GISMERA VELASCO, Tomás, Atienza a través de sus personajes, Madrid, Ed. Asociación Sibilas
de Atienza, 2014, 124 pp.
Tomás Gismera ha escrito un libro muy interesante.
Un libro especial por su contenido, ya que trata de aquellas gentes que a lo
largo de la Historia de Atienza han ido transformando la villa con sus
quehaceres vitales.
Como podrá comprobar el lector, unos personajes son
más conocidos que otros, aunque casi todos serán totalmente desconocidos para
la mayoría, y ahí, precisamente, reside el interés de este libro.
Unos nacieron y pasaron por la vida anónimamente.
Bastante tuvieron con vivir su vida, si además, por circunstancias
socio-políticas concretas les tocó un momento difícil, de guerras, pestes o
miserias...
Otros nacieron tal vez en los mismos momentos y, por
ánimo, riquezas o compromisos sociales y honoríficos, tuvieron que desempeñar
cargos en los que despuntaron, pero a los que después la historia, la que se
escribe con hache mayúscula, ha tenido a bien considerar como de “menor importancia”
o, como si dijéramos, “de segunda fila”, segundones.
Algunos más, muy pocos, destacaron por encima de los
anteriores y figuran en los anales de la historia con mayúscula.
Es de estos últimos de los que habla el presente
libro en su mayor parte, de gentes que por lo general nacieron en Atienza y que
dejaron su huella a través de sus libros,
dedicaron su esfuerzo a
promocionar el pueblo que les vio nacer, contribuyeron a conservar y extender
los límites de un reino ayudando a su señor natural, y creyeron en una idea y
la defendieron por encima de todo con el fin de hacer una villa atencina más
próspera.
Su autor, el autor del libro, recuerda que no están todos
los que fueron, aunque probablemente, con el paso del tiempo aparecerán nuevos
nombres que añadir a la presente nómina, y los que están han sido elegidos al
azar y sus biografías se verán revisadas y, en su caso, ampliadas en próximas ediciones.
Y añade más, que podría haber ampliado esa lista con
nombres de quienes no habiendo nacido en Atienza la han dado a conocer
ampliamente y han estudiado su historia, su arte y sus costumbres. Nombres como
los del doctor Francisco Layna Serrano, el poeta José Antonio Ochaíta,
biografiados por el propio Gismera, el periodista Luis Carandell o el fotógrafo
Santiago Bernal, entre otros, además, claro está, de Isabel Muñoz Caravaca y su
hijo Jorge, cuya peripecia vital fue estudiada con minuciosidad y
posteriormente publicada por el doctor Juan Pablo Calero Delso, o el sacerdote
Julio de la Llana Hernández, cuya trayectoria fue dada a conocer
exhaustivamente por Jesús de la Vega García.
En fin, son: “biografías trazadas con la pluma que
sale del corazón en la mayoría de los casos. Arrancadas igualmente a las
páginas de los libros de la historia, y
hechas recuerdo y emoción en las calles de Atienza, y para la memoria siempre
viva de Atienza”, personajes que en muchos casos no sabíamos que fueran
atencinos, protagonistas de historias “a veces tristes”, que no deben quedar en
el olvido y de las que debemos aprender, al menos lo bueno, de lo que nos
legaron.
Tomás Gismera, que ya nos había adelantado algunas
notas biográficas de los más significativos nombres que aparecen en su libro, a
través de las páginas de la estupenda revista mensual Atienza de los Juglares, divide a los personajes -treinta y uno “Y
muchos más...” en total- en seis grupos cronológicos distribuidos entre la
Atienza medieval; la Atienza de los Bravo de Laguna -fundamentalmente el siglo
XV-; la Atienza del Siglo de Oro -siglos XVI y XVII-; Atienza en el siglo XVIII
-de los Elgueta a los Beladíez-; Atienza entre dos siglos, y Atienza, siglo XX,
a los que precede una breve introducción acerca de la época y cómo ésta se
vivió en Atienza y sus pueblos circunvecinos, a través de la que el lector puede
hacerse una idea más completa del personaje de que se trate en cada ocasión.
Entre los de época medieval menciona a un Gonzalo
Ruiz de Atienza, el hombre del rey, especie de privado, que acompañó a Fernando
III en la conquista de Sevilla, de “particular memoria” en Elogios de los Conquistadores de Sevilla, de Argote de Molina,
siglo XVI, donde se dice acerca de Gonzalo Ruiz de Atienza que era “uno de los
principales caballeros de aquel tiempo y de quien el rey hizo mayores
confianzas, fue por su embajada al infante don Felipe y a los ricos homes del
reino que estaban desavenidos del rey en el reino de Granada, y así mismo por
embajador al rey moro...”.
Igualmente dedica algunas páginas a Aparicio de
Atienza, obispo de Albarracín a finales del siglo XIII y a Francisco de
Atienza, que fue elegido abad de San Zoilo de Carrión el 5 de noviembre de
1524.
Especial interés tiene fray Juan de Ortega Maluenda,
que después de ostentar numerosos cargos entre los jerónimos, dejó la duda
-todavía no resuelta con claridad- de haber sido el autor del famoso Lazarillo de Tormes.
Tres personajes completan el apartado destinado a la
Atienza de los Bravo de Laguna: Juan Bravo, que luchó al frente de los
Comuneros; Luisa de Medrano, la primera mujer catedrático no sólo de España o
de Europa, sino de todo el orbe, que ejerció en la Universidad de Salamanca, a
comienzos del siglo XVI, grandemente ensalzada por Lucio Marineo Sículo, y
Catalina de Medrano, que tantas obras mandó realizar en la iglesia de San
Francisco.
Sin duda la figura más conocida es la del Comunero
Juan Bravo, al que tras su ejecución en Villalar, le fueron confiscados todos
sus bienes, entre los que había algunas propiedades en Atienza, así como unos
pozos de sal que le rentaban quinientos ducados y reclamó el obispo de Oviedo.
El padre Luis Fernández Martín, en su libro Juan
Bravo (Segovia, 1961), realiza un magistral estudio genealógico de nuestro
personaje y aporta suficientes pruebas como para dejar aclarado su nacimiento
en Atienza en 1484, en el propio castillo, pues la casona que actualmente se
conserva en la plaza de abajo fue levantada por sus parientes hacia 1568.
Gismera da a conocer tres figuras más en el apartado
dedicado al Siglo de Oro. Se trata de Francisco de Segura, hombre de espada y
pluma que se codeó con los más importantes ingenios, Cervantes, Quevedo, Lope,
de quien se piensa que debió tener “algo que ver” en la autoría del apócrifo
quijote de Avellaneda y ampliamente conocido en el mundo de la investigación
literaria; el retablista Diego de Mayoral y Torija, que aprendió del seguntino
Diego del Castillo y fue uno de los más afamados de la comarca atencina, siendo
el autor del retablo mayor de la iglesia de la Santísima Trinidad de Atienza;
de dos colaterales en la parroquia de Galve de Sorbe; parte del mayor de San
Juan del Mercado, también de Atienza; además de otros muchos trabajos en
Barbatona, Querencia, Fuentegelmes, etcétera, y Ana Hernando, cerera en
palacio, que dejó suficiente caudal como para construir en Atienza un hospital
bajo la advocación de Santa Ana.
En el siglo XVIII incluye dos de las sagas más
influyentes en el Atienza del momento: la de los Elgueta Vigil y la de los
Beladíez, sin olvidar a don Juan José Arias de Saavedra y Verdugo de Oquendo,
más conocido como el “padre” de Gaspar Melchor de Jovellanos, y la figura del
obispo Antolín García Lozano.
Del primer grupo familiar ofrece datos de cuatro
hermanos: Pedro Miguel, licenciado en Derecho, que fuera Administrador Real de la Salinas de Atienza, formadas
a la sazón por Imón y La Olmeda; Antonio, que pasó la mayor parte de su vida en
Murcia, donde desempeñó el cargo de Secretario del Secreto de la Inquisición, gran
mecenas de las artes, especialmente de la Arquitectura, -que fue quien incitó a
la familia Salzillo a establecerse en Murcia, donde fue protector de Nicolás,
padre el escultor-, pero al que se conoce antes que nada por haber sido el
autor de La cartilla de la agricultura de
las moreras (Madrid, 1761); Baltasar, que fue Intendente Real, y José,
destacado -al igual que Baltasar- en la Guerra de Sucesión, como consta en su
hoja de servicios, y único de los hermanos que aspiró a ocupar algunos
corregimientos de las nuevas ciudades chilenas.
Del segundo, los Beladíez, naturales de Miedes,
menciona a José María, que tanto tuvo que tan importante papel jugó durante la
Guerra de la Independencia como miembro de la Junta y Diputación de
Guadalajara, y Joaquín María, hermano del anterior, riquísimo poseedor de
ganados finos trashumantes y Administrador Tesorero de Consolidación de
Guadalajara, destacado durante el mismo conflicto bélico, son muchos los datos
que aporta Gismera en su libro.
El quinto capítulo, Atienza entre dos siglos, recoge
las peripecias vitales de Baltasar Carrillo Manrique, uno de los personajes más
influyentes política y socialmente en la Atienza de finales del siglo XVIII
hasta su fallecimiento en 1843; Francisco Briones Cardeña, doctor en Derecho y
liberal conservador, que, con la llegada del régimen democrático, tras la
Revolución Gloriosa de septiembre de 1868, dio fin a su carrera política,
profundamente caciquil; Dionisio Rodríguez Chicharro, desconocido historiador
que dedicó gran parte de su vida a ir recopilando datos sobre numerosos pueblos
de la provincia, especialmente de aquellos que tuvieron algo que ver con el
Común de Villa y Tierra de Atienza, centrándose en los que posteriormente
pasaron a los señoríos mendocinos y fue autor de una concienzuda Relación Historial de la Villa de Atienza,
complementaria de su Historia de Miedes,
una Memoria de Hiendelaencina, Noticias de la villa de Hijes, Notas acerca de la ejecutoria de nobleza de
los Álvarez, Culto en Torija a
Nuestra Señora de Sopetrán, Memorial
a favor del Conde de Aguilar, así como de un Resumen de la riqueza imponible de la provincia de Guadalajara en 1852,
además de constante colaborador de don Juan Catalina García López, a quien
envió números datos para sus escritos; el médico Pedro Solís Grepi, que junto a
Eduardo Contreras de Diego, fundaría el Casino de Sociedad de Atienza y daría a
la luz pública la revista Atienza
Ilustrada.
Quizá más conocidos -por más cercanas en el tiempo-
sean las figuras que recoge en el apartado destinado al siglo XX: Bruno Pascual
Ruipérez, Diputado y Senador nacional, Decano del Colegio de Notarios de
Madrid; Antonio Pascual Ruilópez, pionero de la viticultura; Francisca Pascual
Ruilópez, “Doña Paquita”, madrina del somatén atencino y gran benefactora de la
villa; el alcalde Doroteo Cabellos Esteban; Gil Ruiz Domínguez, víctima de la
barbarie nazi en Mauthausen; el maestro Teodoro Romanillos Chicharro, fundador
en 1925 de El Magisterio Arriacense y
gran defensor de los derechos de los maestros; Julio Ortega Galindo, el genio
de Deusto, Catedrático de Geografía e Historia en el Instituto de Enseñanza
Media de Bilbao y de Historia del Derecho y Geografía Económica de la
Universidad de Deusto y prolífico autor; Juan Francisco Marina Encabo, “El
hombre del Cid”, abogado que llevó la causa de Vivar del Cid a la hora de
recuperar el manuscrito del Poema del Cid,
entre otras muchas cosas, y muchos más… ya que la nómina de atencinos
destacados es muy amplia.
Concluye el libro con un poema de Carmina Casala,
poetisa nacida en Atienza, titulado “Al pueblo que amo”, una bella fotografía y
el reconocimiento -por parte de la Asociación Sibilas de Atienza- como Juglar
de Atienza a Tomás Gismera Velasco, autor del maravilloso libro que acabamos de
comentar.
A partir de cuando podemos comprarlo?.Gracias.
ResponderEliminar