Imágenes de
Villanueva de Argecilla, Guadalajara, Ayuntamiento de Villanueva de
Argecilla, 2009, 96 pp.
Comenzamos
hoy a comentar una breve serie de libros acerca de diversos pueblos de
Guadalajara que, generalmente, fueron viendo la luz gracias a la colaboración
establecida entre su Ayuntamiento y la Junta de Comunidades de Castilla-La
Mancha, a través del Programa “Los Legados de la Tierra”.
El
que comentamos en esta ocasión fue editado en el año 2009 y coordinado por José
Antonio Alonso. Recoge una selección de imágenes de Villanueva de Argecilla que
reflejan, como indica su alcalde en el prólogo, “el pasado de nuestro pueblo”.
En
realidad no se trata de fotografías muy antiguas para quienes hoy superan el
medio siglo de edad -ya que el arte fotográfico es relativamente moderno-, pero
que, indudablemente, lo parecerán a las nuevas generaciones, aquellas nacidas
tras la diáspora emigratoria de los años sesenta y setenta, que hoy viven o
visitan con cierta frecuencia el pueblo de sus abuelos o de sus padres y desean
escudriñar por todos los rincones en busca de aquella historia escuchada a los
viejos del lugar en alguna ocasión.
Son
casi siempre las “viejas fotografías tradicionales” en blanco y negro: de los
niños sentados en la mesa del maestro, ante el mapa de España, haciendo que
escriben; las de los soldados, que solían hacerse en un calambute callejero o
en el parque, para enviar a la novia y a la madre; de las mozas, endomingadas
para la fiesta, los abuelos con sus nietos o las faenas agrícolas de siempre…
Son,
en fin, fotografías del pueblo cedidas por sus gentes para la ocasión.
Los
capítulos de que consta o, por así decir, su catálogo, no es muy amplio, pero
sí interesante: Estampas de Villanueva, Faenas y quehaceres, ¡A la escuela!,
Militares, Rituales y ceremonias, Ocio y tiempo libre, El familia y Gentes de
Villanueva (páginas 9 a 69) y cada uno de ellos comienza con una brevísima
explicación de lo que el lector, en este caso el que ve más que lee, va a
encontrarse bajo ese epígrafe.
“Estampas
de Villanueva” recoge seis fotografías. Algunas sirven para recordar cómo era
parte del pasado: el retablo barroco destruido en la guerra, la cruz
parroquial, una vista de la entrada del pueblo que en nada se parece a la actual,
los árboles que amparaban bajo sus ramas las reuniones del concejo, o el olmo
derribado que se llevó para siempre la grafiosis.
“Faenas
y quehaceres” -veintiuna fotografías- se basa fundamentalmente en el ciclo
agrario, desde la siembra a la cosecha, hasta la llegada de la mecanización, y
también en la ganadería complementaria.
Algunas
imágenes, de los años 25-30 y 48, dan idea de la forma de vestir de los
pastores, otras ofrecen aspectos de las labores de la era o del pastoreo.
De
pocas se sabe su autor: Foto López (Madrid), y de alguna más el nombre de la
persona retratada.
“¡A
la Escuela!”, -cuando en Villanueva había escuela y maestros-, está
representada tan sólo por cuatro fotos.
La
maestra de una de las fotos era doña Margarita Andrés Martínez (Foto Sainz Cornejo)
y el maestro, don Tomás ¿Qué habrá sido de aquellos colegiales?
“Militares”
incluye quince fotos, algunas de los años veinte. Como los soldados solían
fotografiarse en la ciudad donde se encontraba el cuartel de destino no es
extraño encontrar fotografías tomadas en Zaragoza en la Antigua Casa Coine
(hacia 1925), bien aisladamente o bien en grupo, generalmente uno de ellos
sentado y los demás a su lado, de pie.
“Rituales
y ceremonias”, con diecisiete fotos, que nos dan idea de la procesión de San Blas
-con los músicos abriendo camino: acordeón, saxofón y tambor-, el día 3 de
febrero, cuando nevaba, así como de alguna primera comunión y varias bodas con
“gasto”, una de ellas fechada en 1928 con posterior baile amenizado por el
organillo de Eliseo Esteban, de Valdearenas.
“Ocio
y tiempo libre”, aparecen representados en una colección de ocho fotografías.
La mayoría son modernas y las más antiguas son de baile. Aparte, claro está,
del fútbol y la caza y las diversiones, diferentes a las locales, que podían
encontrarse en la cercana feria de Jadraque y que disfrutaban los niños
fotografiándose a lomos de un caballo de cartón con ruedas.
“En
familia” se recogen las imágenes de los abuelos con los nietos a que antes
aludimos, los recién casados -hay una foto interesante del estudio Mari de
Guadalajara, que recoge para la posteridad a Pedro y Matilde -, los primeros
hijos, familias completas como las de antes, en las que se juntaban abuelos,
padres, hijos y hasta nietos… y a veces más.
Y
“Gentes de Villanueva”, el apartado más extenso -con cuarenta y seis
fotografías- compuesto en base a imágenes individuales o de grupo, de gentes
que nos dejaron hace tiempo y aún perduran en el recuerdo y de otras gentes que
siguen “haciendo pueblo”. Gentes que fueron y que son el auténtico patrimonio
de Villanueva y tantos otros pueblos de la piel provincial.
Algunas
de estas fotos llevan el nombre del estudio en que se hicieron, así como la
localidad: Foto Goya (Madrid), Foto Roca (Madrid), Fotografía Bazar (Jadraque.
Guadalajara), Foto López (Guadalajara), Foto Mari (Guadalajara, 1921), Foto
Inclán (Madrid), Foto Goya y Nadie (Madrid), Foto Nieto (Madrid), Foto. J.
Castro y Foto Novilla (Guadalajara), que bien valen para hacer el seguimiento
de los estudios fotográficos asentados en las ciudades mencionadas cara a una
posterior historia de la fotografía local más completa.
Un
libro que, con toda seguridad, habrá hecho caer alguna lágrima a quien lo haya
hojeado, pero también más de una sonrisa.
Una
huella de la historia con minúsculas para la Historia con mayúsculas.
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