viernes, 27 de mayo de 2011

La huella más sensible de Jesús Orea



Una amplia selección de artículos que abarca toda la provincia de Guadalajara


OREA, Jesús, 125 Luces de bohemia. Guadalajara 1985-1999, Guadalajara, El Decano de Guadalajara, 2011, 192 pp.

El presente libro es una breve selección entresacada de los 745 artículos que Jesús Orea publicó en dos periodos: el primero en el semanario Flores y Abejas y, el segundo, en la tercera de El Decano, junto a otras firmas de prestigio como las del ya fallecido Salvador Toquero y de Santiago Barra, durante cerca de quince años de colaboración casi continuada (de los meses de abril de 1985 a julio del 99).
El título del libro, que quizá pueda llamar la atención del lector, está tomado de una de las obras que aquel viejo cascarrabias de la Generación del 98, Don Ramón María del Vallé-Inclán, que tanto interés tiene para el autor de esta gavilla de artículos, escritos, antes que nada, con el corazón. De ahí la sensación que se advierte tras su lectura, que nunca debe ser apresurada, puesto que, en este maremagnum de títulos, como si de un cajón de sastre se tratara, hay de todo y para todos los gustos.
A pesar de ello se verá inmediatamente que se trata de un libro meditadamente estructurado, cosa que ya queda patente desde el principio, mediante la lectura de su extensa introducción, donde se informa al lector acerca de la constitución de los siete bloques que lo conforman y que son los siguientes: “Tierras de Guadalajara”, que trata sobre los aspectos más variados de la geografía, la historia, el arte y el costumbrismo de la tierra de Guadalajara; “Ciclos de la tierra (Las estaciones y los días)”, con artículos inspirados en la acción climática y su influencia en la vida del hombre, tanto en su ocio como en su negocio; “Pueblos con apellido”, en los que hace referencia a determinados pueblos en concreto, con nombre propio; “Biografía íntima de una ciudad”, que es un conjunto de trabajos que tienen como sujeto hechos acaecidos en la ciudad de Guadalajara, unos puntuales y otros menos, pero siempre desde un punto de vista más periodístico que literario (aunque ambos de entremezclen casi siempre, aún sin quererlo su autor); “Gentes de aquí (Personajes en persona)”, donde, como indica su propia denominación, aparecen personajes y personas con sus nombres y apellidos, en algunos casos vinculados con Guadalajara; “En familia”, que es un conjunto de artículos íntimos, siempre mirados objetivamente, acerca de temas familiares o relacionados con el entorno familiar de Jesús Orea, donde aflora cierto grado de sentimentalismo propio del recuerdo, pero siempre con Guadalajara como paisaje o telón de fondo y, para finalizar, “Sobre esto y aquello”, que es una especie de saco sin fondo en el caben otros artículos de difícil clasificación, aunque siempre relacionados con hechos que fueron la “comidilla” del momento.
Quienes conocemos a Jesús Orea, sabemos que estos artículos fueron escritos como él mismo dice “con fuertes dosis de emotividad y, a veces, no pocas, de pasión, por los míos, por mi ciudad, por mi tierra guadalajareña, castellana y española, y por sus gentes”, resultado todo ello, al fin y al cabo, de una forma de ser y de sentir, de pensar y de vivir esta pobre tierra alcarreña, cenicienta ya si cuento, que tanto ha ido cambiando con el paso del tiempo. Incluso de aquel tiempo, tan cercano a nosotros aún sin darnos cuenta de su transcurrir, del que habla Jesús Orea en estas páginas, llenas de ese especial cariño que pone, quiero imaginármelo, ante el folio en blanco, con las ideas bullendo en la mente que parece calentarse más y más por momentos, hasta encontrar la feliz solución a lo que se quiere decir y que, muchas veces, consiste, nada más, en dejarse llevar por la pluma o aporrear la tecla. Algo de este sentimiento se trasluce, o al menos me lo parece a mí, cuando se lee el primer artículo, aquel “Luces de bohemia” de abril del 85. ¿No hay algo de Max Estrella en Jesús Orea? Ese trasunto que pienso “poeta y poliédrico”, sí, pero no ciego, ni fracasado, como asegura Jesús.
Después vienen el amplio ramillete de artículos en los que no se olvida la Alcarria, ni el río Tajo, la Somosierra, la Hoz ni el cerro cónico de Hita y donde aparecen nombres tan sonoros como los de Ortega y José Luis Sampedro, el ensayo de la luz y el anuncio de la primavera en las guadalajaras, escuchando albadas en el Alto Tajo o pensando en lo que se ha visto y se ha vivido regresando de una excursión por el mar de Castilla, sin faltar otros aspectos que tiran más lo económico (“Cultura tradicional y turismo sostenible”), o a lo literario en los que están presentes Myo Çid, Alfonso X y el Arcipreste Juan Ruiz de Cisneros junto a Berceo y Don Juan Manuel.
Artículos muy variados, algunos atractivos por su contenido, otros por su valor literario, o por su peso periodístico, pero todos interesantes y llenos de rincones que llevarse al pensamiento, y con los que poder satisfacer esa curiosidad innata, en algunos casos, que todos llevamos dentro y que tanto contribuye a definirnos.
Cierra el libro un epílogo, un “Exordio puesto al revés”, del maestro Lahorascala, donde Pedro juega nuevamente al trampantojo literario, poniendo al final lo que debe ser primero, que no otra cosa es un exordio.
Pero hay más. Tras el índice, Orea guarda una sorpresa al lector. Se trata de “Bukadisin”, que equivale a tanto como decir “prospecto” en Volapük (proyecto de lengua universal que tuvo su sede en Guadalajara, de la mano del casi ignorado Dr. Fernández Iparraguirre), y en cuya página aparece una fotografía que es una vista general de los talleres de la imprenta “De Mingo”, en la que se editaba Flores y Abejas. Fotografía, por cierto, que, como gran parte de las que figuran en este libro, fue realizada por Luis Barra.

José Ramón LÓPEZ DE LOS MOZOS

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