martes, 24 de mayo de 2011

Memoria de la Fábrica Hispano-Suiza





Hispano-514. El automóvil y la industria en Guadalajara 1917-1936. Exposición del 24 de marzo al 20 de abril de 2011. Teatro Auditorio Buero Vallejo. Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara, Patronato Municipal de Cultura (Colección Memoria Gráfica, n.º 5), 2011, 80 pp. (Comisario de la exposición y autor de los textos del catálogo Pedro José Pradillo y Esteban).

Entre las numerosas manifestaciones culturales llevadas a cabo por el Ayuntamiento de Guadalajara, a través de su Patronato Municipal de Cultura, con motivo de la celebración del 550 Aniversario del nombramiento de Ciudad a Guadalajara (1460-2010), se llevó a cabo entre los días 24 de marzo y 20 de abril, una interesante exposición cuyo tema monográfico fue la fábrica de automóviles La Hispano, parte de cuyos restos aún pueden verse.
El catálogo que comentamos consta de cinco apartados o capítulos. El primero “La actualidad de nuestra industria”, recoge las grandes esperanzas que el establecimiento de dicha factoría representaba para una Guadalajara, laboralmente atrasada, que veía resuelto parte de su porvenir gracias a la Segunda República, proclamada el día 14 de abril de 1931. Quedaba patente el gran esfuerzo empresarial realizado en aquellos difíciles momentos, enunciado en el lema de su campaña publicitaria: “Una nueva industria en una España nueva”, como puede apreciarse en los anuncios de prensa de la época, en los que, a la izquierda de un Hispano y en posición algo más elevada, aparece la fachada principal del Congreso de los Diputados, al igual que la integración de la bandera tricolor en el logotipo de la marca, sobre la que puede verse una H rodeada por una corona de laurel (correspondiente a la patente FIAT) y unas alas explayadas (de La Hispo Suiza, S. L.). Grandes fueron los esfuerzos que se realizaron. Un reportero de ABC señalaba:
“Impulsa a “La Hispano” en sus propósitos el pensamiento de que con ellos contribuirá a resolver el problema social, proporcionando trabajo a masas importantes de técnicos, empleados y obreros; evitará a la economía nacional la evasión de cuantiosos capitales; dará vida próspera a numerosas e importantes industrias auxiliares; será un consumidor grande de las materias primas nacionales y, por último, será un elemento primordial para la defensa nacional.”
Esto último en referencia a que, aparte de automóviles, también se fabricaba material de guerra. Pero, a pesar de todo, estos esfuerzos e ilusiones se vieron truncados a los cuatro meses, puesto que la empresa cesaría su actividad en julio del 32.
Un segundo apartado (“Guadalajara capital de ingenieros”) recoge la evolución sufrida a lo largo de los tiempos por la Academia de Ingenieros Militares, hasta su establecimiento en 1833, en la antigua fábrica de paños de Guadalajara, donde se hizo definitivo siete años más tarde, debiéndose su extinción a un incendió que devastó sus instalaciones el 9 de febrero de 1924. Tras la instalación de la Academia vino la del Regimiento Mixto de Ingenieros, en 1843, cuyas escuelas prácticas ocuparon el ex-convento de San Francisco, que desde un año antes se convirtió en Parque de Ingenieros.
Varias fotografías de 1925 recogen algunos aspectos interiores de las naves y la maquinaria allí instalada.
“La Hispano, S. A. Fábrica de automóviles y material de guerra”, es el tercer apartado. En el se da noticia de la sesión pública celebrada por el Ayuntamiento capitalino el 22 de febrero de 1916, en la que su alcalde Miguel Fluiters Contera informa acerca del establecimiento de unos talleres de La Hispano Suiza en las proximidades de la capital, gracias al interés demostrado tanto por el rey Alfonso XIII como por el Conde Romanones. Entre las resoluciones acordadas se establecía la colaboración económica del Ayuntamiento con el proyecto, comprometiéndose a la financiación de los terrenos adecuados para su instalación y la condonación de tasas e impuestos que pesasen sobre las actividades colaterales que la empresa iba a llevar a cabo. Numerosas fotografías y planos completan el trabajo.
Un cuarto apartado -“Hispano-514 un proyecto efímero”- da muestras de la alegría que suscitó en su momento el lanzamiento del nuevo modelo de utilitario, que el periódico local Flores y Abejas (17 de mayo de 1931), recoge así:
“A fines del presente mes saldrán de los talleres de La Hispano los primeros coches del nuevo modelo Fiat, que por su corte económico es seguro tengan una gran aceptación.”
Lanzamiento que se realizó en un mal momento para la industria automovilística, alcanzada ya por la gran depresión norteamericana, y que tan negativamente repercutió en Guadalajara dado que al cabo poco tiempo comenzaron los despidos de obreros pertenecientes a las secciones de Automóvil y Aviación, por lo que su alcalde socialista (Marcelino Martín) envió el siguiente telegrama al Presidente del Consejo de Ministros:
“En nombre de la ciudad pido al Gobierno de su presidencia que se aprueben las solicitudes presentadas por `La Hispano´ en el Ministerio de Guerra y Economía. 600 obreros que han trabajado con nosotros para traer la República y por extirpar el caciquismo tienen derecho a no recibir como pago de su abnegación un porvenir de hambre y de miseria.
Si el Gobierno se hace sordo a este deseo de la ciudad, yo declino en el Gobierno provisional la responsabilidad de lo que ocurra.- El Alcalde de Guadalajara.”
Pero, a pesar de todo -incluidas las demandas practicadas por los Diputados de Guadalajara- el Gobierno no accedió a la petición, por lo que el 23 de septiembre se crea una nueva comisión que, reunida con los ministros de Fomento y Gobernación, conjurase la crisis obrera, ya que para poder conceder ayudas a tan gran número de parados era necesaria la organizaron de diversas cuestaciones y actos, como el taurino que tuvo lugar el 25 de octubre, en el que participaron Saleri II, José Carralafuente y Francisco Marí “Blanquito” (más conocido como fotógrafo).
Finaliza este curioso y ameno catálogo con un quinto capítulo titulado “Guadalajara ciudad industrial”, en el que se analiza el crecimiento demográfico que trajo consigo la instalación de La Hispano, así como el desarrollo del mundo de la construcción: viviendas baratas para los trabajadores que dependiesen de un jornal modesto, construidas en las proximidades de la propia factoría (barrio de la Estación) y viviendas más lujosas, para aquellos otros trabajadores más pudientes, en el mismo centro de la ciudad. Un apartado de este último capítulo se ocupa de “Las Fiestas de La Hispano”, que se remontan a 1921, consistentes en un gran festival taurino, cuya primera edición se celebró en el coso de las Cruces, repitiéndose en años venideros y que Camarillo plasmó en su Revista Cinematográfica de 1927.
Un libro-catálogo seriamente tratado, al igual que su cuidada edición, plagado de datos (planos, fotografías y notas de prensa) de gran interés, especialmente para aquellos habitantes de Guadalajara y pueblos circunvecinos que quizás trabajaron en La Hispano.

José Ramón López de los Mozos

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