ANDRÉS
GONZÁLEZ, Marta, San Antón. Fiesta
tradicional en Jadraque, Jadraque, Hermandad de San Antón de Jadraque,
2013, 24 pp.
No
se trata de un libro; es más bien un opúsculo de reducida tirada y corto número
de páginas, es decir, uno de esos trabajos que con el paso del tiempo se
cotizan puesto que suelen pasar desapercibidos para la gran mayoría, a no ser
que se trate de bibliófilos y coleccionistas.
En
realidad Marta Andrés ha utilizado con total acierto su comunicación, presentada
bajo el mismo título en el XIII Encuentro de Historiadores del Valle del
Henares, celebrado en Guadalajara del 22 al 25 de Noviembre de 2012 -páginas
465-473-, aunque adaptándola a la publicación que ahora presentemos.
El
esquema viene a ser el mismo, aunque en esta ocasión cuenta con un prólogo
firmado por la hermandad del santo -siendo mayordomo Santiago Barriopedro
Serrano (también se hace constar el nombre de los doce hermanos mayores
“apóstoles”)-, sin las notas finales y contando con una sencilla y suficiente
bibliografía además de una selecta colección final de fotografías (documentos
varios, imagen del santo, remate del varal y procesión de San Antón) que
contribuyen a conocer con mayor detalle esta fiesta.
La
tradición oral recoge desde antiguo este dicho popular que sirve de
introducción:
“- El 20 de enero, San Sebastián el primero.
- Para
varón, para, que primero, San Antón”.
Un
breve resumen inicia el cuerpo del trabajo. En él se mencionan los dos aspectos
más destacables de la fiesta: las luminarias del santo y su relación con el
cerdo, animal que casi siempre acompaña al santo en su iconografía.
Una
fiesta que, como Marta Andrés señala se recobró una vez terminada la guerra y
que, a pesar del bajón sufrido en los años setenta, va cobrando auge en los
tiempos que corren, aunque el hecho de que se recuperase en 1939, según consta
en el archivo parroquial, no quiera decir que hubiese nacido en esa fecha, ya
que lo más probable es que sea anterior.
Tras
esbozar la vida de san Antonio Abad -san Antón como vulgarmente es conocido-
como “patrón de los animales por haber adquirido fama de sanador y protector de
ellos” y analizar con la brevedad que el espacio requiere el simbolismo del
cerdo como encarnación de las bajezas humanas centradas en la gula y la
lujuria, establece la relación entre ellos, pues no en vano san Antón, al que
se le atribuyen los orígenes del movimiento eremita, se vio acosado en
numerosas ocasiones por el mal/pecado en forma animalesca e infernal, como
recoge El Bosco en sus Tentaciones de San
Antonio.
Iconografía
del santo que también suele incluir junto a la tau -que figura en el reverso
del varal de plata de la hermandad jadraqueña- y el hábito hospitalario, los
evangelios, el fuego y el cerdo, que normalmente suele llevar una campanilla
colgando del cuello.
Marta
Andrés indica acerca del fuego de san Antonio que, al parecer, dio origen a la
Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Antonio -más conocida como Orden de
los Antonianos- en 1095, fundada por Gastón de Valloire en agradecimiento al
santo tras haber curado milagrosamente del ergotismo -o fuego de san Antonio-
que padecía su hijo Girondo.
Fue
precisamente esta orden hospitalaria la que durante la Edad Media tenía la
costumbre de dejar sus cerdos sueltos por las calles para que los alimentara la
gente y cuya carne servía para la comida de los propios enfermos o para la
venta. Después, en 1791 la Orden Antoniana desaparecería a petición de Carlos
III al papa Pío VI.
En
lo que se refiere a las hermandades que desde antiguo hubo en Jadraque, se
menciona la de San Sebastián, de hacia 1580, si es que no es anterior, pero se
desconocen datos de otras cofradías también existentes tras la desaparición de
la documentación que hasta la guerra existía en los distintos archivos locales.
Pérez Arribas y Bris Gallego en sus trabajos sitúan las cofradías de san
Antonio Abad y san Isidro Labrador en nuestro tiempo: “tienen vísperas pero no
celebran novenario, sí lo hacen la del Cristo y la de la Soledad…”.
En
cualquier caso, como ya hemos indicado, los datos parecen apuntar a que la
hermandad de san Antón de Jadraque es anterior a 1936, fecha en que interrumpió
sus actividades, recuperándolas de nuevo una vez terminada la guerra, puesto
que los jadraqueños se agrupaban en dos cofradías: la de san Antón y la de san
Isidro, que contaban con los mismos miembros y cuyas juntas directivas eran
casi las mismas.
Los
datos de esta “primera” hermandad pueden consultarse en un libro de actas que,
aunque incompleto, se conserva en el Archivo Parroquial de San Juan Bautista de
Jadraque.
Pero
¿cómo era la fiesta del santo ayer y cómo es hoy? Un nuevo apartado lo recoge.
Al finalizar la guerra, la hermandad agrupaba a gentes del campo, de ahí su
afinidad con la de san Isidro Labrador, mientras de la de san Sebastián reunía
a gentes de oficios diferentes, entre los que se encontraban los comerciantes.
El
día de vísperas de san Antón se anunciaba, tal como hoy, mediante el estruendo
de los cohetes y se hacía un pasacalles en el que participaban todos los
hermanos de la cofradía, acompañados por músicos procedentes de la provincia de
Segovia a los que se unían los que sabían tocar la guitarra, el laúd o la
bandurria y, por la noche se hacían varias luminarias que, botillo en ristre,
se iban recorriendo para ver cuál era la mayor. A veces se saltaban y se
cantaban jotas alrededor.
El
día del santo, o sea, el 17, no había comida de hermandad, pero sí baile y el
18 se celebraba la llamada “comida de las sobras”, a la que únicamente podían
asistir los doce hermanos mayores.
Hoy
la fiesta grande también se celebra el día 17. Para ello, los hermanos se reúnen y juntos van a buscar
al mayordomo a su casa, para desde ella ir a la iglesia acompañados por los
músicos. Tras la misa sacan al santo en procesión y al regreso se realiza la
bendición de animales. Después se entra el santo y se coloca junto al altar
mayor y, en la sacristía, se pasa lista y se pone multa a los no asistentes.
Luego hay un almuerzo y tras él se hace el “Pesaje”: en una romana se pesa al
aspirante a hermano y se anota su peso en el libro de cuentas.
Todo
termina con la música hasta el día siguiente, el 18, en que los hermanos se
vuelven a reunir, esta vez en los soportales del Ayuntamiento, donde reparten
vino dulce, cañamones y dulces (especie de antigua caridad).
Es
entonces cuando se procede a la rifa del cerdo, que viene a pesar entre
diecisiete y dieciocho arrobas (unos 200 kilos).
El
último apartado se destina a describir la imagen del santo que es del siglo
XVIII, tallada en madera, estucada, dorada y policromada, y que representa a un
anciano barbudo vestido con “saya” y sus atributos propios: bordón y gocho con
campanilla. Talla que fue restaurada por José Miguel Jiménez Parrilla y que ya
figuraba en el inventario general de la parroquia de 1950: “… de madera
policromada; tiene bastante valor. Fue donada por la diócesis de Pamplona”
(posiblemente una talla anterior del mismo santo se perdiera entre las que
ardieron pasto de las llamas en 1937).
Una
fiesta tradicional la de san Antón, cuya continuidad está prácticamente
garantizada en Jadraque dado el número creciente de sus hermanos.
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