viernes, 4 de octubre de 2013

Ecos de Mazuecos

Revista Espartaria, n.º 42 (Mazuecos, Julio de 2013), 32 pp.

Otra publicación periódica, similar a las que hasta ahora hemos venido comentando, -la última por el momento- es la Revista Espartaria, que no nace del afán cultural de una Asociación, sino del empeño particular de una persona: César García Díaz, que se encarga de escribir, recoger originales, maquetar y hasta enviarla.
En sus comienzos vio la luz cada dos meses, pero en la actualidad lo hace cada tres.
Se trata de una revista que se lee con facilidad y que mezcla convenientemente los textos con una importante selección de fotografías, en gran parte antiguas, que pueden servir para hacernos una idea de cómo era Mazuecos y sus habitantes tiempos atrás. Fotografías que, por sí solas, reunidas todas, darían como resultado un voluminoso trabajo.
En este último número, el 42, aparecen las de Ángel García y su esposa, de los años 30; un grupo de cursillistas de cristiandad, de los 60; Cándido Gárgoles y Modesta Moreno con sus nietos, de los 70; un concurso de tractores, también de los 70; los quintos en la Fiesta de la Virgen de la Paz, del año 82, y muchas otras de temática diversa.
En números anteriores de esta misma revista las fotografías eran mucho más antiguas, por lo que bien merecerían figurar entre los fondos del C.E.F.I.H.G.U. para disfrute general.
Y junto a las fotografías mencionadas, unos textos que suelen ser de dos tipos: unos profundos, de gran enjundia y calado, puesto que César García Díaz se encarga de escribir una sección, digamos “filosófica”, cuyo artículo, en esta ocasión, lleva por título “¿Por qué existe algo en lugar de nada?” (indudablemente tomado de Leibniz) y otros, mucho más sueltos, más amenos, aunque bien escritos como, por ejemplo, los dos artículos que escribe Enrique Fernández Langa: “Juegos en las calles de Mazuecos: Rescate y al Te veo”, que transporta al lector a tiempos pasados, cuando los niños tenían posibilidad de jugar en las calles y plazas de pueblos y ciudades, antes de que las asfaltaran, y “La peña “El Timbrazo”, nostálgico recuerdo de las fiestas de los años ochenta y las “peñas” que entonces existían en Mazuecos.
Otros artículos, por lo común breves e incluso muy breves, recogen aspectos literarios que pretenden hacer pensar. Así, “El perro ciego”, de Sandra García Manzano, “Frases de Benedicto XVI”, “Frases de interés” o “Tesauro azul”, de Ralph Lenza, que atrapa al lector por su originalidad y trasfondo.
Quienes conocemos la revista desde sus comienzos sabemos que es muy difícil mantener siempre el nivel de calidad de las colaboraciones que incluye. Recordamos ahora la magnífica colección de cuentos pastoriles recogidos en Mazuecos, escritos con verdadero cariño y también la colección fotográfica, completísima, de los quintos que servían de “soldadesca” en la celebración de la fiesta de la Virgen de la Paz, acompañados por la “botarga”, encaramados al carro que portaba la imagen.
Fotografías de rancio color, con vestimenta de los años cincuenta o sesenta (y anteriores), con las tradicionales gabardinas a la moda del momento y el pelo engominado.
Hoy, en este número que comentamos, aparece una fotografía, ya en color, de la “soldadesca” con abanderado y “botarga” -más los adláteres- posando ante la imagen de la patrona (son los “quintos de la Paz” del año 1982 que hemos citado más arriba). También tiene interés etnográfico una fotografía de Sebastián Vadillo en la choza de La Lobosa”, una choza pastoril, de piedra “en seco”, de las que ya van quedando pocas por la zona.
Y, mirando, al mañana quizá también tendrá interés etnográfico alguna que otra imagen, como la de la procesión de la Pascua de este año 2013.
Cierra las colaboraciones literarias un poema -“A la mujer enamorada- escrito por Alfredo Castro.
Una revista que, como decimos, tiene su importancia en el mundo donde crece y se lee, y en la que, a pesar de todo lo dicho, echamos en falta alguna colaboración de tipo histórico -arqueológico-, como aquellas que no hace tanto acaparaban un buen número de páginas.
Y es que siempre pasa lo mismo. Uno se encarga de hacer las cosas mientras los demás esperan a que se hagan para poder criticarlas, en lugar de “arrimar el hombro” y colaborar como debería ser.
De todos modos felicitamos a César García por mantener esta publicación con sus pecunios particulares, que no es poco en estos tiempos que corren.


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