada en la vía de Emérita a Caesaraugusta. De allí, tras un periodo visigótico de población muy dispersa y gran pobreza (dedicada a la agricultura y la ganadería y asentada en las proximidades de la actual estación de Ferrocarril), pasaría a constituirse en plaza fuerte tras la conquista musulmana, la Madinat-al-Faray, luego Wad-al-Hayara. Mucho después, ya en 1085, llegaría la “reconquista” de la ciudad por parte del rey Alfonso VI, que la incorporaría a su reino de Toledo, y las repoblaciones posteriores, como las debidas a Alfonso VII, que concede un fuero a Guadalajara en 1133, después ampliado por Fernando III (1219) y amejorado con franquicias por Alfonso X, hasta alcanzar su máximo esplendor con Isabel de Castilla, a finales del siglo XIII y comienzos del XIV, que concedió permiso para el establecimiento de numerosos conventos y monasterios: San Bernardo, Santa Clara, San Francisco, San Antolín… y contribuyó al desarrollo de la cultura, especialmente concentrada en aquellos días en el grupo de los denominados “cabalistas” Mosé ibn Sahula y Mosé de León. Es también el momento en que comienzan a establecerse en Guadalajara algunas familias llegadas al poder gracias a las armas, mediante ayudas prestadas a la monarquía. Este “patriciado urbano” comenzó con Don Diego Hurtado de Mendoza, que lentamente pretendió hacerse con el poder restándole importancia al concejo, lo que costó numerosos y onerosos litigios al concejo, hasta la concesión del título de ciudad a la por entonces villa.
Es un momento en que las denominadas “minorías étnicas” gozan de ciertas libertades, lo que propició el establecimiento de numerosas aljamas mudéjares y judías (de las que existieron cuatro sinagogas).
El texto comentado, que ocupa tres páginas en el catálogo -cuando el resto se resuelve con total claridad y normalmente con una sola-, pasa seguidamente a ofrecer un completo recorrido gráfico por aquellos aspectos más destacados de los ya mencionados en el texto precedente. En el presente caso se publican varias fotografías de gran calidad, entre las que figuran la del “Libro Copiador de Ordenanzas, Privilegios y Escrituras de la Ciudad de Guadalajara”; la copia de la “Real Provisión otorgada por Enrique IV, en la que se concede a Guadalajara el título de Guadalajara” (en dicha ciudad a 25 de marzo de 1460). Hay también un plano de la presumible antigua fortificación, realizado por la Brigada Topográfica del Ejército en 1846; otro plano de la Puerta de Alvar Fáñez; diversos juguetes y piezas cerámicas encontrados en las excavaciones del Alcázar Real; alguna foto (c. 1905) que puede dar idea de cómo eran las tiendas de los judíos, y algunas más que completan y contribuyen a conocer mejor cada uno de los periodos que figuran en el catálogo.
Hasta aquí este primer capítulo que he querido comentar, a modo de ejemplo, para dar al lector una idea aproximada del resto de capítulos que componen el catálogo que comentamos en su conjunto y cuyos títulos son los siguientes: “Humanismo y Fe”, centrado en el mecenazgo mendocino y en Guadalajara como ciudad católica con numerosas iglesias y conventos; “El Concejo: Cabeza de la República Urbana”, a propósito de las Casas de Concejo y las numerosas piezas arqueológicas aparecidas en las excavaciones de la Plaza Mayor, que pueden dar idea de su origen, y como símbolo de la ciudad; “Plena Edad Moderna”, acerca del proyecto de convertir a Guadalajara en Corte; “Contrarreforma y Barroco”, sobre la Guadalajara “conventual”; “La Ilustración: Una nueva dinastía”, Guadalajara y el paso a la Casa de Borbón, después de la batalla de Villaviciosa y toma de Brihuega, y el establecimiento de las Reales Fábricas de Paños y otras industrias; “Edad Contemporánea”, de trata del periodo comprendido entre la Guerra de la Independencia y la instalación de La Hispano; “Capital y ciudad castrense”, es decir, del reinado de Isabel II, la Academia de Ingenieros y el Servicio de Aerostación, y “De la Monarquía Católica a la Democracia Parlamentaria” o del triunfo de la República (1931), pasando por la Guerra Civil y la “Dictadura”, hasta la Democracia).
Dos páginas de bibliografía esencial cierran y completan este libro, ejemplo de bien hacer, que no debe faltar en las bibliotecas alcarreñistas que se precien.
Guadalajara. Historia de la Ciudad 1460-2010, Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara. Patronato Municipal de Cultura (Col. Memoria Gráfica de Guadalajara, n.º 4), 2010, 104 pp. (Autor de los textos y comisario de la exposición: Pedro José Pradillo y Esteban).
Traemos hoy a la Revista "Libros Uno por Uno" este libro, o mejor dicho, este catálogo que constituye un verdadero ejemplo de colaboración entre diversas entidades dispuestas a ofrecer, tanto al hombre de la calle como al especialista, una publicación de indudable interés, no sólo por los textos que contiene, sino por la calidad de las selectas imágenes que incluye, a todo color, y de la propia edición (a pesar de su gran tamaño: 30 x 24 cms.), realizada con todo cuidado, y dentro de las diversas actividades culturales promovidas por el Ayuntamiento de Guadalajara, a través de su Patronato Municipal de Cultura, para conmemorar la concesión del título de Ciudad a la que antes fuera Villa, es decir, el 550 Aniversario de Guadalajara como Ciudad (1460-2010).
Dado que se trata del catálogo de una exposición (que se celebró en las Salas del Duque del Palacio del Infantado desde el día 10 de diciembre de 2010 hasta el 16 de enero de 2011), estamos más bien ante lo que ha venido en denominarse un “libro visual”, un libro en el que priman las imágenes, atractivas sin lugar a dudas, sobre los textos, que no por breves carecen de interés, puesto que recogen puntualmente los datos más importantes que deben consignarse en cada momento, sin dejar paso a barroquismos sin sentido que, en muchas ocasiones, solamente son “paja” efímera con la que rellenar un vacío editorial.
Antonio Román Jasanada, Alcalde de Guadalajara, dedica una página, a modo de introducción, en la que da a conocer, a base de breves pinceladas, el catálogo de los tesoros propiedad de la ciudad consistente en mas de un centenar de piezas pertenecientes al Patronato Municipal de Cultura, Ayuntamiento de Guadalajara -Servicio de Cartografía Municipal- y Archivo Municipal (además de haber contado con los préstamos procedentes de colecciones privadas, entidades diversas -Museo de Guadalajara- Obispado de Sigüenza-Guadalajara y diversas congregaciones religiosas -carmelitas de San José y Cofradía de los Apóstoles-) capaces de trasladar mentalmente al espectador a tiempos pretéritos, que es lo que se pretende y se logra a través de los diversos apartados de la exposición (convertidos en capítulos del catálogo).
Así, podemos hacernos una idea suficientemente clara de cómo era lo que hoy es Guadalajara a lo largo de los diferentes periodos de su ya larga Historia: La “Edad Media: Medina, Villa, Ciudad”, aunque partiendo de un tiempo anterior todavía, puesto que los cronistas más importantes de la Ciudad siempre han discutido su posible primer asentamiento: Caraca (lugar evidentemente equivocado, puesto que ya quedó demostrado que, al parecer, dicha “ciudad” era Carabaña) o Arriaca, ésta con mas posibilidades que la anterior, situada en la vía de Emérita a Caesaraugusta. De allí, tras un periodo visigótico de población muy dispersa y gran pobreza (dedicada a la agricultura y la ganadería y asentada en las proximidades de la actual estación de Ferrocarril), pasaría a constituirse en plaza fuerte tras la conquista musulmana, la Madinat-al-Faray, luego Wad-al-Hayara. Mucho después, ya en 1085, llegaría la “reconquista” de la ciudad por parte del rey Alfonso VI, que la incorporaría a su reino de Toledo, y las repoblaciones posteriores, como las debidas a Alfonso VII, que concede un fuero a Guadalajara en 1133, después ampliado por Fernando III (1219) y amejorado con franquicias por Alfonso X, hasta alcanzar su máximo esplendor con Isabel de Castilla, a finales del siglo XIII y comienzos del XIV, que concedió permiso para el establecimiento de numerosos conventos y monasterios: San Bernardo, Santa Clara, San Francisco, San Antolín… y contribuyó al desarrollo de la cultura, especialmente concentrada en aquellos días en el grupo de los denominados “cabalistas” Mosé ibn Sahula y Mosé de León. Es también el momento en que comienzan a establecerse en Guadalajara algunas familias llegadas al poder gracias a las armas, mediante ayudas prestadas a la monarquía. Este “patriciado urbano” comenzó con Don Diego Hurtado de Mendoza, que lentamente pretendió hacerse con el poder restándole importancia al concejo, lo que costó numerosos y onerosos litigios al concejo, hasta la concesión del título de ciudad a la por entonces villa.
Es un momento en que las denominadas “minorías étnicas” gozan de ciertas libertades, lo que propició el establecimiento de numerosas aljamas mudéjares y judías (de las que existieron cuatro sinagogas).
El texto comentado, que ocupa tres páginas en el catálogo -cuando el resto se resuelve con total claridad y normalmente con una sola-, pasa seguidamente a ofrecer un completo recorrido gráfico por aquellos aspectos más destacados de los ya mencionados en el texto precedente. En el presente caso se publican varias fotografías de gran calidad, entre las que figuran la del “Libro Copiador de Ordenanzas, Privilegios y Escrituras de la Ciudad de Guadalajara”; la copia de la “Real Provisión otorgada por Enrique IV, en la que se concede a Guadalajara el título de Guadalajara” (en dicha ciudad a 25 de marzo de 1460). Hay también un plano de la presumible antigua fortificación, realizado por la Brigada Topográfica del Ejército en 1846; otro plano de la Puerta de Alvar Fáñez; diversos juguetes y piezas cerámicas encontrados en las excavaciones del Alcázar Real; alguna foto (c. 1905) que puede dar idea de cómo eran las tiendas de los judíos, y algunas más que completan y contribuyen a conocer mejor cada uno de los periodos que figuran en el catálogo.
Hasta aquí este primer capítulo que he querido comentar, a modo de ejemplo, para dar al lector una idea aproximada del resto de capítulos que componen el catálogo que comentamos en su conjunto y cuyos títulos son los siguientes: “Humanismo y Fe”, centrado en el mecenazgo mendocino y en Guadalajara como ciudad católica con numerosas iglesias y conventos; “El Concejo: Cabeza de la República Urbana”, a propósito de las Casas de Concejo y las numerosas piezas arqueológicas aparecidas en las excavaciones de la Plaza Mayor, que pueden dar idea de su origen, y como símbolo de la ciudad; “Plena Edad Moderna”, acerca del proyecto de convertir a Guadalajara en Corte; “Contrarreforma y Barroco”, sobre la Guadalajara “conventual”; “La Ilustración: Una nueva dinastía”, Guadalajara y el paso a la Casa de Borbón, después de la batalla de Villaviciosa y toma de Brihuega, y el establecimiento de las Reales Fábricas de Paños y otras industrias; “Edad Contemporánea”, de trata del periodo comprendido entre la Guerra de la Independencia y la instalación de La Hispano; “Capital y ciudad castrense”, es decir, del reinado de Isabel II, la Academia de Ingenieros y el Servicio de Aerostación, y “De la Monarquía Católica a la Democracia Parlamentaria” o del triunfo de la República (1931), pasando por la Guerra Civil y la “Dictadura”, hasta la Democracia).
Dos páginas de bibliografía esencial cierran y completan este libro, ejemplo de bien hacer, que no debe faltar en las bibliotecas alcarreñistas que se precien.
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