sábado, 14 de mayo de 2011

Alaminos en Blanco y Negro









Alaminos. Una mirada en blanco y negro, Madrid, Ayuntamiento de Alaminos (La Ergástula ediciones), 2009, 160 pp.

UN LIBRO SENCILLO QUE RECUERDA EL PASADO DE ALAMINOS A TRAVÉS DE LA FOTOGRAFÍA.

El libro que ahora presentamos es el resultado de la exposición previa que tuvo lugar en Alaminos bajo el comisariado de Raúl de Lucas López y la coordinación de Elena Vega Rivas y que, posteriormente, se vio convertida en libro gracias a la colaboración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, dentro de su programa “Los Legados de la Tierra”, que tantos libros de similares características ha publicado acerca de numerosos pueblos de Guadalajara, alguno de los cuales ya hemos comentado en esta misma revista “Libros Uno por Uno”.
Siempre hemos dicho que este tipo de libros no debe limitarse única y exclusivamente a la publicación de cierto número de fotografías de mayor o menor interés (no sólo para los habitantes o personas relacionadas con el pueblo a que se refieran), sino también para quienes estén interesados en las más diversas manifestaciones de la forma de ser y de vivir de las gentes de los pueblos de Guadalajara.
Y este libro, aunque modesta pero ilusionadamente, ofrece algunos datos curiosos para el lector que contribuyen a la mejor y mayor comprensión de las fotografías que contiene y que se reúnen en un catálogo breve, sí, pero bien estructurado y que abarca cinco aspectos concretos: “Rincones de Alaminos”, “El Trabajo”, “La Infancia”, “Las Fiestas” y “Sus Gentes”.
La “Presentación”, firmada por La Corporación Municipal de Alaminos, es un agradecimiento a la Junta, por la ayuda económica prestada; a los habitantes de la localidad que han cedido desinteresadamente sus fotografías familiares para que sean conocidas por todos; a la secretaria del Ayuntamiento, Concepción López, por sus desvelos, y a la editorial, por la buena confección de este catálogo, dado que no se trata de otra cosa.
En el “Prólogo”, debido al comisario de la exposición -Raúl de Lucas López-, se indica que la cantidad de fotografías recopiladas superó las trescientas, de gran variedad en cuanto a cronología y temática, siendo las más abundantes los retratos, donde se encuentran también las de mayor antigüedad que, por lo general, suelen estar realizadas en interior, o sea en un estudio fotográfico, dada la parafernalia de fondo que completa los conjuntos. Es muy probable que la más antigua, realizada en un estudio madrileño, pueda fecharse en torno a 1900 (retrato de Marcelina Carrascosa). Retratos de estudio que solamente eran posibles viajando a Guadalajara o a Madrid, como capitales más próximas a Alaminos. Se indica, igualmente, que de la década de los veinte se conservan tres ejemplares: un retrato de Raimundo Langa (de hacia 1920), otro de la niña Cristobalina Colado y un tercero de Aurora Puago (ambas de hacia 1925); de las fotografías de soldados y militares hay varios grupos, siendo el primero y más antiguo el que abarca de los años 1910 a 1920; el segundo se sitúa entre 1920 y 1936 y, ya después de la guerra, las fotografías pierden calidad y reducen su tamaño, de postal, a otro mucho menor, de cartera, ya que solían enviarse a la familia. De todos modos el grupo más abundante corresponde a los años cincuenta.
Aparte de los estudios fotográficos otro buen momento para retratarse lo constituían las ferias. En nuestro caso la de Cifuentes y, en menor medida, la de Torija, en las que los fotógrafos ambulantes instalaban su “calambute” en plena calle atrayendo a los posibles clientes con llamativos decorados, de modo que casi todas las familias alamineras tienen, al menos, una fotografía de feria, que se datan entre los años treinta y sesenta del siglo pasado. Es de destacar que en la década de los cuarenta son muy frecuentes las fotografías de feria en que los fotografiados aparecen vestidos de flamenco y donde no podía faltar la guitarra andaluza. Antes, por aquello del desarrollismo urbanita, los decorados habían consistido en los tradicionales automóviles, barcos y aviones, de los que hay una buena muestre en el presente catálogo, sustituidos por caballitos de madera para los niños.
El clásico tema de las fotografías escolares aparece reflejado a través de una fotografía realizada en plena República (1932), dado que las demás son de los años cuarenta.
Todo esto en lo que se refiere a las fotografías, sin embargo es muy poco lo que se sabe acerca de los autores de las mismas. Hay conocimiento de que alguien apodado “El Torero” retrató durante las fiestas del Cristo de 1915 al grupo en el que aparece Modesta Bartolomé (y en el que también figura él). Los demás autores, a excepción de Camarillo, fueron vecinos de Alaminos y con cámaras de su propiedad o familiares que emigraron en su momento.
Sigue a este completísimo y explicativo “Prólogo” una “Introducción”, escrita por Elena Vega Rivas, en la que advierte al lector de la inesperada gran cantidad de material cedido para la exposición, de la que hubo que hacer una exquisita selección para ver cuales se podrían incluir en el libro-catálogo que comentamos, por lo que durante la exposición, todas las fotografías cedidas pudieron visionarse de manera continua en una pantalla habilitada para ello.
Finalmente, precediendo al “Catálogo de fotografías”, puede conocerse la “Historia de Alaminos. Desde sus orígenes hasta la Guerra Civil Española”, a través de un sencillo resumen escrito por Gonzalo López-Muñiz Moragas y Elena Vega Rivas, en el que se ofrecen datos de su situación geográfica; toponimia, que -como indican siguiendo a Ponz- podría derivar de “alamillos”; las evidencias más antiguas de su poblamiento, en base a la existencia de ciertos fragmentos líticos, fechados en el Paleolítico; hasta el periodo romano, en que la vía que unía Segóbriga y Ercávica con Sigüenza y Medinaceli, atravesaba el municipio, sirviendo de base a la actual cañada ganadera; aunque la verdadera fundación del pueblo debió ser posterior a la Reconquista y posteriormente fuera unido a la tierra de Atienza, hasta 1434, en que Juan II de Castilla lo dona, junto con otros muchos lugares de aquella tierra, a su camarero Gómez Carrillo y a su mujer, nieta del rey Pedro, con motivo de su boda.
Con el tiempo pasaría a ser propiedad del conde Cifuentes y, en la segunda mitad del siglo XVI, obtenido el título de villazgo, se instalan la picota y la horca. Aluden también al viaje de Felipe II a Zaragoza (que menciona el archero H. Cock, en 1585) y a otras visitas, como la de Luis Castellano de Vera (1744). Mencionan los datos contenidos en el Catastro de Ensenada (1752) cuando contaba con 34 vecinos, así como las Relaciones de Lorenzana (1768) en que había bajado la vecindad a 30 “poco más o menos”, además de los diccionarios de Miñano y Madoz y algunos otros libros con datos de menor importancia histórica. Dedican, finalmente, un amplio espacio a la “Batalla de Guadalajara”, durante la que Alaminos sufrió graves daños siendo casi desalojado en su totalidad.
Este apartado histórico contiene un epígrafe en el que analizan “La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción”, en el que aportan datos de gran interés sobre su reconstrucción y ampliación, llevada a cabo entre los años 1822 y 1824, y cuyos planos, firmados por el arquitecto Máximo Santa María y conservados en el Archivo Diocesano de Sigüenza (Sección Civiles. Legajo 1822-01 Doc. 7) acompañan al texto. El capítulo finaliza con la mención de las fuentes documentales y una breve bibliografía.
Las páginas 41 a 160 constituyen el “Catálogo fotográfico” formado por “Rincones de Alaminos”, con 11 fotografías, generalmente de elementos urbanos desaparecidos; “El Trabajo”, con 24 fotografías centradas en la trilla y su evolución, la vid, la matanza del cerdo y el horno (hay una foto muy interesante desde el punto de vista etnográfico, que representa a Victoria López hilando, anónima, de entre 1937 y 1939); “La Infancia”, con 10 fotografías, centras principalmente en la escuela; “Las Fiestas”, con 15 fotografías, pocas de las fiestas del Cristo y las más de bodas y comuniones, y “Sus Gentes”, con 54 fotos, donde se incluyen las de la “mili” y las de “feria”, destacando una por el interés de la vestimenta que en ella aparece: la de Modesta Bartolomé y familiares, anónima, de hacia 1915.
En resumen, un libro-catálogo bien presentado, sencillo, que merece la pena por las imágenes que contiene, así como por los textos que le sirven de apoyo y complemento.



José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS

1 comentario:

  1. Este tipo de libros son fascinantes, sobre todo si existe alguna relación con alguno de los fotografiados. En mi caso, a través de este libro pude conocer a mi bisabuela, Victoria López, en una maravillosa foto hecha por un periodista que recorrió la Alcarria después de la guerra para conocer como era la España más profunda de aquellos años 40. Es la foto que indicáis como "interesante desde el punto de vista etnográfico". Le pidieron que posara haciendo algo habitual en su día a día. Aunque pueda parecer una mujer ruda y curtida por los trabajos del campo, su coquetería le llevó a representar la labor más femenina que en aquella época una mujer podía hacer: hilar. La foto es formidable, por su calidad (se nota el trabajo de un profesional) y por lo que representa y, para mi, poder poner cara a una persona muy importante en mi familia.
    Gran artículo.

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