domingo, 22 de mayo de 2011

Saturnino Abuin, el manco de Tordesillas






GARCÍA y GARCÍA, Mariano, “Saturnino Abuin: “el Manco de Tordesillas”. Diputación de Valladolid, Colección “Historia”, 2010.


Este libro se presentó el 14 de febrero de 2011 en el salón de Pleno del palacio Pimentel de la Diputación de Valladolid. Saturnino Abuin (1781-1860), aunque natural de Tordesillas, tuvo especial importancia en la provincia de Guadalajara durante la Guerra de la Independencia y fue comandante general de Toledo y Ciudad Real durante la primera Guerra Carlista.

Este controvertido personaje histórico combatió (no exclusivamente) en todas las provincias de Castilla-la Mancha, si bien mucho más en Guadalajara y muy poco en Albacete. El autor de la obra es licenciado en historia, profesor e historiador de la villa de Tordesillas, muy conocido en Valladolid. Ha realizado un notable esfuerzo investigador en los archivos provinciales, especialmente (obvio) en el de Tordesillas, y una paciente labor de trascripción y lectura durante años, que le ha permitido “coleccionar” los documentos relativos a Saturnino Abuín, sus ascendientes y familia colateral. En la madurez de su vida, ha dado a la imprenta este estudio biográfico bien estructurado, de lectura lineal y sin saltos que nos hagan perder la atención, y corroborando los hechos con numerosas notas a pie de página que remiten a fuentes primarias, los documentos que diferentes archivos, principalmente vallisoletanos.

Es conocida la diferente ortografía con que se escribe el apellido del famoso “Manco”, llegando a cometer errores al mismo Galdós, que le cita como “Albuín” en “El Empecinado”. García y García escribe el apellido “Abuin”, sin acento, tal y como firmaba el militar, y menciona el hecho repetido de que el escribano que redactaba el documento que éste firmaba, escribía su apellido como Albuín, Abuín, Abuyn, etc, pero que él siempre firmaba como “Abuin”, por lo que lanza la suposición de que pudiera tener algún tipo de defecto fonético en el habla que confundiera al redactor al transcribir el apellido “de oídas”. Además de los problemas de escritura del apellido (que hagan aparecer dos Hojas de Servicios para Abuín y para Albuín), el autor muestra la partida de nacimiento fechada el 29 de noviembre de 1781, ya citada por Jorge Sánchez Fernández, que zanja definitivamente las discrepancias en la documentación.

Los documentos que ha estudiado nos dan algunos datos inéditos como ascendencia gallega de las familias paternas y maternas, que su padre nunca combatió en la guerra del Rosellón, y que proveía de ganado gallego a Tordesillas por lo que realizaba numerosos viajes para traer las reses, a los que le acompañó Saturnino, lo que le hizo un hábil caballista y le dio experiencia guerrillera, pues estaban expuestos al constante ataque de bandoleros y ladrones. Saturnino era el segundo varón vivo, y era el que tenía el carácter más dominante, lo que le llevó a cometer el ya conocido asesinato del labrador Vicente Galán Cabeza, vecino de Nava del Rey, el 13 de septiembre de 1807 a la entrada del monte Robledal, por efecto de la bebida y al ser acosado por un perro del muerto. El proceso y prisión se prolongó tanto (1809) que pudo acogerse a la posibilidad de alistarse en las partidas que luchaban contra las tropas napoleónicas, y García documenta “su incorporación a la actividad bélica el 16 de junio de 1809”, (lo que invalida sus supuestas acciones guerrilleras antes de esa fecha) en las tropas de Juan Martín Díez “el Empecinado”, antes de que éste pasara en septiembre de ese año a combatir en Guadalajara, llamado por la Junta Provincial de esta provincia. Será el 27 de septiembre de 1809 en una acción en El Casar de Talamanca cuando pierda la mano izquierda y sea conocido como “el Manco”.

Por otro lado, la búsqueda del autor en los Archivos Nacionales de París le permite dar cuenta de parte de su actividad en Francia cuando regresa a España en 1820 a combatir por Fernando VII contra los liberales, en este caso combatiendo de nuevo en el bando de antiguos compañeros de la guerrilla como José Mondedeu o Nicolás de Isidro, tan absolutistas como él. Sirve al rey, y obtiene su perdón, y posteriormente sirve a su hija Isabel II contra los carlistas hasta su retirada, pero “sin ideario político”, según el autor del libro.

La actitud del autor hacia el protagonista quizá a veces no sea totalmente neutral, y discrepo de él en su intento de comprensión del porqué Abuin pasó al servicio de José I Bonaparte en febrero de 1812 y combatió repetidas veces contra sus excompañeros de la guerrilla del Empecinado, y siguió a José I hasta Francia. Este sería el punto más discutible de su obra, así como lo que se ha escrito de que “siempre hizo lo que en el momento le pareció correcto” y “tan controvertible como heterodoxo, tan acomodaticio como intransigente, tan fiel como desleal, siempre fue libre en su proceder”. Ciertamente, fue su carácter agrio y hosco lo que le impidió llegar al grado de mariscal de campo y ser únicamente brigadier, puesto que combatió posteriormente a favor de Fernando VII o de Isabel II al lado de antiguos compañeros “traicionados” en 1812, y creo acertado lo que escribe el autor al final del libro de que “su tendencia enfermiza a furibundas lealtades hacia personas, hicieron de él un personaje a quien todos cuantos pudieron … utilizaron descarada y miserablemente” para “la aplicación de los métodos mas expeditivos y heterodoxos”, y ser condenado a muerte y perdonado tres veces en su vida.

El libro cuenta con numerosos mapas de sus campañas con el Empecinado, contra el Empecinado (de hecho, el autor esquematiza un “Itinerario” del biografiado, intenta poner orden en el maremagno de fechas de sus combates y señalar la poca fiabilidad de su Hoja de Servicios), en el Trienio Liberal, contra los apostólicos reinando Fernando VII y contra los carlistas en el reinado de Isabel II. También nos ofrece datos sobre su matrimonio con Antonia Moriano y las adquisiciones que le permitieron vivir acomodadamente como agricultor acomodado y con derecho al voto censatario, recibiendo las abultadas rentas de sus condecoraciones militares (excepto las josefinas, claro), hasta su muerte en su villa natal el uno de enero de 1860, así como el dato de que su vivienda estaba en la calle del Rey 14. Nadie esta libre de errores, por ejemplo el autor olvida la sublevación de Villaconejos (9 de julio de 1811), menciona obras que luego no incluye en la bibliografía final y transcribe como “Guy” el nombre del general francés Nicolas Philippe Guye.

Tras haber leído el libro, no podemos menos que recomendarlo y lamentar no haber conocido antes algunos de sus datos pues es un libro necesario para los historiadores del periodo convulso de 1809-1837 en Guadalajara y La Mancha.




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